Maniobras de evasión, de Pedro Mairal.
Editorial Libros del Asteroide. 261 páginas. 1ª edición de 2015, ésta
es de 2019.
Ya he contado, en más de una
ocasión, que Pedro Mairal (Buenos
Aires, 1970) es uno de mis escritores latinoamericanos vivos favorito. Así que
cuando vi que Libros del Asteroide
publicaba un nuevo libro suyo me apeteció leerlo y se lo solicité a la
editorial para hacer una reseña. Ya de paso, les pedí también su reedición de Una
noche con Sabrina Love, que leí hace ya casi veinte años y que me
apetecía releer. También fui a la presentación madrileña de Maniobras
de evasión, que tuvo lugar en marzo de 2019 en la Casa de América. Aquí
Mairal contó algunas anécdotas contenidas en el libro y algunas más sobre su
existencia.
Maniobras de evasión recoge textos que fueron encargados y publicados por revistas, así como
textos que aparecieron en un blog que llevaba el autor y que se llamaba El
Señor de abajo; otros textos se han escrito directamente para este
libro. Maniobras de evasión ha sido
editado por la escritora Leila Guerriero.
Según contó Mairal en la presentación, Guerriero iba eliminando textos que
Mairal quería que entraran en el libro, pero que a ella –que era la editora y
seleccionadora– no le convencían. Además, Guerriero le proponía a Mairal que
escribiera nuevos textos para dar más cuerpo a algunos de los temas que se
desarrollaban aquí.
Si bien no existe una división
temática de los textos contenidos en Maniobras
de evasión, si que se pueden identificar varias obsesiones temáticas.
En primera instancia (después de una
introducción sobre las dificultades que encuentra Mairal para tener continuidad
a la hora de sentarse a escribir narrativa), se habla de la infancia,
adolescencia y primera juventud. Así el volumen se abre con textos evocadores,
que acaban dando una imagen entrañable y muy humana del autor, quien nunca
habla de sí mismo con complacencia. Mairal de niño se sentía bajito, débil,
lampiño…, un niño para el que jugar al rugby se convierte en una simulación, ya
que su máxima premisa era entonces alejarme lo más posible de la pelota. Esta
historia de la infancia la traslada, en el párrafo final, a su vida adulta,
para concluir: «Hago como que corro con todos, pero siempre me siento al
margen, soñando otra cosa, nunca me creo la vida, ese juego tan raro que
practican los demás.» (pág. 21). En general, los textos de Maniobras de evasión están coronados por un gran remate, como si
todo el artículo funcionara para el broche final, para que lo contado logre
elevarse en una pirueta definitiva, que crea una sensación de nueva lectura
sobre lo leído.
Uno de los momentos más íntimos del
libro es cuando Mairal nos habla de un accidente de autobús que sufrió con
dieciocho años, en un viaje escolar, al sur de Argentina en el que murieron los
dos chóferes que les acompañaban, al salirse de la carretera y acabar en un
barranco. «Nunca había contado esto pero hoy es un día de viento y el toldo
rojo que improvisé en el balcón para proteger mi escritorio del sol flamea como
una bandera. La bandera que dice que estoy vivo y que lo puedo contar.» (pág.
45)
Un texto muy divertido es el
titulado El sobrino de Bioy, donde Mairal nos habla de lo que supuso
para él ganar el premio Clarín, a los veintiocho años, con su primera novela, Una noche con Sabrina Love. El jurado
del premio estaba compuesto por escritores tan reputados como Adolfo Bioy Casares, Augusto Roa Bastos y Guillermo Cabrera Infante. Fue extraño
para el joven Mairal recibir tanta atención de golpe, una atención llena de
equívocos y de presiones. Contrasta con este texto otro titulado La
poesía del hombre invisible, donde Mairal escribe sobre los primeros
talleres literarios a los que asistió y recuerda a Grillo, su mentor. Además
nos hablará de Mermet, un amigo de Grillo, que durante toda su vida escribió
con ahínco poemas, pero que nunca hizo el intento de publicarlos, y de cuya
obra Mairal y unos compañeros de taller se sienten herederos.
El tema de la adolescencia y la
juventud acaba en el delicado y adulto tema de la madre, que va perdiendo la
memoria y la capacidad del habla.
Algunos textos del libro, como Babas
del diablo o Desde el camión son encargos de
periódicos o revistas, en la que estas publicaciones proponen a Mairal visitar
en el primer caso un convento de clausura y en el segundo acompañar a un
camionero en su ruta. Toda la personalidad y la gracia de Mairal contando están
aquí, igual que en otros textos más intimistas, y no desentonan para nada. Se
leen como narraciones muy amenas.
«Me entregué a lo que me fueran
deparando las propuestas de artículos, notas y columnas. ¿Te animas a subirte a
un camión de carga para ver cómo es esa vida en la ruta? Me animo, creo que me
voy a morir pero me animo. Pedro, ¿te escribirías diez mil caracteres sobre por
qué nos gustan las mujeres maduras? Sí, ¿cuándo cierra? No tenía ni idea a
quién apelaba ese “nosotros”, nunca me había puesto a pensar tan
específicamente en las mujeres adheridas a ese adjetivo de frutería y sin
embargo escribía y me salían cosas inesperadas.» (pág. 106) Aceptar este tipo
de propuestas hace que otro de los temas del libro sea el sexo, en gran parte
debido a que Mairal aceptará los encargos de hablar en un artículo sobre
«tetas» y en otro sobre «culos». Son textos juguetones, divertidos, que buscan
la complacencia masculina. Diría que para el gusto actual podrían pasara por
machistas. No es que desentonen con el conjunto, porque la escritura de Mairal,
en gran medida, tiene que ver con el sexo, pero me han gustado menos que otros,
porque me parecen textos más limitados, aunque acaban hablando de otros asuntos,
que meramente de «tetas» y «culos», y siempre se haga desde el humor.
«La novela que no estoy escribiendo
estos últimos meses es una sucesión de imágenes de la periferia de los
congresos literarios, la espalda de las charlas de las ferias del libro, eso
que pasa en las combis y en los aviones que llevan y traen a los autores, lo
que se ven en los aeropuertos, o en la televisión del hotel, o en las escapadas
exploratorias entre dos mesas redondas por las calles nuevas.», leemos en la
página 15, y éste es otro de los temas de Maniobras
de evasión. Mairal escribe sobre la trastienda de los viajes literarios, a
Puerto Rico o a Cambridge, por ejemplo. A raíz de este tema también habla de
fiestas y sexo, de sus conquistas o calabazas sexuales. Acaba pisando aquí un
territorio resbaladizo sobre el escarnio personal, que por su exposición de lo
intimo, entre el tono humorístico y autoburlesco, hacen destacar a estas
páginas. De hecho, las burlas que hace sobre su condición de macho desactivan
la posible lectura en clave machista.
Otro de los temas es la relación del
autor con la escritura. Como ve que los plazos que le imponen las revistas o
los periódicos para que entregue un texto acaban siendo motivaciones para él,
en detrimento de la escritura creativa, sobre la que nadie le impone plazos que
parece necesitar. También reflexiona sobre
el peligro que supone para él la banda ancha de internet, que le impide
concentrarse en la escritura creativa. «Llevo cinco años escribiendo en
internet, trabajando no sé si para mí, o para Google o para Blogger.com. Y eso
me cambió el paradigma de la comunicación de la escritura, la idea del lector,
la idea de mí mismo como autor.», leemos en la página 11, cuando Mairal habla
de su escritura en blogs bajo pseudónimo.
Algunas ideas de Mairal que me han
gustado:
«No me gustan los textos
sobreexplicados, la profundidad explícita. (…) Yo prefiero pasar por
superficial, pero teniendo en cuenta que en la superficie aflora lo profundo de
la vida. Y hasta diría que no existen los autores profundos sino los lectores
profundos.» (pág. 26)
«Aunque hay autores que confrontan
al lector, y lo hacen bien, yo prefiero ir desplegando las escenas delante de
los ojos, a la par del lector, sin obstruir el paisaje, prefiero hacerme a un
lado, quedar hombro con hombro, escribir como quien va manejando un camión y
lleva al lector de acompañante.» (pág. 117)
Me comentaba un lector, en Facebook,
que había temido que este libro misceláneo fuese una operación comercial tras
el éxito de la novela La uruguaya,
pero que después de leerlo le había sorprendido gratamente. Lo cierto es que mi
disposición hacia el libro fue buena desde el principio, Mairal es uno de mis
autores actuales favoritos y pensaba que su libro me iba a gustar, como así ha
sido. Aunque, como es lógico, en Maniobras
de evasión hay textos con lo que he conectado más que con otros, me ha
parecido un libro coherente (sobre todo gracias a su voz narrativa uniforme) y
que muestra a un Mairal intimista y desnudo. En gran medida, los textos de Maniobras de evasión son confesionales,
y el impudor con que están escritos crea una verdadera sensación de cercanía
entre autor y lector. Además Mairal escribe aquí con esa aparente ligereza de
sus novelas y consigue escribir páginas profundas y literarias. Sin sensación
de libro menor, Maniobra de evasión
engrosa con significación propia la escasa lista de títulos (siempre valiosos)
del autor.
Pedro Mairal, muy recomendable. Precisamente tengo pendiente este libro. La uruguaya me encantó y Una noche con... también.
ResponderEliminarUn saludo
Hola:
ResponderEliminarSí te gustaron esos libros, éste te va a gustar también.
Saludos