miércoles, 22 de enero de 2014

El bar de Lee, un poema



El bar de Lee está formado por el poemario Móstoles era una fiesta, escrito en 1998, y El calvo del Sonora, escrito en 2008.

Me apetece colgar hoy aquí un poema de El calvo del Sonora, de su segunda parte, titulada En el territorio de los otros. En estos poemas poso la mirada sobre diversos personajes; de los siete poemas que componen esta sección, tres son sobre profesores.

Dejo aquí uno de estos poemas sobre profesores:

PROFESORA DE ALEMÁN CON JUBILADO
 Y ADOLESCENTE AL FONDO

Después de la fiesta que suponía Madrid,
reclamando su vida de alquileres bajos,
sueldos altos y horarios que se cumplen,
ya habían regresado al corazón de Europa
todas las que fueron mis amigas alemanas,
y yo, para aprender su lengua, me inscribí
en la Escuela Oficial de Idiomas de Móstoles.

Había abandonado el traje y el portátil
(o ellos a mí). Expulsado del centro, cogía
ahora en Móstoles el autobús para Fuenlabrada
con los obreros de los polígonos. Se acabó
el supuesto glamour del joven triunfador
en Nuevos Ministerios –afirmaré que nunca
consiguieron embaucarme-, el autobús
atravesaba solares, fábricas, calles maltrechas…
Ahora era profesor en un colegio privado
de Fuenlabrada, y aunque tenía que preparar
seis asignaturas diferentes (profesor-orquesta),
poseía de nuevo tiempo y una ligera nostalgia
que se quedó para resguardar lo mejor de unos años
de cierto cosmopolitismo. Y estas dos fuerzas,
el tiempo recobrado y la nostalgia, me condujeron
a aquella clase de alemán que perdía alumnos
cada semana, de veinticinco a veinte, a diez…
y donde sólo Enrique, jubilado de bigote canoso,
podía realmente hablar el idioma, repleto
de reglas y excepciones, gracias a su juventud
como electricista en una base militar americana,
si no me falla la memoria, en Leverkusen.
In Deutschland sprechen Sie Deutsch, le decían allí
en los años 60, aún con belicoso orgullo herido;
y la profesora, nativa -padre inmigrante español-
de delgadez enfermiza, profesora cerúlea,
hablaba y nadie entendía, la gramática
la miráis en el libro. Estallé una tarde,
yo no podía elegir como ella entre trabajar
o no trabajar, aunque también fuese profesor,
más desventajas de la educación privada:
yo preparaba seis asignaturas y ella cero.
Dos horas de clase, mandaba ejercicios
y durante cuarenta minutos leía una revista
o se ausentaba del aula. Estallé allí,
en la Escuela Oficial de Idiomas de Móstoles,
antiguo instituto, las ventanas daban a una pista
de baloncesto sin aros en las cestas, grafitis
y la naturaleza brotando bajo el asfalto roto.

Un día de visita, entró Meike en la clase
como de broma. Su melena rubia iluminó
el aula grisácea, provocando una ligera brisa
en los posters de Berlín y Lübeck, sonrió la boca
cerúlea de la profesora y sobre todo, recuerdo,
la sonrisa celebrando lo intocable de Eduardo,
un chico que podría haber sido mi alumno
en el colegio de Fuenlabrada y que nunca, nunca,
consiguió aprender que ei se pronunciaba ai
en alemán, que Meike se decía Maike, dos horas
dos veces por semana, y no faltaba, ¿para qué iba?,
¿quién le obligaba?, ¿mejoraría en algo su currículum?

Yo estudiaba con ahínco, a pesar del contrato
precario, feliz con mi recobrado tiempo libre.
Aprobé el primer curso. Luego la vida se embrolló
de nuevo y lo dejé. En Alemania hablo yo inglés. 

2 comentarios:

  1. Yo me centré tanto en el hilo narrativo que me olvidé de que estaba leyendo un poema.Recreas una atmósfera que se puede palpar. Sólo hay un detalle que no me cuadra pero ya es por ir al detalle: el adjetivo cerúleo, que aunque resuene a "cera", en realidad denota el color azul. Una palidez azul ya es de difunta pero tal vez era tu idea. Algo del color de la cera es ceroso (no se me ocurre otro término) pero entiendo que es una palabra feota.
    Salvo ese detalle, un texto muy chulo. Gracias por compartirlo.

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    Respuestas
    1. Hola Sonia:

      Ciertamente los poemas correspondientes al libro El calvo del Sonora me salieron muy narrativos.

      Sobre el adjetivo cerúleo: el poema lo escribí ya hace 6 años, y ahora no sé en qué estaba pensando exactamente; yo lo siento al leerlo sería equivalente a decir "enfermizo"; era un mujer realmente muy delgada con un aspecto algo enfermo; pero es posible que pensara más en el color de la cera que en el azul.

      Gracias por tus palabras.
      Saludos

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