Domar a la divina garza, de Sergio Pitol
Editorial Anagrama. 221 páginas. Primera edición de 1988, esta de 2006.
En el verano de 2017 estuve de
vacaciones en México y me traje bastantes libros. Con mi desbarajuste lector
habitual, me estaba costando acercarme a ellos, pero leí Amores de segunda mano de
Enrique Serna y me apeteció seguir
con los libros de México. Domar a la divina garza de Sergio Pitol (1933, Puebla, México-2018,
Xalapa, México) lo compré en la bonita librería
Profética de Puebla. Ya había comprado bastantes libros en Ciudad de
México, pero entré en la Profética y supe que me tenía que comprar allí un
libro. El de Domar a la divina garza
me pareció lo bastante atractivo como para llevármelo. Además era bastante
barato. Me he dado cuenta a posteriori de que compré un libro de Pitol en su
ciudad de nacimiento, aunque creo que luego ha vivido casi siempre en el estado
de Veracruz.
Lo curioso es que compré esta novela
en Puebla, editada por Era, y al final la he leído en un volumen de la editorial
Anagrama de la biblioteca de Pueblo Nuevo en Madrid, que me queda ahora muy
cerca de mi nueva casa. ¿Por qué saco de la biblioteca libros que ya tengo?, se
preguntarán ustedes. Me percaté de que Domar
a la divina garza se publicó originalmente en 1988 en la editorial Anagrama
y en 1989 se publicó por primera vez en Era. Esta editorial mexicana usa la
misma caja para el paginado que Anagrama, pero sus libros son más pequeños, así
que pensé que iba a leer con más comodidad la novela en la edición de Anagrama.
Y aquí estoy, leyendo de la biblioteca un libro que tengo en casa, comprado en
otro continente. Los adictos a las librerías y a las bibliotecas somos así.
Hasta ahora sólo había leído un
libro de Sergio Pitol, el titulado Vals de Mefisto, formado por cuatro
relatos largos. Lo leí hace bastante tiempo y ahora mismo no podría resumir el
argumento de sus cuentos, pero sí recuerdo que me gustaron bastante, que pensé
entonces –hará más de diez años– que Pitol escribía muy bien y que tenía que
volver a su obra.
Domar a la divina garza es una novela de humor, construida de un modo bastante sofisticado. Se
divide en siete capítulos y antes de empezar cada uno de ellos, al modo
clásico, se resume su contenido al lector.
Del capítulo dos al siete, el lector
se encontrará con una novela que perfectamente podría haber empezado en ese
capítulo dos (página 20). Sin embargo, en el primer capítulo Pitol nos presenta
a un escritor a punto de cumplir sesenta y cinco años, que no está seguro de si
tiene fuerzas para crear una nueva y ambiciosa novela.
En este primer capítulo, Pitol nos
describe las claves compositivas según las cuales su personaje va a escribir su
novela. En primer lugar está pensando en las teorías de Bajtín sobre la novela
como expresión de la cultura carnavalesca y la fiesta popular. Luego hablará de
un personaje fatuo obsesionado con un solo autor literario; está pensando en un
compañero de estudios obsesionado con Dante, mientras que su personaje está
obsesionado con Gogol.
Como decía, en el capítulo dos
empezará la novela que el escritor estaba pensando en el capítulo anterior. En
ella nos encontraremos con Dante C. de la Estrella, que visita a la familia de
Salvador Millares en Tepoztlán. Una visita que no parece del agrado de la
familia. Debido a una casualidad –los hijos de Millares están haciendo un puzle
de la Mezquita Azul de Estambul–, se activan los recuerdos de Dante de los
escasos dos días que pasó en Estambul durante su juventud. Sin ser invitado a
ello y sin que sus anfitriones parezcan tener mucho interés en su historia,
Dante comenzará a relatarles sus desventuras en Estambul.
Dante se encontraba becado en Roma
para acabar un doctorado en Derecho, cuando un antiguo amigo mexicano le
comenta que va a pasar por Roma camino de Estambul, acompañado por su hermana,
y le invita a unirse a ellos. Rodrigo Vives, el amigo, viaja a Turquía para
entrevistarse con Marietta Karapetiz, viuda de un antropólogo que (junto a
Marietta) viajó por México en su juventud, en los lejanos años de la
revolución, estudiando las costumbres de los nativos. Rodrigo quiere acercarse
a los papeles del profesor Karapetiz, pero al llegar a Estambul caerá enfermo y
tendrán que ser Ramona (su hermana) y Dante los que acudan al encuentro de
Marietta, que les acabará presentando a su particular hermano Sacha.
Marietta, aunque no acaba de
concentrar la información, es originaria de un país latinoamericano y añora el
México de su juventud, en el que afirma que la llamaban «la Divina Garza».
Dante sentirá ante la anciana Marietta una extraña fascinación que oscilará
entre la admiración y el absoluto rechazo.
Cuando narra su historia a la
familia Millares, su desprecio y rencor hacia Marietta es manifiesto, pero no
así sus primeras impresiones. Llegar a explicar por qué siente ese rencor, por
qué aquella experiencia en Estambul acabó siendo un trauma para él, es el
principal nudo narrativo de su historia. De hecho, siempre está adelantando en
su narración oral la circunstancia de que existe un hecho determinante y
definitivo que polarizó de modo terminal su relación con la Divina Garza, pero
la familia Millares y el lector tendrán que esperar hasta el final para conocer
este hecho traumático.
Sergio Pitol juega en esta novela a
la narración dentro de la narración. Como ya he expuesto, las capas narrativas
del relato son múltiples: un narrador (capa 1) nos presenta a un escritor (capa
2) dispuesto a iniciar una nueva novela, en un momento de su vida en que se
encuentra ya con pocas fuerzas. El escritor nos habla del salón de la casa de
los Millares donde se encuentra Dante (capa 3). Dante comienza a narrar su
viaje a Estambul (capa 4) y a veces cederá la palabra a otros personajes, sobre
todo a Marietta (capa 5) que hablará de sus aventuras en México.
La capa que ocupa más espacio en la
novela será la 3, la narración de Dante. Por tanto, en gran medida estamos ante
una narración oral que se verá interrumpida por las preguntas de la familia
Millares al narrador o por anotaciones sobre la pérdida (o ganancia) de interés
de los interlocutores de la historia, o al lector se le explicará que Dante se
está sirviendo copas de whisky para darse valor y poder acabar su historia.
El tono de la novela es, en general,
cómico, porque Dante es un narrador engolado y un tanto ridículo. En más de una
ocasión el sentido del humor me ha recordado al de Alfredo Bryce Echenique, y en otras al humor erudito sobre
escritores (en este caso en torno a Gogol) de Enrique Vila-Matas. También, en un tono pantagruélico (y aquí Pitol
entronca su discurso con las ideas festivas acerca de la narración de Bajtín),
el humor será escatológico.
Me ha resultado curiosa la
insistencia compositiva en los dúos de hermanos, en la combinación
hermano-hermana. He llegado a contar cinco parejas de hermanos.
Domar a la Divina Garza me ha parecido una novela inteligente de Sergio Pitol, premio Cervantes
2005. He buscado listas en internet con los títulos más destacados de Pitol y
éste suele estar entre ellos. Pitol ha muerto hace no mucho, en 2018, y creo
que debería seguir indagando en su obra.
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