domingo, 31 de diciembre de 2017

LAS MEJORES LECTURAS DE 2017

Como ya es tradicional, desde diciembre de 2009, publico hoy la lista con mis diez mejores lecturas del año. Una lista que recuerda los mejores libros que he leído este año. El orden es el de lectura.
Igual que me ocurría el año pasado, de los diez libros que aquí señalo no he publicado la reseña de cuatro. Lo haré en 2018.

1) LOS DIARIOS DE EMILIO RENZI (LOS AÑOS FELICES), RICARDO PIGLIA
En 2017 he leídos los tres volúmenes del diario, y lo recomendable sería leer los tres seguidos. De los tres destaco el segundo, que es el que más me gustó.



2) MANUAL PARA MUJERES DE LA LIMPIEZA, LUCIA BERLIN
Gran rescate para el mundo del relato.



3) LA URUGUAYA, PEDRO MAIRAL
Estupenda novelita corta. Esperemos que se reediten en España todas las obras de Mairal.



4) LOS ADIOSES, JUAN CARLOS ONETTI
Una prosa hipnótica. Espero leer en 2018, por fin, La vida breve.



5) RELATOS COMPLETOS, JOHN CHEEVER
Un monumento al relato breve. A principios de 2018, va a reeditar estos cuentos Random House. Entonces publicaré la reseña.



6) MÁSCARA, STANISLAW LEM
Lem es un maestro de la ciencia-ficción y la fantasía. Gran libro de relatos.



7) NUEVAS TEORÍAS SOBRE EL ORGASMO FEMENINO, DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR
Un libro de relatos muy actual y que me sorprendió mucho.




8) NOTICIAS DEL IMPERIO, FERNANDO DEL PASO
Un librazo con trasfondo histórico mexicano.




9) CARTUCHO, NELLIE CAMPOBELLO
Una joya mexicana desconocida. Sin ella no existiría Pedro Páramo de Juan Rulfo.




10) SOLENOIDE, MIRCERA CARTARESCU
Este año también leí Nostalgia, que podía haber entrado perfectamente en esta lista, pero siempre he preferido no poder dos títulos del mismo autor.



martes, 26 de diciembre de 2017

Réplica, por Miguel Serrano Larraz.

Editorial Candaya. 189 páginas. 1ª edición de 2017.

Ya comenté la semana pasada que fui el primer comprador de Réplica de Miguel Serrano Larraz (Zaragoza, 1977) en la caseta de la editorial Candaya de la Feria del Libro de Madrid, y que me apetecía leerlo tras haber disfrutado tanto de la novela Autopsia. En la presentación de Réplica en Madrid acabé comprándome Órbita, y he leído los dos seguidos. Ya comenté Órbita la semana pasada.

Si bien los cuentos de Órbita eran nueve, los de Réplica son doce. El número de páginas es más o menos igual en los dos libros, pero no el número de palabras, ya que mientras que las páginas de Órbita contienen 30 renglones, las de Réplica albergan 32. Lo he contado. Sabía que tardaba más en leer las páginas del segundo libro que las del primero. Así que en Réplica hay tres cuentos más que en el otro libro y en general son algo más cortos.

Algunos de los cuentos de Réplica habían aparecido previamente en revistas o en libros colectivos. Este detalle me parece importante, porque marca la temática de algunos de ellos.

El libro se abre con Recalificación, que habla del dueño de un pequeño comercio de barrio que verá amenazada su supervivencia por la construcción cercana de una gran superficie comercial. Recuerdo temáticas parecidas en algún cuento de Ignacio Martínez de Pisón. Me gusta mucho el cierre poético y sorpresivo del cuento. Y sobre todo me gusta la seguridad que muestra Serrano Larraz en su prosa, elegante y contundente, sin barroquismos, pero honda y firme.

Un tiempo muerto es el relato correcto que un profesional hace por encargo. Ya he comentado antes que algunos de estos cuentos han aparecido antes en libros colectivos, y éste lo hizo en Tiros libres. Relatos de baloncesto (Lucercalia, Alicante, 2009). No estoy seguro de que Serrano Larraz hubiera elegido esta temática si escribiera pensando simplemente en publicar un volumen de cuentos. Me llama la atención la temática deportiva, pero al final el autor lleva este elemento a su terreno y la pista de baloncesto se transforma en una excusa para volver a sus obsesiones: las relaciones familiares, la soledad, la búsqueda de la identidad y la extrañeza.

Me encanta el tercer cuento, Oxitocina. Es uno de mis cuentos favoritos del libro (o mejor dicho, de los dos libros, Órbita y Réplica). Es un cuento sutil sobre la relación entre un hombre soltero y su sobrina de cuatro años. De fondo se insinúa, entre sombras, la existencia de una enfermedad de la madre. El cuento incide en la extrañeza de la vida y la familia de forma muy poética. Una delicia.

Central es un cuento en el que se narran diversos momentos de la vida de una mujer. Me parece un relato de temática un tanto dispersa, y el interés se acaba escurriendo entre sus costuras. Después de leer Oxitocina, Central me ha gustado bastante menos.

El protagonista del cuento El payaso se llama Miguel. Un Miguel que el lector de la obra de Serrano Larraz podría identificar fácilmente con el propio autor. De hecho, de forma irónica parece estar hablando de su propia trayectoria literaria. En la página 56 leemos: «Hace unos años, cuando Miguel publicó Los gatos escaldados, su primer volumen de relatos, se produjo un equívoco similar. Varias personas del mundo literario le dijeron que uno de los cuentos plagiaba de forma descarada los procedimientos narrativos de Roberto Bolaño. No supo cómo decirles que en realidad él había querido escribir una parodia de los relatos de Roberto Bolaño». Podríamos pensar que el libro Los gatos escaldados es Órbita y el cuento del que habla podría ser el primero del libro. Si Serrano Larraz, como se insinúa aquí, siguiendo el juego propuesto en este cuento, quiso escribir una novela de humor con Autopsia, está claro que no lo consiguió. Pero como se apunta en el propio cuento: toda literatura parte de un equívoco. Me ha gustado este relato metaliterario.

Considero que la idea compositiva de La disolución, con una entrevista sugerida que se le está haciendo a un par de ancianos que hablan de sus hermanos cuando todos eran niños, está por encima de su resolución. Me ocurre igual que con el cuento Central: en estos relatos, Serrano Larraz parece escribir novelas en miniatura, y siento que se dispersan los temas narrativos.

La tabla periódica, con sus escasas tres páginas, me ha resultado demasiado corto y su intensidad dramática no ha llegado a emocionarme.

Me gusta mucho Media Res, que es otro cuento que ya apareció en un libro colectivo (Dopperlgänger: Ocho relatos sobre el doble, Jekyll&Jill, 2011). Es un gran relato negro, algo que no me esperaba encontrar en este libro. He agradecido esta rotura de mis expectativas.

Azrael, sobre la búsqueda de un libro en una librería que sólo vende las obras de autores muertos, es un cuento muy bolañiano. Una amenaza incierta lo recorre de principio a fin. Me gusta.

La frontera es un cuento curioso sobre una chica inmigrante que narra sus vacaciones de Navidad en España. Le sienta bien la no definición, la resolución nebulosa.

Logos me ha parecido un claro homenaje al Stanisław Lem de los cuentos de Máscara, que da la voz narrativa a una inteligencia artificial. Es irónico, pero me ha resultado demasiado distante.

El último cuento, el titulado Réplica, con sus casi 40 páginas, podría ser considerado una novela corta. Contiene algunas de las mejores páginas que he leído de este autor, y para mí es el mejor cuento de sus dos libros de relatos. En la presentación de Réplica en Madrid, Serrano Larraz apuntó que uno de sus temas narrativos predilectos era el de «la identidad». En este cuento, un narrador que se puede identificar fácilmente con el autor habla al lector de los diferentes personajes con los que le han confundido a lo largo de su vida; en muchos casos se ha tratado de músicos con el pelo largo (un rasgo físico que comparten narrador y autor). «En una etapa de mi vida, la más importante (duró aproximadamente tres años), la gente, los desconocidos, me confundía con Enrique Bunbury, el que había sido cantante del grupo Héroes del Silencio. Es la más importante por su duración, por su frecuencia, por su intensidad, pero también por la edad que tenía yo entonces, por lo que tuvo de educación sentimental», leemos en la página 155.
Diría que éste es el cuento más personal del libro y a la vez en el que quedan más latentes los intereses narrativos de Serrano Larraz: su indagación en el «yo» de una forma paródica y cómica que, sin embargo, no deja de ser desoladora. El cuento Réplica está englobado de forma clara en el mismo mundo narrativo del que partía Autopsia; y lo complementa y glosa de manera muy eficiente.


Ya he comentado que he leído seguidos los dos libros de cuentos de Miguel Serrano Larraz: Órbita y Réplica. Han transcurrido ocho años entre la publicación de uno y el otro, y entre medias ha tenido lugar la escritura de la novela Autopsia. Si Órbita era un libro de formación muy prometedor, con algunos cuentos buenos, Réplica es una obra de madurez, la confirmación de un talento que partía de forma demasiado evidente, en algunos casos, de las poéticas de Roberto Bolaño o Julio Cortázar. A pesar de que en este segundo volumen de cuentos nos encontramos con piezas más logradas que otras, como suele ocurrir en un libro de relatos, la sobriedad y la elegancia en el lenguaje de Réplica me ha parecido más conseguida que en Órbita. Réplica es un libro de cuentos muy maduro, con algunos relatos (Oxitocina, El payaso, Media res o Réplica) muy valiosos.

domingo, 17 de diciembre de 2017

Órbita, por Miguel Serrano Larraz.

Editorial Candaya. 186 páginas. 1ª edición de 2009. 

En enero de 2017 leí Autopsia, la primera novela de Miguel Serrano Larraz (Zaragoza, 1977), publicada en la editorial Candaya. Fue un libro que, como comenté entonces, me gustó mucho. En junio de 2017, vinieron a la Feria del Libro de Madrid por primera vez Olga Paco, los editores de Candaya. Me pasé a visitarle y compré el primero ejemplar de Réplica que se vendió en la Feria. Hacia finales de septiembre, Serrano Larraz y sus editores vinieron a Madrid para presentar este libro de relatos y me pasé a saludarles. Al final compré, en la librería Nakama, donde tuvo lugar la presentación, Órbita, el primer libro de relatos de Serrano Larraz publicado en Candaya, del que había oído hablar bien. En octubre de 2017 he leído los dos libros de cuentos seguidos en orden cronológico. 

Lo primero que se encuentra el lector al abrir el libro es un prólogo firmado por Manuel Vilas, con fecha de diciembre de 2008. En él, nos encontramos con términos como «literatura mutante», «afterpop» o «literatura Nocilla» para referirse a los cuentos de Serrano Larraz. Este prólogo ha supuesto para mí todo un viaje en el tiempo. Me he acordado, de repente, de que, por aquellos días, se hablaba de literatura en España con aquellos términos que, hoy, casi una década después, me han sonado perfectamente vacíos y pomposos. También apunta Vilas que Serrano Larraz tiene un «mundo propio» y que, en sus composiciones, se puede apreciar la influencia de escritores como Roberto Bolaño o Julio Cortázar; apreciaciones con las que estoy de acuerdo. Pero, ¿qué sería entonces un cuento «afterpop»? La verdad es que no lo sé, simplemente creo que Vilas habla de una narración posmoderna, donde se mezclan referencias a la baja y la alta cultura, y no del todo realista. Nada nuevo bajo el sol, en realidad. No quiero decir con esto que los cuentos de Serrano Larraz no sean interesantes, en absoluto. Ahora hablaremos de ellos. 

El volumen se abre con un cuento que da título al libro, Órbita, que empieza con la siguiente dedicatoria: «Para B». Intuyo que B no es otro que Roberto Bolaño, al que sé que Serrano Larraz llegó a conocer en Barcelona. Este cuento, sobre un niño superdotado que empieza a sentir fascinación por un escritor científico, es un claro homenaje a Bolaño. La influencia del cuento Sensini (el primero de Llamadas telefónicas) es clara: la soledad del genio (o del escritor), la admiración por una figura que no acaba de ser la de un triunfador, con el que se cartea, la presencia continua de una sensación de amenaza y la inclusión en el texto de nombres de escritores. Los dos protagonistas del cuento quedan en la calle Tallers, aquella en la que vivió Bolaño en sus años de Barcelona. El homenaje es claro. 
Serrano Larraz ha estudiado Ciencias Físicas, y la presencia de términos científicos o matemáticos recorre este libro, dándole un aire propio bastante particular (algo que desaparece en Réplica). 
Órbita es un buen cuento que seduce al lector de forma inmediata. Aquí está ya ese decorado de colegios y calles de Zaragoza que tan atractivo resultaba en Autopsia. 

Perspectivas es un cuento fantástico sobre un muerto que vive en una máquina de tabaco. Quizás aquí sea más clara la influencia de Cortázar, o incluso la de Boris VianPerspectivas me parece un cuento de concepción y ejecución mucho más sencilla que Órbita y me gusta menos. Diría que es un cuento de búsqueda y formación, escrito años antes que Órbita. 

Shaman´s Blues es un cuento que carece de nudo narrativo, o bien éste es mínimo, un cuento que –como apunta Vilas en el prólogo– se sustenta con el lenguaje. Esta apreciación me parece cierta, aunque en algunas páginas de la narración la sobrecarga metafórica y referencial acaba siendo excesiva. El cuento apunta caminos narrativos que Serrano Larraz desarrollará en Autopsia, sobre la vida nocturna de su juventud en Zaragoza. En este cuento se habla de «el Letrista», que componía canciones para el grupo por El Niño Gusano. Este personaje hace referencia al músico Sergio Algora. En él también estaba basado el personaje dj Castorp de Autopsia. Me quedo con el desarrollo más maduro que hace Serrano Larraz de estos temas en su novela. 

Y sólo del amor queda el veneno me ha parecido un cuento muy clásico, que como Perspectivas me parece de una época anterior a las piezas más logradas del conjunto. Aquí se hace un uso tímido del humor. 

Estrategia del aplauso, con una pareja de amigos tratando de alterar la realidad para epatar a terceros, es un claro caso de cuento en la línea de extrañeza y juego de Julio Cortázar. Para que el homenaje sea completo no faltan ni tan siquiera las referencias a la música jazz. 

Y así sucesivamente vuelve a ser un cuento que homenajea a Roberto Bolaño. En el cuento de Serrano Larraz un joven comienza a volverse loco al encontrar extrañas coincidencias en las matrículas de su pueblo. En una de las narraciones de Los detectives salvajes (si no lo recuerdo mal) había un personaje que también se topaba con extrañas casualidades numéricas que le habían ganar la lotería. Serrano Larraz lleva la historia a su terreno: Zaragoza, la juventud extraviada y las ciencias. 

Me gustan bastante los tres cuentos largos con los que finaliza el libro. 

Cuerpo y alma me parece uno de los cuentos más maduros del libro. Un cuento sobre relaciones que acaban y terminan, con una tristeza bastante adulta. Cuerpo y alma adelanta el camino que luego se recorrerá en las páginas de Réplica. 

Zaragoza, a 8 de noviembre de 2002 (segundo premio) me gusta también mucho. Es uno de los cuentos más originales. En él, un novio abandonado le escribe una larga carta al escritor peruano Alfredo Bryce Echenique. Una carta que espera entregarle en mano unas horas después, cuando vaya a visitarle a una librería de Zaragoza en la que estará firmando libros. Bryce Echenique era el autor favorito de su novia y el novio espera su intercesión benéfica. Con ironía se habla aquí de la insignificancia social de la literatura. 

Últimas señales también es una de las piezas más destacadas del libro, un cuento que habla de la relación entre dos hermanos, y la de éstos con sus padres. Quizás su final, de una redondez un tanto excesiva, le hace perder –paradójicamente– un poco de fuerza. 

Ahora que escribo esta reseña, puedo apuntar que ya he leído los tres libros que Miguel Serrano Larraz tiene publicados en Candaya y creo que me hubiera gustado leerlos en orden cronológico. Al haber empezado por Autopsia, una novela muy sólida y madura, que me gustó mucho, tengo la impresión de que mis expectativas eran demasiado altas con Órbita. Esta colección de cuentos está publicada cuatro años antes que la novela, y supongo que recoge narraciones de diversos periodos de la formación de Serrano Larraz. Nos encontramos aquí con cuentos bien resueltos: ÓrbitaEstrategia del aplausoCuerpo y almaZaragoza, a 8 de noviembre de 2002 (Segundo Premio) Últimas señales. Aunque a alguno de ellos se le nota demasiado el homenaje (Bolaño en el caso del primero y Cortázar en el segundo), estos cuentos se mezclan aquí con otros más titubeantes (PerspectivasShaman´s BluesY sólo del amor queda el veneno o Y así sucesivamente).

Si me hubiera acercado a Órbita sin conocer Autopsia, habría pensando en un debut prometedor. La promesa se confirmó en Autopsia, efectivamente; pero al volver hacia atrás he sentido más las costuras de la escritura, lo que en realidad no es algo malo. Órbita es un buen libro (con los desequilibrios de la búsqueda de una voz propia), pero –y de esto ya hablaré la semana que viene–, como era de esperar por otro lado, Réplica es mejor. 

domingo, 10 de diciembre de 2017

Nostalgia, por Mircea Cărtărescu

Editorial Impedimenta. 375 páginas. 1ª edición de 1993; ésta es de 2016. 
Traducción de Marian Ochoa de Eribe. 
Introducción de Edmundo Paz Soldán. 

Llevaba muchos años oyendo hablar de Mircea Cărtărescu (Bucarest, 1956), uno de los buques insignia de la editorial Impedimenta. Hace unos años estuve a punto de acudir a la presentación en Madrid de uno de sus libros porque iba a estar allí el autor, pero al final lo dejé pasar. Consideré, en aquel momento, que no debía interesarme por más escritores nuevos. Pero los comentarios favorables sobre Cărtărescu seguían llegándome. Sobre todo había oído hablar de El ruletista, del que (hasta hace no mucho tiempo) no estaba seguro de si era un cuento o un conjunto de cuentos. En la Feria del Libro de Madrid 2017 me acerqué a la caseta de Impedimenta y me apeteció preguntarles a sus editores, Enrique Redel y Pilar Adón, qué libro de Cărtărescu me recomendaban para empezar con él. Sin dudarlo me señalaron Nostalgia. Yo les hablé de El ruletista, y me comentaron que Nostalgia lo incluye, pues es su primer relato. Así que me compré Nostalgia y me he puesto con ella hacia finales de septiembre, cuando ya estaba anunciada la salida de la última novela de nuestro autor rumano, Solenoide, de la que me hablaron sus editores en la feria y que la crítica apunta que es su mejor libro. 

Nostalgia está compuesta por cinco narraciones. Algunas, de unas 30 páginas, podrían ser calificadas de relatos, y otras, de unas 150 páginas, son ya novelas cortas o simplemente novelas. Cărtărescu publicó este libro en 1993, cuando ya se había labrado una reputación en Rumanía como poeta. Esta obra le situó también a la cabeza de los prosistas de su país. 

El ruletista aparece en una primera parte del libro titulada Prólogo. En este relato, un escritor conversa con el lector y le anuncia que le va a contar la historia de uno de los vecinos del barrio de su infancia. Es normal que el narrador interrumpa la historia contada para hacer alguna reflexión y convertirse a sí mismo en un personaje del relato. Esto que, en principio, parece un recurso narrativo del siglo XIX, es empleado con mucha gracia y soltura, y en realidad se convierte más en un elemento posmoderno, puesto que juega con los límites de la propia escritura. 

El ruletista es un cuento redondo sobre la suerte y el destino. Un texto en el que podemos sentir la influencia de Jorge Luis Borges y su gusto por la paradoja. Aquí, los personajes quedan supeditados a la anécdota, y se dibuja para ellos una psicología que tiende más a lo fantástico y mítico que a lo racional. Es difícil no sucumbir al encanto y el talento de Cărtărescu después de acabar este cuento, todo un clásico moderno. 

El cuerpo central del libro se titula, precisamente, Nostalgia, y está formado por tres narraciones: El Mendébil, Los gemelos y REM. El primero es un relato extenso, y en los otros dos casos podemos ya hablar de novelas. 
Estas tres narraciones tratan sobre la infancia y la adolescencia. Si bien El ruletista transcurría en una ciudad innominada que el lector podía suponer que era Bucarest, en esta parte central del libro la localización narrativa se hace más explícita y sobre todo aparece, de forma recurrente, una avenida de la ciudad llamada Stefan cel Mare. «Soy, como ya sabéis, un escritor ocasional. Solo escribo para vosotros, queridos amigos, y para mí. Mi verdadera profesión es aburrida, pero a mí me gusta y conozco muy bien sus trucos», leemos en la primera página 43 de este relato. De nuevo, y éste es un recurso que se repite en las distintas historias de este libro, tenemos aquí a un narrador que, de forma consciente, le informa al lector de que le va a contar algo. Aquí también cobrará importancia la descripción de los sueños, un elemento que acaba siendo crucial en el estilo compositivo de Cărtărescu. El narrador nos hablará de la época en la que era un niño de siete años y disfrutaba de uno de los largos veranos de la infancia. Al barrio llega un niño nuevo –el Mendébil– que primero sufrirá acoso por parte del resto y luego les seducirá con sus historias, para volver a caer en desgracia cuando los demás se percaten de que es sexualmente más adelantado que ellos. Esta idea de la sexualidad no aceptada por los niños se repite en las demás narraciones de este cuerpo central de Nostalgia. Cuando se describen las historias que cuenta el Mendébil a los otros niños he vuelto a pensar en la imaginación de Borges, un autor al que sin duda (acaba citándolo en un cuento) Cărtărescu admira.  

Los gemelos trata sobre la ambigüedad sexual de un joven. El cuento arranca con el protagonista masculino vistiéndose de mujer. Luego empezará a narrarnos su historia: su rechazo de la sexualidad en un campamento de verano (esta parte, en la que se describe la infancia, tiene mucho que ver con El Mendébil), para hablar posteriormente de su enamoramiento de una joven compañera de clase. El narrador le está contando su historia a los médicos del centro psiquiátrico en el que se encuentra internado. La narración se mantiene, durante bastantes páginas, dentro de los cánones del realismo (aunque con algunos toques alucinados), para acabar desbordándose en un alarde de imaginación y creatividad. En este sentido, Cărtărescu es un escritor muy dotado para romper con las expectativas del lector. 

REM es la narración más larga del libro. El lector debe tener cuidado al acercarse a ella y no perderse en el juego de narradores inicial: el narrador nos cuenta que está en una habitación con dos amantes. «Doy vueltas por la estancia cada vez más agitado. Mis patas, mis garras, mi vientre transparente ocupan toda la habitación, que resplandece cada vez más en el ocaso inversa» (pág. 201). El narrador, como podemos ver, es un ente indefinido que dará la voz narrativa a un chico, más joven, y también a una mujer, que le contará a su amante una historia que vivió en su infancia, cuando su madre estaba enferma y tuvo que pasar una temporada de verano en casa de una tía. Esta narración es enormemente imaginativa y fantasiosa.  

En el prólogo del libro, Edmundo Paz Soldán escribe: «Un cuento prodigioso –en más de un nivel– como REM puede remitir a Borges, pero también a Lewis Carroll y a Bruno Schulz, esos dos grandes narradores de la infancia y la juventud como territorios de lo mágico». Suscribo el comentario de Paz Soldán. Lo cierto es que había leído el prólogo antes que los relatos (hubiera sido mejor dejarlo para el final), y tal vez mi cabeza estaba buscando ya las referencias a Borges, Carroll y Schulz, pero, puesto que son tres escritores a los que he leído, me gustaría pensar que habría acabado pensando en ellos igualmente, aunque me hubiese saltado el prólogo. La referencia a Borges es evidente, puesto que REM acaba siendo una especie de Aleph. También lo es la referencia a Carroll, con unos relojes cuyas manillas dan vueltas de forma descontrolada y unos agujeros en la tierra por los que se adentran las protagonistas infantiles. Bruno Schulz en Madurar hacia la infancia hace que la imaginación infantil se adueñe del relato, igual que hace aquí Cărtărescu. 

Además de los sueños y los juegos con el narrador que interviene en la historia, en estos relatos se repite siempre una obsesión del autor: la presencia inquietante de las arañas y las telarañas. 

En la página 216, el narrador animalizado (que en realidad parece un espectro) se dirige al lector: «Esto se alarga tanto que, querido lector, me siento obligado a llenar tu espera con algo. No creo que te venga mal que te cuente algo más sobre Vali (…). Él escribirá, por ejemplo, dentro de dos años (desvelo esto sólo para que os hagáis una idea de sus posibilidades como novelista principalmente) la primera historia de este volumen, El ruletista». Las cinco narraciones (y sobre todo las tres centrales) del libro están fuertemente unidas. 

Después de un desarrollo fuertemente imaginativo y fantástico, hacia el final de REM leemos: «Naturalmente, en cuanto llegué a casa la magia se esfumó» (pág. 339), y aquí la narradora parece despedirse ya de la infancia. 

El quinto relato está situado en una parte del libro llamada Epílogo; se titula El arquitecto. Su estilo literario lo emparenta con El ruletista. Aquí nos encontramos con un arquitecto que empieza a obsesionarse con los cláxones de los coches, lo que le lleva a crear todo un mundo musical. Este cuento se puede relacionar con Kafka y sus artistas del hambre o del trapecio. 

En resumen, Nostalgia me ha parecido un libro inmenso, todo un clásico moderno. Y Mircea Cărtărescu un escritor dotadísimo, que bebe de algunos clásicos de los siglos XIX y XX (Lewis Carroll, Franz Kafka, Bruno Schulz o Jorge Luis Borges), pero tratados de una forma muy original. Realismo que se rompe cuando el lector menos se lo espera, juegos de narradores, prosa trabajada y muy imaginativa… toda una delicia de lectura. Muy recomendable. 




domingo, 3 de diciembre de 2017

Un paseo por la desgracia ajena, por Javier Moreno

Editorial Salto de página. 169 páginas. 1ª edición de 2017. 

Javier Moreno (Murcia, 1972) le pidió a Pablo Mazo, el editor de Salto de página, que me hiciera llegar su último libro de relatos, y éste se materializó en mi buzón. Lo cierto es que –según mi propio código ético de reseñista aficionado– no me siento con obligación de leer los libros que llegan a casa sin que yo los haya solicitado (cuando esto sí ocurre, estoy obligado, por el mismo código ético, a leerlos y reseñarlos en un periodo de tiempo razonable), y, sin embargo, decidí que sí iba a leer Un paseo por la desgracia ajena. Nunca hasta ahora había leído nada de Javier Moreno, pero sí reseñas sobre sus libros, y me parecía que sus propuestas sonaban interesantes. También he coincidido con él en diversas presentaciones de libros durante los últimos años y me parece una persona cordial, que además posee grandes conocimientos de literatura. Sabía que era profesor de instituto y había supuesto que su asignatura sería Lengua y Literatura, pero descubrí hace poco que en realidad da clases de Matemáticas (yo también he sido profesor de Matemáticas durante bastantes años y esto hace que me sienta cercano a Javier). Creo que este dato, la formación matemática, acaba siendo relevante a la hora de componer sus relatos, que reflejan (como apuntó el escritor Miguel Espigado en la presentación del libro) una mente científica. 

Un paseo por la desgracia ajena está formado por diecisiete relatos, lo que hace que los cuentos tengan una media de diez páginas (los hay de cuatro y también de más de veinte). El primero se titula Boca abajo y se desarrolla en el interior de un coche en que viaja una pareja con su hija. Es un relato tenso que tiene que ver, en última instancia, con la casualidad y las leyes del azar (aquí se puede observar esa predisposición científica de la que habló Espigado el día de la presentación). Dos relatos más comienzan dentro de un coche: Gota de ámbar y Coche fúnebre. Este dato del escenario cerrado y minúsculo me parece significativo, porque Moreno compone sus cuentos creando mundos asfixiantes y autoconscientes; reales, pero un tanto distorsionados. Gota de ámbar –el segundo cuento– es un gran relato sobre el dolor que conlleva la pérdida de un hijo. Coche fúnebre, en cambio, es más bien un relato cómico, de un humor negro un tanto desangelado, que cae en el absurdo, muy presente en este libro. 

Los relatos de Moreno no son fantásticos, pero su realismo bordea lo inverosímil y gusta de la exageración. Moreno es un gran admirador de escritores como J. G. Ballard y Don DeLillo. De hecho, hace no mucho se tradujo su novela Alma al inglés y el libro acabó en manos de DeLillo, que dedicó un comentario elogioso y manuscrito (la nota circuló por Facebook) a la escritura de Moreno. Estas influencias están presentes en este libro. 

Destaco otra idea de Miguel Espigado durante la presentación: la voz narrativa que se encuentra detrás de estos cuentos es la de una persona madura, que contempla el mundo desde el escepticismo. En este sentido me parece destacable de los cuentos las reflexiones que proponen. El texto está cuajado de sentencias interesantes sobre la realidad analizada («con mirada de antropólogo», apuntó el propio Moreno en la presentación de su libro). Por ejemplo: «La madurez es un estado ficticio, un mito sociológico que busca atemperar el deseo y el instinto a cambio del disfrute de cierta seguridad económica y emocional. A un hombre maduro le delatan sus convicciones, como si el objetivo de la vida fuese extraer un conjunto de reglas a las que atenerse y juzgar a los demás» (pág. 55); «El deseo nunca es inmediato. Uno acaba deseando lo que desea el otro. No sabemos lo que queremos hasta que alguien lo valora con su mirada. Deseamos el deseo del otro» (pág. 61); «La suerte, esa excepción estadística que actualiza lo posible y lo inviste de acontecimiento» (pág. 45). 
Me gustaría destacar también que Moreno empezó en la literatura como poeta, y esto también se aprecia en el juego metafórico de sus páginas; por ejemplo, en la página 57 leemos: «Su risa sonaba como un estante de copas haciéndose añicos». El cuento El discurso del método comienza con una cita de Mark Strand, una de las referencias actuales en la poesía mundial. 

En la presentación, Moreno apuntó que considera que la suya es una escritura de «ideas». Me gustaría comentar esto: creo que mis escritores de relatos favoritos escriben relatos de «personajes» y no de «ideas». Es decir, Jon Bilbao –uno de mis referentes actuales en cuento español– compone sus relatos (deudores de la literatura de John Cheever o Raymond Carver) creando personajes y haciéndolos interactuar con sus conflictos internos. En estos relatos se juega con la parte expuesta de los personajes y la que queda sumergida y que el lector ha de imaginar. Supongo que un escritor como Bilbao piensa en conflictos personajes y no en ideas. El propio Moreno señaló cuál podría ser uno de los peligros de componer los relatos en torno a «ideas»: separar las buenas ideas de las que se quedan en ocurrencias.
En este sentido, los cuentos que menos me gustan de Un paseo por la desgracia ajena son aquellos que me parece que se quedan cerca de la mera ocurrencia. Esto me sucedió al leer, por ejemplo, El discurso del método, sobre los pensamientos de un mimo que en la madrileña plaza de Sol imita a Descartes. Entiendo el juego, la plasmación de los pensamientos del personaje es una parodia de la escritura de Descartes. Pero no encuentro aquí interacción entre personajes, conflicto… y esto hace que el cuento se quede para mí en la ocurrencia. Como siempre, la escritura está contenida, es poética y reflexiva, pero en un cuento como El discurso del método estas virtudes no me parecen suficientes para sostenerlo. Esto mismo me ocurre con Sniper Alley, otro cuento sin interacción de personajes y que me resulta pobre. 
Sin embargo, en El sueño más dulce, pese a que sólo hay un personaje y, por tanto, podría adolecer del problema planteado arriba, la situación creada me parece más sugerente. Aquí, un hombre obeso, adicto a la ingesta masiva de caramelos Solano gana el premio de poder pasar unos días en la fábrica. Allí se quedará encerrado, en un mar de caramelos que amenazan con engullirle. Como decía al principio, las narraciones de Moreno no son fantásticas, pero muchas de ellas rozan el absurdo y lo inverosímil. Esto las hace crecer. 

Dos parejas es el cuento más largo del libro y es diferente al resto porque su fuerza recae en los diálogos de cuatro personajes y no en la narración indirecta. Dos parejas han quedado para realizar un intercambio sexual, que no parece que vaya a acabar bien. Durante una noche de borrachera se irán escupiendo algunas verdades sobre cada uno. Dos parejas es un cuento áspero e intenso. Cuando el día diez de octubre acudí a la presentación del libro a un teatro de la zona de Embajadores, llevaba medio libro leído. El siguiente cuento, que empezaría al día siguiente, era justo Dos parejas. La presentación se hizo en un teatro porque este cuento había sido representado como obra de teatro y Moreno había contactado con los actores para que volvieran a representarlo. Por supuesto, cuando a la mañana siguiente leí el relato en el autobús que me acerca al colegio donde trabajo, no podía dejar de recordar a los actores recitando el texto. Fue una sensación extraña y privilegiada. 

En un cuento como Dos camisas iguales, Moreno juega con la idea del doble y quizás este relato adolece del problema comentado antes, que al no existir interacción entre personajes se queda más en un relato de «idea» que de «personajes», lo que para mí (una idea del relato totalmente subjetiva, por supuesto) lo empequeñece frente a otras propuestas. 

Me ha resultado curiosa la lectura de En busca del fuego, porque está basado en una anécdota real que (igual que Moreno) yo le había escuchado contar a Pablo Mazo: la experiencia madrileña del 15-M como juego alucinógeno. Es un cuento divertido. 

Me dejo para el final los cuentos más destacables del libro, que serían algunos como PhoenixSelfie-vampsEl arquitecto y la modeloEllo y D. J. En ellos, Javier Moreno despliega el que para mí es su más claro talento: percibir los cambios que las nuevas tecnologías están introduciendo en nuestras vidas. Son éstos, en algunos casos, cuentos ligeramente futuristas, de una ciencia-ficción muy cercana a la realidad. En Selfie-vamps, por ejemplo, dos adolescentes se fotografían en poses desenfadadas con suicidas o personas a punto de morir detrás, buscando el éxito en las redes sociales. Un cuento muy logrado, muy inquietante. En Ello, las personas le han dejado todos sus datos a una aplicación que decide por ellos, en el supermercado, en las relaciones… 
«Resulta cada vez más infrecuente tratar con alguien sin la mediación de las redes sociales.», leemos en la página 135, y en esta frase se encuentra una de las ideas compositivas más potentes de estos últimos cuentos que destaco aquí. 


Como siempre ocurre al leer un libro de relatos, algunos de los diecisiete contenidos en Un paseo por la desgracia ajena me parecen más logrados que otros. Su lenguaje cuidado, analítico, ligeramente sentencioso, pero también poético, los une. Algunos, como ya he apuntado, se quedan en pirotecnia formal, pero los más logrados, sobre todo cuando se vuelven ligeramente futuristas, me parecen muy inquietantes, muy conseguidos. Por tanto, el Javier Moreno escritor de cuentos me parece una voz a tener en cuenta en el panorama nacional, competitivo y pequeño, del libro de relatos.