Las maravillas, de Elena Medel
Editorial Anagrama. 226 páginas. 1ª edición de 2020.
Recuerdo cuando en 2001 Elena Medel (Córdoba, 1985) ganó el premio Andalucía Joven de poesía con Mi
primer bikini, que publicó la ‒para mí mítica‒ editorial DVD en 2002. Leí poemas suyos en la biblioteca de
Móstoles de este poemario y de los siguientes. Cuando hace unas semanas
empezaron a aparecer reseñas positivas de su primera novela, Las
maravillas, se la solicité a la editorial Anagrama para poder
reseñarla.
En Las maravillas se habla, principalmente, de dos mujeres: Alicia y
María, las dos proceden de un pueblo de Córdoba y en 2018 viven en Madrid.
Aunque no se conocen en persona, Alicia es la nieta de María. Esta información
no la recibirá el lector de forma inmediata en la historia. El tiempo de la
novela abarca desde 1969 hasta 2018.
Las
maravillas empieza con Alicia en 2018, acudiendo a su trabajo como dependienta de una
tienda de bocadillos y chucherías en la madrileña estación de Atocha. «Busca en
sus bolsillos sin encontrar nada.» es la primera frase de la novela, y nos da
una clara medida de la importancia que va a tener el dinero en la narración.
Alicia tiene 33 años en 2018, está casada con Nando, que le saca diez años, y
con quien no parece muy feliz. En este mismo 2018, María tiene 71 años y es una
jubilada involucrada en los movimientos sociales y reivindicativos de su barrio
popular. De forma significativa, la novela empieza el día 8 de marzo de 2018,
el día de la mujer. María se ha estado preparando en su asociación para
manifestarse este día, una fecha que no parece tener mucha importancia para
Alicia.
María se vino de Córdoba a Madrid
cuando de joven fue madre soltera y tuvo que dejar en el pueblo a su hija
Carmen al cuidado de su familia. Desde la capital les enviará dinero. En Madrid
trabaja como mujer de la limpieza, primero como interna en casas de familias
pudientes y luego como empleada de una empresa, que la manda a limpiar
oficinas.
Medel divide la novela en once
capítulos de unas veinte páginas cada uno, en los que va intercalando a sus dos
protagonistas y tiempos narrativos. La novela, desde 1969 a 2018, como ya dije,
abarca unos cincuenta años de la historia de España. En algunos casos, Medel
sitúa a María en algunos momentos muy marcados: en el capítulo cuarto nos la
encontraremos trabajando en una casa burguesa, justo en 1975, en el momento en
el que va a morir el dictador Franco y su familia pudiente siente esta muerte
de un modo muy cercano (como ocurría, por ejemplo, en Los románticos de Manuel Longares). En este capítulo, la
relación de María con la familia de la casa en la que sirve me ha hecho pensar
también en el personaje de Colometa en La plaza del diamante de Mercè Rodoreda. En el capítulo sexto,
María estará de celebración en un bar justo cuando el PSOE de Felipe González
acaba de ganar sus primeras elecciones en 1982.
Los capítulos correspondientes a
Alicia no están marcados de un modo tan directo con acontecimientos históricos.
En el caso de Alicia se narra, más bien, la caída de una familia en apariencia
pudiente tras el suicidio del padre, y cómo la pérdida de capacidad económica
va a determinar la vida de esta chica. De hecho, «Las maravillas» del título
hace una referencia a los bienes de su casa (televisores, ropa de marca, etc.)
que la hermana de Alicia no tiene pudor en mostrar a unas chicas pobres que son
compañeras de clase de Alicia, y que ésta ha invitado a su casa con la aparente
intención de hacerlas daño. Los capítulos de la Alicia adolescente me han
recordado a algunos de Autopsia, la destacada primera
novela del zaragozano Miguel Serrano
Larraz.
En principio, el lector podría
pensar que la personalidad negativa de Alicia es en gran parte consecuencia del
trauma que supuso para ella la muerte del padre (que cada noche recrean sus
pesadillas), pero en la página 128 podemos leer: «ya de pequeña me gustaba ser
cruel».
Dos son las ideas constructivas que
sustentan la novela: cómo el dinero marca la vida de las personas y cómo la
mujer queda subordinada socialmente a la figura del hombre. De forma clara,
esta obra de Elena Medel es más una novela de ideas que de trama. Las
personalidades de sus dos protagonistas, María y Alicia, la abuela y la nieta
que se desconocen, están bien perfiladas; pero en algún momento he sentido que,
si bien el estudio de personajes era bueno, faltaba la trama sobre la que
hacerlos avanzar.
También ocurre que, en algunas
páginas del libro, las tesis que subyacen a su construcción se hacen demasiado
evidentes, y es en estos momentos puntuales cuando la novela pierde. Así, por
ejemplo, en el capítulo que nos remite a 1982 y al triunfo del PSOE se remarca
de un modo insistente la posición secundaria de María en su grupo de amigos, en
el que Pedro ‒su pareja‒ es escuchado cuando repite ideas que María le ha
expuesto, sacándolas de los libros que lee, algo que Pedro no hace.
En cambio, en otras ocasiones, la
potencia de las ideas expuestas es contundente y estos momentos narrativos
remueven al lector. Me han gustado especialmente las páginas en las que se
habla de cómo la cercanía o distancia al dinero no solo impone la mirada de las
personas sobre el mundo, sino que incluso el amor o las relaciones de parejas
vienen determinadas por telarañas de poder que dependen del dinero; y estos
nudos de poder y dinero también dependen de la concepción machista de la
sociedad. De este modo, una de las protagonistas de Las maravillas aceptará involucrarse en una relación de pareja
porque ha perdido el trabajo y si no lo hace se verá abocada a una situación
complicada en lo relativo a su vivienda; y, en cambio, la otra protagonista se
niega a sí misma una situación económica más desahogada, si accediera a vivir
en pareja, porque no quiere renunciar a su libertad de mujer que no da
explicaciones, una libertad duramente conquistada.
El lenguaje de Las maravillas está trabajado, sin duda. Pese a la trayectoria de
la escritora, que debuta aquí como novelista, después de una extensa carrera
como poeta, no sucumbe aquí a descripciones líricas que la despisten de su
propósito marcado ante las ideas que se ha propuesto exponer. De Belén Gopegui solo he leído su primera
novela, La escala de los mapas, pero conozco su trayectoria, y me
atrevería a sugerir que Las maravillas
puede estar influenciada por las novelas sociales y políticas de Gopegui como La
conquista del aire o Lo real. También podría relacionar a
Las maravillas con las novelas de Rafael Chirbes, aunque en Medel hay
menos peso del franquismo sobre la vida de sus personajes que en Chirbes.
Recapitulando, diría que los puntos
flojos de Las maravillas son dos: las
ideas están por encima de la evolución posible de una trama, y que estas ideas
(importancia del dinero en la vida o machismo social) están, en algunos casos,
mostradas de un modo demasiado explícito y descriptivo. Sin embargo, la
creación de personajes es potente, y el lenguaje austero para describir unas
vidas desvencijadas, sin tapujos y concesiones, es poderoso y descorazonador.
En definitiva, y sopesando pros y contras, considero que el debut de Elena
Medel en la novela es más que satisfactorio.
Los y las poetas para poder sobrevivir y tener más presencia en el mundo literario tienen que pasarse a la narrativa que como de todos es sabido tiene mayor penetración. No es la primera; ahora mismo que yo recuerde también Luis García Montero ha publicado narrativa.
ResponderEliminarLo que más me gusta de cuando un poeta de verdad hace narración es que la poesía se cuela en el relato y eso a mí me encanta.
Me agradará leerla. Muchas gracias por esta reseña, David.
Un abrazo
Hola, Juan Carlos:
EliminarDisculpa que se me olvidó publicar este comentario.
Realmente no tiene una deriva muy poética esta novela. Se nota que Medel está conteniendo su estilo.
Un abrazo.