miércoles, 27 de enero de 2016

Entrevista a Carlos Catania, autor de Las Varonesas

A finales de los años 90, Roberto Bolaño escribió un artículo, recogido en Entre paréntesis, en el que habló de Las Varonesas de Carlos Catania (Santa Fe, Argentina, 1931). Allí decía: “... El narrador argentino Cataño, creo que ése es su nombre aunque no estoy seguro, autor de una novela notable y olvidada: Las Varonesas, editada en Seix Barral a finales de los setenta, se marchó a Costa Rica, en donde estuvo viviendo hasta el triunfo de la revolución sandinista, tras lo cual se fue a Managua… ¿Dónde está Cataño ahora? No tengo ni idea. Sólo leí de él una novela. Espero que siga escribiendo” Bolaño, en una época en la que no debía estar aún generalizado el uso de internet confunde el nombre del autor; pero este comentario sirvió para que el periodista y crítico literario argentino Guillermo Belcore se interesara por el libro, lo buscara en el circuito de librerías de segunda mano y tras leerlo escribiera un artículo para el diario La prensa titulado Las varonesas, la joya perdida. En él escribe cosas sobre la novela como estas: “¿Cómo funcionan en la Argentina los mecanismos de consagración literaria? ¿Por qué tantas obras excelentes se hundieron en el olvido? ¿Por qué la crítica periodística y académica festeja fruslerías brevísimas, piezas de época intrascendentes, como si de un Borges se tratase? ¿Son hoy el amiguismo, el esnobismo y las teorías descabelladas provenientes de Francia los únicos parámetros de legitimación? Las preguntas brotan naturalmente desde la lectura maravillada de Las Varonesas.” (Ver el artículo completo AQUÍ).

Primera edición en Seix Barral (1978)


Las Varonesas se editó en Barcelona en 1978 y en su momento recibió buenas críticas en España e Hispanoamérica. Sin embargo, la novela no se pudo distribuir en Argentina porque el país estaba inmerso en la dictadura de Videla y los temas tratados por Catania en este libro –principalmente el incesto y las guerrillas hispanoamericanas- no pasaron la censura militar. Catania, como nos contaba Bolaño, emigró (o se exilió) a Costa Rica, y ahora reside de nuevo, en su Santa Fe natal. Desarrolló gran parte de su carrera artística (ha escrito dos novelas más, tres libros de cuentos, una veintena de obras de teatro, y ha sido director de cine) en Costa Rica.

Gracias al empeño de Guillermo Belcore Las Varonesas se ha reeditado en Argentina en 2015, en la editorial Las Cuarenta, dirigida por Néstor González, en una colección de rescates literarios que lleva Matías Raia.

Primera edición en Argentina, Las Cuarenta (2015)


Estas son algunas de las críticas que ha recibido Las Varonesas:
“…autor de una novela notable y olvidada: Las Varonesas…”  (Roberto Bolaño, Entre paréntesis, pág. 54)
“…joya excepcional de la literatura argentina” (G. Belcore, Suplemento de Cultura del diario La Prensa. 3 de marzo de 2013)
“Un enfrentamiento brutal con la existencia” (El Sol, México)
“Catania ha logrado inscribir, de golpe, su nombre en la nómina de los renovadores de la novela” (Manuel Cerezales, ABC, Madrid)
“…inaugura a su autor entre los verdaderos creadores” (Aníbal C. Barrios, “Letras”, España)
“una novela-testimonio impresionante” (Ernesto Salanova Matas, España)
“…hay que apuntar la excelente calidad narrativa de Carlos Catania, por su técnica, su manejo del lenguaje y la inagotable profundidad de su obra” (Raúl Miraldi, “Cuadernos Hispanoamericanos”, Madrid)
Las Varonesas podría ser perfectamente ese canto extraviado de las sirenas antiguas” (César Antonio Molina, “El viejo topo”, Barcelona)
“Catania es la aparición más original y fulgurante de los últimos años” (Daniel Divinsky, “Revista de cooperación americana”, Venezuela)
“Ojalá que este comentario vaya a servir para que Las Varonesas sea leída por muchos lectores sedientos de perspectivas nuevas” (Miguel Antonio Ramos, Excelsior de México)
“Un buceo despiadado en torno a la condición humana” (Alberto Baeza Flores, La Nación, Costa Rica)
Catania tiene algo que decir y posee sin duda una reserva de interés que obliga a estar a tento a sus próximos libros” (El Nacional, Venezuela)
Las Varonesas, novela-río del argentino Carlos Catania, emprende una marcha soberbia y nos arrastra en su flujo apasionado y apasionante” (J.E.M., Zona Franca, Venezuela)

Me habló de este libro el lector santafecino del blog Ignacio Luccisano y yo compré su primera edición en Seix Barral de 1978, a través de Iberlibro. Escribí una entrada sobre él (ver AQUÍ), y en ella especulaba sobre la posibilidad de que Catania y Saer (ambos de Santa Fe) hubieran sido amigos. Días después entró el propio autor, Carlos Catania, para confirmarme que sí, que él y el “Turco” Saer había sido buenos amigos. Ignacio Luccisano le había hablado a Carlos Catania (sus familias se conocen) de mi reseña y así pude contactar con él. Carlos Catania accedió a que le hiciera una entrevista para el blog y además ha escaneado algunas fotografías personales para poder enviármelas. Me siento muy honrado por poder publicar la entrevista en Desde la ciudad sin cines. Creo que este es uno de los mejores momentos que he vivido con el blog.

Esperemos que Las Varonesas pueda volver a publicarse en España y cobre la importancia que una novela como esta puede tener para un lector de lengua española.


ENTREVISTA A CARLOS CATANIA


Las Varonesas fue el tercer libro que escribió, pero su primera novela publicada. ¿Envió los manuscritos de las dos primeras –Crónica del último día y Fría monja de la luna– a alguna editorial, o decidió esperar hasta escribir una obra de la que se sintiese más seguro?
En efecto, Crónica del último día y Fría monja de la luna, fueron destinadas a un cajón. No resultaron lo que yo quería. Allí permanecen. Pasaron años antes de que me sintiera más seguro en el ámbito de la novela. Un día abandoné lo que estaba escribiendo (El pintadedos, publicada en 1984 por Editorial Legassa, Buenos Aires) y me entregué de lleno a Las Varonesas.


¿Qué supuso para usted que Las Varonesas se publicara en la editorial Seix Barral, en la Barcelona de 1978, posiblemente en uno de los lugares y uno de los momentos más importantes para la historia de la literatura en español durante el siglo XX?
Ser publicado por Seix Barral me infundió la confianza que nunca me habían deparado mis obras de teatro ni mis libros de cuentos. Desde luego, también me sentí honrado.

¿Fue usted uno de los autores apadrinados por Carmen Balcells?
No, nunca he tenido representante.

¿Pudo relacionarse en la época de la publicación de Las Varonesas con los autores del boom hispanoamericano? ¿Qué recuerdo guarda del fenómeno –a veces cuestionado– del boom?
Sí, principalmente con Vargas Llosa. Dirigí su obra La señorita de Tacna. El estuvo presente en una de las representaciones y compartimos una mesa redonda y dos charlas públicas.
    Antonio Di Benedetto y Manuel Puig, con quienes trabé amistad en el congreso de escritores de Islas Canarias (1979), también habían leído mi novela. Con García Márquez desayuné una mañana en Costa Rica. Prometió leerla. Ignoro si lo hizo. Julio Cortázar asistió a una función de Equus en la que yo actuaba, después de la cual tomamos unas copas, le hablé de mi novela (aún no se había publicado) y él, a su vez, me contó la historia de una muchacha encarcelada por la Junta militar, lo que inspiró mi novela Diario de Bonka (aunque más que una novela es una crónica).
    El recuerdo que guardo del boom está relacionado con la cantidad de excelentes novelas latinoamericanas que me permitió leer.

Carlos Catania junto a Mario Vargas Llosa


¿Qué recepción de crítica y público tuvo Las Varonesas? ¿Fue un libro leído en España e Hispanoamérica? ¿Se tradujo pronto a otros idiomas?
Creo que tuvo más éxito de crítica que de público. Por supuesto, fue un libro leído en España e Hispanoamérica, texto en la Universidad Autónoma de México.
No se tradujo a ningún idioma.

Si no me he informado mal, cuando se publicó Las Varonesas usted vivía en Costa Rica, ¿qué sensaciones provocó en usted que su libro fuese prohibido en su país, en la Argentina de Videla?
El hecho de que Las Varonesas no “entrara” a mi país me produjo una gran depresión. En vez de luchar, colgué los guantes.

Una vez que se recuperó la democracia en Argentina en 1983, ¿trató de interesar a algún editor argentino para que la obra pudiera ser leída en su país?
No traté de interesar a nadie, pero Legassa publicó El pintadedos y eso me levantó el ánimo. No hice nada por Las Varonesas. Los “responsables” de la nueva edición fueron Roberto Bolaño, Guillermo Belcore, Matías Raia, Néstor González y, desde luego, mi esposa Indiana.

¿Qué ha supuesto para usted ver por fin Las Varonesas editada en la Argentina de 2015, treinta y siete años después de su primera publicación?
Fue como si los fantasmas de los personajes, al cabo de 37 años, regresaran para dialogar conmigo, algunos para increparme, otros para tenderme la mano. Un reencuentro que me obliga a examinar el pasado. Volví a leerla después de tanto tiempo y debo confesar que me gustó.
   Ese delirio salvaje, propio de idiotas, que induce a quemar libros, tarde o temprano queda sepultado por las mismas cenizas que provocaron. No es que los libros resuciten. Es que nunca mueren, aun cuando se los olvide.

¿Este rescate de su primera novela publicada ha hecho que se reavive el interés por sus otras obras?
Lo ignoro.

¿Qué importancia otorga a Las Varonesas dentro de su obra?
Creo que es la novela que mejor responde a mi visión del universo humano. No soy nihilista pero escribo, fundamentalmente, porque soy un inconforme. En gran parte, no estoy de acuerdo con el mundo ni conmigo mismo, ni con los sistemas, ni con casi nada. Percibo que cierta mendacidad malévola rige los destinos de la especie. A menudo, lo que llamamos verdad, no es más que el error en que todos coinciden. Alguien sostuvo que cuando todo está agitado por igual, nada parece agitado. Mi odio esconde una gran ansia de regeneración y humanidad. Lo que quizás hoy en día se asemeje a la locura.

¿Está escribiendo alguna otra novela u obra de teatro, otro de los géneros que ha cultivado, en la actualidad?
Escribo (o reescribo) un ensayo, Testamento del Niño, pero por el momento no creo que merezca publicarse. Tengo asimismo una novela en suspenso: Principios nocturnos.

Las Varonesas es una obra compleja, que apela a un lector exigente. Una de las influencias más claras de esta novela parece ser la de las nuevas corrientes que provenían del mundo anglosajón, sobre todo de William Faulkner o de James Joyce. ¿Son realmente estas sus influencias o usted hablaría de algunas otras?
Cuando se mencionan las influencias, realmente me resulta difícil responder. Como dijo Borges, no sé si soy un buen escritor pero soy un gran lector. Me pregunto si todos los autores leídos no dejan una impronta, por insignificante que sea, en la mente del escritor. Creo que sí. Por ser tan numerosas resulta arduo identificarlas. Esas voces dispersas, contradictorias, a la postre tal vez configuren una síntesis con sus innumerables huellas. Sin embargo, un escritor que siempre he tenido presente es Robert Musil. El hombre sin atributos, puede que haya sido una influencia consciente. En cuanto al personaje de Lucía, no hay duda de la presencia de Puig.

Dentro del canon de la literatura argentina, ¿con qué obras o narradores entroncaría su novela?
No encuentro respuesta para esa pregunta.

Las Varonesas nos habla de la intimidad de una familia hermética y también de la lucha política y armada, ¿cuál de estas dos fuerzas es más importante para usted a la hora de definir a un individuo, su pura intimidad o la relación que establece con los otros a través del trabajo, la lucha o la política?
Enfrenté las dos fuerzas a fin de calibrar en qué medida los ideales y las traiciones de una y otra, se asemejan. Por eso llamo Patricia a la niña que se ahoga y Patricia a la guerrillera que en otra parte del mundo ahogan en un balde. De uno y otro lado también hay dos traidores y, desde luego, dos seres humanos cuya conducta moral dignifica la existencia.

Sé que usted fue amigo del gran escritor Juan José Saer, oriundo de Serondino y que creció en Santa Fe. Usted era seis años mayor que Saer, ¿cómo se conocieron?
Nos conocimos por participar ambos en actividades culturales en Santa Fe. Nuestra amistad abarcó parte de la adolescencia y lo mejor de nuestra juventud.

Carlos Catania junto a Juan José Saer


¿Cuál fue su relación?
Una amistad que compartía la pasión por el teatro y la literatura. Éramos salvajemente críticos, discutidores y compartimos algunas charlas públicas y lecturas de piezas teatrales. Recuerdo una vez que él leyó su obra Guillermo Tell y yo la mía, La nube en la alcantarilla, y que la posterior controversia con el público asistente fue más interesante que las dos obras juntas.
    El Turco (así lo llamábamos) solía venir a mi casa, a veces en compañía del poeta Hugo Gola. Leíamos los últimos cuentos que habíamos escrito y luego los sometíamos a crítica. Mi relato El hueco, que luego incluí en La ciudad desaparece, fue reescrito dos veces gracias a las sugerencias de Saer. Un día me invitó a comer un asado en su casa de Colastiné. Concurrí con el poeta Juan Manuel Inchauspe. Después de comer Saer nos leyó un ensayo breve que acababa de escribir acerca de Thomas Mann. Excelente. Años después lo leí en uno de sus libros.


Sé también que se intercambiaban manuscritos. ¿Qué le pareció a Saer Las Varonesas? ¿Le aconsejó sobre algún pasaje o algún cambio?
En este período Las Varonesas aún no se había publicado.

¿Cuál es la obra de Saer que más aprecia? ¿Pudo leerla en manuscrito?
Aprecio todas las obras de Saer. Me resultaría difícil destacar una. Es un escritor único, fuera de serie y su obra está destinada a perdurar en la memoria del mundo.

Saer entabló amistad con el poeta Juan L. Ortiz, al que consideró un maestro. ¿Cultivó usted también la amistad de Ortiz?
No tuve oportunidad de trabar amistad. Pero durante una charla sobre Shakespeare que impartí en el Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, descubro a Juan L. sentado en primera fila. Mi emoción me impidió durante unos minutos concentrarme en lo que decía. ¡Que un poeta como Juan L. le concediera a un pibe el honor de escucharlo!

En 1968 Saer se trasladó desde Santa Fe a París. ¿Siguieron en contacto a pesar de la distancia?
A partir de 1968 nos vimos sólo de tanto en tanto, casi siempre en Buenos Aires. Últimamente, a raíz del estreno de la película Cicatrices, basada en su novela y en la que participé interpretando el personaje del juez, nos citamos en un bar y durante un par de horas charlamos como en los viejos tiempos. Me regaló un ejemplar de Las nubes, que acababa de editarse y como yo carecía de uno de Las Varonesas, le prometí enviársela a París.
    Se lo entregué tres años después, cuando viajó a Santa Fe para el homenaje que le rindió la Universidad Nacional del Litoral. Prometió escribirme apenas terminara su lectura.
   Ignoro si alcanzó a leerla; poco después un amigo común me visitó para anunciarme su muerte.


Usted fue también amigo de Sabato. ¿Cómo se conocieron?
Nos conocimos cuando Ernesto fue invitado por la Universidad para dar una conferencia. Yo tenía en ese entonces 25 años. Me atreví a acercarme a él para pedirle si podía darle unos cuentos todavía sin publicar. No los tenía conmigo. Alumnos y autoridades de la Universidad lo asediaban. “Llévemelos al hotel”, dijo. Así lo hice. Charlamos un rato, me invitó a almorzar, y así comenzó una amistad que duró hasta sus casi 100 años.

Carlos Catania junto a Ernesto Sabato


¿Cómo surgió la idea de elaborar con él un libro de conversaciones como es Entre la letra y la sangre?
El libro fue escrito a pedido de Belfond, editora de París, con el título de Mes fantômes. Integraba una colección en que un escritor joven entrevista a un escritor más conocido. Después se editó en Argentina y en otros países.

¿Cuál es la obra de Sabato que más le interesa?

Su novela El túnel y su ensayo Uno y el Universo.

Muchas gracias, Carlos Catania.

9 comentarios:

  1. enhorabuena!!! esta entrevista es una buena muestra de tu buen hacer. Ese congreso en las palmas de gran canaria fue espectacular, supongo. poca información en internet sobre él...c

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    1. Hola Detective:

      Yo creo que este ha sido uno de los grandes momentos del blog. La verdad es que ha sido todo muy emocionante.

      Gracias por tus palabras.
      Saludos

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  2. Hola David, muy buena la entrevista y la informacion sobre la novela Las varonesas, soy Argentino y no conocía ni al autor ni a la novela, sin dudas esta novela sera una de mis próximas lecturas. Gracias y felicitaciones por el bloog.

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    1. Hola Cristian:

      Gracias por tus palabras. Creo que, como argentino, leer esta novela debe ser un acto de justicia poética.

      Saludos

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  3. Muy buena tu nota, hace años leí"El pintadedos" de este autor,y no pude saber más nada de él.Hoy gracias a internet, veo tu reportaje y podré acceder a sus obras,sobre todo a "Las varonesas" y al libro sobre Sábato, mi autor favorito. Muchas gracias!!

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    1. Hola:

      Las varonesas se reeditó hace poco en Argentina y yo he tratado de que alguna editorial española se interese en su reedición, pero sin éxito por ahora.

      Saludos

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  4. Hola David. Muy buena la entrevista. Desconocía a este autor y a esta obra suya. Curiosamente, habiendo sido censurada por la última dictadura argentina, nunca la he visto en la lista de los libros censurados por el gobierno de facto. Por último, he visitado Costa Rica y Nicaragua, y me ha sorprendido el destrato racista de los "Ticos" hacia los "Nicas"; hubiera sido interesante preguntarle qué opinión tenía al respecto siendo alguien que vivió ahí.

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