domingo, 22 de noviembre de 2020

Pecados originales, por Rafael Chirbes

 

Pecados originales, de Rafael Chirbes

Editorial Anagrama. 249 páginas. 1ª edición de 1992 y 1994, ésta es de 2013.

 

En el año 2001 o 2002 yo había viajado a Alemania y en una librería del centro de Colonia, la librería más grande de la ciudad, me sorprendió ver que todo el escaparate –de arriba a abajo– estaba ocupado con ejemplares de la última novela traducida al alemán de Rafael Chirbes (Tabernes de Valldigna, Valencia, 1949 – 2015), algo que allí era un acontecimiento cultural. En alguna ocasión le había leído a Jorge Herralde, el editor de Anagrama, que el verdadero público de autores como Javier Marías, y sobre todo de Rafael Chirbes estaba en Alemania y Francia. Allí han considerado a Chirbes el autor que mejor ha sabido reflejar el periodo de la Transición española. No recuerdo qué novela era aquella del escaparate de la librería de Colonia (téngase en cuenta que el título estaba en alemán). Tal vez, mirando las fechas fuese La caída de Madrid, que se publicó en el 2000.

Diría que la suerte editorial de Chirbes en España cambió con la publicación de Crematorio en 2007, que fue una novela que realmente sí se leyó aquí, que ganó además el premio de la crítica de narrativa en castellano y de la que incluso se llegó a grabar una serie para la televisión.

En su momento pensé leer Crematorio y En la orilla, su siguiente novela, pero fueron títulos que se me fueron pasando, por ese azar, muchas veces absurdo y remoto, de las elecciones lectoras.

 

Hasta ahora de Chirbes yo había leído Mimoun, que fue su primera novela publicada, con la que quedó finalista del premio Herralde en 1988. De este libro tengo su primera edición, dedicada por el autor, del que escuché una charla en la que estaba con Jorge Herralde y Andrés Barba en Madrid. Me gustó bastante Mimoun, y por esto mismo es raro, incluso para mí, que no hubiera leído hasta ahora más libros de Chirbes.

 

En julio de 2020 yo estaba de vacaciones en el norte de Mallorca, un día fui de visita a Palma y en la librería Babel me apeteció hacer una compra a favor del sostenimiento de las librerías locales. Así que me compré esta edición roja de Anagrama en la que junta dos de las novelas primeras de Chirbes: La buena letra (1992) y Los disparos del cazador (1994), bajo el título de Pecados originales. Hasta ahora no había leído ningún libro de esta nueva colección de rescates de Anagrama, llamada Otra vuelta de tuerca, pero me parece una gran idea la de volver a dar vida a títulos emblemáticos de la editorial y además agrupando en un volumen varios títulos de un autor.

 

Acabé de leer en Playas de Muro Yo el Supremo de Augusto Roa Bastos, que me resultó un libro un tanto denso y menos entretenido de lo que me esperaba, y necesitaba algo de composición menos compleja, sin ser simple, y más emocionante, sin descuidar el rigor de la forma. Esta vez acerté de lleno con Pecados originales.

 

Chirbes escribió un prólogo para esta edición de 2013 que, en sus escasas cuatro páginas, resulta de una lucidez desarmante. Sobre la Transición: «El pacto que se les propuso a los españoles, bajo el razonable argumento de cambiar pasado por futuro, fue un cambio de ideología por bienestar; es decir, un trueque de verdad por dinero. Y el país lo aceptó.» (pág. 8)

 

La protagonista de La buena letra es Ana, que en el presente narrativo de la novela (posiblemente hacia finales de la década de 1980) es ya una anciana que vive sola en una casa antigua, repleta de recuerdos. Ana le habla a un hijo que el lector no sabe si está presente en la escena o si simplemente se dirige a él de un modo figurativo; posiblemente sea lo segundo. Ana es de Bovra, un pueblo de Valencia, que –tras una búsqueda en internet– compruebo que es un inventado; al igual que Misent, otro pueblo valenciano (estoy suponiendo que es valenciano) que aparece en esta novela (de ahí es la familia del marido de Ana) y en Los disparos del cazador, cuyo protagonista será de allí.

 

Ana le hablará a su hijo de los duros años de la guerra, cuando su marido estuvo en el frente como soldado republicano, y sobre todo de los años de la posguerra, y de las visitas que ella o su marido Tomás va a hacer a la prisión en la que Antonio (el hermano de Tomás) ha sido encarcelado. Tomás, como «rojo», pasará por dificultades para ganarse la vida en su pueblo. «Si alguien venía a buscarlo, era siempre por un sueldo muy por debajo del que se pagaba a otros; cuando no conseguía trabajo, se pasaba el día dando vueltas por la casa y, si yo intentaba decirle cualquier cosa, me respondía de mal humor.» (pág. 46). Así se describe el ambiente del pueblo durante la postguerra: «El cine era barato, más que encender el brasero, pero nosotros no podíamos ir porque al final de la película sonaba el Cara al sol y a padre le repugnaba tener que ponerse en pie con el brazo en alto. Además, siempre se arriesgaba uno a sufrir alguna provocación. A Paco, el vecino que se escondió en nuestra casa al volver de la guerra, su propio suegro le insultó en el cine y luego lo sacaron a empujones entre cuatro o cinco. Su suegro había dicho a voces: “Ningún hijo de puta rojo tiene que manchar el Cara al sol con sus babas.”» (pág. 49)

Cuando Antonio salga de la cárcel se va a ir a vivir con ellos a Bovra. «Permanecía encerrado en su cuarto casi todo el tiempo, como si no consiguiera acostumbrarse a los espacio abiertos.» (pág. 65). Sin embargo, Antonio montará una pequeña empresa de tallas de madera y conseguirá salir adelante. No quiero contar más de la trama, pero digamos que el conflicto se va a producir cuando, para prosperar, Antonio acabe juntándose con los franquistas y, como superviviente, decida olvidar el pasado, algo que su hermano Tomás no puede hacer. «Tu padre se entregó a la derrota demasiado pronto.» (pág. 87)

Lo más terrible para Ana será ver que en la década de 1980 más que el análisis del pasado lo importante será para sus descendientes la supuesta prosperidad de los pelotazos inmobiliarios.

Chirbes le advierte al lector en el prólogo que en esta versión definitiva ha eliminado el capítulo final del libro, que debían ser unas dos páginas, porque esas páginas finales edulcoraban la novela y era algo con lo que Chirbes ya no estaba de acuerdo. La buena letra, escrita con frases breves y certeras, es una novela corta bellísima y desolada.

Los disparos del cazador tiene muchos puntos en común con La buena letra y, por tanto, parece una buena idea la de Anagrama de haberlos reunido en este díptico titulado Pecados originales. El protagonista de Los disparos del cazador es Carlos, quien en el tiempo de la novela escribe en un cuaderno unas reflexiones sobre su vida a raíz de haber descubierto unas notas de uno de sus hijos, que parece echarle en cara su connivencia con el franquismo. Carlos, en el tiempo narrativo del libro –de nuevo a finales de los 80 o principios de los 90– vive en un chalet del privilegiado barrio de la Fuente del Berro en Madrid, a solas con Ramón, que trabaja de asistente para él.

Carlos es originario de Misent, el mismo pueblo del que proceden Tomás y Antonio, los hermanos de La buena letra. Carlos emigrará a Madrid joven y allí, gracias a un contacto que trae del pueblo, tras unos comienzos duros, vendiendo cualquier cosa para acumular capital, se convertirá en un exitoso constructor. Una situación económica que le permitirá ir distanciándose de su pasado pobre, de su pasado de hijo de republicanos humillados, como acabaremos sabiendo. Digamos que Los disparos del cazador es como si Chirbes hubiera decidido reescribir La buena letra desde el punto de vista de Antonio, el hermano republicano que decide olvidar el pasado y prosperar dentro del nuevo orden franquista. Carlos le acabará echando en cara a su hijo que, a pesar de juzgar el origen ilícito de su prosperidad, se ha beneficiado profundamente de ella para pensar ahora que es mejor persona que su padre. Es una reflexión muy interesante.

 

Frente a la personalidad sufrida de Ana, está muy marcada la personalidad soberbia de Carlos. En ningún caso son personajes estereotipados, o que existan solo para mostrar una idea o una tesis. Por ejemplo, cómo se muestra el machismo de Carlos me parece un gran logro.

Los disparos del cazador está escrita con frases y capítulos más largos que La buena letra. Entre las dos creo que prefiero la primera, pero lo cierto es que ambas son novelas cortas magníficas, cargadas de ideas y matices, y se complementan perfectamente. He de leer más libros de Rafael Chirbes.

4 comentarios:

  1. 2017 decidí que fuera en mi blog el año Chirbes. Leí y reseñé todas sus novelas en orden de publicación (la verdad es que el año se alargó y ocupó también 2018. Se salió del orden París-Austerlitz que había leído en 2016 cuando se publicó.
    Fue toda una experiencia que me hizo ver la obra en su conjunto como un resumen de la historia de España en la segunda mitad del siglo XX y los principios del XXI.
    Creo que es uno de los autores más notables de los últimos tiempos en España.
    Me ha gustado mucho recordarlo hay aquí.
    Un beso.

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    1. Hola, Rosa:

      Me parece una gran idea la de leer todos los libros de Chirbes. Como tú dices, es uno de los escritores más destacados en España de las últimas décadas.
      Espero que no pase mucho tiempo hasta que vuelva a él.
      Un beso.

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  2. Gracias, David. Siguiendo su consejo he comprado esta edición de Anagrama, más otras novelas de Chirbes, de quien no he leído nada, pero ya lo tenía en el radar por una recensión muy elogiosa que leí hace tiempo de El año que nevó en Valencia.

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    1. Hola, yo quiero seguir con Chirbes en 2021. A ver si luego no se me olvida.
      Ya me cuentas qué tal.

      Saludos

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