The Night, de Rodrigo Blanco Calderón
Editorial Alfaguara. 355 páginas. 1ª edición de 2016, ésta es de 2019.
Había leído reseñas de The
Night, la primera novela de Rodrigo
Blanco Calderón (Caracas, 1981), cuando apareció en 2016, hace unos cinco
años. Digamos que es un libro que «sonó» entonces y, en algún momento, sopesé
la idea de leerlo. Incluso lo tuve en mis manos en uno de los puestos de
segunda mano de la Cuesta de Moyano por 5 euros, pero al final no me decidí y
cuando, en 2019, supe que había ganado el Premio Bienal Mario Vargas Llosa me arrepentí un poco de no haberla
comprado aquel día de la Cuesta de Moyano. Como ya he dicho muchas veces, uno
no puede leer todas las novedades literarias que le llaman la atención, porque
el tiempo no es infinito y, durante algunas temporadas, prefiero frenar y
atender más a los clásicos que a las novedades.
Sin embargo, cuando publiqué mi
reseña sobre la segunda selección de Granta de Los mejores narradores en español
menores de 35 años, Blanco Calderón se interesó por ella y cambiamos
algún parecer en las redes. Unas semanas después, me preguntó a través de
Twitter si me apetecía leer su nueva novela, titulada Simpatía, y publicada
‒como The Night en Alfaguara‒. Suelo
rechazar este tipo de ofrecimientos, porque para disfrutar de la lectura
necesito elegir yo los libros que leo, pero en este caso sí sentí curiosidad
por la obra de Blanco Calderón, porque ya la había sentido previamente. Le dije
que en realidad me apetecía leer The
Night, y quedamos en que me enviaría los dos. Además me los dedicó, lo que
le encanta a mi mitomanía libresca. Los he leído seguidos y en orden
cronológico.
La acción de The Night nos lleva a la Caracas de 2010, cuando el país estaba
empezando a sufrir una crisis energética, que le conducirá a continuos y
molestos apagones. En el primer capítulo le serán presentados al lector dos de
los protagonistas principales de la historia: el psiquiatra Miguel Ardiles, y
el tallerista literario Matías Rye. Los viernes suelen quedar a cenar. Matías
ha sido paciente de Miguel en su clínica psiquiátrica y Miguel ha pasado a ser
alumno del taller de escritura de Matías. Hablarán, en primera instancia, de
Pedro Álamo, un alumno del taller de Matías que, unas décadas antes, protagonizó
uno de los más grandes escándalos literarios venezolanos, al quedar ganador en
el concurso literario de un periódico con un relato a todas luces
incomprensible. Además Matías Rye está escribiendo una novela, llamada The Night, sobre los crímenes reales de
un famoso psiquiatra nacional.
La novela empieza creando unas altas
expectativas en el lector, mostrándole unos interesantes personajes torturados,
que ‒intuimos‒ se van envueltos en un misterio sangriento, generado a partir de
los crímenes que Matías Rye está investigando para su narración. Un misterio
sangriento que tiene que ver con crímenes de mujeres, y por tanto me hicieron
pensar en la novela 2666. Además, las páginas son muy metaliterarias y se habla
sobre el propio arte de escribir, su locura y su misterio. Aparecen en estas
páginas muchos escritores, preferentemente de vida descalabrada, como el
escritor norteamericana de ciencia-ficción Philip
K. Dick. De fondo, una Caracas oscura y decadente, donde se observa una
indirecta crítica al gobierno chavista. Por supuesto, todos estos elementos me
estaban recordando a la obra de Roberto
Bolaño, muerto en 2003, y convertido en las dos últimas décadas en una de
las más claras influencias de la nueva narrativa en español.
Cuando uno acaba la novela, la
influencia de Bolaño parece innegable, porque la propia estructura del libro es
muy similar a la de Los detectives salvajes. Es decir, hay en The Night tres partes, y la primera y la tercera están conectadas.
La segunda supone un salto en el tiempo. Si bien en Los detectives salvajes el salto temporal era hacia el futuro, en The Night es hacia el pasado. La segunda
parte de The Night se titula Teoría de los palíndromos y su personaje
principal es Darío Lancini. Fue en la página final de agradecimientos donde
descubrí que Lancini es un poeta real venezolano, especializado en palíndromos
y en frases bifrontes. Lancini es un escritor que obsesiona a Pedro Álamo, el
alumno del taller de Matías. En esta segunda parte se habla de su exilio
europeo de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, durante la década de 1950.
Algo que ocurre en esta segunda
parte, y en gran medida también en el resto del libro, es que Blanco Calderón
nos narra la vida de cualquier personaje secundario que aparece. Me llegó a
ocurrir que se abren tantas cajas chinas, una dentro de la otra, que al final
me acabé perdiendo más de una vez. Llegó un momento en el que no sabía de quién
me estaba hablando el autor, ni por qué ese personaje podía ser importante para
la historia. Ya he comentado que los capítulos iniciales de la primera parte
‒titulada Teoría de los anagramas‒
son muy prometedores, pero pronto me empezó a parecer que estaba ocurriendo
algo extraño: el foco narrativo abandonaba a Miguel Ardiles, Matías Rye y Pedro
Álamo y se empezaba a abrir a otros personajes, y la tensión narrativa de los
primeros capítulos se iba diluyendo. Imaginé que la estructura de la novela
contendría estos desvíos y que todo se uniría al final. En cierta medida, esto
ocurre, pero no del todo.
The Night es la
primera novela de Blanco Calderón, que hasta entonces había publicado tres
colecciones de libros de relatos. Diría que el peso de este trabajo previo se nota
en su novela, que en gran medida está construida uniendo narraciones breves de
diferentes personajes. Muchas de estas narraciones son talentosas e
interesantes, pero apuntaría que falla el conjunto de la estructura. Las partes
que componen el libro forman las piezas de un mosaico que no acaba de encajar.
En gran medida es como si Blanco Calderón hubiera querido escribir con su
primera novela también la segunda. Porque la primera parte del libro junto con
la tercera podrían ser una novela y la segunda otra.
Diría ‒aunque no estoy seguro‒ que The Night está escrito cuando el autor
vivía aún en Venezuela y no se atreve a hacer una crítica directa del gobierno
chavista, aunque se deslizan algunas perlas envenenadas. Por ejemplo, en la
página leemos «Nuestro presidente es un payaso, un payaso salido de una novela
de Stephen King, pero un payaso.» Ya estoy leyendo Simpatía, la nueva novela de Blanco Calderón y la crítica al
gobierno chavista es más explícita. Esta segunda novela está escrita con el
autor viviendo en España.
Cuando comenté Vivir Abajo del peruano Gustavo Faverón, ya dije que me parecía
uno de los alumnos más aventajados de Bolaño, y The Night me ha recordado a Vivir
abajo, como heredera también del legado del Bolaño, en el mismo sentido; en
el de crear un misterio en cada párrafo, alumbrar la oscuridad de los crímenes,
y hacer continuas referencias literarias (o artísticas) que ahondan en la idea
de la literatura como locura o enfermedad. Sé que Vivir abajo compitió con The
Night por el Premio Bienal de Novela
Mario Vargas Llosa que ganó la novela de Blanco Calderón. Si yo hubiese
sido el jurado, le habría dado el premio a Faverón.
Aunque The Night no ha acabado de ser para mí la gran novela que prometían
sus primeros capítulos, porque en su avance se dispersa su tensión en los
innumerables desvíos narrativos, que acaban siendo pequeños cuentos, me ha
parecido que en Blanco Calderón hay un autor muy dotado. De hecho, he pensado
que me gustaría leer sus libros de cuentos, porque en estas etapas iniciales de
su obra, seguramente me hubieran convencido más que The Night. Cuando escribo esta reseña voy por la mitad de Simpatía, que es una novela con una
estructura más tradicional y contenida, y me está gustando más. Ya hablaré de
ella.
Hola, David.
ResponderEliminarYo empecé a leer la novela, pero la abandoné. El principio me pareció muy prometedor, pero el libro me sacó con unos cambios persona gramatical que me resultaron arbitrarios (de la tercera a la primera, por ejemplo), pues se trataba de capítulos con el mismo personaje como foco. Por otro lado, me resultó muy artificial la voz de, me parece, un personaje escritor. La voz intenta ser enigmática, críptica, pero considero que no está lograda. La atmósfera malsana y apocalíptica me gustó, eso sí, pero no bastó para mantenerme en a lectura.
Del autor recuerdo el primer cuento donde aparece Miguel Ardiles; me parece que se llama "Una larga fila de hombres". Un gran relato.
Saludos.
Hola, Danie, a mí lo de los cambios de primera persona a tercera no me preocupaba mucho. Este tipo de cosas eran muy frecuentes en los escritores del boom y es algo a lo que estoy acostumbrado, pero me gustó menos el tema de que la narración se dispersaba demasiado, sin una jerarquía narrativa clara.
EliminarA ver si leo alguno de sus libros de cuentos. Saludos.