domingo, 12 de mayo de 2019

Agenbite of inwit, por Alejandro Espinosa Fuentes


Agenbite of inwit, de Alejandro Espinosa Fuentes

Editorial Contrabando. 199 páginas. Primera edición de 2019.

El 29 de abril, Aitor Romero Ortega (autor del gran libro de cuentos Fantasmas de la ciudad) y yo presentamos en Madrid la segunda novela del joven escritor mexicano Alejandro Espinosa Fuentes, que se titula Agenbite of inwit y que se ha publicado en la editorial Contrabando.
La presentación tuvo lugar en el Instituto de México en España, perteneciente a la Embajada de México, un edificio que está enfrente del Congreso de los Diputados, y en el que me hizo ilusión entrar.

Dejo aquí el texto que preparé para la presentación:


Alejandro Espinosa Fuentes ha sido alumno en la universidad de México de mi amigo Federico Guzmán Rubio, que pasó una larga estancia en Madrid. Así que cuando Alejandro me propuso presentar su segunda novela, la titulada Agenbite of inwit, no podía decirle que no. Además la presentación sería junto con Aitor Romero Ortega, un escritor al que admiro por su gran libro de relatos Fantasmas de la ciudad.

Agenbite of inwit es un libro, ya desde el título (que procede de una frase en inglés antiguo usada en el Ulises de James Joyce) profundamente literario, un libro del que podríamos decir que su tema central es la propia literatura o el propio acto de escribir.

El libro comienza con una nota preliminar en la que el propio autor juega al recurso clásico del «manuscrito encontrado», puesto que la novela que definitivamente el lector va a leer será el manuscrito que le enviará al autor un estudiante mexicano al que conoció en Madrid. Este estudiante, Esteban Gullit, dejará de ir a la universidad para dedicarse a viajar, según la versión que el mismo ha transmitido sobre su vida, aunque en realidad –durante el tiempo que abandonó la universidad– ha estado encerrado en el entresuelo del piso en el que vive, en el madrileño barrio de Lavapies, escribiendo notas bastantes desquiciadas sobre la culpa y la literatura.



Ya desde esta nota preliminar el lector recibirá las palabras de un primer enfermo de literatura, el propio autor, que será el umbral que le llevará a niveles cada vez más profundos de la enfermedad literaria.

Un Alejandro Espinosa, cuyo lenguaje mexicano se ha dejado permear por españolismos continuos («finde», «seguir el rollo», «tomar una caña»), se dedica a perseguir los pasos de Esteban Gullit, que ya se habrá suicidado cuando el primero haya recibido su manuscrito. Por su parte, Esteban se ha dedicado a perseguir a otro autor muerto: José Carlos Becerra, un autor mexicano que perdió la vida en un accidente automovilístico en el talón de la bota de Italia. Son también otros muertos los que carga Esteban consigo, puesto que se siente culpable por la muerte de su hermano mayor en México. De hecho, el título del libro –Agenbite of inwit– que, como ya apunté, proviene de una frase del Ulises de Joyce enunciaba en inglés antiguo significa «Remordimiento de conciencia».

Esteban Gullit, de 26 años, se vino a Madrid con una beca literaria y lo que realmente desea es publicar su segundo libro, un proyecto que consiste en seguir los pasos del último viaje de su admirado José Carlos Becerra. Para financiarlo trata de vender su proyecto de escritura a unos editores interesados por el legado de Becerra. Además Esteban ha conocido a una chica en Barcelona con la que desea convivir. Esteban parece no sentir demasiada simpatía por los que desea que sean sus editores, a los que no entiende tan enfermos de literatura como él y esto hará que la trama avance hacia su final contundente.
Además, Esteban recordará en la novela algunos momentos clave de su vida en México, vividos en su infancia escolar o con su hermano.
Digamos que los que acabo de enunciar serían los temas generales de la novela, los que hacen que exista un asidero real en lo contado y que, en mayor o menor medida, de forma más lenta que rápida, hacen que el personaje cambie y se alcance un final.
El narrador Esteban irá cambiado de interlocutor en sus breves notas maniacas: él mismo, su madre, su hermano, la chica que conoció en Barcelona…



Pero en realidad existe un tema más hondo en el material narrativo, un sustrato que es el que verdaderamente vertebra el texto y el del propio acto de escribir, la literatura que se retuerce para hablar de sí misma.

Las referencias y citas explícitas de obras literarias y autores son constantes: Franz Kafka, Samuel Beckett, Juan Villoro, Robert Louis Stevenson.
Pero también el texto está trufado de referencias veladas y guiños a los lectores más literarios.

Por ejemplo, en la página 49 leemos: «Antes de mi metamorfosis, llegué a Madrid a no escribir lo que no escribiría si no escribiera.», donde se parafrasea la famosa frase de Margerite Duras: «Escribir es tratar de saber lo que uno escribiría si escribiese.»

En la página 52 leemos: «En el presente siglo, a tal grado se ha convertido en burócrata el creador que el único espacio que encuentra este albatros de alas amputadas para desbordar su genio es el terreno de lo salvaje.» En el albatros de alas amputadas podemos encontrarnos con el famoso poema de Charles Baudelaire sobre el artista.

En la página 125 leemos: «El agenbite, género que comienza y acaba en sí mismo, propone inventar el yo a través de la escritura, redefiniéndola a expensas de un oyente imaginario. Es primo hermano de las vidas minúsculas, las novelas luminosas y el libro vacío. Apuesta por el confesionario portátil. Miente en busca de verdades épicas.»
Vidas minúsculas es el título de una de las novelas del francés Pierre Michon, donde se propone una autobiografía a través de la semblanza de vidas ajenas.
La novela luminosa y El discurso vacío son los títulos de dos novelas del uruguayo Mario Levrero, donde se juega a que la propia inercia del acto de escribir cree una obra literaria.
Incluso en la expresión “confesionario portátil” creo ver la huella de la novela Historia abreviada de la literatura portátil del barcelonés Enrique Vila-Matas, un espíritu constante en esta obra tan metaliteraria.

La culpa es otro de los grandes temas del libro: el narrador siente remordimientos porque se siente culpable por la muerte de su hermano.
Página 54: «El vacío no tarda en extraviarnos otra vez en el itinerario emocional que creemos que deberíamos estar cumpliendo y reaparece la culpa.»
Su propio yo, identificado con su culpa, acabará siendo uno de los interlocutores principales de las notas de Esteban.

Idea onírica: Se habla de vez en cuando de «el hombre siniestro» alguien que parece conocer a Esteban y le confronta con sus medios tras agarrarle del brazo en plena calle.
Pregunta ¿quién es o qué represente este hombre siniestro?

Literatura dentro de literatura: «Llevo tres días soñando que soy el Kafka de Becerra.», página 118.

Literatura que se deshace:
Página 124 «A veces pienso que la literatura me volvió loco y lamento el día en que creí que era una buena idea frecuentarla. Me pregunto: ¿Por qué si tengo todo lo que quiero y soy feliz estoy teorizando sobre un género literario inexistente?»
Página 135: «Estoy escribiendo una novela sin novela.»


Ironía sobre Europa:
Página 150: «Era apenas mi segunda semana en Europa y no era alérgico al gluten ni me gustaban los perros, no tenía beca ni tatuajes, ni ropa no era de segunda mano, no disfrutaba los vídeos de mapaches ni leía novedades, fumaba más e los permitido y no me intrigaba mucho el sexo con extraños. De manera que tenía todas las de perder.»





ENTREVISTA

1) «Como otros, podría alegar que sólo mediante la literatura entiendo el mundo, pero no es cierto. Amo con sinceridad la vida ajena a los libros.», escribes en la página 23. ¿Hasta qué punto sientes que esta sentencia es válida para ti? ¿Entiendes el mundo desde la literatura o te gustaría verla más desde fuera del mundo de los libros?

2) En la página 24 dice: «La vida literaria es un club de autoayuda.» ¿Hasta qué punto estás de acuerdo con tu personaje, Esteban Gullit?

3) Página 39: «¿No ha sido la premisa de mi vida la inexistencia del llamado tema?», ¿Es esta la premisa de tu vida o de tu literatura?

4) Al hilo de las referencias literarias ocultas: ¿No temes, Alejandro, que tu novela sea una propuesta para un público demasiado específico, un público al que podríamos denominar «muy literario» y que el resto de lectores se va a perder en este mar de referencias?

5) Cuando Esteban habla de Europa dice (pág. 29): «De pronto hay un atentando, o un crimen de odio, últimamente está de moda atropellar a la gente con camiones. En México eso se considera Kitsch.» Estas frases me han hecho pensar en que ahora que está de moda, como tema literario, hablar de la violencia en México, tú decides escribir una novela ambientada en Europa y que más que hablar de la realidad habla de la propia literatura, ¿no te llama la atención la violencia mexicana como tema literario?

6) En la página 52 leemos: «No es que por un lado exista una historia y por otro la forma de contarla, sino que la forma de contar es en sí la historia.» ¿Estás de acuerdo con esta aseveración?

7) A veces, cuando Esteban sale de casa se encuentra con «el hombre siniestro», un personaje que le agarra, por ejemplo, del brazo en la calle y parece saber demasiado sobre él. ¿Quién es o qué representa este «hombre siniestro»?

8) Uno de los temas secundarios de la novela es el extrañamiento de Europa para un mexicano, leer cita de página 3, háblanos de esto.

9) Al hablar de tu libro, tú mismo te has encuadrado en un supuesto grupo de «escritores raros». ¿A qué otros escritores raros te sientes unido?

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