jueves, 5 de septiembre de 2019

El pecado, por Alberto Gómez Vaquero


El pecado, de Alberto Gómez Vaquero

Editorial Carpe Noctem. 333 páginas. 1ª edición de 2019.

En diciembre de 2018 presenté en Madrid la novela Cerrar los ojos de Santiago Casero, publicada por la editorial Carpe Noctem. Meses después su editor que ha hecho llegar la novela El pecado de Alberto Gómez Vaquero (Valladolid, 1984). Alberto Gómez es licenciado en Periodismo, pero también estudia a distancia la carrera de Historia. Estuve en la presentación del libro y el autor comentó que uno de los siglos que más le apasionan es el IV d.C., algo que deja ver en esta novela, ambientada precisamente en esa época. El pecado habla de un personaje histórico que yo no conocía, Prisciliano (nacido en 340, aproximadamente, y fallecido en 385), que fue condenado a muerte por el emperador Magno Clemente Máximo, tras ser acusado de propagar ideas heréticas sobre el cristianismo. Como el propio Gómez apunta en una nota final, aunque Prisciliano es el personaje histórico que le inspira para escribir este libro, prefiere no nombrarlo por este nombre en ningún momento, y siempre se refiere a él con el apelativo de «el Doctor»; de este modo puede sentirse más cómodo creando una ficción en torno a esta figura.

En la década del 370 llega a un valle –situado en la actual provincia de Asturias– el Doctor, seguido por un conjunto de fieles. Son personas austeras, que promulgan la palabra de Jesucristo y que reniegan de los bienes materiales como camino de perfección. Esta nueva comunidad pasará a vivir en unas cuevas deshabitadas desde hace bastante tiempo y ayudarán a los habitantes de la región mientras construyen un templo. Una de las personas que se va a sentir fascinada por el magnetismo del Doctor será la joven Anü, hija de Aufidio, el hombre más rico de la región, que no verá con buenos ojos la relación de maestro-discípula que su hija iniciará con este hombre religioso del que no se acaba de fiar. El discurso del Doctor, además de estar a favor de los derechos de los pobres, también parece estar a favor de la posición de la mujer en la sociedad (en el contexto del siglo IV, claro): «—La mujer —había dicho un atardecer, frente a decenas de fieles— ha de guardar silencio cuando el hombre habla y no ha de creerse capaz de mandar, pero ha de ser en lo demás igual que el hombre. También la mujer puede ser pura, también puede figurar ella entre los elegidos y los santos.» (pág. 23). Anü se va a convertir en una de las protagonistas principales de la novela, una mujer a las que las reglas sobre los casamientos y el papel de madre para la mujer van a vapulear constantemente, impidiéndole desarrollar su vida y la van a llevar a una posición de víctima, frente a las posiciones de poder de los hombres.
Pero no sólo las mujeres van a sufrir en esta novela, también lo hará los campesinos pobres, como la pareja formada por Antonio y Elvira. Cuando pierden sus bienes, la mayor obsesión de Antonio será no volver a la condición de siervo y seguir siendo un hombre libre.
Si bien, sobre todo durante la primera parte de la novela, la narración nos habla de los habitantes del valle asturiano que ya he nombrado, según avanzamos en las páginas de El pecado aparecerá otro personaje principal: el militar Máximo, al que acompañaremos en sus campañas por Britania. Los capítulos que hablan del Doctor y la gente del valle se irán intercalando con otros en los que el personaje será Máximo. Estas dos tramas confluirán en los capítulos finales.

El pecado es una novela en la que no existe la idea de una trama principal; en sus distintos capítulos, Gómez nos acerca a las vivencias de su grupo de personajes, que reúnen a los más bajos de la sociedad de la época junto con los más altos. Así que, más que crear una trama, lo que hace Gómez es recrear un fresco de la época. Este tipo de construcción tiene el problema de que si la época elegida no genera suficiente interés en el lector su atención pueda bajar en algunos momentos. La época elegida, el último cuarto del siglo IV d. C., un momento en el que se está desmoronando el Imperio Romano y la población vive con miedo a los saqueos y ataques de bandas de ladrones y bárbaros, es un tiempo de cambios convulsos, en el que la religión católica se está expandiendo, sin embargo, hasta los rincones más lejanos de Roma. Las luchas por el poder serán militares, pero también religiosas, ya que la Iglesia se está consolidando, pero a la vez surgen grupos, como el del Doctor, que pueden hacerle perder parte de su poder. En el comentario final, Alberto Gómez relaciona este periodo de crisis e incertidumbre que ha elegido para su novela con la crisis de 2008.

En la propia presentación del libro, Gómez comentó que el lenguaje que da a los personajes de la novela es una recreación absolutamente libre, usando un castellano neutro actual, algo que considera habitual en las novelas de época. Al final de la novela existe un glosario de tres páginas con el significado de algunas palabras latinas.
El pecado está escrito en tercera persona y el narrador se dedica a describir las escenas por encina de los pensamientos de sus personajes. Cuando aparecía uno nuevo se le describía físicamente y siempre (no recuerdo excepciones) se comenzaba esa descripción con el binomio «alto/bajo». Creo que el texto se hubiera enriquecido si el autor se hubiera centrado de manera más clara en describir los pensamientos y las percepciones de la realidad de los personajes.
El uso metafórico se adecua a la época, con profusión de comparaciones que tienen que ver principalmente con la naturaleza. Así, por ejemplo, leemos en la página 167: «la casa le pareció a Anü uno de esos hormigueros que podían verse en verano, cuando los pequeños insectos corrían de un lado a otro, abriendo senderos y transportando bajo tierra cuanto pudiera servirles de alimento para el futuro.»

Yo prefiero que un escritor me hable de su propia época y su entorno, y lo cierto es que nunca he sido un aficionado a la novela histórica. Sin embargo, entiendo que los seguidores de este género literario (y sé que a una gran parte de ellos les gustan las llamadas «novelas de romanos») podrán disfrutar perfectamente de los tiempos convulsos, tan similares en algunos aspectos a los actuales, que Alberto Gómez dibuja en El pecado.

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