El poeta Eugenio
Navarro ha escrito una reseña de mi novela Los insignes para la
revista digital La caja negra.
La dejo aquí:
«David Pérez Vega
acierta a abrir los “Los insignes” con una cita
de Saul Bellow en la que entre otras cosas el escritor canadiense dice que a
los poetas se les ama porque sencillamente no pueden salir adelante. ¿Y qué es esta novela si no un homenaje a los poetas como
el Quijote lo era a los libros de caballería? Por supuesto para decir esto hay
que entender de antemano que el autor ha escrito el libro en coordenadas de
sátira y queriendo censurar y/o ridiculizar la escena poética nacional, la
misma en la que Pérez Vega está (aunque solo sea por el mero hecho de publicar)
inmerso de alguna manera y por tanto también se está riendo –qué sano es
siempre- de él mismo. Uno de los errores en los que se suele caer al hacer
sátira suele ser el de abandonar momentáneamente el tono mordaz del relato para
incurrir en la impostura de la trascendencia, tentación a la que en ningún
caso, el autor se ha dejado vencer, y para bien. Así la novela transcurre
flotando sobre el monólogo de Ernesto Sánchez (el protagonista), poeta,
bloguero y funcionario del estado español en este orden, que entabla una
relación de amistad cibernética con la poesía como telón de fondo con el líder
norcoreano y también poeta Kim Jong-un. Esta relación le sirve como excusa a
Ernesto para enlazar un discurso sobre los poetas, su mundillo circundante y su
intríngulis, que a ratos llega a convertirse en perorata y a ratos en diatriba.
Ernesto haciendo uso de una verbosidad excesiva (Kim Jong-un asiste como un
alumno aplicado hasta casi el final) desgrana sus experiencias frustrantes de
letraherido con editores, autores, lectores, premios, politiqueos y jurados,
moviéndose siempre entre una ternura y un patetismo que a los que en algún
momento nos hemos visto envueltos en algún affaire parecido, nos hace reír y
sonrojar a partes iguales. El libro avanza hacia la entrega por parte de Kim
Jong-un a Ernesto de un poemario que ha escrito sobre la muerte de su padre,
con la intención de que el protagonista le dé su opinión como crítico de
poesía. Ernesto dudará -igual que dudaba entre hacerse un hueco entre los
poetas burgueses o acomodarse entre los poetas aguerridos y sociales- entre por
un lado ser fiel a sus principios y a su rigor crítico y probablemente estropear
su amistad con Kim Jon-un, y por otro mentir, ser como ellos (los insignes),
acceder a ser un actor más en el teatro, y conservar su relación. Creo que
estamos ante un libro, me atrevo a decir, que generacional, al que todo poeta
que se precie (y todos creo que lo hacemos) debería acudir a descargarse no
sólo de egos sino también de gravedad, abrirse la bragueta y soltar como ha
hecho David Pérez Vega, “una larga y reconfortante meada”.»
Dejo AQUÍ EL ENLACE a
la publicación original.
Muchas gracias,
Eugenio.
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