Cuando
la semana pasada colgué un fragmento de la novela aquí –uno en el que se
hablaba de los premios de poesía- una lectora del blog, que firma como Zombie Girl y que sé que escribe poesía,
me comentó que lo mostrado le recordaba a algunas entradas leídas en el blog de contracrítica de poesía Addison de
Witt. Yo también fui lector de este blog; aunque nunca dejé en él
comentarios, me interesaban sus análisis de la actualidad poética y su labor de
denuncia. Digamos que Addison de Witt forma parte de la documentación que he
utilizado para escribir mi sátira sobre poetas Los insignes y que en mi
novela existe un blog similar en el que me mi protagonista (que también tiene
un blog de crítica poética) sí que participa, polemizando.
Me
preguntaba Zombie Girl si mi libro era un cúmulo de anécdotas sobre el mundo de
la poesía o tenía una trama. Digamos que yo mismo me hice esta pregunta cuando
empecé a escribirlo y quise que mi novela tuviera personajes y tramas. En
realidad hay en ella una trama y una subtrama. En un primer plano nos
encontramos con Ernesto Sánchez, inspector de Hacienda y poeta, que sueña con
la gloria literaria y que mantiene en su blog, y en algún otro, encendidas
polémicas sobre poesía. Le ha contactado Kim Jong-un, también poeta, que ha
publicado en Corea del Norte un poemario sobre la muerte de su padre, que ha
pasado a ser lectura obligatoria en su país. Kim Jong-un no se acaba de fiar de
la crítica literaria de su país que alaba su libro sin fisuras y le pide a
Ernesto que lea su libro y le haga una crítica sincera. Mientas Kim Jong-un
ultima la traducción y el lector espera que Ernesto lea el libro y dé su
veredicto, el segundo aprovecha para desahogarse con su nuevo amigo –a través de
Skype- de la situación poética del país; y le habla de la relación que
estableció con Rucho Noarbe, editor de la pequeña pero prestigiosa editorial
Moby Dick Editores, que le aceptó un poemario para su publicación, pero que
siempre parecía darle largas a la fecha de salida del libro. Las fases de la relación
de Ernesto con el editor marcan la evolución temporal de mi novela y su
argumento narrativo principal. Por el camino Ernesto le contará a Kim Jong-un
algunas de sus apreciaciones sobre el mundo de la poesía, las corrientes que la
forman, las rencillas, los egos desmesurados… algo que podría ser extrapolable
a cualquier actividad artística (o casi vital).
En realidad el tema principal
de Los insignes sería el de la
obsesión. Y todo es tan ridículo, que este libro sin el humor satírico no
tendría sentido de ser.
Decía
Jorge Herralde que en la aventura
editorial lo peor no son los autores.
Creo que tenía razón, en más de un caso lo peor son los editores. Los hay de muchos
tipos: cumplidores, simpáticos, cercanos, dejados, trabajadores, amantes de su
trabajo… y luego están los peores: los engreídos, los que son autores –o han
tratado de serlo- y al pasar a ser editores disfrutan del poder que de repente
ha caído sobre su persona. Uno de estos fue el que le tocó al pobre Ernesto.
Dejo aquí un párrafo de la novela sobre este tema (páginas 152-153):
(Resumo la
situación: el editor Rucho Noarbe aceptó hace tiempo para su publicación un
libro de Ernesto, pero su fecha de salida al mercado se va posponiendo indefinidamente)
«Yo
iba a las presentaciones de libros para hacerme presente, para obligar a Noarbe
a considerar mi existencia real. Acudía siempre solo a esos actos sociales y
rara vez entablaba conversación con alguien. Una tarde intenté acercarme a unos
poetas que conocía de los suplementos culturales, poetas ganadores de premios
promocionados por Bisonte o Hipérbole, uno de ellos era incluso un ganador del
premio Hipérbole. Les reconocí, se me aceleró el pulso, me presenté y no pude
integrarme en su conversación: hablaban de fútbol; eran unos jodidos expertos.
Creo que la mayoría de poetas o aspirantes a poetas que aparecían por allí no
conocían mi blog, nunca habían caído en él, lo que no me llevaba a concluir que
yo fuese una figura irrelevante dentro del panorama poético español, sino que a
aquella gente no le interesaba en realidad la poesía. Escuchaba y hacía cola
para que el autor me firmase su libro y al final o al principio —depende de
cuál era mi percepción de qué momento era el más adecuado— saludaba a Noarbe,
siempre rodeado de una sonriente caterva de aspirantes. No dejaba de
sorprenderme, sobre todo, el desparpajo de las jóvenes aspirantes a poetas, su
implacable acoso al Gran Editor, y cómo él —el Gran Editor— se dejaba querer y
halagar y sonreía, y cómo cambiaba su cara cuando era yo quien me acercaba a él
y me hablaba siempre con ambigüedades, siempre fingiendo que estaba agobiado,
buscando en su mente una posible fecha a la que postergar la publicación de mi
poemario. En realidad, me acabó pareciendo que le encantaba aquello, verse
rodeado del tupido bosque de los aspirantes, como un reyezuelo medieval
recibiendo audiencia. Le encantaba dar esperanzas, poder conceder él la llave
del prestigio, o algo similar al halo de ese prestigio, algo que habitaba allí,
cerca del prestigio o de lo que fuese, algo de lo que él se había adueñado
mediante el sencillo mecanismo de fijarse en los libros a los que concedían el
Premio Nacional de Poesía o el Pulitzer en Estados Unidos, comprar sus derechos
y contratar una traducción.»
Casualidad, justo ahora me trae el cartero tu libro. Este finde cae seguro, que falta me hace reirme un rato.
ResponderEliminarHola: qué bueno.
EliminarEspero que tengamos suerte y el libro te pueda interesar. Y a ver si consigo que te rían, me da vértigo la responsabilidad...
Muchas gracias
Saludos
David lo de Bisonte (con V vale? Jaja) e Hipérbole ha estado bien hilado, y es cierto, creo que en este "mundillo" como en casi todo, no hay un "único culpable", aunque no es menos cierto que entre Reyes (editores) Cortesanos (amigos con todo encarrilado, la silla de al lado en " banquetes o juicios", Vasallos (Todo por estar y hacer sentir su presencia a cualquier precio) Bufones (Pedigüeños de migas y masajistas de espaldas poderosas) y Trovadores (por libre, hartos del ninguneo y tan hastiados que ni buscan oportunidad)... Hay una buena manada de extras para una película de época medieval verdad???. Un abrazo y gracias por usar el humor en una realidad cruel o simplemente realidad.
ResponderEliminarHola Oscar:
EliminarPor supuesto en este mundillo de la poesía, como en cualquiera, hay de todo. Gente engreída y gente estupenda. Sigamos disfrutando de lo que nos gusta, leer y escribir, y dejemos el tema del éxito, del reconocimiento y demás fuera porque si no acabamos como mi personaje Ernesto Sánchez, pasándolo realmente mal. Y en todo esto un poco de humor nunca viene mal, igual que nunca viene mal en cualquier situación de la vida (mensaje buenrollista a lo Paulo Coelho).
Un abrazo
¡A ver si escribe un libro con las mejores anécdotas que tiene como profesor! Sería interesante y gracioso seguro.
ResponderEliminarSí, tengo acumuladas algunas bastante buenas, pero es delicado hablar del trabajo en un sitio cuando sigues trabajando ahí.
EliminarSaludos
Verdad. Pues espero que ese libro exista en el futuro.
EliminarUn saludo, un exalumno.
Hola:
Eliminarimaginé que eras exalumno, al escribir en internet como anónimo sin ánimo belicoso: te delata el uso del "usted", jaja...
Saludos
Me costó arrancar, pero hoy lo he retomado y me lo he leído de una sentada. No me he reído en plan carcajadas,pero he sonreído mucho, sobre todo, reconociendo como propias muchas experiencias de las que se cuentan. No soy de Móstoles, soy de un barrio de Pamplona, que todavía es peor, y ni siquiera soy una joven poetisa que hable de su menstruación, jajaja. El final se ve venir -cosa que tampoco importa mucho-, yo casi esperaba que el supremo lider mandara a uno de sus espías a casa de Ernesto. Lo que no sé es si el libro puede tener interés para alguien que no pertenezca al grupo este de tolais endogámicos de la poesía, porque sí, como dices, creo que al final sólo nos leemos entre nosotros :) Al menos te has quedado a gusto, no? Un abrazo.
ResponderEliminarHola Zombie Girl:
EliminarMe alegra pensar que mi libro haya podido hacerte sonreír, de eso se trata, que lo de las carcajadas con un libro es realmente difícil.
Lo del final con Kim Jong-un me parece la subtrama menos importante. La sustancia de la historia está en la otra trama, la de Ernesto con el mundo editorial. Creo que esta es una novela que podría interesar especialmente a los poetas o a la gente que escribe; pero como me ha comentado algún amigo que no escribe hay situaciones muy reconocibles de cualquier ámbito, como por ejemplo el laboral: hemos escuchado a amigos, familiares... muchas veces la historia de un trato injusto, todos sabemos que en los trabajos muchas veces triunfan los trepas, los relaciones públicas, y no los que saben trabajar bien, y de esta frustración también va mi novela.
Muchas gracias por tu interés y tus comentarios. Y sí, lo cierto es que después de escribir este libro me quedé a gusto, sí, me saqué una espinita que tenía clavada...
un abrazo