Una noche con Sabrina Love, de Pedro Mairal.
Editorial Libros del Asteroide. 151 páginas. 1ª edición de 1998, esta
de 2017.
Creo que fue en 2002 cuando en la
biblioteca de Móstoles vi por primera vez, en los estantes reservados a las novedades,
Una
noche con Sabrina Love de Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970) publicada en la colección Contraseñas, esa sección de Anagrama más gamberra que Panorama de Narrativas o Narrativas Hispánicas. Tuve la
impresión de que nunca había visto un libro escrito originalmente en español en
esa colección.
Lo leí y me gustó. Fue una de esas
narraciones, en apariencia ligeras, que se acaban instalando en el recuerdo del
lector. Cuando apareció la película dirigida por Alejandro Agresti en España también fui a verla. Desde entonces he
leído todos los libros de Pedro Mairal que han ido apareciendo en España (Una
noche con Sabrina Love, Salvatierra, El año del desierto, La
uruguaya y Maniobras de evasión) y se ha convertido en uno de mis
escritores favoritos de la actualidad.
Cuando se publicó Maniobras
de evasión en España, se lo solicité a la editorial Libros del Asteroide para poder
reseñarlo y, ya que iba a volver a Mairal, me apeteció releer Una noche con Sabrina Love, que también
había vuelto a lanzar esta editorial después del éxito de La uruguaya.
El protagonista de Una noche con Sabrina Love es Daniel
Montero, un joven huérfano de diecisiete años que vive con su abuela en el
pueblo (inventado) de Curuguazú, en la provincia de Entre Ríos. Ha conectado su
televisor al cable del vecino y así puede acceder a una gran cantidad de canales,
entre ellos los pornográficos. Se ha hecho seguidor del programa de Sabina
Love, «la primera porno star argentina». En el programa se sortea pasar una
noche con ella en un hotel de la capital. Daniel llamó al teléfono de pago y
consiguió su número, que es el que va a salir en el sorteo; así finaliza el
primer capítulo.
Me parece significativa la primera
escena del libro: un adolescente hace zapping
viendo la televisión. Es una imagen moderna para el momento en el que se
escribe la novela, una imagen muy noventera, una rapidez en el salto de una
narrativa a otra que antecede en unos años a la revolución que supondrá
internet. En este sentido, Una noche con
Sabrina Love es una narración que sigue la tradición de influencias
radiofónicas y heterodoxas de Manuel
Puig y deja al lector en el umbral de un nuevo mundo que se puede intuir de
forma velada (o imaginativa) en el libro. Es significativo, en este sentido, la
escena final de la novela, con su protagonista reflejándose en una pantalla
apagada, una pantalla que se va a encender ya en el siglo XXI de los blogs, las
redes sociales y los mails.
Daniel ha de recorrer quinientos
kilómetros desde la provincia hasta la capital para poder perder la virginidad
con la mujer que representa su ideal erótico. La novela está planteada como una
aventura, porque además de que Daniel no tiene dinero, su pueblo se encuentra
anegado por una inundación. Deberá tomar una balsa y hacer autostop; como una
especie de Huckleberry Finn moderno. En el camino se irá encontrando con
diversos personajes, pintorescos, pero a la vez muy realistas.
El viaje de Daniel, que tiene un
trabajo poco estimulante en un frigorífico de pollos en su pueblo, a la gran
ciudad será iniciático, un viaje de descubrimiento y paso hacia la vida adulta.
La mirada narrativa de Pedro Mairal
es muy visual, muy cinematográfica. En Maniobras
de evasión escribía esto sobre su ideal de escritura: «Aunque hay autores
que confrontan al lector, y lo hacen bien, yo prefiero ir desplegando las
escenas delante de los ojos, a la par del lector, sin obstruir el paisaje,
prefiero hacerme a un lado, quedar hombro con hombro, escribir como quien va
manejando un camión y lleva al lector de acompañante». Esta premisa explica
perfectamente el estilo de Una noche con
Sabrina Love, que está escrita en tercera persona, pero con un punto de
vista muy apegado al del personaje. El narrador rara vez le hace ver al lector
que sabe más que su personaje, aunque esto llega a ocurrir en alguna ocasión,
sobre todo cuando Daniel llega a la capital, en la que se encontrará perdido, y
se le explica al lector por qué calles o plazas está pasando.
La prosa de la novela es de
sencillez aparente, de fluir rápido y frase corta y elegante. En una sola
ocasión me ha parecido observar un rastro de Gabriel García Márquez (que desde luego no parece ninguna de las
influencias fundamentales de este libro), en una frase, inusualmente larga del
primer capítulo, cuando Daniel se regocija por haberse conectado al cable del
vecino: «Esa noche, teniendo ya todo enchufado, pasado el estupor de las
primeras imágenes del canal para adultos, comprendió que ya no serían las
revistas compradas por vergüenza en el quiosco de la terminal, con fotos de
mujeres que la imaginación debía tomarse el trabajo de articular, sino que
ahora una corriente erótica continua llevaría hasta su cuarto aquellos cuerpos
en todas sus posturas y jadeos, y se entregó con felicidad a un onanismo
estival que lejos de dejarlo ciego lo hizo ver por vez primera los secretos más
recónditos de la existencia» (pág. 7).
Aunque en principio el libro parece
plantear una historia muy masculina, con esa obsesión por el sexo puro,
desprendido del afecto, esa obsesión por la mujer como un objeto de deseo, en
realidad plantea un camino de revelación para Daniel hacia el mundo de los
afectos (y el mundo de los adultos) una vez superados los rituales de paso.
Daniel se va a ir encontrando en su
periplo con distintos modelos de masculinidad: desde el hombre casado, que
desea la libertad del soltero, hasta el hombre machista y resentido, que no
puede olvidar una relación del pasado. También se encontrará con la opción de
la homosexualidad, algo difícil de imaginar para él. Daniel observa a los
demás, pero no parece juzgarlos. Lo curioso es que la mayor lección de lo que
es una mujer real se la dará la persona que se encuentra bajo el disfraz de
Sabrina Love: «¡Qué asquerosos! Después de esas cosas cómo los hombres no nos
van a tratar a las mujeres como animales. Ustedes son los animalitos». Para
Daniel, la Sabrina Love más real será al final, y éste será uno de los grandes
descubrimientos de la novela, la que ve en la pantalla de una televisión y no
la de carne y hueso, la que tiene al alcance de la mano.
Si bien La Uruguaya, la última
novela de Mairal, está escrita casi dos décadas después de Una noche con Sabrina Love, la primera novela de Mairal, me percato
ahora de que tienen bastantes elementos en común: las dos representan un viaje
masculino en busca de una idealización de la mujer. De Entre Ríos a Buenos
Aires, en el primer caso, y de Buenos Aires a Montevideo, en el segundo. Si en
la primera novela el protagonista (Daniel Montero) era un adolescente que
quería perder la virginidad con una mujer adulta, un sueño erótico; en la
última, el protagonista (Lucas Pereyra) es un cuarentón que quiere revivir la
pasión erótica liándose con una mujer más joven que él. Dos momentos de
masculinidad en crisis, de masculinidad falta de reafirmación.
He leído alguna crítica que acusaba
a Mairal de machista, pero en realidad tengo la impresión de que es un autor
que refleja con bastante dignidad la fragilidad del hombre y de la masculinidad
como construcción social.
Esta edición de Una noche con Sabrina Love
está precedida del texto El sobrino de Bioy, que yo acababa
de leer en el libro Maniobras de evasión.
En este prólogo, un Mairal adulto reflexiona sobre lo que supuso en su vida
ganar el premio Clarín de 1998 a sus veintiocho años. Su novela fue elegida
entre 800 candidatas por un jurado compuesto nada menos que por Augusto Roa Bastos, Guillermo Roa Bastos y Adolfo Bioy Casares. Este último le
dijo en la entrega del premio: «Arranqué a leer tu novela y no la pude largar
hasta terminarla».
He disfrutado mucho con esta relectura
de Una noche con Sabrina Love. Es una
novela de iniciación deliciosa.
Hola, David:
ResponderEliminarUna reseña estupenda sobre esta novela de Mairal. Yo la leí tras "La uruguaya" y ambas me divirtieron muchísimo. Coincido contigo plenamente en todo lo que señalas sobre la aventura de Daniel Montero, un chico que está iniciándose a la vida adulta y el sexo es parte esencial de la misma.
Aunque no hace tanto que la leí y la reseñé tu relectura me ha metido las ganas de volver a ella.
Un abrazo
Hola Juan Carlos:
EliminarSeguro que te gustan también las otras novelas de Mairal, El año del desierto y Salvatierra. Llegaron a España aunque quizás no sean ahora fáciles de encontrar. Creo que Libros del Asteroide quiere reeditarlos.
Saludos
Hola! También recuerdo con agrado la lectura de esta novela, que con la tontería ya tiene 20 años. Esa imagen que recuerdas del protagonista haciendo "zapping" sin duda sí, es ya del siglo pasado... Por cierto que Salvatierra también me gustó mucho, un homenaje a Borges y a Funes el Memorioso, pero por desgracia ha pasado desapercibida. Saludos y feliz verano!
ResponderEliminarHola Joaquim:
EliminarA mí también me gustó mucoh "Salvatierra". Por lo que sé, Libros del Asteroide tiene pensando reeditarla en España, lo que es una gran noticia.
Saludos y feliz verano para ti también.
Tuve la suerte de hacer un taller con Mairal y, además de ser un genial escritor (uno de los escritores argentinos vivos que más me gusta), doy fe que es un gran tipo.
ResponderEliminarLo, tal vez más cómico, es que cuando empecé a ir no lo había leído y, cuando dejé de ir, lo comencé a leer.
Saludos.
Hola G.
EliminarMe parece una gran suerte haber acudido a un taller de literatura con Mairal. Yo le he visto en Madrid en dos ocasiones, en dos presentaciones y me cayó muy bien. Lo que contaba era interesante y él era un tipo divertido.
Saludos