Persecución, de Toni Sala
Editorial Trotalibros. 396 páginas. 1ª
edición de 2019; ésta es de 2023.
Traducción de Carlos Mayor
Ya he comentado que Jan Arimany, el editor de Trotalibros, me envió, junto a Soledad
de Víctor Catalá, la novela Los
chicos (2014) del escritor gerundense –que escribe en catalán– Toni Sala (Sant Feliu de Guíxols,
1969). La leí durante la segunda semana de 2023. Me sorprendió mucho la gran
factura de la novela de Sala. Por este motivo, cuando vi que Trotalibros sacaba
un nuevo libro de Toni Sala, Persecución (2019), me apeteció
solicitárselo y así poder reseñarlo. Persecución
sería la segunda parte (la primera es Los
chicos) de una trilogía en la que Sala se ha propuesto indagar sobre «el
mal». Estas tres novelas (creo que la tercera aún no está publicada en catalán)
tienen algunos puntos temáticos en común, pero son historias independientes.
Persecución tiene un
comienzo muy impactante:
«Salí con un hombre durante un año,
hasta que me enteré de que había matado a su mujer. Él mismo me lo dijo. Hacía
diez años, con un cuchillo, y había pasado por la cárcel. No pude seguir
escuchándolo. Lo acompañé hasta la puerta, le di su chaqueta, abrió y se
marchó.
Me metí en la cama vestida. Por la
mañana había cambiado las sábanas por él, la funda de la almohada olía a
suavizante y me quedé como narcotizada con el perfume de las flores estampadas
en las sábanas, de las flores de la camiseta y los pantalones que no me había
quitado. El olor de las guirnaldas de la pantalla de la lámpara que había en la
mesita, el olor de las cenefas de las paredes, de los ramos de flores de las
cortinas, de las coronas de flores del mosaico. Me dormí en una nube de
pétalos, como si la muerta fuera yo.»
La narradora es Elia, una mujer de
unos cuarenta años, hija de un pescador que murió en el mar (o eso le han
contado que ocurrió, aunque ella algunas veces lo duda), que nunca, hasta
conocer a Albert Jordi (el hombre del que se habla en el primer párrafo) había
tenido una pareja estable. Elia es la dueña de una inmobiliaria. Este hecho le
va a permitir a Sala hablar de los años de la burbuja inmobiliario y a hacer
crítica social, como ya ocurría en Los
chicos. Como ya dije, en este sentido se puede emparentar la prosa de Toni
Sala con la de Rafael Chirbes.
Los chicos estaba
dividido en cuatro partes, y en cada una de ellas el narrador, gracias al
recurso del estilo indirecto libre, nos acercaba a un personaje más o menos
relacionado con la tragedia que había acontecido en el pueblo de Vidreres: la
muerte en accidente de coche de dos hermanos de veinte y veintidós años. A
pesar de escribir usando la tercera persona en Los chicos, Sala casi le ofrecía al lector el flujo de conciencia
de sus personajes. En Persecución usa
la primera persona, y en total dará voz a cuatro personajes a lo largo de doce
capítulos. En la primera y la tercera parte se alternarán las voces de Elia y
Albert Jordi, ocupando cada una cuatro capítulos. La primera parte será abierta
con un capítulo en el que habla Elia y la tercera con uno en el que habla
Albert Jordi. Por tanto, la voz narrativa de Elia abre y cierra el libro. En la
segunda parte, hablan Teresa, una exazafata de aviones, que ahora trabaja de
recepcionista de un hotel, y Mercury, un sesentón que fue compañero de Albert
Jordi en la cárcel. La voz de cada uno ocupará dos capítulos.
La voz narrativa de Albert Jordi, el
hombre que mató a Sara, su mujer, hace diez años, es la más incómoda del
conjunto. En principio, parece un hombre sensato, un lector literario que
trabajaba como librero, alguien diez años mayor que Elia, y con el que ésta
sentía que podía aprender.
Sobre su crimen dice Albert Jordi: «Llevábamos
una vida corriente en la mesa y en la cama. No sabíamos si el otro estaba o no
al tanto de la intensidad del odio que nos teníamos. Entendía el resto del
mundo por contraposición a ese núcleo de odio disfrazado de celos. No podía
mirar el odio directamente a los ojos. Me parecía que sin el punto ciego del
odio me calmaría. A veces pienso que la maté en defensa propia. A veces pienso
que no la maté yo. El odio y los celos son los guantes que utilizó el asesino
de verdad para no dejar pistas.» (pág. 53). En la página 110 dirá: «No fue un
crimen de odio, sino un crimen de liberación.» Al lector no le acabará quedando
claro por qué Albert Jordi asesinó a su mujer; es como si hubiera establecido
un punto de fuga sobre ese momento, un punto de enajenación o extrañamiento.
Como decía, Albert Jordi es un personaje incómodo. En esta novela los
personajes masculinos son machistas y también racistas. Mercury guarda algunos
paralelismos, en su construcción como personaje, con Miqui, el camionero
treintañero de Los Chicos. Los dos
son personas en gran medida asociales e inmorales, con características de
psicópatas.
Tanto Elia, como Teresa y Mercury,
por distintos motivos, empezarán a perseguir a Albert Jordi, al que tan solo
parece dar alcance el lector. La acción principal del libro se sitúa en el
verano de 2017. Como telón de fondo nos encontraremos con los atentados
terroristas del 17 de agosto de 2017 en las ramblas de Barcelona, a cargo de
unos yihadistas que conducían una furgoneta que atropelló a viandantes. Además,
la sociedad catalana se está preparando para la diada de septiembre y la
votación del proceso de independencia que tuvo lugar el 9 de noviembre de ese
año. Todos estos temas contribuirán a crear en la novela un clima de
extrañamiento y amenaza.
Si Los chicos se articula en torno a la muerte de dos jóvenes de un
pueblo, personajes ausentes del libro, lo mismo ocurre en Persecución que se fundamenta, en gran parte, en la ausencia de una
muerta, Sara, la mujer a la que mató Albert Jordi.
Como ocurría en Los chicos, en Persecución
Sala también usa metáforas orgánicas no agradables, con gran presencia de
palabras como «larvas», «gusanos» o «escorpiones». En el caso de Elia estas
metáforas suelen evocar a animales del mar, puesto que ella proviene de una
familia de pescadores y tiene un trauma con la muerte de su padre mientras
faenaba.
Un rasgo llamativo de la
construcción de Persecución es que el
flujo de conciencia de los personajes acaba desbordándose sobre la realidad. En
algún momento, cada uno de los cuatro personajes inicia un discurso oral,
dirigido a otro de los personajes, donde da rienda suelta a sus pensamientos,
durante varias páginas. Lógicamente, mediante este recurso Sala no aspira a la
verosimilitud narrativa, sino a crear una realidad propia, próxima a los
presupuestos del expresionismo. Además, el lector no debe fiarse del todo de
los narradores, pues al final comprenderá que alguno de ellos ha de mentir o
que, más bien, le está hablando de una realidad alucinada, que tiene más que
ver con un delirio personal que con lo que ocurre a su alrededor.
Al hablar de Los chicos comenté que una de las influencias sobre esa novela era
la obra de William Faulkner y los
monólogos interiores de sus personajes. Esta influencia se mantiene en Persecución, pero he detectado la
presencia beneficiosa de otro clásico, la obra de Fiódor Dostoievski, con sus locos y sus asesinos atormentados. En
la página 281 de Persecución, a
través de la voz de Albert Jordi, leemos: «¿Hay algún marido que nunca se haya
imaginado que mataba a su mujer?» Esta frase es un trasunto de una muy famosa
que se encuentra en Los hermanos Karamazov: «¿Quién no ha querido matar alguna vez
a su padre?»
Estuve buscando información sobre
Toni Sala en internet, y descubrí que había sido traducido antes al croata y al
inglés que al castellano. Los chicos
fue una novela que tuvo éxito en Estados Unidos y su editor de allí había
comprado los derechos para editar Persecución.
Sin embargo, tras los sucesos del Black
Lives Matter, la editorial norteamericana se echó para atrás. Como ya dije,
los personajes masculinos de Persecución,
además de machistas son racistas y los editores pensaron que no era el momento
adecuado para lanzar la novela. Persecución
es un libro incómodo, que no tiene problemas para adentrarse en las capas más
turbias de la conciencia de sus personajes.
Toni Sala, del que no tenía
referencias, me sorprendió muy positivamente con Los chicos, y en Persecución
me ha confirmado que es uno de los grandes escritores españoles de la
actualidad. Lejos de una literatura complaciente, Persecución es alta literatura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario