Editorial Joaquín Mortiz. 157
páginas. 1ª edición de 1977, ésta de 1998.
Para el viaje a San Francisco yo
me había llevado el libro de Los cuentos completos del Padre Brown,
de G. K. Chesterton, editado por Acantilado, pero, tras el cansancio del
largo viaje en avión y las primeras caminatas por la ciudad, me costaba llegar
al hotel y tomar el pesado volumen del Padre Brown. Sus cortas historias –unas
20 páginas– de pura trama, en las que hay que estar pendiente de cada detalle,
se me acababan escapando. Además, había empezado ya este libro hacía unos 10
días y quizás leer todos los cuentos
seguidos del Padre Brown, debido a la repetición de estrategias narrativas, fuera
excesivo. Así que cuando, como conté en la entrada del domingo pasado, descubrí
en la librería de segunda mano de Fort
Mason los libros de Jorge
Ibargüengoitia (1928, Guanajuato, México - 1983, Mejorada del Campo,
Madrid), decidí hacer un alto con el Padre Brown y ponerme con Ibargüengoitia.
De quien supe por primera vez al hojear, hace un par de años, en las mesas de
novedades de las librerías de Madrid, la reedición que RBA hizo de su libro Dos crímenes, con entusiastas
elogios de Javier Marías en la
contraportada.
En Las muertas (1977) Ibargüengoitia, siguiendo los pasos de
escritores como Rodolfo Walsh o Truman Capote, se propone reconstruir
la historia de unos crímenes reales a partir de los testimonios extraídos de
los juicios y de entrevistas a los implicados.
En la página 46 descubrimos el
momento desde el que la historia es contada: “El resultado de estos trabajos se
llamó el Casino del Danzón. Al contemplar este edificio en la actualidad (1976)
cuesta trabajo creer que fue construido hace apenas quince años”. Y los
acontecimientos narrativos se prolongan desde finales de los años 50 hasta la década
del 60.
Para situar la acción de este
libro –y para algunos otros también–, Ibargüengoitia se inventa el estado mexicano
del Plan de Abajo (al leer la novela yo pensaba que sí que existía, aunque
nunca hubiese oído hablar de él), que en la realidad se correspondería con su
estado natal: Guanajuato.
Las hermanas Arcángela y Serafina
Baladro han llegado a ser madrotas (dueñas de un prostíbulo) casi por
casualidad, por haber sido la primera de ellas usurera y, ante el impago de un
cliente, haberse quedado con su negocio: un burdel. Debido a la dificultad de
su venta, Arcángela decide regentarlo; para darse cuenta, en breve, de las
posibilidades lucrativas del negocio, en el que invitará a participar a
Serafina, y de forma más secundaria a otra de sus hermanas (que acabará, sin
embargo, implicada en la trama de acontecimientos). El negocio se expande y en
no demasiado tiempo las hermanas Baladro regentan con éxito tres prostíbulos.
Un negocio, con toda la doble moral que suele acompañarlo, no exento de un
cierto reconocimiento público de ascenso social: para la inauguración de la más
lujosa de sus casas las Baladro contarán con la presencia de un gran número de
notables de la región.
Pero las cosas cambian con la
llegada al Plan de Abajo de un nuevo presidente –Cabañas–, que, con su Ley de
Moralidad, empezará a acosar a las hermanas Baladro, a las que cerrará dos de
sus locales. Las madrotas se harán fuertes en su tercer burdel, fuera del
estado. Y quiere la casualidad que, debido a un extraño crimen de sangre,
también se clausure este negocio.
Las hermanas Baladro no están
dispuestas a perder sus inversiones e iniciarán una lucha burocrática para
conseguir de nuevo las licencias de sus locales. Mientras tanto, al no desear
renunciar a su capital humano (las prostitutas que trabajan para ellas),
concentran a sus chicas, de forma clandestina, en uno de los prostíbulos
clausurados. A partir de aquí, de esta convivencia en la sombra, los
acontecimientos siniestros perseguirán a los implicados en esta novela cada vez
más turbia.
El lenguaje que emplea
Ibargüengoitia para narrarnos esta historia tiene un profundo sabor mexicano.
Por ejemplo: “A la izquierda se divisa el valle de Guardalobos, uno de los más
fértiles del estado del Plan de Abajo, en el que no hay pedazo sin cultivar, en
donde no hay alfalfa fresa y lo que no es milpa es trigal. Hasta los huizaches
que crecen en las acequias están frondosos” (pág. 18).
El narrador, de forma continua,
se va adelantando a lo narrado (normalmente en tiempo presente); por ejemplo: “Serafina
entra en el templo (después se supo que encendió una vela…” (pág. 10), y,
cuando le faltan datos, especula: “Humberto Paredes siguió viviendo en el
México Lindo, pero por instrucciones de los que lo empleaban –parece– alquiló
una casa en la calle de Los Bridones, en donde en apariencia compraba y vendía
semillas” (pág. 59). Además, consciente de que lo narrado es un texto escrito
que él va elaborando, el narrador de vez en cuando nos lo recuerda; por
ejemplo: “Emprendieron el viaje a Salto de la Tuxpana (véase capítulo 1)” (pág.
129).
En todo caso, el orden de los
acontecimientos –con algún salto temporal– está distribuido en el texto con
gran sabiduría narrativa.
Pero quizás lo más curioso de Las muertas sea el tono que emplea el
autor para narrarnos su historia. Frente a la limpieza un tanto gélida de un
libro como A sangre fría, de Truman
Capote, Ibargüengoitia elige un tono marcado por el distanciamiento irónico. En
la página 109, tras hablarnos de los deseos que durante más de 10 años habían
tenido las Baladro de deshacerse de una de sus chicas, Ibargüengoitia escribe: “Es
posible que, con la falta de lógica propia de la avaricia, Arcángela haya
tenido la esperanza de que Rosa se volviera atractiva de la noche a la mañana y
lograra pagarle a la familia todo el dinero que debía”.
Y en esta expresión, la falta de lógica propia de la avaricia,
se esconde, parece decirnos Ibargüengoitia, la clave de esta historia tan
macabra como absurda.
También la ironía de
Ibargüengoitia dispara contra la corrupción de las instituciones de su país y
contra la burocracia, dejando en el texto un poso de Kafka mariachi: “A partir
de este momento, la averiguación sigue rutas burocráticas, se convierte en
papeles que se quedarán días enteros en el cajón, que se multiplican, que
regresan al punto de partida, que salen reexpedidos, que llegan a otra oficina,
que se quedan otros días en el cajón de otro escritorio. En este caso no sabe
uno de qué admirarse más, si de la tortuosidad o de la infalibilidad de la
justicia” (pág. 131).
Y después de saber cuáles han
sido las penas de prisión impuestas a todos los implicados en Las muertas, uno acaba el libro
enfrentado al cuaderno de cuentas de Arcángela, sin poder reprimir una sonrisa:
“La tercera parte del libro se titula Entregas.
Es lo que paga Arcángela a las autoridades para estar en paz con el municipio.
Por ejemplo, diez pesos diarios a los policías que estaban de turno en la
cuadra, sesenta al Presidente Municipal, sesenta al inspector de policía, etc.”
(pág. 153).
Me ha gustado mucho Las muertas, una de las obras maestras
de la narrativa mexicana de la segunda mitad del siglo XX. Un libro que se
sigue reeditando y leyendo mucho en México (me cuenta mi amigo el escritor
mexicano Federico Guzmán), que ya se
publicó en España en los años 80, y al que el lector español puede de nuevo
acercarse gracias a las reediciones que de este autor está realizando la
editorial RBA.
Leer a Ibargüengoitia, aunque escriba sobre putas asesinadas, me pone de buen humor. Me parece que es uno de los mejores elogios que se le pueden hacer a un escritor.
ResponderEliminarCuando Ibargüengoitia noveló el caso de las Poquianchis (el nombre real, y bastante novelesco, de las hermanas) no imaginó que lo que él veía como un caso aislado se convertiría en un infierno cotidiano en México. Creo que su libro puede verse como un precursor de la literatura de la violencia, en concreto de los feminicidios, y sin duda influyó en Bolaño.
Sobre este caso hay una buena película de Felipe Cazals, titulada precisamente Las poquianchis.
Abrazo!
Federico
Hola Federico:
ResponderEliminarCuando estaba leyendo este libro en San Francisco, como no tenía internet, no sabía hasta que punto esto estaba basado en algo real o no. Luego ya vi que debía ser bastante porque aparece en el texto una foto de las chicas del burdel que se corresponde con lo narrado.
Sobre la influencia de Ibargüengoitia en Bolaño hablo en alguna de las próximas entradas que colgaré aquí sobre este autor mexicano; me pareció verlo claro en La ley de Herodes.
saludos
Estas ruinas que ves me pareció un libro fantástico, al igual que Los relámpagos de agosto. El primero lo publicó en España Seix Barral, y parece que tenían intención de seguir con la obra del mexicano, pero algo falló. Reino de Redonda ha publicado de él Revolución en el jardín, tambien bastante recomendable. Pertenece, me temo, a la hornada de escritores hispanoamericanos solapados en España durante los años ochenta...Nos quedamos con el boom, que nos explotó en la cara, y la humareda no nos dejó ver más allá.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, propio del Padre Rayo...
Hola Detective:
ResponderEliminarEstas ruinas que ves es la siguiente entrada del blog.
El día del libro estuve en una charla en la Casa de América que se llamaba "Los olvidados del boom": Fresán habló de Onetti, Paz Soldán de Clarise Lispector y Volpi de Ibargüengoitia.
En los años 80 yo creo que se le publicó con normalidad, luego cayó algo en el olvido, y ahora hay un interesante rescate en España por parte de RBA.
Al principio me he perdido con lo del Padre Rayo; vale, se está prejubilando y viene al cole mucho menos que antes y ya le estoy echando de menos.
saludos
Empecé a leerlo anoche y me esta pareciendo muy bueno.
ResponderEliminarDe paso te aviso que acaban de reeditar "Las Varonesas" un libro de Carlos Catania, autor santafesino. Te lo recomiendo.
Hola Criticón:
EliminarEste libro es muy bueno, sin duda.
Esta reedición de "Las Varonesas" ha sido en alguna editorial española o que se pueda conseguir en España?
Saludos
Hola David. Te dejó un link donde se cuenta un poco la historia de "Las Varonesas". Por mas ridículo que parezca hasta hace un mes, el libro era imposible conseguirlo en Argentina, porque se editó durante la dictadura militar y enseguida fue censurado. Era más facil conseguirlo en España que en Argentina. De hecho, a mi me lo compraron en una libreria en Venezuela.
ResponderEliminarEl libro fue aclamado por Roberto Bolaño que nunca se acordaba bien el nombre del autor.
Para mi, es una de esas joyas literarias que pasaron (y pasaran?) desapercibidas. Por suerte, tengo el gusto de conocerlo a Catania, quien debe estar cerca de los 90 años.
http://labibliotecadeasterion.blogspot.com.ar/2013/03/las-varonesas.html
Hola Criticón:
ResponderEliminarPues ya me está picando la curiosidad. A ver si me hago con él.
Imagino que a estas alturas ya habrá acabado de leer Las muertas. Espero que le haya parecido un gran libro.
Gracias por el enlace.
Saludos
Hola David. Ando encantado con "Las muertas". De hecho, ahora quiero seguir leyendo más de este autor. Me gusta mucho como escribe.
ResponderEliminarOjala "Las Varonesas" te guste y puedas conseguirlo. La editorial es Six Barral.
Y me he olvidado de contarte que volveran a hacer el dia de "Glosa".
Fuerte abrazo.
Hola Criticón:
EliminarBusqué Las Varonesas en iberlibro, y está en varias librerías de segunda mano de España. Hay una en la que la venden a 4 euros sin gastos de envío. Para ser la primera edición es muy barato, creo que lo voy a pedir. Me picaste la curiosidad con este libro.
A ver si sigo con Ibargüengoitia, porque tengo dos libros suyos en casa sin leer.
Saludos
David, que bueno que encontraste el libro!!! Me alegro. Como te dije antes, era mas facil encontrarlo en España que en Argentina. Espero que disfrutes la lectura.
ResponderEliminarCuando lo termines, espero ver tus sensaciones.
Un fuerte abrazo.
Hola Criticón:
EliminarYa tengo el libro en casa. Un ejemplar de segunda mano, leído, pero en bastante buen estado de conservación. La primera edición de 1978 por 4 € es un gran precio, sobre todo si el libro es un gran libro como parece que así es.
Ahora estoy leyendo "La desesperanza" de José Donoso, también compré de segunda mano su primera edición de 1986 También está publicado en la misma editorial Seix Barral que "Las Varonesas".
Cada vez me gustan más los libros que publicaba Seix Barral en la década del 70 o 80, como entonces era una editorial puntera sus tiradas solían ser grandes y ahora es fácil encontrar esos libros en el circuito de las librerías de segunda mano a precios asequibles. También estuve comprando así las primeras ediciones de los libros de Manuel Puig.
Ya leeré "Las Varonesas" y lo comentaré en el blog. Así que he leído que tú conociste a Catania. He leído alguna entrevista que le hacen en internet y parece un escritor muy interesante.
Ya comentamos.
Un abrazo