Editorial Valdemar. 953 páginas. Edición de 2007 sobre textos de 1927-37.
La primera vez que leí un libro de Lovecraft fue exactamente en julio de 1990, cuando tenía 16 años. Llegué a él a través del prólogo que escribió Stephen King para uno de sus libros, El umbral de la noche. Pobre Stephen King, me habló de Lovecraft y me olvidé de él por su mentor de Nueva Inglaterra. Durante los dos años siguientes leí unos cuantos de los libros de Lovecraft en las ediciones baratas de Alianza. Se convirtió en uno de mis autores favoritos.
Más o menos, los mismos días que conocí a Lovecraft fueron los que comencé a escribir. Siempre había creído, a los 12 ó 13 años, cuando la decisión ya estaba tomada en firme, que escribiría novelas y que aún pasaría bastante tiempo hasta que me sintiese preparado para hacerlo; mientras tanto leía libros y usaba el diccionario para enriquecer mi léxico. Pero tras leer un libro de Stephen King llamado Historias fantásticas, a los 15 años, la decepción fue tan grande que pensé que relatos como esos los podía escribir sin problemas. Empecé a escribir relatos, pero no sin dificultades, y aunque los relatos de Historias fantásticas eran bastante flojos no conseguí acercarme ni de lejos.
Lovecraft fue el primer escritor que me hizo fijarme en el estilo, aunque en sus relatos no había mucha acción, -ni sangre, para ser “terror”- a través de la ordenación de las escenas y las frases conseguía crear una atmósfera que llenaba las páginas y las expectativas del lector. Imitando su estilo conseguí uno de mis primeros “éxitos literarios”: gané el concurso de relatos del colegio en 3º de BUP, mi cuento se llamaba Sobre arqueólogos y saqueadores de tumbas (el título lo había fusilado de Ernesto Sábato). Leo ahora ese relato y me entra la risa: ese sabio arqueólogo que busca los restos de una civilización perdida en Perú y un saqueador de tumbas le previene de lo que el hombre no debe sacar de la tierra, de esos misterios del cosmos que es mejor que la humanidad desconozca. El premio fueron 7.000 pelas del año 1991, lo que no está mal. Al menos 5.000 tenía que haberlas arrojado sobre la tumba de Lovecraft en Providence.
Hace dos veranos, leí el Volumen I de la Narrativa completa de Lovecraft editado por Valdemar. Lo disfruté bastante, pero tras leer este Volumen II tengo claro que lo mejor de la producción de Lovecraft pertenece a la última década de su vida.
El Volumen I contenía, incluso, relatos escritos por Lovecraft a la edad de 8 ó 9 años, que más que interesarle a la historia de la literatura deberían hacerlo a la de la psiquiatría (qué niño más siniestro); en él también hay relatos ya de gran madurez. Me gustaron mucho La música de Erich Zann, El miedo que acecha, Las ratas en las paredes, La casa evitada o La llamada de Cthulhu. Todos estos cuentos eran para mí relecturas.
En el Volumen II las historias se hacen más largas (hay incluso dos novelas y al menos una novela corta), las tramas más trabajadas y el estilo más contenido (dentro de que Lovecraft se puede contener). Lo que más me ha sorprendido es que, aunque Lovecraft es uno de mis autores referentes de la adolescencia, no había leído gran parte de lo que desde ahora considero lo mejor de su producción.
El Volumen II comienza con la novela El caso de Charles Dexter Ward, que revisando mi biblioteca lo tenía en la edición de Alianza, pero que no había leído. Creo que ese libro lo compré de segunda mano en la cuesta de Moyano, pero lo dejé sin leer cuando entre los 19 y 20 años abandoné la ciencia ficción y el terror por el realismo. Hace tres años volví casi de casualidad a la literatura de género con un libro de Philip K. Dick (mi otro gran ídolo adolescente) y comprobé que toda la pasión seguía intacta. Dick me parecía tan buen escritor como lo había sentido a los 16, aunque había tenido miedo de experimentar una decepción. Y desde entonces he retomado esporádicamente los géneros con los que crecí; incluso me siento orgulloso de comprobar que de forma intuitiva, sin ser supervisado ni recoger las recomendaciones de nadie, me acerqué a dos escritores de los más complejos, extraños y fascinantes del siglo XX. Leí un poco antes a Stephen King y a Isaac Asimov y no me quedé con ellos, sino que los sustituí por H. P. Lovecraft y Philip K. Dick.
Con Dick abrí este camino adulto del retorno a la adolescencia y creo que con el Volumen II de la Narrativa completa de Lovecraft lo he casi culminado.
En El caso de Charles Dexter Ward, Lovecraft consigue dar una vuelta de tuerca magistral a los elementos del terror gótico y los reinventa, con una trama compleja desde los planos intercalados del presente narrativo y el pasado de su ciudad, Providence. En cierto modo esta novela es una declaración de amor a su ciudad.
Me dejé este Volumen II para estas navidades, quería intentar leerlo en las vacaciones de profesor, su grosor y su peso lo hacen incómodo para leerlo en el metro, sobre todo cuando me toca ir de pie, que suele ser la mitad de los días. Creo que sólo me faltó una linterna para leer El caso de Charles Dexter Ward en la cama. Es cierto que en la supuesta escena más terrorífica se me escapó una carcajada. Sabía exactamente cómo iba Lovecraft a resolver la escena: eludiendo la descripción del monstruo y con un desmayo del protagonista, pero la ambientación era tan buena, el avance de la trama tan original…
En general es cierto que Lovecraft abusa de ciertos convencionalismos en sus relatos: su prosa se desborda de epítetos innecesarios para remarcar el carácter siniestro de las escenas (una horrorosa mañana, un malsano olor, una luz de pesadilla, un rostro demoniaco…); que casi todos los relatos están narrados por un único personaje (masculino) y que prácticamente no hay otros, y que este narrador nunca acaba de creerse lo que le ocurre, lo que permite al lector ir siempre por delante de él en la compresión de lo acontecido; que no sabe crear un personaje femenino; que elude la acción en las escenas claves con un desmayo, con una observación a la distancia del protagonista del terror del monstruo, una visión tan perturbadora que nunca puede describírnosla… pero, parafraseando el discurso que oí de César Aira titulado ¿Cuándo le podemos perdonar a la novela?, me digo ¿qué no le puedo perdonar a Lovecraft?, cuando es un escritor que ha conseguido conquistar de forma tan segura un mundo propio autorreferente, envolvente, fascinante, cuando ha conseguido abrir las puertas de mi mente a abismos subconscientes de terror cósmico, insondable…
Me han gustado también mucho otros relatos largos que conocía pero no había leído, como El horror de Dunwich, La sombra sobre Innsmouth, El que susurra en la oscuridad o Los sueños de la casa de la bruja (este último sí era relectura).
He releído también En las montañas de la locura, novela que había leído de adolescente y que en su momento no cumplió con mis expectativas. En ella se narra el viaje científico de una expedición a la Antártida y la civilización arcana que descubren allí. En su momento me pareció que el relato se demoraba demasiado en la descripción, a través de la lectura de grabados, de la historia de esa civilización. Esta vez el texto me ha parecido más evocador y me ha gustado más (hay un proyecto cinematográfico de Robert Rodríguez, no sé si cuajará). De esta novela me gustaría resaltar un párrafo final: “Es absolutamente necesario, por la paz y seguridad de los hombres, que no turbemos ciertos rincones oscuros de la Tierra y ciertas profundidades no sondadas, no vaya a ser que despierten a una vida renacida anormalidades y pesadillas que perviven de manera blasfema, y salgan de sus negras madrigueras, chapoteando o contorsionándose, a emprender nuevas y más vastas conquistas” (página 482), supongo que en estas palabras queda resumida la cosmogonía del universo lovecraftniano (y que yo bien había asimilado en aquel relato primerizo Sobre arqueólogos y saqueadores de tumbas)
Resalto otro párrafo de El caso de Charles Dexter Ward: “Los doctores Peck, Waite y Lyman no estaban dispuestos a conceder mucha importancia a la extraña correspondencia del joven Ward, porque sabían la propensión a asociarse de los que comparten excentricidades y manías, y creían que lo único que había pasado era que Charles o Allen había dado con un colega expatriado, quizá alguien que había visto la escritura de Orne y la copiaba en un intento de fingirse la reencarnación del desaparecido personaje” (página 138). Un Ward que ha renunciado a la idea de ir a la universidad para encerrarse en su casa a estudiar libros antiguos, algo muy similar a lo que hizo el propio Lovecraft, quien a pesar de ser un niño con rasgos de superdotado, renunció a los estudios superiores y se enclaustro en su casa de Providence durante 5 años, el periodo de sus 18 a los 23. Y que cuando empezó a ser reputado en el mundo de las revistas pulp se relacionaba con sus mejores amigos por carta, escritores de género fantástico a su vez; y en esos nigromantes encerrados en sus casas estudiando libros malsanos he visto una transfiguración del propio Lovecraft, Robert. E. Howard, August Derleth, Clark Ashton Smith o el más joven (y seguramente más espabilado) Robert Bloch. El llamado Círculo de Lovecraft: tipos extraños, creadores de mundos fantásticos que a la larga, y después de su muerte, han dado mucho dinero a otros, con adaptaciones cinematográficas o venta de libros, pero en su momento imposibilitados para la vida real.
También he leído en clave autobiográfica todas las referencias borgianas (ya hablé en este blog de la relación entre Borges y Lovecraft) a bibliotecas y libros perdidos o prohibidos. En su última novela, La sombra de otro tiempo, la mente de un hombre es ocupada por un ser venido del pasado más remoto de la Tierra, y su mente es trasladada a esa época durante 5 años, que luego recordará como sueños. Allí, en aquella época remota, el protagonista, en el cuerpo de un ser cónico con tentáculos, se dedica a escribir sobre su vida rodeado de otros seres de físico similar al suyo pero con mentes transportadas de otras épocas y lugares del espacio… un trasunto tal vez del propio Lovecraft creando los mitos de Cthulhu o de Howard escribiendo las crónicas de Conan… en cuerpos extraños, asexuados, en épocas que no logran comprender, aislados, pero escribiendo sobre su experiencia y su fuga de su propia época.
Algunos cuentos que son meras descripciones de sueños no me han gustado, como Gente muy antigua o El clérigo malvado. Lovecraft daba mucha importancia a sus sueños, pero creo que su mera trascripción no compone un buen relato. Tampoco me ha gustado A través de las puertas de la llave de plata, que es una continuación de relatos del Volumen I (del llamado ciclo de Radolph Carter), escrito reelaborando un texto de otro escritor, E. Hoffmann Price, que continuó un relato de Lovecraft. Quizás este ciclo de Radolph Carter sea lo que menos me gusta de la obra de Lovecraft porque aquí deja volar su imaginación sin ataduras, y las páginas avanzas describiendo unos hechos o a seres fantásticos sin control, sin medir los efectos buscados, sin ordenación previa del texto.
He echado en falta al menos un relato en esta Narrativa completa: En los muros de Erix, leído en el libro de Alianza El clérigo malvado, un cuento de ciencia ficción que recuerdo muy bien porque en el verano de 3º de BUP a COU lo fusilé en mi primer intento de escribir una novela, que se quedó en unas 60 caras manuscritas, con mi letra grande y fea. Ese relato es una colaboración con un tal Kenneth Sterling, y supongo que habrá habido un problema de derechos.
He dejado para el final hablar del relato El color del espacio exterior, lo mejor del libro, lo mejor (a mi juicio y el del propio Lovecraft) del escritor de Providence. 36 páginas en las que esta vez sí, Lovecraft consigue contener el estilo y condensar todos sus temas sobre el terror cósmico surgido del espacio, fuera de cualquier contesto religioso, un terror amoral, destructor… Ya lo había leído, no recordaba que fuese tan bueno. Uno de los mejores relatos fantásticos que he leído nunca; es más, uno de los mejores relatos que he leído nunca, a secas. Se publicó por primera vez en 1927 en la revista Amazing Stories y su director, Hugo Gernsback (inventor del término “ciencia ficción”), sólo pago por él 25 dólares a Lovecraft, quien se refería a él como “Hugo el Rata”. ¿Hugo el Rata, te pregunto a través de eones de tiempo, cómo pudiste pagar sólo 25 pavos al tirado de Lovecraft por esta maravilla, cuyo logro puede redimir la vida de cualquier escritor? Lovecraft nunca vio editado un libro con su nombre, nunca logró salir del circuito de las revistas pulp, salvo en una edición muy cutre de La sombra sobre Innsmouth de 500 ejemplares llenos de erratas, de los que se vendieron 150, y de la que Lovecraft se avergonzaba.
Tengo que leer una biografía de Lovecraft, es uno de los escritores más extraños de todo el siglo XX (y puede que de algún siglo más): ¿cómo sería esa renuncia a Nueva York, su divorcio y la vuelta a su natal Providence para vivir encerrado en la casa familiar con dos tías, y malviviendo escribiendo relatos que le podían aceptar en una revista o no, alimentándose de lo más barato?
Una breve mención aparte merecen las 150 páginas de notas del volumen. Cuando empecé a leer El caso de Charles Dexter Ward, las notas me abrumaron. La lectura del texto era continuamente interrumpida por llamadas de atención en las que se explicaba la historia de cada edificio de Providence que Lovecraft cita en la novela. Me las tuve que empezar a saltar, hasta que detectaba alguna que me pudiera interesar. Las que me más me gustan son las primeras de cada texto, en las que se habla de cuándo fue escrito el relato y cuándo se publicó y en qué condiciones. La mejor nota es una referente al relato Historia del Necrononicom, en la que se afirma que, según Joan C. Stanley, Miguel de Cervantes, cuando estaba preso en Argelia, tradujo el libro inventado por Lovecraft del árabe al castellano. Claro, me dio la risa. Qué grande eres Joan C. Stanley, ¿en qué universidad das clases de Literatura Americana?
Supongo que si alguien ha conseguido leer esta entrada hasta aquí se habrá percatado que esto más que una reseña es una declaración de amor adolescente.
¿Quién no ha querido alguna vez asistir a las clases de la universidad Miskatonic de Arkham, y poder leer en su biblioteca las página malditas del Necronomicom del árabe loco Abdul Al Hazred?
La primera vez que leí un libro de Lovecraft fue exactamente en julio de 1990, cuando tenía 16 años. Llegué a él a través del prólogo que escribió Stephen King para uno de sus libros, El umbral de la noche. Pobre Stephen King, me habló de Lovecraft y me olvidé de él por su mentor de Nueva Inglaterra. Durante los dos años siguientes leí unos cuantos de los libros de Lovecraft en las ediciones baratas de Alianza. Se convirtió en uno de mis autores favoritos.
Más o menos, los mismos días que conocí a Lovecraft fueron los que comencé a escribir. Siempre había creído, a los 12 ó 13 años, cuando la decisión ya estaba tomada en firme, que escribiría novelas y que aún pasaría bastante tiempo hasta que me sintiese preparado para hacerlo; mientras tanto leía libros y usaba el diccionario para enriquecer mi léxico. Pero tras leer un libro de Stephen King llamado Historias fantásticas, a los 15 años, la decepción fue tan grande que pensé que relatos como esos los podía escribir sin problemas. Empecé a escribir relatos, pero no sin dificultades, y aunque los relatos de Historias fantásticas eran bastante flojos no conseguí acercarme ni de lejos.
Lovecraft fue el primer escritor que me hizo fijarme en el estilo, aunque en sus relatos no había mucha acción, -ni sangre, para ser “terror”- a través de la ordenación de las escenas y las frases conseguía crear una atmósfera que llenaba las páginas y las expectativas del lector. Imitando su estilo conseguí uno de mis primeros “éxitos literarios”: gané el concurso de relatos del colegio en 3º de BUP, mi cuento se llamaba Sobre arqueólogos y saqueadores de tumbas (el título lo había fusilado de Ernesto Sábato). Leo ahora ese relato y me entra la risa: ese sabio arqueólogo que busca los restos de una civilización perdida en Perú y un saqueador de tumbas le previene de lo que el hombre no debe sacar de la tierra, de esos misterios del cosmos que es mejor que la humanidad desconozca. El premio fueron 7.000 pelas del año 1991, lo que no está mal. Al menos 5.000 tenía que haberlas arrojado sobre la tumba de Lovecraft en Providence.
Hace dos veranos, leí el Volumen I de la Narrativa completa de Lovecraft editado por Valdemar. Lo disfruté bastante, pero tras leer este Volumen II tengo claro que lo mejor de la producción de Lovecraft pertenece a la última década de su vida.
El Volumen I contenía, incluso, relatos escritos por Lovecraft a la edad de 8 ó 9 años, que más que interesarle a la historia de la literatura deberían hacerlo a la de la psiquiatría (qué niño más siniestro); en él también hay relatos ya de gran madurez. Me gustaron mucho La música de Erich Zann, El miedo que acecha, Las ratas en las paredes, La casa evitada o La llamada de Cthulhu. Todos estos cuentos eran para mí relecturas.
En el Volumen II las historias se hacen más largas (hay incluso dos novelas y al menos una novela corta), las tramas más trabajadas y el estilo más contenido (dentro de que Lovecraft se puede contener). Lo que más me ha sorprendido es que, aunque Lovecraft es uno de mis autores referentes de la adolescencia, no había leído gran parte de lo que desde ahora considero lo mejor de su producción.
El Volumen II comienza con la novela El caso de Charles Dexter Ward, que revisando mi biblioteca lo tenía en la edición de Alianza, pero que no había leído. Creo que ese libro lo compré de segunda mano en la cuesta de Moyano, pero lo dejé sin leer cuando entre los 19 y 20 años abandoné la ciencia ficción y el terror por el realismo. Hace tres años volví casi de casualidad a la literatura de género con un libro de Philip K. Dick (mi otro gran ídolo adolescente) y comprobé que toda la pasión seguía intacta. Dick me parecía tan buen escritor como lo había sentido a los 16, aunque había tenido miedo de experimentar una decepción. Y desde entonces he retomado esporádicamente los géneros con los que crecí; incluso me siento orgulloso de comprobar que de forma intuitiva, sin ser supervisado ni recoger las recomendaciones de nadie, me acerqué a dos escritores de los más complejos, extraños y fascinantes del siglo XX. Leí un poco antes a Stephen King y a Isaac Asimov y no me quedé con ellos, sino que los sustituí por H. P. Lovecraft y Philip K. Dick.
Con Dick abrí este camino adulto del retorno a la adolescencia y creo que con el Volumen II de la Narrativa completa de Lovecraft lo he casi culminado.
En El caso de Charles Dexter Ward, Lovecraft consigue dar una vuelta de tuerca magistral a los elementos del terror gótico y los reinventa, con una trama compleja desde los planos intercalados del presente narrativo y el pasado de su ciudad, Providence. En cierto modo esta novela es una declaración de amor a su ciudad.
Me dejé este Volumen II para estas navidades, quería intentar leerlo en las vacaciones de profesor, su grosor y su peso lo hacen incómodo para leerlo en el metro, sobre todo cuando me toca ir de pie, que suele ser la mitad de los días. Creo que sólo me faltó una linterna para leer El caso de Charles Dexter Ward en la cama. Es cierto que en la supuesta escena más terrorífica se me escapó una carcajada. Sabía exactamente cómo iba Lovecraft a resolver la escena: eludiendo la descripción del monstruo y con un desmayo del protagonista, pero la ambientación era tan buena, el avance de la trama tan original…
En general es cierto que Lovecraft abusa de ciertos convencionalismos en sus relatos: su prosa se desborda de epítetos innecesarios para remarcar el carácter siniestro de las escenas (una horrorosa mañana, un malsano olor, una luz de pesadilla, un rostro demoniaco…); que casi todos los relatos están narrados por un único personaje (masculino) y que prácticamente no hay otros, y que este narrador nunca acaba de creerse lo que le ocurre, lo que permite al lector ir siempre por delante de él en la compresión de lo acontecido; que no sabe crear un personaje femenino; que elude la acción en las escenas claves con un desmayo, con una observación a la distancia del protagonista del terror del monstruo, una visión tan perturbadora que nunca puede describírnosla… pero, parafraseando el discurso que oí de César Aira titulado ¿Cuándo le podemos perdonar a la novela?, me digo ¿qué no le puedo perdonar a Lovecraft?, cuando es un escritor que ha conseguido conquistar de forma tan segura un mundo propio autorreferente, envolvente, fascinante, cuando ha conseguido abrir las puertas de mi mente a abismos subconscientes de terror cósmico, insondable…
Me han gustado también mucho otros relatos largos que conocía pero no había leído, como El horror de Dunwich, La sombra sobre Innsmouth, El que susurra en la oscuridad o Los sueños de la casa de la bruja (este último sí era relectura).
He releído también En las montañas de la locura, novela que había leído de adolescente y que en su momento no cumplió con mis expectativas. En ella se narra el viaje científico de una expedición a la Antártida y la civilización arcana que descubren allí. En su momento me pareció que el relato se demoraba demasiado en la descripción, a través de la lectura de grabados, de la historia de esa civilización. Esta vez el texto me ha parecido más evocador y me ha gustado más (hay un proyecto cinematográfico de Robert Rodríguez, no sé si cuajará). De esta novela me gustaría resaltar un párrafo final: “Es absolutamente necesario, por la paz y seguridad de los hombres, que no turbemos ciertos rincones oscuros de la Tierra y ciertas profundidades no sondadas, no vaya a ser que despierten a una vida renacida anormalidades y pesadillas que perviven de manera blasfema, y salgan de sus negras madrigueras, chapoteando o contorsionándose, a emprender nuevas y más vastas conquistas” (página 482), supongo que en estas palabras queda resumida la cosmogonía del universo lovecraftniano (y que yo bien había asimilado en aquel relato primerizo Sobre arqueólogos y saqueadores de tumbas)
Resalto otro párrafo de El caso de Charles Dexter Ward: “Los doctores Peck, Waite y Lyman no estaban dispuestos a conceder mucha importancia a la extraña correspondencia del joven Ward, porque sabían la propensión a asociarse de los que comparten excentricidades y manías, y creían que lo único que había pasado era que Charles o Allen había dado con un colega expatriado, quizá alguien que había visto la escritura de Orne y la copiaba en un intento de fingirse la reencarnación del desaparecido personaje” (página 138). Un Ward que ha renunciado a la idea de ir a la universidad para encerrarse en su casa a estudiar libros antiguos, algo muy similar a lo que hizo el propio Lovecraft, quien a pesar de ser un niño con rasgos de superdotado, renunció a los estudios superiores y se enclaustro en su casa de Providence durante 5 años, el periodo de sus 18 a los 23. Y que cuando empezó a ser reputado en el mundo de las revistas pulp se relacionaba con sus mejores amigos por carta, escritores de género fantástico a su vez; y en esos nigromantes encerrados en sus casas estudiando libros malsanos he visto una transfiguración del propio Lovecraft, Robert. E. Howard, August Derleth, Clark Ashton Smith o el más joven (y seguramente más espabilado) Robert Bloch. El llamado Círculo de Lovecraft: tipos extraños, creadores de mundos fantásticos que a la larga, y después de su muerte, han dado mucho dinero a otros, con adaptaciones cinematográficas o venta de libros, pero en su momento imposibilitados para la vida real.
También he leído en clave autobiográfica todas las referencias borgianas (ya hablé en este blog de la relación entre Borges y Lovecraft) a bibliotecas y libros perdidos o prohibidos. En su última novela, La sombra de otro tiempo, la mente de un hombre es ocupada por un ser venido del pasado más remoto de la Tierra, y su mente es trasladada a esa época durante 5 años, que luego recordará como sueños. Allí, en aquella época remota, el protagonista, en el cuerpo de un ser cónico con tentáculos, se dedica a escribir sobre su vida rodeado de otros seres de físico similar al suyo pero con mentes transportadas de otras épocas y lugares del espacio… un trasunto tal vez del propio Lovecraft creando los mitos de Cthulhu o de Howard escribiendo las crónicas de Conan… en cuerpos extraños, asexuados, en épocas que no logran comprender, aislados, pero escribiendo sobre su experiencia y su fuga de su propia época.
Algunos cuentos que son meras descripciones de sueños no me han gustado, como Gente muy antigua o El clérigo malvado. Lovecraft daba mucha importancia a sus sueños, pero creo que su mera trascripción no compone un buen relato. Tampoco me ha gustado A través de las puertas de la llave de plata, que es una continuación de relatos del Volumen I (del llamado ciclo de Radolph Carter), escrito reelaborando un texto de otro escritor, E. Hoffmann Price, que continuó un relato de Lovecraft. Quizás este ciclo de Radolph Carter sea lo que menos me gusta de la obra de Lovecraft porque aquí deja volar su imaginación sin ataduras, y las páginas avanzas describiendo unos hechos o a seres fantásticos sin control, sin medir los efectos buscados, sin ordenación previa del texto.
He echado en falta al menos un relato en esta Narrativa completa: En los muros de Erix, leído en el libro de Alianza El clérigo malvado, un cuento de ciencia ficción que recuerdo muy bien porque en el verano de 3º de BUP a COU lo fusilé en mi primer intento de escribir una novela, que se quedó en unas 60 caras manuscritas, con mi letra grande y fea. Ese relato es una colaboración con un tal Kenneth Sterling, y supongo que habrá habido un problema de derechos.
He dejado para el final hablar del relato El color del espacio exterior, lo mejor del libro, lo mejor (a mi juicio y el del propio Lovecraft) del escritor de Providence. 36 páginas en las que esta vez sí, Lovecraft consigue contener el estilo y condensar todos sus temas sobre el terror cósmico surgido del espacio, fuera de cualquier contesto religioso, un terror amoral, destructor… Ya lo había leído, no recordaba que fuese tan bueno. Uno de los mejores relatos fantásticos que he leído nunca; es más, uno de los mejores relatos que he leído nunca, a secas. Se publicó por primera vez en 1927 en la revista Amazing Stories y su director, Hugo Gernsback (inventor del término “ciencia ficción”), sólo pago por él 25 dólares a Lovecraft, quien se refería a él como “Hugo el Rata”. ¿Hugo el Rata, te pregunto a través de eones de tiempo, cómo pudiste pagar sólo 25 pavos al tirado de Lovecraft por esta maravilla, cuyo logro puede redimir la vida de cualquier escritor? Lovecraft nunca vio editado un libro con su nombre, nunca logró salir del circuito de las revistas pulp, salvo en una edición muy cutre de La sombra sobre Innsmouth de 500 ejemplares llenos de erratas, de los que se vendieron 150, y de la que Lovecraft se avergonzaba.
Tengo que leer una biografía de Lovecraft, es uno de los escritores más extraños de todo el siglo XX (y puede que de algún siglo más): ¿cómo sería esa renuncia a Nueva York, su divorcio y la vuelta a su natal Providence para vivir encerrado en la casa familiar con dos tías, y malviviendo escribiendo relatos que le podían aceptar en una revista o no, alimentándose de lo más barato?
Una breve mención aparte merecen las 150 páginas de notas del volumen. Cuando empecé a leer El caso de Charles Dexter Ward, las notas me abrumaron. La lectura del texto era continuamente interrumpida por llamadas de atención en las que se explicaba la historia de cada edificio de Providence que Lovecraft cita en la novela. Me las tuve que empezar a saltar, hasta que detectaba alguna que me pudiera interesar. Las que me más me gustan son las primeras de cada texto, en las que se habla de cuándo fue escrito el relato y cuándo se publicó y en qué condiciones. La mejor nota es una referente al relato Historia del Necrononicom, en la que se afirma que, según Joan C. Stanley, Miguel de Cervantes, cuando estaba preso en Argelia, tradujo el libro inventado por Lovecraft del árabe al castellano. Claro, me dio la risa. Qué grande eres Joan C. Stanley, ¿en qué universidad das clases de Literatura Americana?
Supongo que si alguien ha conseguido leer esta entrada hasta aquí se habrá percatado que esto más que una reseña es una declaración de amor adolescente.
¿Quién no ha querido alguna vez asistir a las clases de la universidad Miskatonic de Arkham, y poder leer en su biblioteca las página malditas del Necronomicom del árabe loco Abdul Al Hazred?
Hola, David, qué tal. La ciencia ficción tmb se desborda de epítetos innecesarios o palabras inventadas o metidas con calzador, Philip K. Dick no escapa a esto ni de lejos, pero se pasa por alto (quizá, sin eso, flojeara el texto, quiero decir, afea, pero peor sería su ausencia, no sé cómo explicarme). Stephen King me tuvo a mí enganchado, la primera etapa, Plaza & Janes. Leí El Misterio de Salem Lot y, David, pasé tanto miedo -era un día en la playa con mis padres-, pasé tanto miedo que siempre se me quedará grabado. Tuvo que pasar mucho tiempo para sentir algo parecido, leyendo Los Demonios, un capítulo que no permitió el editor original y que incluso en Alianza bolsillo aparece al final, como apéndice, un capítulo donde da cuenta Stavrogin de lo terrorífico que es el mundo, los que lo habitan , etc. Las cosas de la memoria. Me ha gustado mucho lo de Lovecraft, me han dado ganas de gastarme las pelas y sacarlo (por la presión del tiempo que impone una biblioteca, las mil páginas frenan el ánimo casi tanto como un Pasajes de Walter Benjamin, el tic tac de la devolución, oh mierda, ya he abierto un paréntesis ingobernable, lo detesto, no soy Pynchon, a mí los paréntesis no me interesan porque me olvido de cerrarlos y luego es un lío), digo, gastarme las pelas y sacarlo del FNAC. Y es que lo mejor es el homenaje, David, y tú lo has hecho (además a vuelo pluma, más o menos, estoy seguro) muy bien,unabrazo
ResponderEliminar¿Qué no le podemos perdonar a Lovecraft? ¿Su mal gusto, su tendencia a lo truculento, su atracción por lo viscoso?
ResponderEliminarYo lo descubrí hace relativamente poco; pensaba que era un autor menor de serie B. Me sorprendió su esfuerzo por ser un escritor inglés a pesar de vivir en Estados Unidos, y su mundo, aunque me inquieta, me parece increíblemente original. Y sobre todo me parto de risa cuando lo imagino viviendo con sus dos tías, escribiendo en pijama y con las persianas de su habitación bajadas...
Hola
ResponderEliminarDavid: yo también tuve una época Stephen King entre los 14-15 años. Además de los 2 libros de relatos citados en el texto, leí "La niebla", el primer libro suyo que cayó en mis manos en 1ª de BUP, que me gustó mucho. El misterio de Salem Lot, que también me gustó y me dio miedo. Y recuerdo bastante el verano que leí It a los 15. Luego lo dejé.
Los relatos de Lovecraft siguen en las eternas ediciones de Alianza, la traducción es más antigua, pero tampoco estaba mal. Quizás es cierto que el número de páginas echa para atrás. Pero recomendaría algo en Alianza, igualmente.
Spleen: no creo que Lovecraft sea en realidad tan asqueroso, contrala sus viscosidades... bueno a veces se le van de las manos, pero casi siempre elude esas descripciones y casi nunca se centra, como Stepehn King u otros, en mostrar violencia: amputaciones, asesinatos..., sobre eso suele correr un velo. Y sí, Lovecraft echaba mucho de menos el supuesto pasado glorioso e inglés de sus antepasados. Y se nota que había crecido leyendo la novela gótica inglesa, M. R. James, Lord Dunsany...
saludos
Una curiosidad que descubrí en el dossier que publica Quimera este mes sobre Bolaño como poeta: el primer libro que publicó, era un poemario en México.La editorial, Taller Martín Pescador.
ResponderEliminarA mí me parece que el mayor defecto de Lovecraft era su mejor virtud: sus fantasías viscosas, o delirantes o como quieras llamarlas (los monstruos con tentáculos, los cadáveres descompuestos, etc.), es lo que hace de él un autor verdaderamente original, lo que lo diferencia de M. R. James y otros autores del relato de terror inglés aséptico.
ResponderEliminarHabría que recurrir a la Psicología (o a la Psiquiatría) para explicar esa recurrencia suya a ese tipo de seres monstruosos (Houllebecq en su biografía apunta a una sublimación de sus ideas racistas, es decir, que los monstruos representarían su asco hacia los inmigrantes).
Lo de eludir la descripción del monstruo es un recurso antiquísimo, que se remonta a la Biblia (todos los que ven a Dios mueren y no pueden contarlo, lo que es en realidad una estratagema del narrador para eludir su descripción). Por otro lado, todo lo que se deja a la imaginación del lector resulta más terrorífico.
Detective: me he acordado de eso cuando lo has escrito. Lo del título de mi libro "Martín pescador disecado", hace referencia a uno real que tenía mi abuelo en el salón de su casa. En uno de los poemas del libro indago sobre él y creo un paralelismo con un suceso de la vida de este abuelo. Es decir, es un pájaro bastante connotado en el texto.
ResponderEliminarSpleen: Realmente M. R. James es más elegante que Lovecraft, pero no creo que Lovecraft sea especialmente asqueroso. Los autores de terror más serie B recurren mucho más a la casquería. Creo que en toda la obra de Lovecraft no se narra un asesinato, ni se describe una muerte violenta. Sólo se insinua la viscosidad de un ente... Y sí, quizás eso pueda representar su aversión a los extranjeros, aunque en las notas de este libro apuntaban que más que a otras razas Lovecraft temía a las mezclas. Lo que puede ser una defensa de unos supuestos valores anglosajones mitificados por su parte, o, como apunta el mismo Houllebecq (lo he leído en una nota del volumen) también puede mostrar una aversión a mezclarse con el sexo opuesto, o un rechazo a la figura de la madre por la que se siente aplastado.
Saludos
Alianza será, por ahora (gracias, primeramente), por ahora, dado que el sábado voy a una fiesta (escribo doblado y a toda leche, perdona el desorden), una fiesta de disfraces con tema y el tema: Desproporción, aconseja costura, vamos a cosernos algo, llevará su tiempo, leeremos el cuento final, casi una novela corta, de Las manzanas doradas de Welty, iteresante, ya te comentaré, lo de King es como tú dices, siempre coincidimos en un detalle de estos, david, un saludo afectuoso
ResponderEliminarDe esta edición de Valdemar, cuya traducción es de buena a excelente, habría que descartar el excesivo aparato de notas, en el volumne II es ya hasta molesto,excepto claro la necesarias y estas son las primeras de cada relato, casi todas las demás están demás,da la impresión que el que escribió estas es incapaz de deslindar el relato de su autor, esta limitación es mortal para quien la padece, por lo demás Lovecraft es un "must have" en la literatura sin prejuicios de género.
ResponderEliminarinteresante ese relato suyo que menciona sobre saqueadores de tumbas en Perú, y la única relación que veo y leo entre Borges - Otros autores, es que el escritor argentino les saqueó a todos impunemente y para admiración de los demás
Hola Mikel:
EliminarSobre el aparato de notas: como estaban al final del libro tampoco creo que molestaran mucho, uno decidía si las leía o no. Yo acabé leyendo sólo las primeras de cada relato.
Mi relato de los 16 años debería buscarlo y colgarlo en el blog. Estaría bien, aunque tendría que teclearlo entero porque solo tengo una copia en papel.
Borges era muy bueno, tomando de aquí, de allá, de sí mismo... todo un universo literario en sí mismo.
saludos
Usted lo dice todo, Borges era bueno tomando de aquí y de allá..., pero hay limites, El Inmortal es una quizás involuntaria recreación de la "Ciudad Sin Nombre" de Lovecraft, y si buscamos vamos a terminar destrozando a Borges, veo al escritor Argentino más como un buen maestro que abre horizontes, lo que no es poco, pero que una vez que nos ha señalado el camino uno termina hasta poniéndose en su contra, lo cual es una muestra de ingratitud, desde luego no llega al extremo de Onetti - Faulkner
ResponderEliminarsobre su relato hágalo se lo agradeceremos, el tema es fascinante, al menos para mí, no en vano uno de mis relatos favoritos es el "Sabueso", y el de de los Baskerville, desde luego
Es cierto, no es para tanto lo de las notas, solo que me tenían podrido, pero Lovecraft vale y su lectura o re lectura es reconfortante, será que algunos de sus teman me fascinan, sobre las tumbas y todo eso, El sabueso de hecho es de mis favoritos y también el de los Baskerville de Doyle, así que no lo piense y ubique aquel relato suyo sobre los saqueadores
ResponderEliminarVeo a Borges como a un maestro que indica un camino y abre horizontes, solo que luego uno tropieza con relatos tipo "La Ciudad Sin Nombre" y no puede evitar pensar en "El Inmortal" del cual es creo una recreación involuntaria quizás, y no es el único caso, pero lejos de mi intención criticar o subestimarlo, ya el tiempo, cuyo tema le interesaba mucho se encargará de hacerlo, de ser el caso
Hola Mikel:
EliminarHombre, yo creo que no debemos ser demasiados duros con Borges; es cierto que él tomaba cosas de otros escritores y en este sentido era muy posmoderno (lo importante no es autor, etc), pero también ha sido muy original y tiene cuentos asombrosas, además de que su prosa es una de las más depuradas del castellano. Y no debemos olvidar su poesía, que también es muy buena. Además es probable que la influencia posterior de Borges sobre los nuevos escritores sea más grande que la que tuvieron sobre él otros.
Tengo ganas de retomar a Borges, y también a Doyle. El sabueso lo leí hace mucho en una edición que no era muy buena. A ver si vuelvo.
Y mi relato la verdad es que no era demasiado bueno, yo era muy joven entonces.
Sobre cuentos de terror, fantásticos, e inquietantes le recomiendo dentro de la tradición hispana que busque a Elvio Gandolfo.
saludos
Todo Sherlock Holmes, es un libro que leí hace poco, y muchos de los relatos ya los había leído en ediciones anteriores, fue una (de las tantas) en las que Borges una vez más era atrapado in fraganti, con su Londres laberintico, los escenarios, no sé si es correcto y menos aún si tenemos el derecho a ser muy severos en nuestros juicios, pero creo que es necesario.
ResponderEliminarAhora leo Luz De Agosto, y no solo Borges, también Onetti, Garcia Marquez, se caen de sus respectivos tronos, estos últimos junto a Rulfo son solo imitadores de Faulkner, no solo de estilo o técnica, para el caso el escritor norteamericano estaría y lo está en deuda con Joyce, es un plagio línea por línea, de personajes, situaciones, y es decepcionante, más aún para quien los ha leído alguna vez con devoción casi fanática
Estoy la caza del autor que me recomienda
Hola Mikel:
Eliminaryo diría que Borges nunca escondió sus influencias.
Me parece que su juicio de Onetti, Márquez o Rulfo es cuanto menos exagerado: todos los escritores tienen influencias y sobre esas influencias trabajan su propio mundo propio; por eso las páginas de Rulfo, Onetti o Márquez tienen su aire propio.
saludos
De ningún modo es exagerado, hay diferencia entre copia e influencia,lea o relea Luz de Agosto, Los Relatos, Mientras Agonizo, por citar algunas, pero como lector "macho" siguiendo a Cortazar y lo descubrirá, o quizas no,Garcia Marquez, Onetti, Rulfo, son copias, tanto en la línea argumental, desarrollo de personajes, a mí eso me molesta más que a nadie, yo los leía con devoción, bueno ya está dicho, los leía, no más, ahora claro que Borge es asunto aparte, además de reconocer sus “influencias” y la habilidad de utilizarlas lo excluye de ese grupo al que, no hay que olvidar no tomaba en cuenta y que ironía, ese punto que me alejaba de Borges ahora me atrae
ResponderEliminarLa verdad es incomoda, este comentario es válido y debe ser leído con atención, sin utilizar eufemismos ni excusas, la literatura latinoamericana es un descarado plagio, principalmente de Faulkner, luego de Hemingway, y fracasos en intentos vanos de ser Kafka
ResponderEliminar¿Toda la narrativa Hispanoamericana entonces?
Eliminar¿Y te de verdad se cree usted que Faulkner, Hemingway y Kafka son totalmente originales?
Faulkner y Hemingway no existirían sin Sherwood Anderson, Thomas Wolfe, Jack London, y qué sería de Kafka son Robert Walser o Melville... y con los que cito yo podríamos ir hacia atrás en el tiempo hasta llegar a Homero, que como no se sabe quién es, que podrían ser muchos trovadores... entonces nos encontramos que la literatura entera ha desaparecido y adiós.
Siempre nos quedará el fútbol.
saludos
Mellville, Hawthorne. sin duda, Bartlelby o Wakefield son un anticipo de lo que sería Kafka, de Walser sin comentarios, es más a Polgar lo mencionan en eso, no veo la relación,
ResponderEliminarpero solo eso, NO UNA COPIA, quizás es exagerado decir "toda la literatura latinoamericana", pero no podrá negar lo evidente, Onetti, Rulfo, García Marquez han saqueado a Faulkner de una forma despiadada
no estoy seguro de esa afirmación de que no existirían tal autor o cualquier otro, Kafka, Shakespeare, Faulkner son casos extraordinarios que hubiesen existido a pesar de ellos mismos, y usted sabe que la historia de Shakespere está plagada de posibles "hurtos", no es eso lo que reclamo, es la imitación vulgar, eso es lo que molesta, y es verdad nadie es original, pero la literatura , la buena va estar siempre presente, igual que el fútbol a pesar de la FIFA
Entonces no hay más remedio: ¡A la hoguera con ellos!
EliminarDe todas las bibliotecas públicas, privadas y librerías del mundo: ¡Una gran pira con los libros de Onetti, Rulfo, Márquez y cualquiera que se nos ocurra que no sean Faulkner, Shakespeare o Kafka!
¡Arded, arded, malditos!
Que radical que es usted, no me sorprende ya que fueron ustedes los que crearon la Inquisición , a la hoguera por orden alfabético todos esos, Karasu en primer o el que le corresponda
ResponderEliminarno seamos tan malos, que se encargue de ellos el piadoso olvido
¿no estará usted entre todos esos que defiende? no lo he leído, pero me gustaría
Hombre, lógicamente mis palabras son una broma, porque a mí todos estos escritores (Rulfo, Onetti, García Márquez...) en realidad me encantan; y ellos nunca negaron la influencia de Faulkner.
Eliminar¿Karasu? Me he perdido
Cuando dice que no estaré entre todos lo que defiendo: qué más quisiera yo escribir tan bien como me parece a mí que escriben Onetti, Rulfo... por desgracia creo que escribo a un nivel bastante inferior... pero ahí sigo disfrutando de la escritura. Si se refiero a si soy un palgiador: espero que no, aunque noto en mi escritura bastantes influencia de Bolaño, o la narrativa norteamericana: Carver, Richard Ford...
saludos
El jardín de los gatos desaparecidos, léalo y notará un plagio descarado de Kafka, ahora bien Bolaño es o trata de ser Cortaziano, se evidencia en Los detectives Salvajes o El gaucho Insufrible, influencia es otra asunto.
ResponderEliminarEso de nivel inferior lo determinan los lectores, no usted, con respeto
estoy en busca de la Obra Completa de Chejov ¿sabe de alguna edición? solo tengo información de la de Aguilar, sin mayores detalles
Hola
EliminarSObre Chejov: pensaba que hasta ahora no estaban disponibles los cuentos completos en español. La buena noticia es que la editorial española Páginas de espuma va a sacarlos todos en 5 volúmenes (creo). Le dejo un enlace:
http://paginasdeespuma.com/especial/cuentos-completos-de-anton-p-chejov/
Saludos
Buen dato, gracias, parece que el proyecto es a largo plazo, son 4 volúmenes, uno por año, y va ser la más completa colección al menos en Español
ResponderEliminarBuen dato, gracias, la colección es a largo plazo, uno por año, al parecer va a ser la más completa al menos en Español
ResponderEliminarInteresantes puntos de vista, de acuerdo con los latinoamericanos, que son malos, y solo una decepción más a la lista, Bruno Schulz, con lo que me entuasmó la edicon de Siruela
ResponderEliminarMikel: sus frases no se entienden. Están mal construidas, no hay una lógica de causa-efecto en lo que apunta. Cada vez me cuesta más tomarme en serio sus comentarios.
Eliminar¿Qué lista?
Interesante reseña sobre uno de los grandes. De este autor siempre me ha llamado la atención el contraste entre la audacia de sus historias (las cuales abrieron nuevos cauces para la fantasía y la ciencia ficción) y su estilo decimonónico, alambicado y carente de humor. Como señalas, sus cuentos están cargados de adjetivos inútiles y a veces resultan pesados; sin embargo, es un escritor que seduce por su visión del mundo.
ResponderEliminarLovecraft siempre seduce con su encanto caduco. Saludos
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