Breves amores eternos, de Pedro Mairal
Editorial Destino. 284 páginas. 1ª edición de 2001 y 2019. Ésta es de
2019.
Ya he comentado alguna vez que Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970) es
uno de los escritores latinoamericanos actuales que más me gustan. Así que
cuando me llegó, hace unos meses, al correo electrónico la nota de prensa que
anunciaba la publicación en España de su libro de cuentos Breves amores eternos se
lo pedí a la editorial para poner leerlo y reseñarlo.
Este volumen está formado por dos
libros de cuentos: Breves amores eternos, publicado en 2019 y Hoy temprano en 2001. Hoy temprano se publicó en Argentina
hace ya casi veinte años y hasta ahora no había aparecido una edición española.
He buscando en internet si hay una edición argentina de Breves amores eternos, pero tengo la impresión de que no, de que ha
salido directamente en esta edición española junto al rescate del otro libro de
cuentos.
Pedro Mairal publicó en España su
novela La uruguaya con la editorial
Libros del Asteroide. Ganó el premio
Tigre Juan de ese año y se convirtió en un pequeño fenómeno editorial, con
un buen número de reimpresiones. Aunque Pedro Mairal había publicado bastantes
de sus libros en España, desde Una noche con Sabrina Love en 2001 (premio Clarín en Argentina en 1998), no
ha sido hasta La uruguaya cuando ha
empezado a vender y a llamar la atención del mercado. Por eso, no es de
extrañar que Destino (perteneciente
al grupo Planeta) le haya fichado su
nuevo libro de cuentos y haya rescatado el primero. Bienvenida sea esta
edición.
Breves
amores eternos está formado por once cuentos y Hoy temprano por doce. El segundo es un libro más largo, con
algunas piezas que superan las treinta páginas.
Un verano feliz es el
primero cuento de Breves amores eternos.
Una familia argentina pasa sus vacaciones de verano en Punta del Este
(Uruguay), el narrador es el padre, un hombre de cuarenta y siete años. Tras
una bronca con su mujer y la negativa de ésta a mantener relaciones sexuales
con él durante las semanas de vacaciones, el hombre comienza a visitar, cada
vez más frecuentemente, a una prostituta. El relato es una evocación del verano
desde algún momento del futuro cercano. El hombre rememora la tranquilidad que
le reportaba la prostituta uruguaya. En apenas seis páginas, el cuento nos
introduce en el universo Mairal, y sobre todo nos conduce al Mairal de su
última novela, de La uruguaya: un
hombre de mediana edad nos habla de la decadencia de una relación, de las
frustraciones del matrimonio burgués y de su destrucción. Además el escenario
es de nuevo Uruguay, donde todo es familiar para un argentino, pero ligeramente
distinto. Un verano feliz es un gran
cuento, con reminiscencias de esa aparente ligereza de un cuento de Antón Chéjov.
El segundo cuento es El
anillo, que también nos habla de un hombre de mediana edad que pretende
ser infiel a su mujer. Ahora estamos en Argentina y la voz narrativa ha pasado
de la primera a la tercera persona. Sin embargo, tras leer Un verano feliz, la sensación es de cuento algo inferior en calidad
al primero y cuya temática se repite.
En cero culpa la
narradora es una mujer. «Cero culpa, le dije a Mayer, pero no es verdad. Y se
dio cuenta. Por ejemplo, ayer entré en la librería y vi una tapa de un libro de
autoayuda que decía Cómo construir una familia, y lo primero que pensé fue
“Cómo destruir una familia”.» (pág. 23), así empieza este relato de
infidelidades, una vez más.
Narrador masculino, narración en
tercera persona y narradora. Tres variaciones sobre un mismo tema: la
infidelidad y el cuestionamiento del matrimonio burgués. El mejor es el
primero, pero los tres son buenos cuentos. El segundo y el tercero pierden por
la presencia del primero. En el libro de artículos Maniobras de evasión,
Mairal cuenta que desde las revistas y los periódicos le piden que escriba
sobre determinados temas, y que en los últimos tiempos parecen haberle
encasillado un tanto y siempre le requerieren narraciones de carácter sexual.
No sé si los relatos de Breves amores
eternos se han publicando antes en revistas argentinas y si éstas le han
pedido a Mairal que escriba cuentos que evoquen lo ya contando en su novela La uruguaya, pero la sensación es que en
bastantes de los cuentos de este libro, Mairal está repitiendo las que
parecieron ser las claves del éxito de su novela más vendida.
Además de los cuentos con la
temática comentada, hay otro tipo de cuentos en Breves amores eternos: aquellos en los que un adulto rememora su
primera relación sexual. De fondo existe el mismo problema que en los
anteriores: la frustración de la relación de pareja en la actualidad y la
nostalgia por los primeros amores, pero el tratamiento es algo diferente. Esto
ocurre en el cuarto cuento, Sudor, donde un joven evoca los
comienzos de una relación con una chica con la que, tiempo después, le costará
tomar la decisión de irse a vivir con ella.
En El hipnotizador personal,
un narrador que parece muy cercano al propio escritor rememora a una chica que
conoció en un taller de cuentos y que pertenecía a una clase social más alta
que la suya. Hoshiko y el primer mandamiento es un buen cuento sobre el
despertar a la sexualidad, bastante parecido a El hipnotizador personal, aunque posee un cierre más bello.
En los cuentos de Breves amores eternos hay muchas escenas
de sexo explícito, algo que nunca ha eludido Mairal, pero que ahí se muestra
como un tema de primer orden.
Coger en castellano es un
desolador y bello cuento sobre la nostalgia del primer encuentro sexual unido a
la distancia física del país de nacimiento.
En El guardián de la guitarra
y La
fuerza se produce una curiosa variante de los temas sexuales de Mairal:
el narrador se siente empequeñecido ante el volumen o la fuerza de la mujer por
la que se siente atraído. La fuerza es el cuento final, el más
extenso de todos y, sin duda, un gran cierre al libro. En él, un hombre evoca
una relación juvenil con una mujer culturista, novia del dueño –también
culturista– del gimnasio en el que trabaja. El deseo y el miedo a las represiones,
el eros y el tánatos entremezclados.
El libro Hoy temprano empieza con
un cuento que se titula igual que el libro. Es un primer cuento muy bueno,
donde un hombre evoca los cambios en su familia y en Argentina, viajando en
auto desde la capital hasta una finca en el campo, desde la niñez a la vida
adulta.
Amor en Colonia es el
segundo cuento, y la temática (un hombre y una mujer porteños que tienen una
relación clandestina y que se van de fin de semana a Colonia, Uruguay) puede
evocarlos de nuevo a La uruguaya y a
los cuentos de Breves amores eternos,
pero en vez de predominar la temática sexual el final nos sorprende con una
resolución fantástica que recuerda a los cuentos de Julio Cortázar.
Cuando leo Amazonía empiezo a intuir que Hoy temprano me ha acabar gustando más
que Breves amores eternos porque sus
temas son más variados. Amazonía es
un relato histórico que nos traslada a la época de la conquista, y que muestra
una selva americana alucinada desde la mirada de un español del siglo XVI o XVII.
Está bastante lograda la reconstruir del lenguaje de época.
Los héroes se ha
convertido en uno de mis cuentos favoritos de este volumen. Sé por un artículo
de Maniobras de evasión (y por una
charla en la Casa de América) que Mairal sufrió un accidente de autobús en su
viaje de fin de estudios de la secundaria, y esta experiencia le sirve de base
aquí para crear un bello relato sobre las amistades del pasado y los hechos
fortuitos que cambian la vida de las personas.
El nieto del viejo Pintos traslada
sus ejes narrativos desde las certezas de la ciudad a las creencias míticas del
campo. Mairal ya supo captar la vida en la provincia en algunos de los
capítulos de Una noche con Sabrina Love. Aquí el viaje se invierte y va
desde la ciudad al campo. Un gran cuento.
Me gusta también la voz narrativa
rural de Marcelino López, que de nuevo nos conduce hasta el campo y sus
gentes.
En El viaje de la profesora Bellini
se enfrentan las teorías de la belleza y el arte con el hedonismo y la belleza
de los cuerpos, ganando los segundos. Es un buen cuento, y me gusta que Mairal
trabaje en cada una de estas composiciones con personajes, temáticas y efectos
diferentes.
En La suplencia, Mairal parece evocar un episodio de su propia
experiencia. Un narrador evoca uno de sus primeros trabajos, como corrector de
textos en una empresa de marketing de los años 90. La realidad idealizada del
trabajo chocará con el caos de la vida real.
En Cuadros la acción se
traslada a Gran Bretaña. Un erudito historiador ciego recorre el país dando
conferencias, ayudado por su pareja, una mujer mucho más joven que él. En
cierto modo, sin que las referencias sean nunca explícitas, Mairal parece
hablar aquí de Borges.
La virginidad de Karina Durán es un
divertido cuento sobre el descubrimiento de la sexualidad y los comienzos del
sexo en internet.
El lenguaje usado en Breves amores eternos es de ese
coloquialismo tan trabajado que Mairal cultivó con tanto éxito y encanto en La uruguaya, y en Hoy temprano se nota, en algunos cuentos, un mayor deseo de cuidar
más las formas y la expresión.
Me ha gustado más Hoy temprano que Breves amores eternos, porque –como ya he ido contando– en el libro
de 2001 existe una mayor variedad temática que en el de 2019. Esto no quiere
decir, que Breves amores eternos no
contenga buenos cuentos, porque sí los tiene. El conjunto me ha resultado muy
satisfactorio. Pese a algún altibajo, fruto de la repetición formal, he
disfrutado mucho con este libro y Pedro Mairal sigue siendo, por supuesto, uno
de mis escritores latinoamericanos actuales favoritos.
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