miércoles, 3 de junio de 2015

Reseña de Siempre nos quedará Casablanca, por Aurora González Paz

Si la semana pasa tuve la grata sorpresa de recibir una crítica muy entusiasta de mi novela El hombre ajeno en la web Anika entre libros, ésta me he encontrado con otra crítica positiva de mi poemario Siempre nos quedará Casablanca en el blog Buhonero de la aurora (pinchar AQUÍ), que lleva Aurora González Paz. Estoy en racha.

Me gustaría hacer una pequeña puntualización a las palabras de Aurora: en la solapa de Siembre nos quedará Casablanca, publicado en 2011 se afirma (como comenta ella) que pronto se publicaría mi poemario Móstoles era una fiesta. Este poemario está recogido en El bar de Lee –publicado en 2013- que recoge dos poemarios: Móstoles era una fiesta (escrito en 1998) y El calvo del Sonora (escrito en 2008).



Aquí está la reseña de Siempre nos quedará Casablanca, aparecida en el blog Buhoneros de la aurora y escrita por Aurora González Paz:

Después de tanta entrada personal tocaba ya una reseña. En esta ocasión no se trata de ninguna novela sino de poesía o más bien prosa poética. David Pérez Vega nos cuenta pequeñas historias de una manera poética que a mí me ha gustado especialmente. Muchas de las que se recogen en este poemario nos hablan del cine, la gran pasión de otro blog al que estaré eternamente ligada, Motel Purgatorio, y he querido compartir con todos vosotros mi parecer sobre el libro.

David Pérez Vega ha publicado la novela "Acantilados de Howth" y próximamente publicará su poemario "Móstoles era una fiesta" escrito en 1998. El que ahora mismo nos ocupa, si te gusta que te cuenten algo en la poesía, te gustará. Casi podría definirlo como un recopilatorio de microrrelatos que en más de una ocasión me han transportado a mi infancia, al cine de mi barrio en Barcelona con sesión continua que si entrabas tarde pues te quedabas y podías ver el principio de la película si te lo habías perdido, es más podías ver toda la película otra vez. De hecho leer estos poemas sobre el cine me han inspirado para escribir yo también sobre mis vivencias cuando era niña cuando de vacaciones en casa de mis abuelos nos cogíamos la silla y nos íbamos a la plaza del pueblo donde iba el cinematógrafo y nos proyectaba las películas, para toda la familia, como las de Marisol. ¡Qué tiempos aquellos! Todo eso ha conseguido este escritor, actualmente profesor de secundaria, con sus historias, sus poemas. Gracias David.

Naturalmente la lectura, como el cine, transmite a unos y a otros cosas diferentes, así que os dejo esta pequeña muestra  para que os animéis a leer el poemario.


BANDA SONORA

Si esto fuese una película, al pronunciar
tú esas palabras, nos miraríamos fijamente
un instante y yo entonces te besaría sin remedio,
con la necesidad de un buzo a su bombona de aire.
La cámara se alejaría de la intimidad de la escena,
en un movimiento elevado de grúa
nos dejaría allí abrazados en la noche,
bajo los oles y los severos edificios de la Castellana.
Sonaría de fondo una suave música clásica,
el Otoño de Vivaldi, aunque obvio y caduco,
resultaría, en todo caso, de una emoción reconfortante.

Pero es la vida real y la banda sonora
es el claxon del coche de un imbécil, la serenidad
incurable de los charcos más hondos de la acera,
y yo he de tragarme una a una tus palabras
con una débil sonrisa. Esas palabras que cada vez
me duelen más puestas en los labios de una chica,
brillantes, con su señuelo de trampa para incautos,
"Pero qué majo que eres", Brillantes.



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