domingo, 19 de diciembre de 2021

Encrucijadas, por Jonathan Franzen

 


Encrucijadas, de Jonathan Franzen

Editorial Salamandra. 6377 páginas. 1ª edición de 2021.

Traducción de Eugenia Vázquez Nacarino

 

En 2011 leí Libertad (2021) de Jonathan Franzen (Illinois, 1959), que fue un libro muy elogiado y popular por aquellos días y, como me gustó mucho, poco después leí Las correcciones (2001). Cuando en 2015, Franzen publicó Pureza, tras el gran éxito que fue cinco años antes Libertad, ya no tuvo tan buena acogida. Pensé en leerlo, pero al final, tras algunos comentarios un tanto negativos o tibios de personas con las que me relaciono en las redes sociales, la dejé pasar. En 2021, Franzen ha vuelto con Encrucijadas y, al revés de lo que ocurrió con Pureza, en mis redes sociales empecé a leer más de un comentario entusiasta sobre el libro. Esto hizo que me apeteciera volver con Franzen y se lo solicité a la editorial Salamandra para poder leerlo y reseñarlo.

 

En Encrucijadas Franzen nos acercará a la familia Hildebrant, que viven en New Prospect, un suburbio de Chicago, y por lo tanto son habitantes de ese territorio mítico en la literatura norteamericana que es el Medio Oeste, un espacio que representa el corazón más conservador del país. También eran del Medio Oeste la familia Berglund, que protagonizaba Libertad, y la familia Lambert, protagonista de Las correcciones.

En las tres novelas que he leído de él, Franzen analiza a la sociedad norteamericana a través del desmenuzamiento de las motivaciones psicológicas de los miembros de una familia. Libertad estaba ambientada en la primera década del siglo XX, y desde ahí retrocedía hasta la generación de los padres de los protagonistas, y Las correcciones situaba su acción en los últimos años del siglo XX. Es decir, tanto Libertad, como Las correcciones partían del presente en el que fueron escritas y, desde ahí, analizaban el pasado de los personajes y por añadidura de las circunstancias históricas que tuvieron que vivir ellos o sus padres. Sin embargo, Encrucijadas, publicada en 2021, sitúa su acción en las Navidades de 1971. Es decir, Franzen nos hablará, en esta ocasión, de la sociedad norteamericana de su infancia, ya que él nació en 1959.

 

La familia Hildebrant está formada por Russ, el padre, reverendo de cuarenta y siete años, que ostenta un puesto secundario en la iglesia Primera Reformada de New Prospect. Russ proviene de una comunidad menonita muy conservadora de Indiana.

Marion, de cincuenta años, es la madre, y proviene de California, de una familia que en algún momento fue próspera para acabar arruinándose durante la década de 1930. El contraste entre el pasado de estos personajes en Indiana y California puede explicar parte de las desavenencias actuales que sufren como pareja.

Clem es el hijo mayor. A sus diecinueve años está en el primer curso de la universidad, y la decisión que ha tomado de ir voluntario a la guerra de Vietnam y dejar la universidad es muy posible que vaya a alterar la convivencia familiar de las Navidades de 1971. Sobre todo, teniendo en cuenta que Russ, el padre, es un pacifista militante, que se negó a participar en la Segunda Guerra Mundial y fue desplazado a sus veinte años a un campamento para objetores en Nuevo México, donde podría entrar en contacto con la comunidad navaja, que le fascina desde entonces.

Becky tiene dieciocho años y se encuentra en el último año de instituto en New Prospect. Es la más guapa y popular de todos los Hildebrant. Hasta ahora ha mantenido una relación muy estrecha con Clem.

Perry tiene dieciséis años y es el más inteligente de la familia, también está empezando a tener problemas con las drogas, con las que él mismo trafica entre sus amigos.

Judson tiene nueve años y es el hermano pequeño, que comparte habitación con Perry.

 

Al igual que ocurría en Libertad, Franzen hace en Encrucijadas uso del estilo indirecto libre para acercarse a sus personajes principales y, aunque el capítulo se extienda por más de cien páginas, siempre lo leeremos bajo la mirada del personaje seleccionado en este momento.

En las primeras doscientas páginas del libro, Franzen se acerca a los que van a ser los cinco personajes principales de la novela, aquellos a los que nos va a mostrar la realidad a través de sus ojos. Así en los cinco primeros capítulos conoceremos a Russ, Perry, Becky, Clem y Marion. Estos capítulos son casi novelas cortas en sí mismas. Diría que el personaje más intenso, más «ruso», posiblemente es Marion, la madre, que en su juventud sufrió brotes de locura, de los que en la actualidad considera que está curada. Franzen es un gran admirador de la obra de Lev Tolstói, y tanto en Las correcciones como en Libertad alguno de sus personajes leía Guerra y Paz, un detalle en el que no reincide en Encrucijadas.

Como esta terna de cinco capítulos ocupaban, más o menos, un tercio de la novela, y el sexto empezaba de nuevo con Russ, en un principio pensé que la terna se iba a repetir por dos veces más y que esta era la estructura de la novela. Pero este sexto capítulo es más corto que los anteriores, y no le sigue otro sobre Perry, sino que Franzen le cede el turno a Becky. Así tras este primer tercio de novela, con unos capítulos de una extensión, más o menos, similar entre los cinco personajes, se suceden capítulos mucho más cortos, donde los puntos de vista cambian de un modo más rápido. Y, de un modo de nuevo inesperado, ya en la recta final del libro Franzen nos presenta un capítulo de más de cien páginas en el que nos habla del pasado de Russ, el padre, en la reserva india de Nuevo México, en el momento en el que va a conocer a Marion, la madre.

 

Algo fascinante en el modo de construir una novela de Franzen, y que me gustaría destacar, es la sensación de control absoluto sobre su material que le transmite al lector. Desde la primera página, el lector percibe que el autor es plenamente consciente de qué ocurre en cada momento de la vida de su primer personaje. Y lo que, por ejemplo, se insinúa en la página 20 será desarrollado en la página 150, desde el punto de vista de un personaje, y en la página 470 desde el punto de vista de otro.

 

Ya me llamó la atención que en Libertad, a través del estilo indirecto libre, Franzen se acercaba a los padres de la familia y al hijo varón, pero no a la hija, creando así una asimetría en el análisis de los Berglund. En Encrucijadas los miembros de la familia son seis y los protagonistas de la novela cinco. Franzen no se fija en la mirada sobre el mundo de Judson, el hijo más pequeño.

Durante el primer tercio comentado la acción narrativa abarca unos dos días, los previos a la Nochebuena de 1971 y, a través del recurso de la analepsis, se acerca al pasado de los personajes. En los primeros capítulos posteriores a esta primera parte el arco temporal tenderá a ir expandiéndose. Así de enero se saltará a marzo de un párrafo a otro, y posteriormente, ya acercándonos hacia el tramo final de la novela, los saltos temporales llegarán a ser incluso de años.

 

Encrucijada es el nombre de un grupo religioso juvenil organizado en la parroquia de Russ. Tres años antes de que empiece el tiempo narrativo de la novela, Russ sufrió una humillación como líder de este grupo, que le hizo dejarlo y enfrentarse a Rick Ambrose, un párroco más joven y que sabe conectar más con la juventud, con su pelo largo, su lenguaje irreverente y sus aires de rockero. Entender los términos en los que se produjo este conflicto es uno de los puntos clave de la novela. Aunque, como en las novelas anteriores, lo contado por Franzen acaba siendo triste, ya que muestra las imposibilidades de conexión dentro de una familia, el tono empleado para contarlo es ligeramente irónico.

Además, los personajes se encuentran en «encrucijadas» vitales, a las que tendrán que enfrentarse: Russ se está empezando a interesar por una feligresa, y su mujer le parece cada vez menos atractiva; Perry quiere ser mejor persona y dejar de traficar; Clem quiere dejar la universidad e ir a la guerra, siguiendo sus ideas políticas; Becky se está enamorando de un músico que tiene novia, y no sabe si es correcto arrebatarle a otra chica el novio, etc. En Libertad la idea era parecida, los personajes tenían «libertad» para tomar decisiones y equivocarse o no. En Las correcciones, los personajes trataban de corregir errores del pasado o de sus padres… Los personajes de Franzen están a la deriva y nunca saben si eligen de un modo correcto.

 

El estilo de Encrucijadas se parece más al de Libertad que al de Las correcciones, donde Franzen coqueteaba con el expresionismo, al estilo de las novelas de Don Delillo. Sin embargo, hay un tema que no aparecía en Libertad y que relaciona Encrucijadas con Las correcciones: el interés de Franzen por la locura. En Las correcciones de hablaba de la demencia senil del padre y esto se unirá a la pérdida de la cordura en Encrucijadas de Marion o de Perry.

El tema religioso también es relevante en Encrucijadas. Casi todos sus personajes buscan la presencia de Dios en sus vidas, como un clavo al que agarrarse cuando todo lo demás parece tambalearse. Y los personajes, aun cuando se sienten cercanos a Dios, han de luchar contra la vanidad que les provoca ese sentimiento. Ya he dicho que la novela sitúa su acción en 1971 y 1972, en un periodo de cambios sociales en Estados Unidos, junto con el fin de la guerra de Vietnam, el país vive el auge del consumo de drogas, además de la marihuana de los hippies, también está apareciendo en escena otra nueva, como es la cocaína. De un modo irónico, Franzen insinúa en el libro que el supuesto contacto con Dios que alcanza alguno de los personas tiene más que ver con el consumo de drogas que con una revelación divina.

 

Como los grandes narradores de la novela del siglo XIX, Franzen es un gran narrador omnisciente que sabe más de las motivaciones de sus personajes que ellos mismo. Es muy interesante el contraste que existe en la mirada de unos sobre otros.

 

Las páginas de Encrucijadas se pasan muy rápido, algo que ya me pasó hace diez años con Libertad y Las correcciones. Uno se olvida de que está leyendo con Franzen y visualiza a los personajes y sus miedos internos. Estoy sintiendo curiosidad por Pureza. ¿Realmente bajó en esta novela el nivel de Franzen? No sé si fue así, pero desde luego en Encrucijadas Franzen está en todo su esplendor. Creo que va a ser difícil que esta novela no esté en la lista de mis diez mejores lecturas del año.

domingo, 12 de diciembre de 2021

Rey de gatos, por Concha Alós


 Rey de gatos, de Concha Alós

Editorial La Navaja Suiza. 207 páginas. 1ª edición de 1972, ésta es de 2019.

 

Ya he comentado, en la reseña de la novela Los enanos (1962) de Concha Alós (Valencia, 1926 – Barcelona, 2011), que los editores de La Navaja Suiza me mandaron en el mismo envío los dos libros que han rescatado de Alós, Los enanos y Rey de gatos (1972). Quise empezar por Los enanos por seguir un orden cronológico de escritura, y leí los dos libros seguidos.

 

Rey de gatos está formado por nueve relatos y un prólogo sin firmar, que entiendo que estará escrito entre los tres editores de La Navaja Suiza. Cuando Agustín Márquez, uno de los editores, me habló, en primera instancia, de Rey de gatos me dijo que se parecía a la propuesta de los cuentos de terror de la argentina Mariana Enriquez. Y esta comparación me hizo sentir bastante curiosidad.

 

Los enanos es una novela que encaja perfectamente con la corriente del realismo social que practicaban los escritores españoles de la época, retratando las vidas precarias de un nutrido elenco de personajes que convivían en una pobre pensión de Barcelona. Alós tiene más novelas que siguen esta línea, y es curioso ver cómo en su único libro de cuentos se convierte en una escritora diferente, y posiblemente más moderna.

 

El primer cuento del libro es La otra bestia, y refleja el disperso y acelerado monólogo interior de una mujer en crisis que conversa con un fantasma. El estilo ha cambiado respecto a Los enanos: si en esta novela Alós usaba la frase precisa y corta, y a veces entrecortada, en La otra bestia la prosa es más envolvente, con frases más profusas en subordinadas y matizaciones. Lila, de familia burguesa, se casó con Nico, un chico guapo de una familia más pobre y al que el padre de Lila no aprobaba. Sin embargo, Lila decidió romper con los tabús familiares y entregarse al amor de Nico. En el tiempo narrativo del cuento Nico le es infiel y ella ha ido hasta el jardín de la casa en la que sabe que se va a encontrar con su amante, y desde la oscuridad espera, conversando con sus fantasmas interiores.

Este esquema narrativo que he descrito se repetirá, con algunas variantes, en otros cuentos del conjunto, y en gran medida responde a la crisis vital que atravesaba Concha Alós en esa época. Alós, originaria de Valencia, se trasladó a vivir a Mallorca. En la isla se casó con el director del franquista periódico Baleares, pero en el periódico conoció al tipógrafo Baltasar Porcel, que deseaba ser novelista. Alós se enamoró de Porcel, once años más joven que ella, y huyeron juntos a Barcelona. Todo un escándalo en la Mallorca de esos años. Alós ayudó a que despegara la carrera literaria de Porcel, ya que entre otras cosas traducía sus novelas del catalán al castellano. Cuando escribe los cuentos de Rey de gatos, Porcel ha abandonado a Alós, y ésta se encuentra sola. Bajo este estado de ánimo y mental están escritos estos cuentos, tenebrosos en gran medida.

 

El segundo cuento es Rey de gatos, y es el único cuyo protagonista es un hombre. Es un cuento diferente al resto, ya que la historia se extiende durante un periodo considerable de años. Un hombre solitario busca el sentido de la vida, tras trasladarse a vivir a una casa heredada, pero acaba sintiendo el peso sobre él de la infelicidad, la soledad y la incomprensión. El relato avanza eficazmente hacia un tenso final con violencia ejercida desde el mundo natural.

 

Cosmo es el tercer cuento y, en esencia, es bastante similar al primero. Aquí de nuevo una mujer, casada con un hombre ‒de nombre Cosmo‒ al que su familia no había dado el visto bueno, sufre de celos y de sensación de abandono.

Tanto el Nico del primer cuento, como el Cosmo de éste, parecen un trasunto de Baltasar Porcel. «Después, bastante tiempo después, llegó Cosmo: “No te conviene. Es demasiado joven. Es alocado. No tiene carrera.”» (pág. 71). Sin embargo, las mujeres de estos relatos no quieren dar su brazo a torcer, no acabarán pensando que su familia tenía razón, y sufrirán por la traición de sus parejas.

En el cuento Cosmo aparecen además tendencias suicidas de la protagonista. «Tía Patricia, cuando llegué a casa, me dijo que yo era peor que las perras.» (pág. 72) También se muestra aquí la crítica social de la época hacia las mujeres que sentían un interés abierto por el sexo.

 

El leproso empieza así: «Siempre estaba encontrando a los leprosos. Eran tres, a veces más, y de noche se instalaban junto a mi cama envueltos en un sudario, me miraban inmóviles. Mis hermanas, que dormían en el mismo cuarto que yo, nunca se dieron cuenta.» (pag. 91). Una joven sin novio nos habla de su casa, mientras que su hermana ‒cumpliendo mejor que ella con las normas sociales‒ va a casarse y ella seguirá estando sola. Además la narradora parece tener apariciones de leprosos. Un relato perturbador que refleja, en gran medida, el temor ‒pero también la atracción‒ hacia la violación.

 

En Los pavos reales el personaje que se ha llamado Nico o Cosmo aquí ha pasado a ser Roberto. La narradora le dirá a su madre: «Yo que dije que no volvería más, que quien rechazaba a Eduardo me rechazaba a mí.» (pág. 111). Y mientras, como un símbolo expresionista, los pavos reales han desaparecido del pueblo.

 

En Mariposas se representa el miedo a la muerte del hijo de una mujer. Como ocurre en más de uno de estos relatos, los animales van cobrando un valor compositivo de símbolo, y en este caso son las llamadas «Mariposas de Satanás», que representarían a la muerte.

 

Sutter´s gold empieza así: «Ahí estaba la muerta. Con el cuello marcado por la soga, desollada en una línea gruesa y roja, rotas las vértebras.» (pág. 141). En este cuento también se habla de una mujer abandonada por su marido, Beltrán en este caso, y la narradora habla de una mujer que no es otra que ella misma. En más de uno de los cuentos de este libro se juega con la idea del desdoblamiento procedente de la locura o de un fuerte choque emocional.

 

En Paraíso la narradora cuestiona a su padre que acoge en casa a chicas sin hogar con intenciones sexuales. Este cuento es un ajuste de cuentas con la figura del padre abusador, pero también hacia la madre pasiva y consentidora.

 

En La coraza leemos: «Hay que trivializar el sexo. Apréndelo. No importa amar a una persona, admirarla, para irnos a la cama con ella. Tienes que despersonalizar el acto sexual.» (pág. 195). A través de la idea de la locura y la antropofagia la narradora se enfrenta al horror social del deseo sexual de las mujeres.

 

 

¿Se parecen realmente estos cuentos de Rey de gatos a los que escribe Mariana Enriquez en, por ejemplo, Las cosas que perdimos en el fuego? Motivo que me llevó, en gran medida, a querer leerlos. En principio podemos encontrar algunos paralelismos, ya que ambas escritoras ‒con casi cuarenta años de diferencia‒ usan el género fantástico para hablar de algunos problemas sociales de su época. En el caso de Enriquez el elenco es más variado y en el de Alós la escritora parte de obsesiones más personas que las de Enriquez. Alós juega con la idea de la locura y el doble para hablar, de forma distorsionada de sí misma, y Enriquez habla más de la sociedad en la que vive que de sí misma. Además Enriquez, a la que supongo más conocedora de la tradición clásica del terror, usa más elementos fantásticos diferentes (fantasma, zombi, etc.) que Alós.

 

Rey de gatos es un libro ciertamente sorprendente, sobre todo por su contexto. Escrito ya en la década de 1970, pero aún en dictadura, llaman la atención sus modernos planteamientos, que dejan ya atrás el realismo social de décadas anteriores. Me llama la atención también, y lo digo otra vez, que nunca hubiera oído hablar de Concha Alós hasta que La Navaja Suiza ha decidido rescatarla, porque me parece una escritora valiosa.

 

domingo, 5 de diciembre de 2021

LITERATURA RUSA EN MI CANAL DE YOUTUBE

 He publicado en mi canal de YouTube un vídeo hablando de toda la literatura rusa que he leído. Empiezo por tres de mis autores favoritos: Fiódor M Dostoievski, Liev Tolstói y Antón P. Chéjov.


Si quieres verlo PINCHA AQUÍ.