El poeta y editor Juan Peregrina leyó mi novela “Los
insignes” (Sloper, 2016) y ha escrito una reseña para su blog “Me no know
nothing”.
Muchas gracias, Juan.
LOS INSIGNES (O NO TANTO), DE DAVID PÉREZ VEGA
Si es que al final, de eso se trata: de reírnos de
nosotros mismos.
David
Pérez Vega es poeta y novelista y alguna que otra cosa más, y se le nota.
Ferocísima y dulce crítica la que hace al mundo de la cultura, centrada en la
escritura de poemas, en el mundo de la lírica actual y pasado porque como diría
Javier Krahe, cualquier tiempo pasado fue anterior.
Un
poeta verdadero, o así se siente él, entabla comunicación y amistad con Kim
Jong-un. Y esta es la premisa para repasar unos tiempos grises y oscurísimos
sobre nuestra concepción de lo que es la literatura, y como decía antes, la
cultura en general, plagada de pobreza crítica, mucho ayuntamiento carnal y
primate (de primos/as) e intereses extraliterarios.
Y
con un fino sentido del humor que provoca a quienes leemos esta novela,
maravillosamente estructura entre una inverosímil relación, el buen carácter de
un dictador y las penalidades de un poeta exquisitamente poco atractivo, pero
preparado, leído y con ganas de triunfar como el que más, merecedor de coronas
y laureles que no llegan pero que nos suenan.
La
facilidad que Pérez Vega tiene de componer un drama es apabullante, la verdad.
Nos -me- invade raudamente la vergüenza al reconocer ajenas formas y reacciones
propias en esto de escribir. Y una envidia poco sana al reconocer a un buen
novelista que es capaz de transportarnos al otro lado de mí mismo, es decir,
reconozco la calidad de lo intentado, que llega a ser un triunfo de la aparente
sencillez y pocas ínfulas que el escritor tiene, comparado con el narrador, el
protagonista de la historia y su compañero de fatigas.
Muy
recomendable lectura para quienes quiera saber de qué va la película lírica que
nos obligan a ver en el cine de la actualidad cultural. Y me atrevo a decir que
el arco de edad para leer estas páginas es muy elástico, algo que no es fácil
de hacer si tenemos en cuenta que lo que quiere comunicar Pérez Vega es una
desazón que podemos sentir desde tempranas edades -cuando vemos que la suerte
en premio o publicaciones de nuestro amigo avanzan, como avanzan sus visitas al
despacho de, o la casa de, pero no sus calidad de sus versos- o ya mayorcitos
si lo que queremos es tomárnoslo como una radiografía divertidísima de lo que
nos esperará cuando crezcamos. Más de un/a artista se sentirá reconocido/a.
Y
es que somos “unos artistas, todos”, como decía un amigo de Cádiz: o como
decimos en Granada, que “hay más Lorcas que panes” y no leemos a Federico. En
fin, Bolaño, los poetas chinos y españoles, poetas hispanoamericanas, la
decadencia y un pasacalles surrealista de editores, hacedoras de versos,
supuestos escritores y otros seres del sinvivir poético que componen un mosaico
que despierta simpatía y pena, miradas crueles y sensatas, paradojas entre el
bien y el mal y las eternas preguntas que nos hacemos todos los días, algunas
como las siguientes:
-¿vendería
yo, poeta puro que no me vendo -ni vendo veinte ejemplares de mi último
poemario- vendería yo, pregunto, clamo al cielo, a mi madre por un premio
literario? Mejor no contestamos.
-¿recomendaría
a mi amigo si es mejor que yo a una editora que me propone publicar un par de
poemas en una revista extranjera?
-¿se
contribuye desde las editoriales a forzar un tipo de lectura para mantener a
flote una empresa?
-¿es
la autoedición digna y sabemos qué hacemos al mencionar a JRJ o a Lorca?
-¿puede
alguien contar con tanta gracia la desaparición de Kafka de la historia de la
literatura?
-¿la
corrupción moral es inherente al ser humano; al español y al mundo de la
economía, la cultura…?, ¿en cualquier ámbito está normaliza la corruptela?
-¿dudamos
sobre la limpieza de los premios?
-¿sinceramente
es para tanto escribir libros?
A
leer, malditos seres hermosos que disfrutáis con la lectura: horas de diversión
y reflexiones os aguardan tras la carita feliz del amado y supremo líder.
Y
no, no sabemos quiénes serán esos insignes de los que nos habla el señor Pérez
Vega. La risa nos impide hablar a veces.
Puedes leer la reseña original pinchando AQUÍ.
No hay comentarios:
Publicar un comentario