Nieve de primavera, de Yukio Mishima
Editorial
Alianza. 505 páginas. Primera edición de 1968; ésta es de 2021
Traducción
de Domingo Manfredi
A finales de los años 90, leí dos libros de Yukio Mishima (Tokio,
1925 – 1970), tomados en préstamos de la biblioteca pública de Móstoles, Caballos
desbocados (1969) y Después del banquete (1960). La
primera de ellas me impresionó mucho y la segunda me gustó mucho menos que la
anterior, y no leí nada más de Mishima. Hace unos tres años se volvió a
despertar en mí el interés por la literatura japonesa, tras leer algún libro de
Kenzaburo Oé, y aquí volvió la idea
de regresar a Mishima. Cuando leí, en el siglo pasado, Caballos desbocados, me acerqué a ella y la disfruté como si fuera
una novela autónoma y no parte de un conjunto. Por eso me llamó a atención
descubrir que, al final de su vida, Mishima escribió una tetralogía llamada El
mar de la fertilidad, y que Caballos
desbocados era la segunda novela de la serie. Hace dos años, tras mis
fiebres japonesas, Almudena –mi mujer– me regaló Nieve de primavera, primera novela de esta serie y, para lanzarme a
leerla, antes contacté con el departamento de prensa de la editorial Alianza para ver si les parecía bien enviarme los otros
tres libros y así poder leerlos y hacer reseñas de todos. A Alianza le pareció
bien y me reservé el verano de 2024 para acercarme a esta extensa obra de la
literatura japonesa del siglo XX.
La acción de Nieve de primavera comienza en 1912,
siete años después de que terminara la guerra ruso-japonesa (1904-1905),
momento en el que los dos protagonistas principales del libro tenían once años.
En el presente narrativo tienen dieciocho y los dos son estudiantes de secundaria
que preparan su acceso a la universidad. Por lo que se desprende del texto, en
esa época, se empezaba la universidad en Japón con veinte años. Kiyoaki
Matsugae es el protagonista principal de la novela, su padre es marqués, y
pertenece, por tanto, a la alta nobleza japonesa. Su amigo del colegio
Shigekuni Honda, no tiene título nobiliario, pero es hijo de un juez y su vida
(sin los lujos de la de Kiyoaki) también es bastante acomodada. La familia Matsugae proviene de una estirpe de samurais y, en última
instancia, a pesar de su buena posición social proceden del campesinado. Para
tratar de volver a su hijo Kiyoaki más refinado, el marqués lo envió a educarse
a la casa del conde Ayakura, cuyo linaje es más antiguo que el suyo, a pesar de
que económicamente los Ayakura se encuentran en decadencia. La hija del conde
Ayakura es Satoko, dos años mayor que Kiyoaki. Este es un joven apuesto y está
convencido de que Satoko está enamorada de él. Empieza a ser un problema para
una joven de la nobleza como Satoko seguir soltera a los veinte años, pues la
sociedad de la época espera que a esa edad está ya comprometida o casada.
Nieve de primavera es principalmente una historia de
amor, cuyos protagonistas son Kiyoaki y Satoko. En ella, Honda hará de testigo.
Como es de prever, no va a ser una historia de amor fácil; aunque, en
principio, podría haberlo sido, serán «el orgullo y también los prejuicios» de
los protagonistas los que lo impidan. Cuando en el colegio en el que trabajo
comenté, a finales de curso, que iba a leer en verano esta tetralogía de
Mishima, uno de mis compañeros, profesor de Filosofía y amante de la cultura
japonesa, pero que desconocía la figura de Mishima, se animó y compró Nieve de Primavera. Lo empezó a leer
antes que yo, y me hizo esta reflexión: le recordaba a Orgullo y prejuicio de Jane Austen. Aunque el desarrollo, y
las intenciones narrativas, de Nieve de
primavera acaban siendo diferentes a las de la novela de Austen, es cierto
que uno de los núcleos narrativos que mueven la trama se debe al «complejo» (o
«prejuicio») de Kiyoaki de ser dos años menor que Satoko, y pensar que ésta le
ve como a un niño inexperto. El «orgullo» de Kiyoaki hará que el amor entre los
dos se complique hasta tal punto que pueda ser un peligro para el futuro de la
familia imperial de Japón y la reputación de sus dos respectivas familias. La
clandestinidad que habrá de tomar el amor de Kiyoaki por Satoko, parece que
satisface al joven más que el camino sencillo al que podía haber optado, ya que
«Lo único que le parecía válido era vivir para las emociones, morir solo para
resucitar, mermando o subiendo sin dirección ni propósito.» (pág. 26)
Cuando leí la
novela Kokoro de Natsume Soseki, editada por Satori,
el traductor y experto en cultura japonesa Carlos
Rubio decía en el prólogo del libro que en Japón no hay novela del siglo
XIX como tal, sino que durante la era Meiji (1868 – 1912) al poder viajar
algunos japoneses a Occidente, ahí se empaparán de la novelística europea y el
modelo será trasladado a Japón. De este modo, al leer a los grandes escritores
japoneses del siglo XX es palpable la cercanía en las formas a las que el
lector occidental puede estar acostumbrado. De esta forma, no es nada extraño
pensar que Orgullo y prejuicio de
Jane Austen pueda ser una influencia para Nieve
de primavera. Además una de las escenas fundamentales de la novela, una
escena de amor entre Kiyoaki y Satoko tendrá lugar en un rickshaw, un vehículo cuyo equivalente en Occidente sería un
carruaje. Una de las escenas amorosas centrales de Madam Bovary de Gustave Flaubert también ocurre en un
carruaje. Imagino que Mishima conocía esta obra y la escena de su novela es un
homenaje a la de Flaubert.
Es importante
recalcar que la novela comienza en octubre de 1912. Se considera que la era
Meiji finalizó el 30 de julio de 1912, cuando muere el emperador Meiji. No es
una casualidad que Mishima elija, para comenzar su tetralogía, justo el momento
en el que la era Meiji ha finalizado. El periodo de 45 años (3 de octubre de
1868 - 30 de julio de 1912) que duró el reinado del emperador Meiji se
considera una época de occidentalización del Japón clásico, donde Japón toma el
modelo de Estado de la Prusia de Guillermo I.
Políticamente
Mishima es alguien que se mostró contrario a la perdida de las tradiciones
japoneses y al proceso de occidentalización del país. Una lectura atenta de Nieve de Primavera nos muestra algunos
momentos en los que se ve este proceso. Por ejemplo, en la página 53 leemos:
«Desde su más temprana edad, Kiyoaki había tenido que soportar las lecciones de
su padre sobre los modales occidentales en la mesa. Su madre nunca se había
acostumbrado al estilo occidental, y su padre aún se comportaba con la
ostentación de un hombre ávido por parecer extranjero, por lo que era el único
que comía con naturalidad y desahogo.»
Unos interesantes
personajes secundarios del libro serán los llamados «príncipes de Siam»,
Kridsada y Chao P., que vienen de su país para estudiar en el colegio de
Kiyoaki y Honda, y que se harán amigos de estos últimos, con los que se
comunicarán normalmente en inglés. Los príncipes de Siam no están acostumbrados
al frío y este contraste será repetido en el libro, ya que el frío y sobre todo
la nieve serán fuente de belleza en la composición de las imágenes, pero
también de presagios funestos sobre el futuro de los dos jóvenes amantes. En
las primeras páginas de Caballos
desbocados encontramos la siguiente metáfora: «He ahí una cara –pensó
Honda– que nada conoce de la vida; un rostro parecido al de la nieve recién
caída que ignora lo que le espera.» (pág. 49), donde Mishima está conversado
con su anterior obra.
Estuve buscando
información sobre la tetralogía El mar de
la fertilidad en internet y he descubierto que las versiones que existen en
español de los libros Caballos desbocados,
El templo del alba y La corrupción de un ángel están
traducidas de las versiones inglesas y no del japonés. Sin embargo, Nieve de primavera sí que está traducida
del japonés directamente por Domingo
Manfredi. De hecho, es la primera novela de Mishima que se tradujo al
español directamente del japonés. El trabajo es correcto, aunque he tenido la
sensación de que alguna frase estaba organizada de un modo un tanto retorcido.
Como curiosidad, puedo apuntar que ya he empezado a leer Caballos desbocados, con la traducción del inglés de Pablo Mañé y me suena mejor que Nieve de primavera, sin querer decir con
esto que Nieve de primavera suene
mal. De hecho, las imágenes que crea Mishima en esta novela, sobre todo con
elementos de la naturaleza, son muy bellas, y las reflexiones que hace sobre la
realidad de los personajes son profundas; personajes llenos de aristas, capaces
de realizar actos hermosos, pero también crueles. Creo que está muy bien
captada la intensidad de la juventud. Nieve
de primavera me ha parecido una gran novela y ya estoy disfrutando de mi
relectura de Caballos desbocados.
Es algo increíble que en el mercado editorial hispanohablante en 2025 sigan considerándose aceptables las traducciones indirectas, algo francamente impresentable. Para leer a los japoneses lo mejor suele ser acudir a las traducciones inglesas directas; en EEUU existe una notable escuela de traductores del japonés.
ResponderEliminarImagino que no será barato encontrar traductores directos del japonés para hacer este trabajo y las editoriales considerarán que no hay público suficiente para invertir en ello.
EliminarGracias por su comentario, David. Por cierto que es más caro, pero creo que es una cuestión de mínimo profesionalismo. Y son las grandes editoriales quienes hacen el ahorro; en los últimos años han surgido pequeñas editoriales españolas independientes que sí se toman la molestia de encargar nuevas traducciones directas del japonés, en ediciones muy cuidadas (pienso en Satori, Sajalín, etc.). Un saludo muy cordial.
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