Editorial Salto de página. 308
páginas. 1ª edición de 2005; esta de 2010.
En enero de 2011 colgué en el
blog una entrada sobre la novela Salvatierra de Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970), que terminaba con la siguiente
afirmación: “Espero leer pronto El año del desierto” (ver AQUÍ); y pronto
ha sido dos años después. Ya escribí entonces que había leído hacía bastante
tiempo la primera novela de Mairal, Una noche con Sabrina Love (1998),
que me gustó, y que Salvatierra (2008) me supo a clásico. Pedro Mairal estuvo en
Madrid en 2010, invitado por la editorial
Salto de página, para presentar El
año del desierto. Fue una pena que me enteré del evento al día siguiente de
su celebración, porque habría ido, habría comprado el libro y ahora lo tendría
en casa firmado. Lo que –dada mi mitomanía libresca– me encantaría que así
fuera, porque, ahora que por fin me he acercado a El año del desierto (después de haberlo sacado hace un año de la
biblioteca de Móstoles para al final no leerlo en ese momento, porque no lo
quería llevar a un viaje), puedo decir que El
año del desierto me ha parecido una obra maestra, un libro contundente,
fascinante… Uno de los mejores libros de literatura actual que he leído en
mucho tiempo, y que supone que para mí, haciendo balance entre esta y sus otras
dos novelas, Pedro Mairal sea el mejor escritor hispanoamericano joven
(entendiendo joven como nacido a partir de 1970) que he leído.
Si bien El año del desierto comienza con un pequeño episodio, narrado por
la protagonista en primera persona –María Valdés Neylan– desde un país europeo,
enseguida la narración se retrotrae a unos años antes y nos acerca a una
historia evocada desde el presente que, por su fuerza, parece estar vivida casi
al minuto, pero que más de una vez nos recordará su condición de evocación, ya
que la narradora nos hará conscientes de la imprecisión de un recuerdo o de la
incapacidad para recuperar un nombre.
María Valdés tiene veintitrés
años, y trabaja de secretaría en una de las más modernas torres de oficinas del
centro de Buenos Aires. Cuando, en el capítulo dos, la narración comienza su
verdadera andadura temporal, la metrópoli empieza a encontrarse ya amenazada
por la intemperie.
La intemperie funciona como un
curioso elemento fantástico dentro de la narración: vendría a ser –y disculpen
la comparación adolescente–como la nada
de La
historia interminable, que avanza devorando Fantasía. En El año del desierto la intemperie avanza
desde la pampa hacia las ciudades haciendo desaparecer las construcciones
humanas; nunca su efecto o su actuación está narrado de forma explícita: donde
había edificios ahora hay baldíos; quizás quedan restos de cascotes o escombros
por el suelo, pero uno puede mirar el paisaje y ver una línea de edificios que
al día siguiente habrá desaparecido.
No es el único elemento
fantástico de la historia: algunas personas mayores quedarán postradas en un
estado catatónico, aferradas a sus mandos a distancia del televisor; y se
acabará aplicándoles la eutanasia con sólo apretar el botón de apagado de sus mandos
a distancia. También los alimentos se tendrán que comer deprisa, pues la
verdura o la carne se arruinarán a una velocidad mucho más rápida de la que
estamos acostumbrados.
El avance de la intemperie traerá
consigo el caos en la ciudad de Buenos Aires, la reclusión en espacios cerrados
en el entorno de los edificios donde habitan las clases pudientes, y calles
llenas de desarrapados de los arrabales o el campo. El enfrentamiento bélico no
se hará esperar. Pero en este mundo en el que los ordenadores o los teléfonos
móviles ya no funcionan, permanecer en la ciudad no parece una buena idea.
Habrá que salir a campo abierto, a la pampa.
Esta novela, que se publicó en
2005, tuvo que ser escrita al menos uno o dos años antes, y es claro el juego simbólico
que Pedro Mairal propone en ella: la intemperie es la crisis que asoló
Argentina en 2001, la crisis del corralito
(de la que yo sigo hablando en mis clases de economía), y que desestabilizó el
país con revueltas en las calles y colapso económico.
Mairal toma la situación
económica y política de Argentina a principios del siglo XXI y, utilizando un
argumento semifantástico, que le acerca a los planteamientos de la novela
apocalíptica, va haciendo desaparecer su país, en una suerte de evolución
histórica invertida. Desde los modernos edificios del centro, en los que
trabaja la narradora, conoceremos los primeros síntomas del retroceso: ya no
funcionan los ordenadores. Después María Valdés trabajará en un burdel del
puerto, que nos acercará al caos arrabalero de principios de siglo en Buenos
Aires, y la llegada masiva de inmigrantes europeos, que en la novela se
transforma en una inmigración al revés: ahora son los argentinos los que van a
buscar una oportunidad a Europa o a Estados Unidos. Según la protagonista se vaya
adentrando en el campo, el lector lo irá haciendo en la tradición de la novela
gauchesca; lo que llevará a una evolución de la sociedad hacia el machismo y a
una religiosidad exacerbada. Para acabar acercándonos a la novela indigenista,
a obras como El entenado de Juan José
Saer, por ejemplo.
La voz narrativa de María Valdés,
una chica joven de la clase media urbana argentina, me ha parecido todo un
acierto; una persona que conserva el sentido crítico cuando todos a su
alrededor se van embruteciendo y la sociedad retrocede en un periodo de meses
hasta situaciones degradantes (desaparece el voto para la mujer, por ejemplo)
abolidas hace décadas. Su mirada descriptiva del horror, exenta de énfasis,
realza con potencia el tono tenebroso (cómo la muerte violenta, por ejemplo, se
hace cotidiana) de lo contado.
La narración es intensa en
acontecimientos; aunque tardé en leerla unos siete u ocho días, cuando llegué a
la parte en la que María ya ha salido de la ciudad (tras tres o cuatro días de
lectura), tenía la impresión de que llevaba leyendo el libro mucho tiempo, tal
era el vértigo que sentía ante la aceleración de los acontecimientos.
El pulso narrativo, gracias a su
prosa concisa, me ha parecido de un ritmo impresionante. Pedro Mairal ha creado
algunas imágenes muy poderosas y perturbadoras.
El año del desierto podría describir una fase previa, en la
degradación social apocalíptica, a la que plantea su compatriota Rafael Pinedo en Plop, narración con la
que entroncaría de forma muy apropiada.
Tanto Plop de Rafael Pinedo como El
año del desierto de Pedro Mairal me parecen novelas bastante superiores a La
carretera de Cormac McCarthy,
y sólo una cuestión de dominación cultural norteamericana puede explicar que
las dos primeras hayan pasado casi desapercibidas frente al enorme éxito que
tuvo La carretera en nuestro país.
Me resulta raro que Pedro Marial
no haya publicado ninguna novela nueva desde 2008.
Vuelvo a afirmarlo: El año del desierto de Pedro Mairal me
ha parecido una de las mejores novelas contemporáneas que he leído, y considero
a Pedro Mairal el mejor escritor hispanoamericano de los nacidos a partir de
1970.
No conocía al autor. La novela pinta muy bien. Me ha resultado extraño que pidas perdón por la historia interminable a mi me gustó.
ResponderEliminarBuscaré el año del desierto.
Un saludo.
Hola Godor:
ResponderEliminarLa novela pinta realmente bien.
A mí también me encantó Michael Ende de niño. Era una broma lo de pedir disculpas, porque al final parece que comentar libros de literatura hace que todo sea muy erudito y muy serio, y comparar un libro de adultos con uno más juvenil parece un poco sacrílego...
saludos
Hace un tiempo también leí Salvatierra, y me sorprendió que pasara desapercibida porque me pareció excelente, y como leo en tu crítica a mi también me supo a poco cuando la acabé.
ResponderEliminarRespecto al trasfondo social de este libro, creo que aquí ya hay más de un joven escritor que ha estado usando escenarios similares para narrar el declive económico y social que vive España, al menos por las reseñas que he encontrado por internet (Cenital de Emilio Bueso, o 2020 de Javier Moreno). Supongo que será un filón literario a explotar y que acabará por dar buenas novelas. Gracias por la reseña. Saludos.
Hola Joaquim:
EliminarPrecisamente tenía interés en esas obras de escritores españoles que comentas, Cenital o 2020.
La tradición de la ciencia ficción apocalíptica no es nueva en el mundo anglosajón. Yo, que crecí leyendo ciencia-ficción, ya leí unos cuantos buenos libros sobre el tema: La tierra permanece de George R. Stewart, las novelas de Ballard, las de Philip K. Dick, como Dr. Bloodmoney, que acaban de sacar de nuevo, Soy Leyenda de Richard Matheson...
Por cierto, tienes un buen blog. Te enlazo.
saludos
Muchas gracias. Un abrazo.
EliminarBueno, David, me has despertado el gusanillo de Mairal. La verdad es que Salvatierra fue tan sólo un bocado.
ResponderEliminarHablando de elementos fantásticos ya comentaré sobre mi lectura de ahora, que aborda el tema de una manera frontal y que me está resultando exigente, aunque por momentos muy emocionante: LA SAGA/FUGA DE J.B, o cómo los ciudadanos de una ciudad ficticia reivindican su realidad. La leche.
Saludos.
Hola Peri:
Eliminarapuntate este libro, que es muy bueno.
De Torrente Ballester no he leído nada, pero creo que están sus libros en la casa de mis padres, al menos algunos de ellos.
Imagino que estarán bien. Ya nos contarás.
saludos
Apuntado!!! Lo leeré sin duda, porque después de leer tu reseña has conseguido dejarme con la miel en los labios. Me atrae todo sobre la historia y además Pedro Marial me parece un escritor de los que sería muy interesante descubrir (no he leído nada de él).
ResponderEliminarGracias
Hola Marian:
ResponderEliminarMairal es un gran escritor, y este libro es impresionante. Seguro que te gusta mucho.
Lo raro es que un escritor como Mairal no sea más conocido, se lo merece.
saludos
Me obliga usted a leer esta novela con semejante reseña. La última vez que estuve en Madrid, en una librería, la busqué y se habían llevado el último ejemplar. Probaré suerte la próxima vez. ¡Viva el apocalipsis!
ResponderEliminarUn abrazo, caballero.
Hola Daniel:
EliminarSi eres de los que piensas que Plop es mejor que La carretera, El año del desierto es tu libro.
A ver si me dejan a mí hacer las fajas de los libros.
Por cierto, acabo de leer tu entrada sobre Gómez Arcos y me ha parecido un tipo más que interesante.
un abrazo
David
Soy de esos, sí señor. Además, soy de los que querrían reprocharle personalmente a McCarthy el final que le dio a esa novela. En cuanto a Gómez Arcos, se trata de una grata sorpresa que cayó en mis manos, un autor inesperado que me ha entusiasmado bastante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola a todos!
ResponderEliminarHacía tiempo que intentaba conseguir esta novela, pero en Argentina casi todos los libros de Mairal están agotados. Finalmente me hice con una edición de Stockcero y realmente no tiene desperdicio (la terminé en 2 tardes).
No solamente sorprende por la idea que plantea, el ritmo y la fuerza de la voz narrativa; sino que además es notable como todo lo que María Valdés va viviendo durante ese año regresivo se va ajustando a la verdadera historia de Buenos Aires, pero "en reversa". Es más, para aquellos que disfrutan de los giros y señas literarias escondidas en la trama, el relato tiene muchas referencias a cuentos de Borges y otros autores; y eso realmente la convierten en una verdadera perla.
La edición de Stockcero es muy recomendable para aquellos lectores no argentinos, o poco habituados a los giros y expresiones coloquiales del castellano que hablamos por estos lugares. Abundan las notas aclaratorias y explicaciones del sentido que el autor quiso darle a determinados pasajes, lo que realmente le aportan mucho al relato en general.
Gracias David por la recomendación y saludos a todos.
Carlos
Hola Carlos:
ResponderEliminarYa te dije que te iba a gustar este libro. Es impresionante.
Yo ahora estoy con otra obra simbólica y alegórica de la narrativa sudamericana: Casa de campo (1978) de José Donoso, una metáfora de la dictadura chilena, pero su simbolismo va más allá.
¿y Plop, lo has leído al final?
saludos
Hola David,
EliminarTodavía no leí Plop, pero ya la compré (junto con Salvatierra y Boomerang, que también me interesó).
En breve comentaré mis impresiones.
Gracias y saludos!
Carlos
Muy bien, Carlos:
EliminarPues ya nos contarás, saludos.