El libro vacío / Los años falsos, de Josefina Vicens
Editorial FCE. 331 páginas; primera edición de 1958 y 1982,
ésta es de 2011.
Prólogo de Aline Petterson
Mi amigo Federico
Guzmán vivió unos años en Madrid y cuando regresó a México –en 2014, si no
me fallan las cuentas– me regaló un libro de una escritora de su país; un libro
formado por dos novelas cortas: El libro vacío (1958) y Los
años falsos (1982) de la escritora Josefina
Vicens (Tabasco, 1911 – Ciudad de México, 1988). Por aquellos días los dos
leíamos con fervor al uruguayo Mario
Levrero y Federico me dijo que venía conexiones entre las obras de Levrero
y Vicens y que seguramente era una escritora que me iba a gustar. Que haya
permanecido este libro una década en mi estantería de libros por leer solo
habla de mi desbarajuste a la hora de organizar mis lecturas.
El libro
vacío
está narrado por Juan García que se debate entre el deseo de ser escritor y el
de no tratar de escribir nunca más. «No he querido hacerlo. Me he resistido
durante veinte años.», así comienza la novela. Las primeras páginas son
profundamente metanarrativas, y José García da insistentes vuelvas a la idea de
que la escritura es una condena para él, que no puede dejar. «Yo no quiero
escribir. Pero quiero notar que no escribo y quiero que los demás lo noten
también. Que sea un dejar de hacerlo, no un no hacerlo. Parece lo mismo, ya sé
que parece lo mismo. ¡Es desesperante! Sin embargo, sé que no es igual. Por lo
contrario, sé que es absolutamente distinto, terriblemente distinto. Porque el
dejar de hacerlo quiere decir haber caído y, no obstante, haber salido de ello.
Es la verdadera victoria. El no hacerlo es una victoria demasiado grande, sin
lucha, sin heridas.» (pág. 27) Lógicamente la novela completa no se iba a poder
sostener con reflexiones de este estilo y, poco a poco, la vida y los recuerdos
de José García se irán filtrando en las páginas que escribe.
José nos informará de que ha comprado dos cuadernos. En el
primero irá haciendo anotaciones a vuelapluma y si considera que algo de lo que
escribe ahí merece la pena lo pasará al segundo. El primer cuaderno será la
novela que el lector va a leer. En este sentido, El libro vacío (1958) podría estar emparentado con El
discurso vacío (1996) de Mario Levrero, donde el propio Levrero
declaraba que iba a empezar a escribir sin ningún plan, simplemente con la
peregrina idea de cambiar su letra y de este modo cambiar su personalidad,
dando la vuelva así a la idea de la psicología de deducir la personalidad de
una persona a través de su escritura. Es lógico pensar que Levrero conocía el
libro de Vicens y que su título es un homenaje al de la mexicana.
En principio, a José García le gustaría escribir una novela,
pero piensa que no tiene vivencias suficientes para hacerla creíble. Intentó
hacerlo y sus personajes carecían de vida. «No se trataba de usar la
experiencia y el conocimiento, sino la imaginación; una imaginación de la que
carezco en absoluto, porque no pude, a pesar de todos mis esfuerzos, urdir una
trama medianamente interesante. Como no pude, tampoco, lograr siquiera un
escenario.» (pág. 45).
Poco a poco, iremos conociendo datos de la vida de José:
está casado y tiene dos hijos, el mayor, en la universidad, tontea con una
chica, que puede que no le convenga, y el pequeño tiene problemas de salud.
José, a sus cincuenta y seis años, trabaja de contable en una oficina por un
bajo sueldo y siente que su vida es un fracaso. De niño vivía cerca de la costa
y quiso ser marino. Lo cierto es que, aunque el juego inicial era el de dar
vuelvas y vueltas sobre la doble y paradójica idea de escribir y de dejar de
hacerlo, la novela toma cuerpo cuando José nos relata los detalles de su vida,
que él mismo considera miserables y banales, pero en esa misma miseria y
banalidad se encuentra la capacidad de que el lector pueda empatizar con él y
seguir leyendo la novela con interés. Incluso, en algún momento de la
narración, el propio hecho de hablar en su cuaderno, que no lee nadie, de sus
miserias, va a impeler a José a tratar de actuar sobre la realidad.
En la página 131 José señalará que suele cometer faltas de
ortografía al escribir, pero estas no aparecen en el libro que el lector tiene
entre manos y, por tanto, en detalles como este se puede percibir la mano de la
autora sobre los gestos de su criatura que escribe.
En El libro vacío,
más de una vez, José indica que se siente solo y que desea poder entenderse con
el próximo. Como ya he señalado, esta novela se publicó por primera vez en
1958, un tiempo en el que estaba muy en boga la corriente existencialista
dentro de la literatura y escritores franceses como Albert Camus o Jean-Paul
Sartre parecen influencias para Vicens.
Además de relacionar este libro con El discurso vacío de Mario Levrero, creo que también se le podría
relacionar con Bartleby y compañía de Enrique
Vila-Matas, con ese personaje que desea, pero sin conseguirlo, dejar de
escribir.
El libro
vacío
es una novela en esencia triste sobre los anhelos de un tipo corriente cuya
única esperanza de realizarse –la escritura de una gran obra– no parece estar a
su alcance; pero esa dolorosa esperanza, en la que se asienta la esencia de lo
humano, no parece acabar de abandonarle nunca.
Los años
falsos
(1982) es una novela bastante más corta que El
libro vacío. Mientras que esta última, en el formato reducido del FCE,
tenía unas 200 páginas, la segunda tiene unas 100. Igual que me ha ocurrido al
acercarme a las primeras páginas de El
libro vacío, las primeras páginas de esta segunda novela me han generado
algo de confusión. «Todos hemos venido a verme.» es la primera frase de la
novela. En la primera escena no acababa de entender si una madre y sus dos
hijas gemelas visitaban una tumba en la que yacía el padre y el hermano, o el
hermano estaba con las mujeres fuera de la tumba. Durante algunas páginas he
pensado que el narrador era un joven de diecinueve años muerto y que narraba
desde la tumba que compartía con su padre, para comprender, más tarde, que en
realidad el joven narrador estaba vivo, pero que su conflicto vital era que el
mundo parecía empeñado en que tenía que ocupar el espacio que había dejado su
padre, muerto cuatro años atrás.
El padre se dedicaba a la política y el hijo va a encontrar
un trabajo acompañando a la cuadrilla de su padre, a sueldo todos de un
político; así se hará un espacio entre los antiguos amigos de su padre, que
quieren llamarle por el nombre del difunto, a lo que él se niega. En gran
medida, Vicens hace en esta novela una crítica contra la clase política
mexicana (extrapolable a la de todo el mundo, supongo), que ella conocía,
porque participó en diversos movimientos sociales, sobre todo a favor de las
mujeres campesinas (como vi en un reportaje sobre su vida en YouTube).
Leeremos: «Yo pensaba –pero pensaba solamente– en la diferencia que existe
entre el Presidente que describen los políticos, sentado poco menos que a la
diestra de Dios Padre, y en el transitoriamente sentado en Palacio Nacional,
rodeado de lacayos, y oscilando entre escribir su nombre en las páginas de la
historia o en los bancos de Suiza.» (pág. 304)
En Los años falsos
Vicens parece criticar también el machismo de la sociedad mexicana: iremos
conociendo la vida del padre de Luis Alfonso, el narrador, un hombre armado,
que abandona a su familia durante semanas, que malgasta el dinero en la cantina
y que tiene una amante. Leeremos: «Ser hombre, para ellos, es tener muchas
mujeres: esposa y todas las que puedan tener. Mientras más mujeres se tengan
más hombre se es.» (pág. 321)
El hijo, Luis Alfonso, que es una persona más sensible habrá
de decidir qué camino quiere seguir en la vida, mientras que todas las fuerzan
parecen querer hacer que se convierta en una sombra de su padre.
Josefina Vicens, como he dicho, se dedicó gran parte de su
vida a la política, a favor de las mujeres del campo, y, por lo que he podido
ver en internet, fue una persona adelantada a su época, puesto que no escondía
demasiado su lesbianismo. Fue crítica taurina y escribió guiones de cines. El libro vacío y Los años falsos, con su lenguaje cuidado y pensativo, me han
parecido dos novelas notables de la literatura latinoamericana del siglo XX.