A finales de los años 90, Roberto Bolaño escribió un artículo,
recogido en Entre paréntesis, en el que habló de Las Varonesas de Carlos
Catania (Santa Fe, Argentina, 1931). Allí decía: “... El narrador
argentino Cataño, creo que ése es su nombre aunque no estoy seguro, autor de
una novela notable y olvidada: Las Varonesas, editada en Seix
Barral a finales de los setenta, se marchó a Costa Rica, en donde estuvo
viviendo hasta el triunfo de la revolución sandinista, tras lo cual se fue a
Managua… ¿Dónde está Cataño ahora? No tengo ni idea. Sólo leí de él una novela.
Espero que siga escribiendo” Bolaño, en una época en la que no debía estar aún
generalizado el uso de internet confunde el nombre del autor; pero este comentario
sirvió para que el periodista y crítico literario argentino Guillermo Belcore se interesara
por el libro, lo buscara en el circuito de librerías de segunda mano y tras
leerlo escribiera un artículo para el diario La prensa titulado Las
varonesas, la joya perdida. En él escribe cosas sobre la novela como estas:
“¿Cómo funcionan en la Argentina los mecanismos de consagración literaria? ¿Por
qué tantas obras excelentes se hundieron en el olvido? ¿Por qué la crítica
periodística y académica festeja fruslerías brevísimas, piezas de época
intrascendentes, como si de un Borges se tratase? ¿Son hoy el amiguismo, el
esnobismo y las teorías descabelladas provenientes de Francia los únicos
parámetros de legitimación? Las preguntas brotan naturalmente desde la lectura
maravillada de Las Varonesas.” (Ver el artículo completo AQUÍ).
Primera edición en Seix Barral (1978) |
Las Varonesas se editó en
Barcelona en 1978 y en su momento recibió buenas críticas en España e
Hispanoamérica. Sin embargo, la novela no se pudo distribuir en Argentina
porque el país estaba inmerso en la dictadura de Videla y los temas tratados
por Catania en este libro –principalmente el incesto y las guerrillas
hispanoamericanas- no pasaron la censura militar. Catania, como nos contaba
Bolaño, emigró (o se exilió) a Costa Rica, y ahora reside de nuevo, en su Santa
Fe natal. Desarrolló gran parte de su carrera artística (ha escrito dos novelas
más, tres libros de cuentos, una veintena de obras de teatro, y ha sido
director de cine) en Costa Rica.
Gracias al empeño de Guillermo Belcore Las Varonesas se ha reeditado en
Argentina en 2015, en la editorial Las
Cuarenta, dirigida por Néstor González,
en una colección de rescates literarios que lleva Matías Raia.
Primera edición en Argentina, Las Cuarenta (2015) |
Estas son algunas de las críticas que ha
recibido Las Varonesas:
“…autor
de una novela notable y olvidada: Las Varonesas…” (Roberto Bolaño, Entre paréntesis,
pág. 54)
“…joya excepcional de la literatura argentina” (G.
Belcore, Suplemento
de Cultura del diario La
Prensa. 3 de marzo de 2013)
“Un
enfrentamiento brutal con la existencia” (El Sol, México)
“Catania
ha logrado inscribir, de golpe, su nombre en la nómina de los renovadores de la
novela” (Manuel Cerezales, ABC, Madrid)
“…inaugura
a su autor entre los verdaderos creadores” (Aníbal C. Barrios, “Letras”,
España)
“una
novela-testimonio impresionante” (Ernesto Salanova Matas, España)
“…hay
que apuntar la excelente calidad narrativa de Carlos Catania, por su técnica,
su manejo del lenguaje y la inagotable profundidad de su obra” (Raúl Miraldi,
“Cuadernos Hispanoamericanos”, Madrid)
“Las Varonesas podría ser perfectamente
ese canto extraviado de las sirenas antiguas” (César Antonio Molina, “El viejo
topo”, Barcelona)
“Catania
es la aparición más original y fulgurante de los últimos años” (Daniel
Divinsky, “Revista de cooperación americana”, Venezuela)
“Ojalá
que este comentario vaya a servir para que Las
Varonesas sea leída por muchos lectores sedientos de perspectivas nuevas”
(Miguel Antonio Ramos, Excelsior de México)
“Un
buceo despiadado en torno a la condición humana” (Alberto Baeza Flores, La Nación , Costa Rica)
Catania
tiene algo que decir y posee sin duda una reserva de interés que obliga a estar
a tento a sus próximos libros” (El Nacional, Venezuela)
“Las Varonesas, novela-río del argentino
Carlos Catania, emprende una marcha soberbia y nos arrastra en su flujo
apasionado y apasionante” (J.E.M., Zona Franca, Venezuela)
Me
habló de este libro el lector santafecino del blog Ignacio Luccisano y yo compré su primera edición en Seix Barral de
1978, a través de Iberlibro. Escribí una entrada sobre él (ver AQUÍ), y en ella
especulaba sobre la posibilidad de que Catania y Saer (ambos de Santa Fe)
hubieran sido amigos. Días después entró el propio autor, Carlos Catania, para
confirmarme que sí, que él y el “Turco” Saer había sido buenos amigos. Ignacio
Luccisano le había hablado a Carlos Catania (sus familias se conocen) de mi
reseña y así pude contactar con él. Carlos Catania accedió a que le hiciera una
entrevista para el blog y además ha escaneado algunas fotografías personales
para poder enviármelas. Me siento muy honrado por poder publicar la entrevista
en Desde
la ciudad sin cines. Creo que este es uno de los mejores momentos que
he vivido con el blog.
Esperemos
que Las Varonesas pueda volver a
publicarse en España y cobre la importancia que una novela como esta puede
tener para un lector de lengua española.
ENTREVISTA A
CARLOS CATANIA
Las Varonesas
fue el tercer libro que escribió, pero su primera novela publicada. ¿Envió los
manuscritos de las dos primeras –Crónica
del último día y Fría monja de la
luna– a alguna editorial, o decidió esperar hasta escribir una obra de la
que se sintiese más seguro?
En efecto, Crónica
del último día y Fría monja de la luna, fueron
destinadas a un cajón. No resultaron lo que yo quería. Allí permanecen. Pasaron
años antes de que me sintiera más seguro en el ámbito de la novela. Un día
abandoné lo que estaba escribiendo (El pintadedos, publicada en 1984 por
Editorial Legassa, Buenos Aires) y me entregué de lleno a Las Varonesas.
¿Qué supuso para
usted que Las Varonesas se publicara
en la editorial Seix Barral, en la Barcelona de 1978, posiblemente en uno de
los lugares y uno de los momentos más importantes para la historia de la
literatura en español durante el siglo XX?
Ser publicado
por Seix Barral me infundió la confianza que nunca me habían deparado mis obras
de teatro ni mis libros de cuentos. Desde luego, también me sentí honrado.
¿Fue usted uno
de los autores apadrinados por Carmen Balcells?
No, nunca he
tenido representante.
¿Pudo
relacionarse en la época de la publicación de Las Varonesas con los autores del boom hispanoamericano? ¿Qué recuerdo guarda del fenómeno –a veces
cuestionado– del boom?
Sí, principalmente con Vargas Llosa. Dirigí su obra La señorita de Tacna. El estuvo presente
en una de las representaciones y compartimos una mesa redonda y dos charlas
públicas.
Antonio Di Benedetto y Manuel Puig, con
quienes trabé amistad en el congreso de escritores de Islas Canarias (1979),
también habían leído mi novela. Con García Márquez desayuné una mañana en Costa
Rica. Prometió leerla. Ignoro si lo hizo. Julio Cortázar asistió a una función
de Equus en la que yo actuaba,
después de la cual tomamos unas copas, le hablé de mi novela (aún no se había
publicado) y él, a su vez, me contó la historia de una muchacha encarcelada por
la Junta
militar, lo que inspiró mi novela Diario
de Bonka (aunque más que una novela es una crónica).
El recuerdo que guardo del boom está relacionado con la cantidad de
excelentes novelas latinoamericanas que me permitió leer.
Carlos Catania junto a Mario Vargas Llosa |
¿Qué recepción
de crítica y público tuvo Las Varonesas?
¿Fue un libro leído en España e Hispanoamérica? ¿Se tradujo pronto a otros
idiomas?
Creo que tuvo
más éxito de crítica que de público. Por supuesto, fue un libro leído en España
e Hispanoamérica, texto en la Universidad
Autónoma de México.
No se tradujo
a ningún idioma.
Si no me he
informado mal, cuando se publicó Las Varonesas
usted vivía en Costa Rica, ¿qué sensaciones provocó en usted que su libro fuese
prohibido en su país, en la Argentina de Videla?
El hecho de
que Las Varonesas no “entrara” a mi
país me produjo una gran depresión. En vez de luchar, colgué los guantes.
Una vez que se
recuperó la democracia en Argentina en 1983, ¿trató de interesar a algún editor
argentino para que la obra pudiera ser leída en su país?
No traté de
interesar a nadie, pero Legassa publicó El
pintadedos y eso me levantó el ánimo. No hice nada por Las Varonesas. Los “responsables” de la nueva edición fueron
Roberto Bolaño, Guillermo Belcore, Matías Raia, Néstor González y, desde luego,
mi esposa Indiana.
¿Qué ha supuesto
para usted ver por fin Las Varonesas editada
en la Argentina de 2015, treinta y siete años después de su primera publicación?
Fue como si
los fantasmas de los personajes, al cabo de 37 años, regresaran para dialogar
conmigo, algunos para increparme, otros para tenderme la mano. Un reencuentro
que me obliga a examinar el pasado. Volví a leerla después de tanto tiempo y
debo confesar que me gustó.
Ese delirio salvaje, propio de idiotas, que
induce a quemar libros, tarde o temprano queda sepultado por las mismas cenizas
que provocaron. No es que los libros resuciten. Es que nunca mueren, aun cuando
se los olvide.
¿Este rescate de
su primera novela publicada ha hecho que se reavive el interés por sus otras
obras?
Lo ignoro.
¿Qué importancia
otorga a Las Varonesas dentro de su
obra?
Creo que es la
novela que mejor responde a mi visión del universo humano. No soy nihilista
pero escribo, fundamentalmente, porque soy un inconforme. En gran parte, no
estoy de acuerdo con el mundo ni conmigo mismo, ni con los sistemas, ni con
casi nada. Percibo que cierta mendacidad malévola rige los destinos de la
especie. A menudo, lo que llamamos verdad,
no es más que el error en que todos
coinciden. Alguien sostuvo que cuando todo está agitado por igual, nada parece
agitado. Mi odio esconde una gran ansia de regeneración y humanidad. Lo que
quizás hoy en día se asemeje a la locura.
¿Está
escribiendo alguna otra novela u obra de teatro, otro de los géneros que ha
cultivado, en la actualidad?
Escribo (o
reescribo) un ensayo, Testamento del Niño,
pero por el momento no creo que merezca publicarse. Tengo asimismo una novela
en suspenso: Principios nocturnos.
Las Varonesas
es una obra compleja, que apela a un lector exigente. Una de las influencias
más claras de esta novela parece ser la de las nuevas corrientes que provenían
del mundo anglosajón, sobre todo de William Faulkner o de James Joyce. ¿Son
realmente estas sus influencias o usted hablaría de algunas otras?
Cuando se
mencionan las influencias, realmente
me resulta difícil responder. Como dijo Borges, no sé si soy un buen escritor
pero soy un gran lector. Me pregunto si todos los autores leídos no dejan una
impronta, por insignificante que sea, en la mente del escritor. Creo que sí.
Por ser tan numerosas resulta arduo identificarlas. Esas voces dispersas,
contradictorias, a la postre tal vez configuren una síntesis con sus
innumerables huellas. Sin embargo, un escritor que siempre he tenido presente
es Robert Musil. El hombre sin atributos,
puede que haya sido una influencia consciente. En cuanto al personaje de Lucía,
no hay duda de la presencia de Puig.
Dentro del canon
de la literatura argentina, ¿con qué obras o narradores entroncaría su novela?
No encuentro
respuesta para esa pregunta.
Las Varonesas nos
habla de la intimidad de una familia hermética y también de la lucha política y
armada, ¿cuál de estas dos fuerzas es más importante para usted a la hora de
definir a un individuo, su pura intimidad o la relación que establece con los
otros a través del trabajo, la lucha o la política?
Enfrenté las
dos fuerzas a fin de calibrar en qué medida los ideales y las traiciones de una
y otra, se asemejan. Por eso llamo Patricia a la niña que se ahoga y Patricia a
la guerrillera que en otra parte del mundo ahogan en un balde. De uno y otro
lado también hay dos traidores y, desde luego, dos seres humanos cuya conducta
moral dignifica la existencia.
Sé que usted fue
amigo del gran escritor Juan José Saer, oriundo de Serondino y que creció en
Santa Fe. Usted era seis años mayor que Saer, ¿cómo se conocieron?
Nos conocimos
por participar ambos en actividades culturales en Santa Fe. Nuestra amistad
abarcó parte de la adolescencia y lo mejor de nuestra juventud.
Carlos Catania junto a Juan José Saer |
¿Cuál fue su
relación?
Una amistad
que compartía la pasión por el teatro y la literatura. Éramos salvajemente críticos, discutidores y compartimos algunas
charlas públicas y lecturas de piezas teatrales. Recuerdo una vez que él leyó
su obra Guillermo Tell y yo la mía, La nube en la alcantarilla, y que la
posterior controversia con el público asistente fue más interesante que las dos
obras juntas.
El Turco
(así lo llamábamos) solía venir a mi casa, a veces en compañía del poeta Hugo
Gola. Leíamos los últimos cuentos que habíamos escrito y luego los sometíamos a
crítica. Mi relato El hueco, que
luego incluí en La ciudad desaparece,
fue reescrito dos veces gracias a las sugerencias de Saer. Un día me invitó a
comer un asado en su casa de Colastiné. Concurrí con el poeta Juan Manuel
Inchauspe. Después de comer Saer nos leyó un ensayo breve que acababa de
escribir acerca de Thomas Mann. Excelente. Años después lo leí en uno de sus
libros.
Sé también que
se intercambiaban manuscritos. ¿Qué le pareció a Saer Las Varonesas? ¿Le aconsejó sobre algún pasaje o algún cambio?
En este
período Las Varonesas aún no se había
publicado.
¿Cuál es la obra
de Saer que más aprecia? ¿Pudo leerla en manuscrito?
Aprecio todas las obras de Saer. Me resultaría
difícil destacar una. Es un escritor único, fuera de serie y su obra está
destinada a perdurar en la memoria del mundo.
Saer entabló
amistad con el poeta Juan L. Ortiz, al que consideró un maestro. ¿Cultivó usted
también la amistad de Ortiz?
No tuve
oportunidad de trabar amistad. Pero durante una charla sobre Shakespeare que
impartí en el Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, descubro a Juan L. sentado en
primera fila. Mi emoción me impidió durante unos minutos concentrarme en lo que
decía. ¡Que un poeta como Juan L. le concediera a un pibe el
honor de escucharlo!
En 1968 Saer se trasladó
desde Santa Fe a París. ¿Siguieron en contacto a pesar de la distancia?
A partir de
1968 nos vimos sólo de tanto en tanto, casi siempre en Buenos Aires. Últimamente, a raíz del estreno de la película Cicatrices, basada en su novela y en la que participé interpretando
el personaje del juez, nos citamos en un bar y durante un par de horas
charlamos como en los viejos tiempos. Me regaló un ejemplar de Las nubes, que acababa de editarse y
como yo carecía de uno de Las Varonesas,
le prometí enviársela a París.
Se lo entregué tres años después, cuando
viajó a Santa Fe para el homenaje que le rindió la Universidad Nacional
del Litoral. Prometió escribirme apenas terminara su lectura.
Ignoro si alcanzó a leerla; poco después un
amigo común me visitó para anunciarme su muerte.
Usted fue
también amigo de Sabato. ¿Cómo se conocieron?
Nos conocimos
cuando Ernesto fue invitado por la Universidad para dar una conferencia. Yo tenía en
ese entonces 25 años. Me atreví a acercarme a él para pedirle si podía darle
unos cuentos todavía sin publicar. No los tenía conmigo. Alumnos y autoridades
de la Universidad
lo asediaban. “Llévemelos al hotel”, dijo. Así lo hice. Charlamos un rato, me
invitó a almorzar, y así comenzó una amistad que duró hasta sus casi 100 años.
Carlos Catania junto a Ernesto Sabato |
¿Cómo surgió la
idea de elaborar con él un libro de conversaciones como es Entre la letra y la sangre?
El libro fue
escrito a pedido de Belfond, editora de París, con el título de Mes fantômes. Integraba una colección en
que un escritor joven entrevista a un escritor más conocido. Después se editó
en Argentina y en otros países.
¿Cuál es la obra
de Sabato que más le interesa?
Su novela El túnel y su ensayo Uno y el Universo.
Muchas gracias, Carlos Catania.
enhorabuena!!! esta entrevista es una buena muestra de tu buen hacer. Ese congreso en las palmas de gran canaria fue espectacular, supongo. poca información en internet sobre él...c
ResponderEliminarHola Detective:
EliminarYo creo que este ha sido uno de los grandes momentos del blog. La verdad es que ha sido todo muy emocionante.
Gracias por tus palabras.
Saludos
Hola David, muy buena la entrevista y la informacion sobre la novela Las varonesas, soy Argentino y no conocía ni al autor ni a la novela, sin dudas esta novela sera una de mis próximas lecturas. Gracias y felicitaciones por el bloog.
ResponderEliminarHola Cristian:
EliminarGracias por tus palabras. Creo que, como argentino, leer esta novela debe ser un acto de justicia poética.
Saludos
Muy muy buena entrevista!
ResponderEliminarHola:
EliminarMuchas gracias por tus palabras.
Saludos
Muy buena tu nota, hace años leí"El pintadedos" de este autor,y no pude saber más nada de él.Hoy gracias a internet, veo tu reportaje y podré acceder a sus obras,sobre todo a "Las varonesas" y al libro sobre Sábato, mi autor favorito. Muchas gracias!!
ResponderEliminarHola:
EliminarLas varonesas se reeditó hace poco en Argentina y yo he tratado de que alguna editorial española se interese en su reedición, pero sin éxito por ahora.
Saludos
Hola David. Muy buena la entrevista. Desconocía a este autor y a esta obra suya. Curiosamente, habiendo sido censurada por la última dictadura argentina, nunca la he visto en la lista de los libros censurados por el gobierno de facto. Por último, he visitado Costa Rica y Nicaragua, y me ha sorprendido el destrato racista de los "Ticos" hacia los "Nicas"; hubiera sido interesante preguntarle qué opinión tenía al respecto siendo alguien que vivió ahí.
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