Novelas I (1939-1954), de Juan
Carlos Onetti.
Editorial Galaxia Gutenberg. 1.070 páginas. 1ª edición de 1939-1954; esta
de 2005.
Edición de Hortensia Campanella. Preámbulo de Dolly Onetti. Prólogo de
Juan Villoro.
Uno de los libros con los que más
disfruté en 2017 fue Los adioses de Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1909-Madrid, 1994). Cuando acabé el
año e hice recopilación de las mejores lecturas me prometí a mí mismo que en
2018 leería La vida breve, que se supone que es la obra maestra de Onetti,
del que ya he leído un buen número de libros.
Cuando a finales de febrero de 2018
supe que tenía que embarcarme en una mudanza y que estaría, posiblemente, unas
semanas sin acceso a internet y sin encontrar tiempo (o un lugar tranquilo)
para sentarme y escribir una reseña, pensé que me convenía empezar a leer un
libro largo. Entonces consideré que tal vez era un buen momento para sacar de
la biblioteca de Retiro este volumen I de las Obras completas de
Onetti, que había hojeado más de una vez. En este libro podemos acercarnos a un
prólogo de unas 100 páginas (contabilizadas en número romanos) y 970 páginas de
novelas, que serían: El pozo (1939), Tierra de nadie (1941), Para
esta noche (1943), La vida breve (1950), Los
adioses (1954) y como anexo: Tiempo de abrazar (1934).
Una primera idea era leer el prólogo
y La vida breve. Al final decidí
empezar por el principio y seguir, a ver si me lo leía todo de un tirón. El
resultado ha sido éste: he leído las 100 páginas del prólogo y las tres
primeras novelas, El pozo, Tierra de nadie y Para esta noche; que en total suman 420 páginas. El pozo ha sido una relectura, porque ya
lo leí a los veinte o veintidós años, y Tierra
de nadie lo he leído dos veces. Este último fue justo el libro que me tocó en
medio de la mudanza (el mejor título para esta situación) y no pude leerlo con
continuidad; lo acabé (en su primera lectura) con la sensación de haberme
perdido. Una vez leído Para esta noche,
decidí volver a leer Tierra de nadie,
que ha cobrado para mí más sentido en esta segunda lectura.
Las 100 primeras páginas de
introducción me han gustado mucho (estoy por volver a leerlas, tal vez lo haga
cuando dentro de un tiempo vuelva a acercarme a este libro para leer, al fin, La vida breve).
Como decía, El pozo ha sido una relectura. Ya lo había leído hace, al menos,
veinte años. No recordaba su trama, pero sí la honda impresión que me causó en
su momento. El pozo tiene apenas treinta páginas, así que aunque está incluida
en este volumen de Novelas I,
podríamos considerarla un cuento largo. Alguien que al día siguiente va a
cumplir cuarenta años («Nunca me hubiera podido imaginar así los cuarenta años,
solo y entre la mugre, encerrado en la pieza», leemos en la página 4) se sienta
y escribe («Es cierto que no sé escribir, pero escribo de mí mismo», página 4).
El pozo recuerda al
tono desangelado de Apuntes del subsuelo de Fyodor Dostoievski. Un hombre se sienta
y escribe. A los quince años, este hombre trató de abusar de una chica de
diecisiete que murió unos meses después. La culpa le corroe. Este hombre tiene
ensoñaciones en las que aparecen tierras lejanas, y cuando trata de hablar de
ellas a desconocidos se topará siempre con la incomprensión. «Ésta es la noche;
quien no pudo sentirla así no la conoce. Todo en la vida es mierda y ahora
estamos ciegos en la noche, atentos y sin comprender» (pág. 30).
Una vez leídas las novelas Tierra de nadie y Para esta noche, resulta curioso comprobar que su primera novela (El pozo) tiene más que ver con su mundo
narrativo clásico que las dos obras siguientes. En El pozo ya nos encontramos al hombre adulto, decadente y superado
por un mundo turbio y sin esperanza, que se refugia en recuerdos de juventud
(casi siempre suele aparecer en el mundo de Onetti alguna muchacha joven que
representa un ideal de plenitud) y en ensoñaciones de tierras lejanas.
Tierra de
nadie, como ya he apuntado, la he leído dos veces. Es una novela claramente
urbana, ambientada en Buenos Aires: «Diecinueve y nueve, hora de Buenos Aires.
Atrás de la cortina y su moña roja estaba la ciudad. Tres millones de personas.
Y sin embargo, una vez al día, era forzoso oler un aire de provincias, lento y
sin madurar» (pág. 66). Tierra de nadie
es una novela coral. En ella, un grupo de hombres y mujeres relativamente
jóvenes deambulan por los bares y calles de Buenos Aires. Trabajan, beben,
quieren fundar una revista, se enamoran y filosofan sobre su condición de
sudamericanos, en contraposición a la de europeos. En el prólogo he leído que Tierra de nadie, publicada en 1941, es
una de las primeras novelas hispanoamericanas abiertamente urbana y moderna. Aunque
en algún momento se reflejan los pensamientos de los personajes, suele prevalecer
la narración de acciones, a veces sin una conexión clara entre sí, muy del
gusto de la nouvelle vague. Aunque,
eso sí, diez años antes de que se popularizara este movimiento cinematográfico
francés. En algún momento. Tierra de
nadie me ha hecho pensar en La colmena de Camilo José Cela, que se publicó en 1951. Luego también he pensado
en una de las primeras novelas de Juan José Saer, La vuelta completa,
publicada en 1966. En ella también se van entrecruzando personajes en el
territorio mítico de la ciudad (Santa
Fe) y hay un tono marcadamente existencialista. En La vuelta completa podemos leer: «La muerte era ridícula. No. La
vida era lo ridículo, ese salto mortal sobre el abismo». En Tierra de nadie leemos: «El primer
secreto consistía en que el disco giraba muy lentamente, despacio, despacio. El
segundo secreto era que la vida no tenía sentido» (pág. 162). Estoy seguro de
que Saer leyó a Onetti y que este autor fue una influencia para él.
Los personajes de Tierra de nadie deambulan por la ciudad,
como decía, hablan unos sobre otros y a veces cambian de pareja y también
sueñan con islas ideales en la Polinesia. Hacia el final de la novela se
produce un salto temporal casi imperceptible, que hace que algunos hechos
narrados cobren una nueva dimensión.
En la segunda lectura todo cobró más
sentido, aunque realmente ésta no es una novela con una trama demasiado hilada
y los personajes entran y salen de la narración muy libremente.
Una curiosidad: en Tierra de nadie aparece por primera vez
el personaje del cínico gordo Larsen, un habitual de las novelas de Onetti.
Para esta
noche, publicada en 1943, me ha parecido una novela extraña. En El pozo y en Tierra de nadie se filtran ecos lejanos de la guerra europea, y en Para esta noche Onetti escribe un thriller ambientado en el Río de la
Plata (o no, no queda claro, aunque sí que se trata de un país latinoamericano),
pero que el lector no sabe exactamente si es una novela bélica o de espías, o
quiénes son los países o fuerzas en juego. Ossorio busca con desesperación un
salvoconducto (¿para cruzar el Río de la Plata?) y durante una interminable
noche se irá cruzando con personajes a los que persigue o que le persiguen a
él. Todos ellos parecen pender de un hilo y viven cada minuto sintiendo que
puede ser el último. En un momento dado, Ossorio ha de hacerse cargo de una
niña de trece años. Ha sido él mismo quien ha propiciado su condición de
desamparo y se siente responsable de su suerte. Como en tantas historias de
Onetti, tenemos aquí de nuevo a la joven inocente que ha de moverse en un mundo
de adultos decadentes y desesperados.
Me ha encantado reencontrarme con El pozo, una novela corta que, como Los adioses, invita a ser leída de una
sentada. Unas páginas magistrales en cuya musicalidad uno podría perderse una y
otra vez. Pero, sin embargo, considero que Tierra
de nadie y Para esta noche no se
encuentran entre las novelas más importantes de Onetti, un escritor que ha
alcanzado cotas de perfección más altas que las mostradas aquí. Como ocurre más
de una vez al leer a este autor, el lector tiene que estar muy atento a la
narración, porque Onetti no hace muchas concesiones. No explica con detalle las
relaciones que unen a los personajes ni tampoco los motivos de sus actos. Al
igual que ocurre con William Faulkner,
la prosa de Onetti no es cómoda para el lector. A cambio, el ritmo de su
escritura es espectacular. Los párrafos de Onetti en cualquiera de sus páginas
se pueden leer como si se tratase de una partitura musical desgajada de una
trama. Onetti adjetiva como pocos escritores lo han hecho en español.
No he conseguido leer todo este
libro seguido; necesitaba un respiro, pero en 2019 leeré La vida breve. No voy a consentir que esta novela, la que se supone
que es la mejor de Onetti, se convierta en mi particular versión kafkiana de El
castillo.
Hola David:
ResponderEliminarGracias por tu reseña de las primeras novelas que has leído de Onetti.
Tus comentarios literarios son excelentes y nos ayudan a nosotros también lectores a entender mejor a los escritores.
Esperamos tu lectura de la novela La vida breve, para Vargas Llosa, y otros muchos escritores y críticos literarios es una de las grandes obras maestras que se han escrito en lengua española.
Sigo siempre tu blog y como le he comentado creo que es uno de los mejores blogs sobre literatura que hay disponible en español.
Te mando un saludo
Pablo
Hola Pablo:
EliminarMuchas gracias por tus amables palabras.
En serio, este año me tengo que poner seguro con "La vida breve". Es absurdo que lo retrase mas.
Saludos
MUÑOZ MOLINA: "ME GUSTA SU PUREZA ABSOLUTA"
EliminarDesplegable
«Lo que me gusta de Onetti es, por una parte, la pureza absoluta y la flexibilidad de la escritura, y por otra la creación de un mundo exclusivamente suyo, el de los personajes y los lugares de Santa María», escribe para 'La Esfera' Muñoz Molina. «Onetti nunca estuvo en la primera fila del llamado Boom, ni falta que le hizo, aunque le habría venido bien disfrutar en vida de un poco más de reconocimiento. No era exótico, a la manera de García Márquez, lo cual perjudicaba su difusión internacional; no escribía con guiños culturalistas de moda, como Cortázar. No daba grandes facilidades al lector. En su mundo se entra o no se entra. Pero el tiempo lo ha tratado mucho mejor que a otros. Es un caso parecido al de Rulfo o Ribeyro».
Muñoz Molina le trató y anda alargando un libro sobre él. «Ay, ese libro quedó interrumpido hace años, pero no se me va de la cabeza. Está escrito casi entero, en un cuaderno, a mano. El problema es el casi».
El académico de la Lengua, puesto en un brete, elige El astillero entre otras obras de Onetti como «la más representativa, más completa y más equilibrada de composición». «Llegué a Onetti por casualidad: cuando tenía 20 años lo vi entrevistado por Joaquín Soler Serrano en A fondo. Era 1975. Imagina ahora una entrevista de una hora entera a un escritor casi desconocido en la televisión pública», escribe el autor de Tus pasos en la escalera. ¿Relee a Onetti? «Continuamente. Cada vez que doy clases pongo alguna novela corta o cuento suyo como lectura obligatoria». / M. LL.
Mario Vargas Llosa sobre el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti:
ResponderEliminarSi uno hace un ranking de las cinco mejores novelas que se han escrito en lengua española en el siglo XX, sin ninguna duda pondría a La vida breve. Es un libro extraordinario, que incluso hoy en día no ha sido apreciado como lo que es porque es una novela enormemente compleja, original, sutil, conmovedora en muchas páginas y al mismo tiempo una novela difícil de abarcar en su totalidad porque está llena de insinuaciones, resonancias misteriosas que probablemente ni siquiera el propio autor tuvo conciencia de ellas.