Cuentos completos 2, de Philip K. Dick
Editorial Minotauro. 695 páginas. 1ª edición de la década de 1950;
ésta es de 2020.
Ya he comentado más de una vez en
mis redes sociales que Philip K. Dick
(Chicago, 1928 – Santa Ana, 1982) fue uno de mis ídolos adolescentes, de que he
leído prácticamente todas las novelas de ciencia ficción que se han publicado
en España, pero del que no había leído sus cuentos, que están publicados por
Minotauro en cinco volúmenes.
En el verano de 2021, leí Cuentos
completos 1, donde se reunían 25 relatos que Dick escribió entre 1951 y
1952; es decir, cuando tenía 23 o 24 años y aún no había publicado su primera
novela. El segundo volumen de estos Cuentos
completos reúne 28 piezas (aunque en el prólogo dicen 27) escritas entre
1952 y 1955; es decir, cuando Dick tiene ahora entre 24 y 26 años. La primera
novela de Dick es Lotería solar y se publicará en 1955.
Así que estos dos primeros volúmenes
de cuentos de Philip K. Dick reúnen su etapa de escritor en revistas pulp, y
sería un poco más tarde cuando tendría la ambición para tratar de publicar
novelas de ciencia ficción.
Cuentos
completos 2 se abre con dos narraciones que no son de ciencia
ficción, sino de terror. Se trata de La viejecita de las galletas y Detrás
de la puerta. El primero sobre una mujer vieja que puede succionar la
juventud de un niño parece una narración de Ray Bradbury o de Stephen
King. El segundo sobre un reloj de cuco asesino es una broma
intrascendente.
Me gusta mucho el tercer relato, La
segunda variedad, que con más de 60 páginas es casi una novela corta.
De hecho, es la narración más larga de este libro. En el Volumen I había alguna
de unas 100 páginas.
Uno de los grandes temas de este
volumen es el temor a una Tercera Guerra Mundial, que en la imaginación de Dick
va a ser nuclear y devastadora. Si recordamos que estas narraciones son de la
década de 1950, este temor de Dick estaba muy extendido en el mundo y también
aparece, por ejemplo, en narraciones de John Cheever, con sus ciudadanos que
construyen refugios nucleares. En el mundo que construye Dick en La segunda
variedad, la guerra nuclear entre norteamericanos y rusos ha devastado la
superficie del planeta y los supervivientes viven bajo tierra (una idea que se
repite en más de un relato), mientras los mandos (al menos los estadounidenses)
viven en la luna. La guerra la llevan ahora los robots que han empezado a
construirse a sí mismos y evolucionar. Dick juega con la idea de una posible
guerra futura entre robots, como si la guerra y la destrucción fueran
inherentes no solo al ser humano sino a cualquier forma de inteligencia. Y como
siempre, usa la ironía para contarlo.
Recuerdos al por mayor es el relato
en que se basa la película Desafío total (1990) de Paul Verhoeven. Un tipo quiere ir a
Marte, pero su sueldo no le alcanza. Visita una empresa de recuerdos
implantados, para crearle la sensación de que sí ha estado en Marte, pero al
intentar manipular su mente, se descubre que el tipo puede que sí que haya
estado en Marte… El planteamiento del cuento es similar al del inicio de la
película, pero después de tomar la gran premisa de Dick, la película se inventa
todo un desarrollo con el personaje en Marte, algo que no ocurre en el cuento.
En cualquier caso la película de Paul Verhoeven me descubrió a Philip K. Dick
allá en un verano de 1990 y siempre la he tenido mucho aprecio. Me gusta este
cuento.
El mundo de Jon nos lleva a
uno de los temas clásicos de Dick: las paradojas de los viajes en el tiempo, en
los que los viajeros temporales pueden alterar el pasado y, por tanto, la
realidad presente. Este cuento está relacionado con el tercero, La segunda variedad, y se pueden
englobar dentro de un mundo ficcional común.
En la introducción, Norman Spinrad
comenta que, a diferencia de otros escritores de ciencia ficción, Dick no crea
un mundo futuro similar para toda su narrativa en el que va contando sus
historias, sino que casi siempre, en cada relato o novela se inventa un futuro
diferente. Esta técnica es más complicada para un autor acuciado con la
necesidad de ganar dinero y la de satisfacer a unos lectores sobre los que ya
se ha probado qué funciona y qué no. Pero en excepciones como en los cuentos La
segunda variedad y El mundo de Jon sí que lo hace. Aunque en el segundo cuento
también habla de los viajes en el tiempo. «¿Qué significa real?», pregunta aquí uno de los personajes, anticipando en 1952
casi toda la obra de Dick.
Los cazadores cósmicos es un
divertido relato sobre el choque de civilizaciones y la desmesurada codicia
humana. Como muchos cuentos de Dick, su construcción se sustenta sobre la idea
de la «sorpresa final», una sorpresa que el lector puede prever; aunque esto no
le hace perder encanto.
Progenie nos habla
‒otro de los grandes temas de Dick‒ de la relación de los humanos con los
robots. Aquí Dick escribe sobre un futuro en el que a los hijos de los separa
de los padres y se lo forma según sus capacidades. Un hombre tradicional, con
un trabajo tradicional, no va a comprender por qué no puede ver a su hijo, y no
le sirve la explicación de que es por su bien. ¿Qué es humano? ¿Qué nos hace
humanos?
Algunas clases de vida es uno de
los cuentos más claramente antibélicos del conjunto. Los miembros de una
familia deben ir a combatir contra civilizaciones extraterrestres para que los
humanos puedan conservar alguno de los minerales que se consiguen en sus
planetas. El progreso a costa de la vida de las personas, una crítica a tantas
guerras inútiles que han ocurrido en la Tierra. Me gusta menos que otros porque
su mensaje es demasiado explícito y poco sutil.
Los marcianos llegan en oleadas me ha
parecido uno de los relatos más bellos del libro. Unos seres gelatinosos caen
como lluvia sobre la Tierra, desde hace un tiempo. Los humanos los temen y se
encargan de destruirlos. El protagonista es un niño que, gracias a la
telepatía, va a poder contemplar el mundo del que procede el marciano y ésta es
una visión poética y hermosa. Sin embargo, en vez de conocer al otro, los
terrícolas le tendrán miedo y se empeñarán en destruirle.
Mientras que el escritor de ciencia
ficción Robert A. Heinlein en 1959
publicaba una novela como Tropas del espacio que es
abiertamente militarista, y propone la aniquilación del otro, Dick se encargaba
de proponer lo contrario.
Con El abonado dejamos la
ciencia ficción y volvemos al terror con un hombre que quiere comprar en la
estación un billete de tren hacia una ciudad que no existe, o que tal vez
exista en una realidad alternativa, un tema muy de Dick.
En El mundo que ella deseaba
un hombre conoce a una mujer en un bar, y ésta le dice que vive en un mundo
hecho a su medida. «El Creador puso fuerzas en movimiento. Creó mundo
diferentes para cada ser humano; cada uno existe para un solo ser humano.»
(pág. 288). Lo planteado en este relato de 1952 se parece a lo que luego Dick
desarrollará en novelas como Ojo en el cielo (1957) o Ubik
(1969).
En Una incursión en la superficie
volvemos al tema de la destrucción nuclear y a los supervivientes que viven
bajo tierra. Un hijo quiere acompañar al padre a buscar humanos primitivos en
la superficie. Otra buena historia sobre la relación entre humanos y robots.
Proyecto: Tierra es otro de
los cuentos que más me gustan. Igual que pasaba con Los marcianos llegan en
oleadas el protagonista es un niño y esto hace que el relato tome caminos
inesperado. Un viejo toma notas sobre los humanos, y un niño lo descubre,
además el viejo tiene unas personitas en una caja, que el niño roba. Como me
pasó en la lectura de Cuentos completos I, hay aquí alguna escena que solo
tiene sentido en el mundo perturbado de Dick porque es incomprensible en
realidad, y esto genera una sensación de misterio y extrañeza muy potente y
agradable.
Problemas con las burbujas nos lleva a
un mundo futuro en el que la frustración por no encontrar vida inteligente en
el espacio hace que una empresa comercialice unas esferas dentro de las cuales
cada ciudadano puede crear un mundo. Un nuevo relato de Dick sobre la creación
de realidades y mundo. Curioso, pero me ha gustado menos que otros.
En Desayuno en el crepúsculo
una típica familia norteamericana desayuna y se dispone a empezar el día. Al
salir de casa, una densa niebla lo domina todo, aparecen soldados y les
informan de que todo ha sido destruido en una nueva guerra. Nadie entiende que hace
ahí esa casa. Se ha producido una rotura en el continuo del tiempo, y la
familia ha entrado en el futuro o una realidad diferente. Un tema que Dick
repetirá en muchas de sus novelas.
Un regalo para Pat es un
relato humorístico sobre un hombre que regresa desde el espacio a casa con un
extraño regalo para su mujer: un pequeño dios que tiene capacidad para
desbaratar su vida. El final es demasiado rocambolesco, pero no deja de ser un
relato divertido.
El fabricante de capuchas es un relato
sobre telépatas que pueden leer los pensamientos de la gente y usan este poder
para crear una sociedad controladora. Este tema del control mental será otro de
esos a los que Dick recurrirá en más de una novela.
Sobre manzanas marchitas es otro
relato de terror al estilo de las narraciones de Ray Bradbury, sobre un manzano
maldito, o un manzano con poderes o una mente poderosa. Es un relato simpático.
Humano es es un
cuento sobre las relaciones humanas. Un hombre que trabaja demasiado se opone
al deseo de su mujer de convivir un tiempo con su sobrino, pero quizás un
extraterrestre que lo ha sustituido es más simpático que él. En las notas
finales, Dick comenta sobre este relato que para él la idea de ser «humano» la
constituye la capacidad para ser bondadoso y que este es su credo. Es por estas
cosas por las que adoro a Dick.
Equipo de ajuste es una
narración muy paranoica sobre un hombre al que se le va desmoronando la
realidad cotidiana según trata de vivir su jornada habitual. Existe otra
realidad que manipula la nuestra. No se puede ser más Dick.
En El planeta imposible una
anciana quiere gastar todos sus ahorros en visitar un planeta que se ha vuelto
un mito: la Tierra. De este planeta se supone que procede la humanidad. Es un
cuento correcto, pero no brilla demasiado.
Impostor quizás sea
el mejor relato del libro. Había leído en alguna parte que Dick fue el primer
escritor al que se le ocurrió la idea de un robot que cree que es humano. Y si
esto es cierto, esa idea aparece por primera vez en este relato de 1953. Aquí
las dudas sobre el propio «yo» se vuelven realmente muy interesantes.
James P. Crow es otro de
los cuentos más destacados del libro. Dick nos traslada a un mundo dominado por
los robots, donde los humanos son ciudadanos de segunda. Para conseguir una
posición social hay que pasar unos exámenes hechos a medida de los robots y que
solo un humano ‒James P. Crow‒ parece estar capacitado para superar. Al final,
este es un cuento en contra de la segregación racial en los Estados Unidos.
Planeta de paso también me
gusta mucho. De nuevo, una guerra ha aniquilado el planeta, y la humanidad
sobrevive bajo tierra. Sin embargo, en la superficie seres mutantes,
descendientes de los humanos, han conseguido adaptarse. El planeta ahora es
suyo, la barbarie de los humanos creo a estos nuevos seres. De nuevo una bella
metáfora antibelicista.
La maqueta es un
cuento fantástico y no de ciencia ficción, pero también refleja una clara
obsesión de Dick: un hombre adulto se relaja con maquetas de trenes y en el
sótano ha reproducido la ciudad en la que vive. Harto de la realidad se
dedicará a cambiar la maqueta, lo que podrá alterar la realidad, y la gente que
le rodea tal vez quede atrapada en su mundo. Esta idea, como ya conté antes, se
desarrollará en Ojo en el cielo o Ubik.
Un recuerdo sobre la
visita a un planeta para incorporarlo a una conferencia de planetas pacíficos y
la negativa de este porque sus habitantes tienen un alma belicosa, me parece un
relato inferior a otros del conjunto.
Equipo de exploración es una
nueva metáfora antibélica sobre la humanidad que ha conseguido destruir el
planeta en el que vive y ha de buscar otro en el que habitar. De nuevo su
mensaje es demasiado obvio y no me convence demasiado.
Autor, autor es el
cierre del conjunto y es un relato original. Una empresa está haciendo pruebas
para poner en el mercado un aparato que teletransporte a las personas entre dos
puntos, ideas para poder vivir en el campo y estar en el oficia en cinco
minutos. Un empleado de la empresa está probando un prototipo. En los minutos
que está fuera del mundo algo ocurre, unos hombrecillos le llaman la atención
desde abajo, unos seres que le visitan desde otra dimensión, y con los que él
empieza a comunicarse en vez de comentarlo con sus superiores. No me gusta el
cierre del relato, Dick hace una broma sobre las ínfulas de los escritores, que
resta belleza a las páginas anteriores.
Un comentario general sobre esta
lectura. Me gustaría indagar en la pregunta ¿es Dick un autor machista? Es
cierto que los protagonistas principales de sus relatos son hombres, y esto
puede molestar a más de una lectora. También es cierto que en algunos de sus
relatos y novelas el hombre se ve sometido a la frialdad y perversidad de su
esposa, que en muchos casos es un personaje secundario cargado de negatividad.
Me comentaba una mujer en el canal de YouTube que en uno de los cuentos del
Volumen I, en una nave hay tres tripulantes, dos hombres y una mujer. Debido a
una radiación su aspecto empieza a cambiar y a la mujer creada por Dick solo le
molesta que sus compañeros la vean «fea». En más de uno de los cuentos de este
Volumen II Dick nos dice que algunas mujeres que aparecen (en el futuro que el
inventa) visten con ropa transparente o llevan los pechos al aire. Esto podría
ser tomado por machista, pero prefiero pensar que en detalles como estos Dick
está criticando a la sociedad consumista de su época. Una sociedad que cosifica
a la mujer, y en su proyección del futuro esta cosificación la hace más
evidente. En cualquier caso, estas narraciones pertenecen a la década de 1950 y
muestran esa sociedad, con esos temores sociológicos con el de la Tercera
Guerra Mundial, que sería nuclear y aniquiladora.
Me lo he pasado muy bien leyendo este segundo volumen de los cuentos de Dick. Y tengo ganas de acercarme ya al cuarto y al quinto, donde se encuentran sus relatos de plena madurez, donde ya compaginaba su escritura con la de sus grandes novelas.
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