No
recuerdo si conocí al poeta León Felipe
(Tábara, Zamora, 1884 – Ciudad de México, 1968) gracias a alguna lectura
propuesta por un libro de texto de Lengua del Instituto o fue ya un poco más tarde
en la Antología de Poesía Española de Gerardo Diego publicada en 1934; libro del que, como ya he contado aquí
alguna vez, tengo en casa su primera edición. Pero sí me recuerdo, en mi
habitación en Móstoles, con diecinueve o veinte años, leyendo en la noche y
hasta el espanto poemas como ¿Quién soy yo? y Como tú, cuyos primeros
versos me siguen todavía asaltando en los momentos más extraños (“Así es mi vida,
/ piedra / como tú. Como tú, / piedra pequeña” o bien “No es verdad. / Yo no
ahueco la voz para asustaros. / ¿Voy a vestir de luto las tinieblas?”)
Dejo
aquí estos dos poemas que tanto me gustan de León Felipe, leídos en la
antología de Gerardo Diego:
No es verdad.
Yo no ahueco la voz para asustaros.
¿Voy a vestir de luto las tinieblas?
Yo digo secamente: Poetas,
para alumbrarnos
quemamos el azúcar de las viejas canciones
con un poco de ron.
Y aún andamos colgados de la sombra.
Oíd,
gritan desde la torre sin vanos de la frente:
¿Quién soy yo?
¿Me he escapado de un sueño o navego hacia un sueño?
¿Huí de la casa del Rey o busco la casa del Rey?
¿Soy el príncipe esperado o el príncipe muerto?
¿Se enrolla o se desenrolla el film?
Este túnel, ¿me trae o me lleva?
¿Me aguardan los gusanos o los ángeles?
Mi vida está en el aire
dando vueltas, ¡miradla!,
como una moneda que decide...
¿Cara o cruz?
¿Quién puede decirme quién soy?
¿Oisteis? Es la nueva canción…
Y la vieja canción...
¡Nuestra pobre canción!...
¿Quién soy yo?...
Yo no soy nadie. Un hombre
con un grito de estopa en la garganta
y una gota de asfalto en la retina.
Yo no soy nadie. Y sin embargo,
mis antenas de hormiga han ayudado
a clavar la lanza en el costado del mundo
y detrás de la lupa de la luna
hay un ojo que me ve como a un microbio
royendo el corazón de la tierra.
Tengo ya cien mil años, y hasta ahora
no he encontrado otro mástil de más fuste
que el silencio y la sombra donde colgar mi orgullo.
Tengo ya cien mil años
y mi nombre en el cielo se escribe con lápiz.
El agua, por ejemplo, es más noble que yo.
Por eso las estrellas se duermen en el mar
y mi frente romántica es áspera y opaca.
Detrás de mi frente (escuchad esto bien),
detrás de mi frente hay un viejo dragón:
El sapo negro que saltó de la primera charca del mundo
y está aquí, agazapado en mis sesos,
sin dejarme ver el amor y la justicia...
-Yo no soy nadie.
(¿Has entendido ya
que yo eres Tú también?...)
COMO TÚ...
Así es mi vida,
piedra,
como tú. Como tú,
piedra pequeña;
como tú,
piedra ligera;
como tú,
canto que ruedas
por las calzadas
y por las veredas;
como tú,
guijarro humilde de las carreteras;
como tú,
que en días de tormenta
te hundes
en el cieno de la tierra
y luego
centelleas bajo los cascos
y bajo las ruedas;
como tú, que no has servido
para ser ni piedra
de una lonja,
ni piedra de una audiencia,
ni piedra de un palacio,
ni piedra de una iglesia;
como tú,
piedra aventurera;
como tú,
que tal vez estás hecha
sólo para una honda,
piedra pequeña
y
ligera...
Yo lo conocí en el Instituto y desde entonces como sin quererlo lo tengo como una figura mítica dentro del mundo de la poesía. Gran poeta de la protesta
ResponderEliminarHola Fesaro:
EliminarYo tengo pendiente leer algún libro entero de él, porque siempre he leído poemas sueltos y lo que he leído me ha gustado bastante.
Saludos
La verdad es que este autor ha sido tan ninguneado, por sus respuestas a la España que nos llevó al retraso, que si lo conoce la mayoría es por la versión que de sus versos han hecho los cantautores.
ResponderEliminarSus escritos llenos de fuerza están ahora más actuales que nunca.
En mi grupo de teatro vamos a representar escenas de su libro El juglarón, en concreto el cuento La mordida es una gran crítica a las comisiones que se reparten.
Me alegra verlo en tu blog.
Un abrazo.
Hola Isabel:
EliminarSí, tienes razón. León Felipe suena muy actual y está cargado de fuerza.
Suerte con tu obra de teatro.
Un abrazo