El amor es un perro que ruge desde los abismos, de J. J. Maldonado
Editorial Emecé. 238 páginas. 1ª edición de 2021.
Gracias a mi canal de YouTube Bienvenido,
Bob pude intercambiar algunos comentarios sobre libros con J. J. Maldonado (Lima, 1990) y
convenimos en que me iba a enviar su primera novela, publicada hacía poco en la
editorial Emecé Cruz del Sur,
perteneciente al grupo Planeta Perú,
y titulada con el extenso título El amor es un perro que ruge desde los
abismos. No suelo aceptar este tipo de ofrecimientos, porque si lo
hiciera no podría elegir yo nunca mis propias lecturas (y es posible que
tampoco me quedara tiempo para dormir o respirar), pero en este caso sentí
curiosidad, y me lo hicieron llegar desde la editorial limeña.
J. J. Maldonado es periodista y,
hasta ahora, había publicado tres colecciones de relatos, que llevan por título
Los
Buguis (2015), Quien golpea primero golpea dos veces
(2019) y El demonio camuflado en el asfalto (2020). El amor es un perro que ruge desde
los abismos (2021) es su primera novela.
Diosito es el narrador y
protagonista de esta novela de iniciación. Vive en un bloque del Callao, una
población cercana a Lima, y nos va a hablar de sus dieciocho años. Diosito está
contando su historia desde algún punto indefinido del futuro, y la historia ‒en
la que no se dan fecha concretas‒ debe estar ambientada posiblemente en la
primera década del siglo XXI (tal vez en 2008). Diosito no conoció a su padre y
se ha criado con su madre, que fallece al comienzo de esta historia en un
accidente de coche. Tras regresar del cementerio descubrirá que su tía ha
albergado en su casa a unos parientes lejanos, que por una desgracia habían
perdido su terreno en el norte, y que van a convivir con ellos una temporada.
Para Diosito su propia casa pasará a convertirse en un lugar lejano y hostil, y
empezará a pasar cada vez tiempo en la calle con sus «bróders». En la novela se
usa en ocasiones un lenguaje coloquial, que convive con otro más elevado y
poético. Diosito y sus amigos se autodenominan los Big Boys, y no parecen tener
demasiadas ocupaciones, ni estudian ni trabajan. Salvo uno de ellos que se
dedica a trapichear con drogas blandas en el bloque y otro que acude a la
universidad.
A Diosito lo que realmente le gusta
es entrenar con su BMX con la que recorre pedaleando las calles de su barrio,
teniendo mucho cuidado con las calles en las que puede entrar y en las que no.
Siempre lo hace bajo su «chullo» (gorro de lana propio de la región andina),
que es el símbolo de su individualidad y también de su inmadurez. Mantiene una
relación con Romana, una chica de otro bloque, que forma parte de un grupo
llamado Las Heathers, de la que Romana es la líder. Son chicas más duras y
alocadas que los Big Boys. La pareja que forman Romana y Diosito es desigual,
Romana domina a Diosito, y éste sabe que es no es el único con el que ella se
acuesta.
El tono inicial de la novela, pese a
los sucesos tremendos que cuenta, es levemente irónico y no carece de
exageraciones cómicas. Romana le exige a Diosito que se corra dentro de ella
cuando hacen el amor y esto provocará que más de una vez tengan que temer que
se haya quedado embarazada. La creencia de que ella, tras varios avisos en
falso, se ha quedado embarazada hará que Diosito tenga que empezar a buscar
trabajo y esto dará lugar a algunas de las escenas que más me han gustado de la
novela. En ellas, Maldonado parece emular para Diosito a Charles Bukowski, al escritor de Los Ángeles, y a su famoso
personaje Henry Chinaski, narrando lo sórdido que puede llegar a resultar para
el ser humano la búsqueda infructuosa de empleo y los sinsabores de los
trabajos ingratos y mal pagados. De hecho, al espíritu de Bukowski, Maldonado
lo empieza a invocar desde el título de su primera novela, ya que unas de las
antologías de poemas más famosas de Bukowski se titula precisamente El
amor es un perro del infierno.
Así que una de las influencias más
clara de la novela parece Bukowski, con sus descripciones descarnadas del
Callao y sus gentes, y el humor herido para enfrentarse a las situaciones
desagradables. Otra podría ser la de Roberto
Bolaño, una de las referencias más persistentes en las últimas generaciones
de escritores latinoamericanos. Uno de los amigos de Diosito es Smiley, el
único del grupo que va a la universidad. Quiere ser un poeta reconocido, que se
queja de la situación de la poesía patria, y que cultiva sus versos
grandilocuentes con la idea del cambiar el panorama poético del país. Junto con
Diosito, Smiley mantiene un proyecto poético: dejar versos en los billetes de
diez soles, y así, juntos, han de configurar un gran poema narrativo.
Otros miembros del grupo son poetas
callejeros, jóvenes a los que les gusta el rap, sobre todo el improvisado, y
tratan de ganar dinero cantando sus versos rimados sobre una base musical en
los autobuses de la ciudad. Como Maldonado va dejando pistas sobre sus influencias
en la novela, me ha parecido detectar que la expresión «pobre como una rata»,
muy del gusto de Bolaño, estaba presente en su libro con esa intención.
En la página 89, Maldonado usa la
expresión «inevitable tentación por el fracaso» que nos trae al diario del
escritor peruano Julio Ramón Ribeyro, titulado La tentación del fracaso.
No he leído los cuentos de Maldonado, pero quiero imaginar que están escritos
bajo la influencia de los de Bukowski o Ribeyro.
Me gustaría comentar algunos
aspectos que creo que podían haber sido mejorables en la novela: Maldonado, en
algunos tramos de su libro, se dedica más a explicar que a mostrar. Es decir,
que dibuja escenas precisas, pero en más de un caso cae en la tentación de
explicarle al lector «el significado» de estas escenas, y no solo a
mostrárselas. En literatura suele funcionar mejor que el autor muestre y que
sea el lector el que interprete las escenas leídas, a no ser que seas un autor
como Thomas Bernhard y este sea
precisamente tu estilo. Pero en cualquier caso, hay que tener cuidado con este
tema. Además, diría que hay alguna idea principal demasiado remarcada, sobre
todo esa en la que Diosito le quiere mostrar al lector lo duro que es vivir en
su bloque y en su barrio. De nuevo, con las escenas mostradas debería haber
sido suficiente. Por ejemplo, en el tramo final de la novela, en la página 179
leemos: «En el bloque, al igual que en el mundo, todos seguía más o menos como
siempre. No había ningún cambio significativo o determinante para la gente. Día
a día se seguía sobreviviendo, robando, matando, traficando o engañando. Nada
nuevo ni sorprendente.» y tal solo en la página siguiente leemos «creando
espacios de luz en medio de aquel agujero negro que era entonces nuestros bloque».
Estas ideas se han reiterado demasiado en el texto.
Un aspecto que no me ha convencido
de la creación del personaje es que Diosito, al contar unos hechos que
sucedieron en el pasado, los relata de tal manera que el lector sabe lo que está
ocurriendo en cada momento (por ejemplo, en su casa los familiares lejanos han
montado un prostíbulo), pero Diosito no va a decirnos que lo ha descubierto
hasta bastantes páginas después, cuando en realidad no parece un chico tonto,
sino reflexivo y con capacidad de análisis. Había una contradicción aquí.
Una vez analizados estos aspectos
mejorables de la novela, me gustaría acabar destacando los aspectos positivos:
Maldonado ha creado un mundo marginal bien definido, con la descripción de un
barrio y las peculiaridades de sus vecinos, con un vocabulario juvenil, pero no
descuidado, irónico y ágil en cada momento. Además ha sabido mover la trama de
una forma eficaz. Como ya he dicho, hasta ahora Maldonado era un escritor de
relatos, y El amor es un perro que ruge
desde los abismos es su primera novela, una primera novela prometedora de
un joven escritor al que quiero desearle mucha suerte en su camino.
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