Cuántos de los tuyos han muerto, de Eduardo Ruiz Sosa.
Editorial Candaya. 171 páginas. 1ª edición de 2019.
En el verano de 2016 leí la primera
novela de Eduardo Ruiz Sosa
(Culiacán, México, 1983), titulada Anatomía de la memoria. Este libro
es posiblemente mi favorito de los que he leído de la editorial Candaya. En marzo de este año fui a la presentación
madrileña de la novela Factbook de Diego Sánchez Aguilar, y como sabía que Eduardo iba a venir desde
Barcelona, acompañando a Olga y Paco
–los editores de Candaya–, me fui a la presentación con el libro de Factbook y con Anatomía de la memoria, para que los dos autores me los firmaran.
Ese mismo día, Eduardo nos enseñó en su móvil la portada de su nuevo libro de
cuentos que en breve sería enviado a imprenta. Cuando esto ocurrió se lo
solicité a sus editores. Me apetecía mucho leerlo.
Cuántos de los tuyos han muerto está
formado por doce cuentos, o más bien por once cuentos y una coda que podríamos
considerar un juego final de intertextualidad. Pues lo que realmente hace la
media página que representa este último relato es conversar con el final
abierto del segundo cuento. Una forma muy bella de cerrar el volumen.
El primer cuento se titula Desaparición
de los jardines y en sus páginas, un narrador –que a veces se convierte
en un «nosotros» que le incluye tanto a él como a su hermano– habla con
nostalgia de la pérdida de su abuela, una mujer mayor que se está despidiendo
del mundo, olvidando a todos sus seres queridos. «No sé en qué momento dejó de
reconocerme». Con esta frase empieza el relato en la página 11. Hacia el final
del cuento, las plantas del jardín de la abuela y de los jardines de los
vecinos empiezan a enfermar y morir. Esta idea de jardín muerto, del jardín
desolado, me hizo pensar de forma inmediata en el cuento de Juan Carlos Onetti Tan triste como ella, en
el que un jardín pasa a ser un suelo embaldosado, que representa el agotamiento
de la relación entre los protagonistas. No sólo la temática del cuento de Ruiz
Sosa me ha hecho pensar en Onetti, también el aire envolvente, poético y triste
de su prosa.
Además, en este primer cuento ya
podemos observar una característica de estilo que va a repetirse en todo el
volumen: Ruiz Sosa prescinde en más de una ocasión de algunas reglas sintácticas
y no coloca, cuando correspondería de forma clara, comas o puntos. De hecho, en
ocasiones algunos renglones, ocupados por unas pocas palabras, siguen los
caprichos compositivos de un poema de verso libre.
El segundo cuento, La
garra de la estatua, sobre la pérdida de la madre, parece un cuento
escrito con la misma voz narrativa (o voces narrativas) que el primero. De
hecho, apuntaría que existe alguna conexión directa entre ellos. En el primer
cuento se lee: «Mi madre murió en agosto» (pág. 14), una frase que ya anuncia
el tema del segundo. En este relato, el hijo busca una explicación a las
creencias mágicas de la madre, que ha muerto recientemente, adentrándose en un
mundo de ligero exotismo. Este recurso me ha hecho pensar en los cuentos de Mariana Enriquez, que conseguía llegar
al terror hablando de las creencias fantásticas de las personas. Sin embargo, Ruiz
Sosa se decanta más por la melancolía poética que por el terror. Aunque quizás
me he precipitado al afirmar esto, porque El dolor los vuelve ciegos, el
tercer cuento, es un relato fuertemente terrorífico. En él, un joven ha de
visitar periódicamente la morgue para tratar de identificar el cadáver de su
hermano desaparecido:
«La familia metida como un punzón en
la herida nacional
el mundo de los desaparecidos
los muertos
las búsquedas sin término.» (pág. 40)
Diría que los tres primeros cuentos
del libro, los ya comentados, son los mejores del volumen, los que más me han
gustado. Y este tercero, El dolor los
vuelve ciegos, mi favorito de todo el libro, un cuento que se merecería
estar en cualquier antología de cuento latinoamericano contemporáneo.
Cuando comenté Anatomía de la memoria
escribí que algunas de las escenas más delirantes de la novela me habían hecho
pensar en el estilo rico y melancólico de Gabriel
García Márquez. Más tarde le pregunté a Eduardo en una entrevista que le
hice (PINCHAR AQUÍ para acceder a la entrevista) qué filiación literaria sentía hacia García Márquez, y me contestó que había
sido uno de los autores que más habían influido en su formación. Pues bien, en
más de un relato de Cuántos de los tuyos
han muerto he sentido la mano benefactora de García Márquez como
influencia. Sobre todo en ese recurso, que ya he comentado, de que la voz
narrativa sea una primera persona del plural que, de vez en cuando, se
convierte en una primera persona. Este recurso me sorprendió mucho en la gran
novela de García Márquez El otoño del patriarca.
He destacado los tres
primeros relatos, pero el cuarto, La mirada médica, en el que el
narrador nos habla de la vida de unos vecinos, y sobre todo de los hijos de su
edad, ligeramente discapacitados intelectuales, es también un gran cuento. Un
cuento tan feroz, bello y cruel como ha de ser un buen cuento. La presencia de
la muerte en estos relatos sigue siendo abrumadora.
El quinto relato, El
sanatorio de la intemperie, empieza así: «Recordamos muchas muertes»
(pág. 73). De nuevo, aquí se juega con el recurso de la voz narrativa en plural
que se descompone en otras individuales, pero (aun siendo un buen cuento) el
impacto sobre el lector es algo inferior al conseguido antes.
Una voz sin cuerpo,
sobre una familia en la que el padre es ciego y los hijos crecen pensando que
heredarán la ceguera del padre, me ha resultado algo artificioso. En una nota
final, Ruiz Sosa apunta: «Este libro, inesperado en su factura final, se fue
construyendo a lo largo de muchos años» (pág. 169). Intuyo que la escritura de
esta narración es anterior a la de los cuentos previos y me ha resultado algo
más inmadura.
No he conseguido entrar
en el texto que propone No tiene nariz ni ojos pero sí una boca.
Un relato de corte onírico o surrealista con el que no he conectado, aunque después
de acabarlo he tratado de volver a leerlo.
Tras el bache de No tiene nariz ni ojos pero sí una boca
el libro remonta y alcanza altas cosas de excelencia en Naturaleza de los fieles,
donde se habla de una joven que ha de soportar diversos abusos de carácter
sexual (o religioso) y que va pasando de una casa a otra en busca de su lugar
en el mundo. Su dura propuesta, sobre el dolor de las jóvenes latinoamericanas,
me ha hecho pensar en la potente propuesta de María Fernanda Ampuero en Pelea de gallos.
Que el mundo arranque
tus ojos, sobre un actor al que le gusta fingir
su muerte en público, lo sitúo a la altura de El sanatorio de la intemperie, un cuento correcto, pero algo
inferior en su factura a las grandes composiciones del libro.
Me gusta Muerte
de David Brodie por su juego literario con un relato de Borges y su cuestionamiento de la
figura del padre. De nuevo encontramos aquí la obsesión por la muerte y la
morgue, como si Eduardo Ruiz Sosa fuese un Poe
latino.
Si descontamos la coda
final (el juego intertextual con el cuento La
garra de la estatua), el último cuento es La desesperación de los siervos
que, sin ser para mí de los mejores, sí que ha captado mi interés. Aquí Ruiz Sosa abre nuevos caminos narrativos
(tal vez a lo Roberto Bolaño),
trasladando el escenario de la narración a Barcelona, a la descripción de
cortos y películas, y al envío de cartas con destinatarios equívocos.
Como suelo hacer cuando
comento un libro de relatos, me he acercado a cada uno de los cuentos. Como
suele ocurrir también cuando leo un libro de relatos, algunas piezas me han
resultado más conseguidas que otras, aunque el nivel general es alto. Los
mejores cuentos de Cuántos de los tuyos
han muerto son realmente buenos.
Tras haberme acercado a
Anatomía
de la memoria y a Cuántos de los tuyos han muerto puedo
confirmar que Eduardo Ruiz Sosa es actualmente uno de los autores
latinoamericanos jóvenes más destacados.
Veo, David, que te estás haciendo especialista en relatos (ja, ja...). Me gusta leer las reseñas que haces de libros de relatos porque indicas el núcleo destacable de cada uno o al menos de los que más te han gustado. Tomo nota del nombre del autor, Eduardo Ruiz Sosa. Lo buscaré.
ResponderEliminarGracias por estas informaciones de novedades que nos das.
Un abrazo
Hola Juan Carlos:
EliminarDisculpa que se me estaba pasando contestarte este mensaje. La verdad es que me gustan mucho los libros de relatos. Eduardo Ruiz Sosa es un gran autor, y su novela Anatomía de la memoria es una obra muy destacada. Sus cuentos destacan, también.
Un abrazo
Qué mal que no se puede conseguir acá en México, se me antoja bastante. Y mucho más después de leer tu reseña. Saludos!
ResponderEliminarHola: Creo que la editorial Candaya está haciendo un esfuerzo para que sus libros lleguen a Latinoamérica, al menos al país de los autores que publican.
EliminarSé seguro que la novela de Eduardo, "Anatomía de la memoria" sí se vendía en México e imagino que este libro de cuentos se podrá comprar allí también.
Suerte.
Saludos