El fin de semana pasado
estuve en Palma de Mallorca presentando ni novela “Los insignes” en la bonita y
cuidada librería La Biblioteca de Babel. El presentador fue mi amigo el poeta y
narrador Javier Cánaves. Román Piña, el editor de Sloper, nos introdujo a los
dos.
La verdad es que fue un fin
de semana muy intenso y muy agradable.
Javier Cánaves, yo y Román Piña en La Biblioteca de Babel |
El jueves por la noche me
entró en la bandeja de correo electrónico un mensaje de un joven periodista
llamado Andreu Vidal Bustamante, que trabaja para el diario El Mundo Balear
(donde también escribe una columna Román Piña), pidiéndome que le contestara a
un cuestionario; y que si podía se lo enviara el viernes. Este día tenía que ir
al colegio y desde el trabajo ir al aeropuerto, así que lo escribí la noche del
jueves, lo revisé la mañana del viernes y se lo envié a Andreu.
El sábado había quedado a la
una de la tarde con Román en la Plaza de España, consulté Facebook en el móvil,
tomando un café, en la terraza del Café 1916 y al ver el recorte de prensa de
El Mundo Balear me acerqué al quiosco de la plaza para comprar el periódico.
Ya había aparecido en algún
periódico antes: en El Cultural, el suplemento de El Mundo, Gonzalo Torné escribió
un artículo sobre el blog, y me nombraron en El País y en El Mundo cuando
participé en 2012 en el encuentro de blogs literarios (pero creo que esto sólo
salió en la versión online). Esta es la primera vez que aparezco en un
periódico en papel (y no en un suplemento). No sé si realmente esto puede hacer
que en Baleares alguien se interese por mi novela, o si yo comentando lo del
periódico aquí y ahora tengo, gracias al blog, más repercusión (dentro de unos
niveles de repercusión liliputienses). Lo cierto es que hizo ilusión pasar las
páginas del periódico en la plaza de España de Palma y verme allí dentro.
Además queda bien poder enseñárselo a familiares y amigos (mi novela va sobre el deseo de reconocimiento desmesurado, aquí estoy yo -el irónico- "hablando de mi libro", en fin).
Voy a dejar aquí un enlace
al artículo online que al final salió en el periódico en papel, una foto del
periódico escaneado, y el cuestionario tal como yo contesté a las preguntas.
El Mundo Baleares, sábado 24 de octubre de 2015 Si pinchas sobre la imagen se agranda. |
ENTREVISTA REALIZADA POR ANDREU VIDAL BUSTAMANTE:
¿Qué podría contarme de la trama?
Ernesto Sánchez es un
inspector de Hacienda de 36 años, que siempre ha soñado con alcanzar la gloria
artística gracias a sus poemarios. Mantiene un blog de reseñas literarias
dedicado en exclusiva a la poesía. Es habitual que le escriban poetas con el
deseo de que reseñe sus libro en el blog. La sorpresa será mayúscula cuando sea
Kim Jong-un, el presidente de Corea del Norte, quien le escriba para proponerle
que lea y comente en su blog –ya que no se fía demasiado de la excesivamente
buena acogida crítica que ha tenido en su país– el libro de poesía que ha
escrito sobre la muerte de su padre. Mientras se ultima la traducción del
poemario, Ernesto y Kim Jong-un conversan por Skype y el primero aprovechará
para desahogarse sobre la relación negativa que ha tenido con un prestigioso
editor de poesía español y, de paso –y con humor– describirá las diferentes
tribus poéticas de su ciudad.
¿Y del personaje?
El personaje principal,
Ernesto Sánchez, es un letraherido que a sus 36 años empieza a pensar que es
tarde para alcanzar el deseado prestigio literario. Ese prestigio que le permitirá
traspasar las puertas de los bellos jardines soñados.
¿Qué relación guarda el título con el argumento?
Cuando Ernesto
habla con su nuevo amigo, Kim Jong-un, de algún personaje del mundillo poético
por el que no suele sentir mucho aprecio, suele introducir su nombre de forma
sarcástica con el apelativo de “insigne”. Así que “los insignes” serían el
conjunto de enemigos y competidores de Ernesto.
¿Por qué decide escribir una novela sobre la
frustración del poeta en busca de reconocimiento o de edición?
Porque durante
una temporada yo, como tantos otros, sucumbí a la enfermedad de Ernesto.
Afortunadamente para mí y para mi
salud mental, pude darme cuenta a tiempo de la ridiculez de haber empezado a
sufrir por la literatura, precisamente la afición que más alegrías me había
dado en la vida.
¿Considera que esta frustración es similar a la que
también viven los novelistas?
La frustración de no
alcanzar el éxito deseado en la poesía es similar a la de la narrativa o a la
de cualquier arte. Diría más: podría extenderse al deporte, a la vida
profesional, amorosa, etc. Tal vez, cuanto más pequeña sea la tarta del éxito a
repartir (y en poesía, al haber tan pocos lectores reales, esa tarta es
realmente pequeña), más ridículas y desproporcionadas sean las ambiciones
desmedidas de éxito y de reconocimiento.
¿Y qué tal le han tratado en Sloper?
Muy bien. Les envié mi
manuscrito por correo electrónico y Román Piña –el editor– me contestó en menos
de dos semanas que quería publicarlo. Siempre han estado claras las condiciones
de publicación y los plazos se han cumplido.
¿Por qué ha publicado con ellos?
Una prioridad para un autor
que quiere publicar debería ser la de informarse bien de cuál es la editorial en
la que mejor puede encajar su manuscrito. Yo suelo estar bastante al tanto de
las preferencias de cada editorial. Después de que Sloper publicara La
mala puta, el ensayo de Miguel Dalmau y Román Piña sobre el mal estado
del mundo literario español, y al ser conocedor –porque lo anuncian en la web
de la editorial– de que a Sloper le gustan los libros con humor, tuve claro que
mi sátira disparatada del mundo de la poesía española podía encajar en el
catálogo de Sloper. Y así fue.
¿Qué hace falta para que los editores españoles dejen
de comportarse así?
Si te refieres al
comportamiento del editor de mi ficción y no al insigne Román Piña, diría que
lo que le hace falta al mundo de la edición emergente en español es más
profesionalidad y comportamientos más adultos. Es lamentable (y el ejemplo es
real) que un editor de cierto prestigio, que en las redes sociales protesta por
las reformas laborales del gobierno que atentan contra la dignidad de los
trabajadores, no entienda que su editorial también es una empresa y que
debería, por tanto, cumplir con sus compromisos contractuales.
Menciona en su blog que el tema principal es la
obsesión, ¿pero obsesión por darse a conocer o por qué motivo?
El tema de fondo de mi novela sería el de la obsesión: obsesión por cambiar de vida
principalmente, por llegar a un supuesto mundo soñado e idealizado, que para el
protagonista del libro está simbolizado por el éxito literario. Se trata de una
obsesión que esconde detrás, en realidad, frustraciones más severas.
También dice que el blog de contracrítica de poesía
Addison de Wit es parte de su documentación, ¿por qué?
En mi blog literario Desde la ciudad
sin cines usé el término “documentación” de una forma un tanto irónica. Yo
mismo tengo un blog de reseñas que trata de evitar la polémica, aunque a veces
no lo consiga, y como partícipe en el mundo virtual de la literatura en
internet me he interesado por blogs como Addison
de Witt, un espacio que leía en su momento con gran interés, igual que he
leído El lector Malherido, La medicina de Tongoy o Patrulla de Salvación, blogs en los que
la polémica ha sido la nota dominante. Siempre me llamó la atención la
virulencia y la pasión con las que los comentaristas (casi siempre anónimos)
participaban en estos espacios, que fuera del mundillo de las personas que
escriben tienen una influencia muy limitada. Sobre esa pasión y virulencia con
las que se sobredimensiona lo que en realidad es pequeño e irrelevante, fuera
de su círculo de expertos, trata mi novela.
¿Cómo se ha documentado?
Llevo años leyendo blogs de literatura, bien sea de creación o de crítica.
En realidad no he tenido que documentarme, he hablado sobre lo que sabía.
Tolstoi decía que si quieres saber cómo es el mundo echa un vistazo a tu aldea.
Eso es lo que he hecho: mirar a mi aldea virtual, a mi pequeño mundo de
internet.
¿Las situaciones que vive el protagonista son en parte
vivencias propias o piezas de diferentes personas?
Algunas de las vivencias de Ernesto han partido de mi propia experiencia y otras son puramente
inventadas. Uso experiencias propias, las deformo, me río de mí mismo…
¿En qué momento se le ocurre introducir a Kim Jong-Un
como personaje de su novela?
Mi novela acaba siendo disparatada, pero al principio tuve un idea aún más
loca: contar lo que quería contar (el tema de la frustración artística) en
serio, como un drama real. Menos mal que me evité el fiasco de haber llevado
este proyecto inicial a la práctica. Al principio quise que dos poetas
frustrados intercambiasen emails, lo que hubiera sido una novela epistolar
moderna. Pero si los dos protagonistas eran poetas fracasados, el tono cómico
iba a ser mucho más difícil de conseguir. Quizás se iba a parecer demasiado a Juegos de la edad tardía de Luis
Landero. El hecho de elegir a un personaje tan excéntrico como Kim Jong-un hace
que, lo que la novela pierde en verosimilitud narrativa, lo gane, desde la
primera página, en verosimilitud cómica.
¿Cuál es su papel?
Kim Jong-un es un contrapunto de Ernesto: este último publicó un libro y
vendió 50 ejemplares y Kim Jong-un publicó un poemario cuya tirada inicial era
de 4 millones de ejemplares, pero como buen poeta no está satisfecho: desea más
reconocimiento, desea que el ácido crítico literario que es Ernesto le valide
de forma ajena a la crítica oficial de su país.
Novela de humor, ¿de qué género?
Los insignes es una novela de
humor satírico, con algunos toques de humor absurdo, que acaba siendo una
crítica de costumbres y de tipos de personas.
Además de los
cuentos de los hermanos Grimm dice que Tolkien fue decisivo a la hora de tomar
la decisión de dedicarse a la escritura. Cómo él, usted también es profesor.
¿Cree que ha conseguido llevar esa doble vida entre la enseñanza y lograr
perderse en su propio mundo?
Lo cierto es que me di cuenta de que mi vocación
laboral debía ser la de profesor algo tarde, después de haber estudiado
Empresariales, y trabajado como auditor de cuentas en una empresa
norteamericana de horarios delirantes. Ahora doy clases de economía y
matemáticas en un colegio. Me gusta estar en contacto con los estudiantes y
tener además un mundo propio para el tiempo libre. Aunque siempre seguiré
admirando a Tolkien por poder perderse en la Tierra Media.