Editorial El Aleph. 294 páginas
(481-775 de este volumen). 1ª edición de 1969, ésta de 2012.
Estoy de acuerdo con la entrada
de la wikipedia sobre Juan José Saer
(Serodino, Santa Fe Argentina, 1947 - París, 2005), cuando afirma sobre Cicatrices
(1969) que “la crítica la considera su primera novela madura”, pero ya difiero
cuando dice: “Cuatro historias narradas por cuatro protagonistas de cuatro
capítulos diferentes que giran en torno a un hecho común: un obrero metalúrgico
que mata a su esposa el día del trabajador” (ver AQUÍ).
Sí es cierto que tenemos aquí cuatro
historias, narradas en la primera persona del protagonista de cada una de
ellas, pero que no creo que giren en torno al obrero que asesina a su esposa.
Me parece la primera novela
madura de Saer porque en ella ha encontrado su cauce de expresión real: ya no
hay titubeos, ya no juega, como en La vuelta completa, a narrar hechos
y no pensamientos. En Cicatrices la
primera persona que narra cada historia nos va a llevar hasta el fondo de sus
inquietudes a través de su particular visión del mundo.
La primera parte, Febrero,
marzo, abril, mayo, junio, está protagonizada por Ángel Leto, joven de
18 años al que ya conocimos en la novela anterior, que convive con su madre y
que trabaja en el periódico local, donde coincide con Carlos Tomatis. Leto es
un joven lleno de rabia, que se desahoga bebiendo, leyendo hasta tarde en su
cuarto o caminando sin cesar por la ciudad. Su voz narrativa juvenil está
marcada por expresiones como la siguiente: “Al tipo no lo había visto en su
perra vida” (pág. 528).
Tomatis, el personaje donde se ha
querido ver representado a Saer con más fuerza, vuelve a expresar alguna de sus
teorías sobre la novela: “Hay tres cosas que tienen realidad en la literatura:
la conciencia, el lenguaje, y la forma. La literatura da forma, a través del
lenguaje, a momentos particulares de la conciencia. Y eso es todo. La única
forma posible es la narración, porque la sustancia de la conciencia es el
tiempo” (pág. 537).
En esta novela aparece por primera
vez el juez Ernesto López Garay (la verdad es que no estoy seguro de cuál de
los dos hermanos López Garay es: si el que murió asesinado por los militares o
el que vive en París), obsesionado por realizar una nueva traducción de El
retrato de Dorian Gray de Oscar
Wilde.
Quizás lo más llamativo de esta
primera parte es su trasfondo metafísico: cómo Leto cree encontrarse en las
calles de la ciudad con su doble e intenta perseguirlo.
Esta primera parte termina con
una frase que podría ser la que justifica el título del libro: “Cualquiera
hubiese sido su círculo, el espacio a él destinado a través del cual su
conciencia pasaba como una luz errabunda y titilante, no difería tanto del mío
como para impedirle llegar a un punto en el cual no podía alzar a la llovizna
de mayo más que una cara empavorecida, llena de esas cicatrices tempranas que
dejan las primeras heridas de la comprensión y la extrañeza” (pág. 581). Y
dejamos a Leto enfrentado a su doble.
La segunda parte, Marzo,
abril, mayo, está narrada por Sergio Escalante, abogado que no ejerce,
porque se dedica a dilapidar su dinero –y el heredado de su familia– en el
juego. Y en los intermedios entre una timba y otra escribe ensayos sobre
filósofos mezclados con cultura popular, con títulos como El profesor Nietzsche y Clark
Kent (en realidad, todos los títulos de ensayos que aparecen en esta
novela de 1969 podrían ser las novedades de fin de año de la editorial Blackie Books).
Y si en la parte de Leto, gracias
al tema del doble, ya habíamos pensado en Dostoyevski,
aquí se cita expresamente su novela El jugador, libro que aparece en la
trama. Y en algún momento, Escalante dice algo que yo también pensé cuando leí El jugador, que Dostoyevski presupone la
adicción y no penetra en ella más que al final de su novela. La narración de la
obsesión por el juego es agobiante aquí, y si Saer hubiese publicado esta
segunda parte como novela corta independiente, creo que a día de hoy sería
recordaba como una de las mejores novelas cortas de la literatura
hispanoamericana.
Hay unas páginas un tanto
asfixiantes, cuando se describe el juego de cartas favorito de Escalante y se
afirma: “De modo que en el juego de punto y banca la repetición es imposible”
(pág. 596); en estas palabras creo que Saer dialoga con Borges, cuando en el poemario Fervor de Buenos Aires, éste
describe el juego del truco y escribe: “Una lentitud cimarrona / va demorando
las palabras / y como las alternativas del juego / se repiten y se repiten”.
Me llama la atención de Saer la
capacidad que tiene para narrar sobre la vida, para reflexionar sobre ella, y a
la vez para evadirse, para hacer difícil (o irrelevante) el resumen de los
hechos. Y también cómo hace propio el mundo de sus protagonistas, donde las
referencias al lugar parecen más trascendentes que las propias personas: en la
segunda parte, por ejemplo, descubrimos como de pasada que César Rey, uno de
los personajes de La vuelta completa,
ha muerto en Buenos Aires atropellado por un tren.
La tercera parte, Abril,
mayo, está narrada por Ernesto López Garay, el juez con el que se
relacionaba Leto en la primera parte, y ahora, 200 páginas después, leemos
sobre un encuentro entre López Garay y Leto, narrado desde el punto de vista
del juez. Quizás esta parte se hace algo más tediosa que las anteriores porque
López Garay está lejos de los hombres (a los que llama dentro de sí gorilas) y para remarcar su distancia,
Saer se sirve del recurso de narrar sus largos paseos en coche, describiendo
cada calle o peculiaridad del camino.
López Garay sueña, y sus sueños,
una orgía caníbal de hombres primitivos o el incendio de una llanura, parecen
anticipar las novelas de Saer El entenado y Las nubes.
La cuarta parte, Mayo,
es la más corta del libro y en ella se nos narra el último día de la pareja
Fiore, cómo van a cazar patos a una laguna por la mañana y a la noche él le pega
a ella un tiro mortal en la cara. Una narración costumbrista, con gran profusión
de diálogos, cuyo suceso tremendo –del que no podemos escapar– ha afectado ya a
los personajes de las otras tres narraciones.
Las dos primeras partes son las
más largas y las mejores del libro, y unas novelas cortas estupendas. El único
punto de conexión entre ellas es el asesinato del obrero del que hablaba la
wikipedia, además de algún personaje secundario aislado, pero lo narrado no gira en torno a este hecho, sólo une
débilmente las narraciones.
No la he leído.
ResponderEliminarTras tu artículo, diseccionado milimétricamente, me ha enganchado.
Espero hacerme con un ejemplar en breve... Ya te contaré.
Saludos, Ann@
Hola Anna:
ResponderEliminarSaer es un escritor que me gusta mucho (si miras las etiquetas verás que tengo comentados 9 libros de él).
Saer fue publicado con normalidad en España en los años 80, y ahora estaba un tanto olvidado. Así que está muy bien que El Aleph lo reedite. Lo que pasa es que Cicatrices es la 3ª novela de un volumen de 3, y no estoy seguro de que sea la mejor forma de acercarse a este autor.
También recientemente la nueva editorial El rayo verde ha editado en España otro de los libros de Saer: La pesquisa.
Quizás para acercarse a Saer sería más recomendable leer este último y si te gusta acercarte a los otros.
saludos
Hola, David. Te recomiendo este texto de Piglia: http://www.lanacion.com.ar/1505684-el-arte-de-imaginar-los-sentidos-posibles ; ahí hay una hipótesis de lectura de Cicatrices muy buena. Saludos!
ResponderEliminarHola Fernando:
ResponderEliminarGracias por el enlace, que paso a leer en cuento pueda.
He tenido la suerte de que Elvio Gandolfo me ha enviado al correo electrónico un texto sobre Cicatrices que hizo para un libro que se editó en Argentina con prólogos a las obras de Saer, un texto muy esclarecedor sobre todas las referencias de Saer.
Saludos
Gracias por interacción. Los buenos pensamientos en Rumania. La adecuada relectura!
ResponderEliminarHola Cristian:
ResponderEliminarEncantado
Saludos desde Madrid
Hola David, me permito aclarar un puntito de tu de por sí muy buen análisis sobre Cicatrices (o al menos coincidente con mi visión), y es acerca del juez López Garay. No se trata de ninguno de los hermanos Garay (Gato y Pichón), sino de un familiar, que no recuerdo con precisión. Si mal no recuerdo, a este juez López Garay se lo menta en La grande, y los tres (juez y los gemelos Garay) son descendientes del Antonio Garay López de La ocasión.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Germán:
EliminarPues muchas gracias por la aclaración; no me di cuenta de ese detalle. Lo del Garay de La ocasión lo pregunté en el blog en su momento, pero nadie me lo aclaró, me alegro de que lo hagas tú ahora.
De hecho, estaba pensando estos días que hace mucho que no leo alguna obra de Saer. Tengo en casa El limonero real, a ver si me lo leo este verano.
Un abrazo
David, precisamente estoy leyendo ahora "Cicatrices" Me parece que el hecho del asesinato, por lo menos por ahora, se hace ver como un acontecimiento no central de cada historia, sino un rasgo periférico que conecta a las cuatro historias para darles una estructura orgánica a la novela, pero que en realidad lo importante es la caracterización de cada personaje. La historia en sí, creo, es un motivo para desarrollar la psicología de cada uno de ellos, sus ritos, sus obsesiones, su vida regida en ese monólogo interior. Como vos pienso, tendría que llegar hasta el final para asegurarme de esto, que el centro de giro de la novela no es el asesinato, sino más bien una excusa para dar cuenta y desarrollar un poco más la vida de esta Zona, la vida de cada personaje dentro de ese mundo que crea Saer.
ResponderEliminarHola Javi:
EliminarSí eso pensé sobre el tema del asesinato, corrigiendo levemente a la wikipedia.
A ver si vuelvo con Saer, que hace mucho que no leo un libro suyo y me encanta.
Pues que tengas una buena lectura de este libro.
saludos
empeze por "la pesquisa" y me gusto muchisimo mas que "cicatrices", que la lei despues...buen blog...saludos
ResponderEliminarHola:
EliminarLa pesquisa pertenece a la etapa de madurez de Saer y Cicatrices todavía a una etapa más juvenil. A mí también me gustó más La pesquisa. Si sigues con Saer no te pierdas libros como Glosa o La grande.
Saludos
Vale una aclaración: El personaje de Angel no es el Angel Leto de Glosa sino otro distinto. Uno es periodista y el otro es tenedor de libros o contador. El mismo Saer lo aclaró en alguna entrevista.
ResponderEliminarEstimado lector: gracias por el apunte. La verdad es que me encanta encontrarme con estos comentarios eruditos. Tomo nota.
EliminarSaludos