Colibrí con hielo, de Manuel Moya
Editorial Maclein y Parker. 322 páginas. 1ª edición de 2019.
He coincidido, como autor, con Manuel Moya (Fuenteheridos, Huelva,
1960) en la editorial canaria Baile del Sol y también somos amigos de Facebook,
donde alguna vez hemos intercambiado algún comentario. Yo sabía que Moya es
poeta y que además ha traducido al español al poeta portugués Fernando Pessoa. Cuando la atractiva
editorial sevillana Maclein y Parker
publicó en 2019 su novela Colibrí con hielo me apeteció
leerla. Me llegó a casa hace ya unos meses y, por esas circunstancias extrañas
que siguen a veces conmigo los libros, me he acercado a ella más o menos un año
después de recibirla.
El narrador de Colibrí con hielo es Gerald Osborn, un inglés de Coventry, de
treinta y tantos años, que lleva siete viviendo en París. Llegó a la ciudad
siguiendo los pasos de muchos de los escritores que admira como Ernest Hemingway o Francis Scott Fitzgerald, ya que Gerald es, o más bien ha querido
ser, un escritor. En el tiempo de la narración trabaja, en realidad, como negro
literario de un escritor que fue famoso unas cuantas décadas atrás y que ya se
encuentra agotado, pero del que sus editores quieren seguir extrayendo réditos.
Así, casa día pasará unas horas en su casa terminando la que posiblemente va a
ser la última novela de la carrera del escritor de exitoso pasado. «Había
fracasado en mi carrera de escritor y había caído en lo más oscuro de las
tinieblas.», nos dirá Gerald en la página 155.
La novela empieza con Gerald
abandonado por Branche, una mulata caribeña de Curaçao, y pasará a contarnos la
historia de este amor. Así sabremos que al principio Gerald estaba con Carlota,
quien también le abandona, y luego pasará a conoce a Branche, que viajó desde
las Antillas hasta París porque deseaba ser actriz y se guiaba por los
recuerdos y los sueños de su madre.
Parte de la tensión dramática del
libro se producirá porque en la casa del viejo escritor, donde Gerald ha de ir
a trabajar, viven Michel y Roger, que son dos jóvenes semidelincuentes, que el
viejo acogió en su casa; dos jóvenes a los que el viejo escritor conoció en los
entornos de jóvenes que trabajaban de chaperos. Ellos serán los que propongan a
Gerald empezar a robar las primeras ediciones de libros dedicados para
venderlos en el mercado de coleccionismo. Gerald empezará a necesitar dinero
porque para tratar de curar la nostalgia que siente Branche por su isla, se
están empezando a gastar mucho dinero en comprar objetos provenientes de allí,
que les permitan reconstruir en un piso de sesenta metros cuadrados de París la
isla de Curaçao. En esta idea de la isla en un piso se rompe en gran parte el
sentido de la narración realista del libro, y si bien en otras páginas Moya ha
estado homenajeando a escritores como Hemingway o Fitzgerald, ahora más bien se
homenajea la libertad creativa de Julio Cortázar
o el humor triste e irónico de Alfredo
Bryce Echenique.
Hasta cierto punto, me estaba
pareciendo que Colibrí con hielo
podía leerse como un simpático pastiche de las novelas de escritores en París
que todos hemos leído en nuestra juventud, pero diría que estas páginas, en las
que la novela se adentra en el realismo mágico o en el surrealismo, consiguen
elevarla.
Manuel Moya ha destacado como poeta,
y alguno de sus poemarios, como La posesión del humo (1997, firmado
por su heterónimo Violeta C. Rangel)
ha sido traducido a varios idiomas. Se nota que Moya es poeta en la cuidada y
sonora prosa de Colibrí con hielo,
novela en la que abundan las sorprendentes metáforas y comparaciones, que en
muchos casos tienen que ver con la naturaleza y, más concretamente, con el
mundo animal (varias veces se hacen, por ejemplo, juegos literarios con la
imagen de los ñus en estampida).
Al principio me estaba preguntando
por la época en la que Manuel Moya estaba situando su historia. Al final he
venido a concluir que tenía que ser sobre el año 2000, puesto que en el París
de la novela aún se paga con francos (el euro entraría en vigor en 2002), pero
ya existen los móviles, Michel
Houllebecq es un escritor reconocido y Lance Armstrong ya había ganado
algún Tour de Francia. En una anotación final, Moya nos indicará que escribió
la novela entre 2006 y 2018.
También me interrogaba acerca de la
idea de que Moya haya elegido como protagonista de su historia a un inglés,
cuyas palabras el lector recibe en un español más que correcto, que además
juega a mezclar registros ligüísticos, y en más de un caso es realmente un
español muy castizo. Ya he dicho que la prosa de Moya contiene una carga
metafórica importante, pero también es importante señalar que Gerald usa muchos
giros propios de un lenguaje oral bastante coloquial. Me pareció raro que un
inglés, que vive en París, use en su discurso términos como «vivales», «pija» o
«capullo». Sobre este tema Moya le tiene preparada al lector una curiosa
sorpresa, que nos adentra en otro juego literario: en la página 299, y por
tanto ya en el tramo final de la novela, leeremos la siguiente anotación a pie
de página: «Nota del traductor: Invito al lector curioso a la lectura del
último capítulo de La mano en el Fuego,
Ed. Calima, 2006.» Es decir, un supuesto traductor de la novela, anima al
lector a acercarse a otro de los libros de Manuel Moya. De este modo, se está
suponiendo que es el traductor de un texto inglés quien recrea este lenguaje
castizo en español para el lector de una novela que, originalmente, fue escrita
en inglés.
Las alusiones y guiños literarios
son constantes en la novela, unas alusiones y guiños hacia las lecturas
literarias de París que continuamente buscan la complicidad del lector.
Como he comentado al principio, Colibrí con hielo va creciendo a medida
que el lector se adentra en su lectura y acaba siendo una entretenida novela de
relaciones amorosas y picarescas, con el trasfondo del París literario de
fondo. El espíritu romántico de Hemingway o Fitzgerald, o el más juguetón e
irreal de Cortázar y Bryce Echenique sobrevuelan estas páginas. Una buena
novela, que quedó en 2020 finalista del XXVI Premio Andalucía de la Crítica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario