El primer libro de Kureishi que leí fue El buda de los suburbios, y me gustó el aire desenfadado y tragicómico que usaba para retratar Londres, una de mis ciudades favoritas. Seguí leyendo de este autor los libros de relatos Siempre es medianoche y Amor en tiempos tristes; lo último que había leído de él –antes de El álbum negro-, separado por bastantes años de los otros, fue Intimidad y Mi oído en su corazón.
En estos cinco libros del autor, que abarcaban muestras de unas dos décadas de carrera, me pareció percibir una evolución en el perfeccionamiento del estilo y un paso de temas tragicómicos a directamente trágicos.
El álbum negro tal vez pertenezca a una fase intermedia en esa evolución. Está publicado en 1995, y la época que retrata debe de ser la del Londres de 1989 ó 1990 más o menos, con su moda de camisetas con la cara del ácido, pantalones de ciclista y pelo en cola de caballo (por cierto, esta moda también llegó a España por 1990 o así). Además de la moda, un hecho marca el tiempo de la narración: la condena a muerte de Salman Rushdie por escribir Los versos satánicos, aunque el nombre de este libro y el del escritor no se citan de forma directa.
Shahid es un joven inglés de origen pakistaní, que llega a Londres desde Kent (donde sus padres tienen una empresa y una vida occidental acomodada) para estrenarse como universitario. La metrópoli tirará de él, ya desde la primera página del libro, en dos direcciones opuestas: el mundo indolente y epicúreo de las discotecas, el sexo y las drogas; y la hermandad con otros asiáticos, creyentes de la religión islámica y comprometidos con los más desfavorecidos (islámicos).
En algún momento de la novela se nos informa de que Shahid es un joven influenciable; y fluctuando entre las dos tendencias expuestas transcurrirá la novela, en una espiral de tensión y violencia creciente. Además Shahid tiene inclinaciones literarias, aunque luego no sepa explicar muy bien qué es lo que busca en los libros ante sus nuevos amigos (tendentes al integrismo); hecho que tendrá en la trama una importancia crucial.
La novela tiene un ritmo muy ágil. Ya en el primer párrafo se nos presenta a Shahid enfrentando, a la luz de una pálida bombilla, ante el líder asiático que tratará de hacerle adepto a su causa. Abundan los diálogos y los cambios de localización, siempre por los distintos barrios de Londres, desde los más opulentos a los más marginales. Un Londres híbrido y excesivo por el que Kureishi parece moverse con gran soltura.
Como trasfondo de la novela se encuentra el descontento en que han caído los activistas occidentales al asistir al ocaso del comunismo en los países del Este europeo; lo que conduce a algunos de ellos a la decadencia o al abrazo de un hedonismo destructor; caldo de cultivo de las críticas de los extremistas religiosos que ven en Occidente a una sociedad corrupta.
Algunos de los temas (la decadencia del modo de vida occidental, la destrucción consumista de la diversión trasgresora, el sexo desinhibo y a veces sin objeto…) me han recordado a las novelas del francés Michel Houellebecq; sólo que la novela de Kureishi ha sido escrita casi una década antes.
La novela cobró una trágica actualidad en 2005, tras los atentados integristas que se produjeron en el transporte público de Londres por islamistas nacidos en Europa. En El álbum negro unos atentados de corte indefinida sirven como telón de fondo a un Londres caótico, algo que tal vez sólo fuese ciencia ficción en 1995, en una época anterior al 11S.
Creo que están rodando una película sobre el libro.
En estos cinco libros del autor, que abarcaban muestras de unas dos décadas de carrera, me pareció percibir una evolución en el perfeccionamiento del estilo y un paso de temas tragicómicos a directamente trágicos.
El álbum negro tal vez pertenezca a una fase intermedia en esa evolución. Está publicado en 1995, y la época que retrata debe de ser la del Londres de 1989 ó 1990 más o menos, con su moda de camisetas con la cara del ácido, pantalones de ciclista y pelo en cola de caballo (por cierto, esta moda también llegó a España por 1990 o así). Además de la moda, un hecho marca el tiempo de la narración: la condena a muerte de Salman Rushdie por escribir Los versos satánicos, aunque el nombre de este libro y el del escritor no se citan de forma directa.
Shahid es un joven inglés de origen pakistaní, que llega a Londres desde Kent (donde sus padres tienen una empresa y una vida occidental acomodada) para estrenarse como universitario. La metrópoli tirará de él, ya desde la primera página del libro, en dos direcciones opuestas: el mundo indolente y epicúreo de las discotecas, el sexo y las drogas; y la hermandad con otros asiáticos, creyentes de la religión islámica y comprometidos con los más desfavorecidos (islámicos).
En algún momento de la novela se nos informa de que Shahid es un joven influenciable; y fluctuando entre las dos tendencias expuestas transcurrirá la novela, en una espiral de tensión y violencia creciente. Además Shahid tiene inclinaciones literarias, aunque luego no sepa explicar muy bien qué es lo que busca en los libros ante sus nuevos amigos (tendentes al integrismo); hecho que tendrá en la trama una importancia crucial.
La novela tiene un ritmo muy ágil. Ya en el primer párrafo se nos presenta a Shahid enfrentando, a la luz de una pálida bombilla, ante el líder asiático que tratará de hacerle adepto a su causa. Abundan los diálogos y los cambios de localización, siempre por los distintos barrios de Londres, desde los más opulentos a los más marginales. Un Londres híbrido y excesivo por el que Kureishi parece moverse con gran soltura.
Como trasfondo de la novela se encuentra el descontento en que han caído los activistas occidentales al asistir al ocaso del comunismo en los países del Este europeo; lo que conduce a algunos de ellos a la decadencia o al abrazo de un hedonismo destructor; caldo de cultivo de las críticas de los extremistas religiosos que ven en Occidente a una sociedad corrupta.
Algunos de los temas (la decadencia del modo de vida occidental, la destrucción consumista de la diversión trasgresora, el sexo desinhibo y a veces sin objeto…) me han recordado a las novelas del francés Michel Houellebecq; sólo que la novela de Kureishi ha sido escrita casi una década antes.
La novela cobró una trágica actualidad en 2005, tras los atentados integristas que se produjeron en el transporte público de Londres por islamistas nacidos en Europa. En El álbum negro unos atentados de corte indefinida sirven como telón de fondo a un Londres caótico, algo que tal vez sólo fuese ciencia ficción en 1995, en una época anterior al 11S.
Creo que están rodando una película sobre el libro.
Se medita, como credo del autor: <<¿Cómo podía uno ceñirse a un solo credo o sistema de pensamiento? ¿Cómo podía sentirse la necesidad de hacerlo? No existía una personalidad fija; sin duda había varias personalidades que se fundían y transformaban diaramente, ¿no? Tenía que haber innumerables modos de estar en el mundo. Él se dispersaría, en el trabajo y en el amor, por donde le llevara la curiosidad.>>
En resumen: una novela ágil, atrevida, provocadora, incisiva al mostrarnos las contradicciones del hombre occidental, y también del hombre extranjero en Occidente que lucha entre la integración y el mantenimiento de su cultura. Me gusta bastante Kureishi (debería destacar sus libros de relatos, que me parecen estupendos), le seguiré leyendo.
En resumen: una novela ágil, atrevida, provocadora, incisiva al mostrarnos las contradicciones del hombre occidental, y también del hombre extranjero en Occidente que lucha entre la integración y el mantenimiento de su cultura. Me gusta bastante Kureishi (debería destacar sus libros de relatos, que me parecen estupendos), le seguiré leyendo.
Llegué a Kureishi impulsado por algunas películas de Stphen Frears que vi en los 90. Lo primero y único que he leído de este autor es "El buda de los suburbios"
ResponderEliminareste comentario es partir de "Móstoles era una fiesta" que, dicho sea de paso, me gustarái alguna vez leer. Imagino que este título, a lo Hemingway,nos depara algo bueno.
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