domingo, 26 de julio de 2020

Las diez puertas, por Elvio E. Gandolfo


Las diez puertas, de Elvio E. Gandolfo

Editorial Blatt & Ríos. 150 páginas. 1ª edición de 2019.

Ya he comentado más de una vez que Elvio E. Gandolfo (Mendoza, Argentina, 1947) me parece uno de los escritores de cuentos más originales del actual panorama latinoamericano, a pesar de que su obra no llega a España. Así que siempre me parece motivo de celebración que publique un nuevo libro, en este caso en la editorial Blatt & Ríos. Como desde hace unos años me cambio correos con Gandolfo, le comenté que –si le apetecía– le podía decir a sus editores que me enviaran una ejemplar para poder leerlo y comentarlo. El libro se publicó a finales de 2019 y en este momento era caro enviar libros desde Argentina a España, pero uno de los editores de Blatt & Ríos tenía que viajar a Madrid y un día se pasó por mi calle para dejármelo en el buzón. Fue una pena que yo no estuviera en casa y no le pudiera invitar a un café, por lo menos.

El primer cuento de Las diez puertas se titula Yendo del baño al living, y en él un narrador –que el lector idéntica con el propio autor– sufre un dolor de espaldas que le hace caerse en el baño. El relato nos narrará la aventura que le supondrá arrastrarse hasta el teléfono, mientras al atravesar el pasillo puede observar su biblioteca desde otra perspectiva. Esta idea de ver la realidad desde una perspectiva nueva me ha recordado a la propuesta de La oscuridad bajo la mesa, el primer cuento de Ferrocarriles argentinos (1994). Es posible que el título aluda la canción de Charly García Yendo de la cama al living, que habla de la dictadura argentina y la guerra de Las Malvinas.

La presa es un relato erótico, que es otro de los géneros que ha practicado Gandolfo. En algunos momentos, al mezclar el erotismo con el mundo de la empresa me ha recordado a El traductor, la gran novela de Salvador Benesdra, un libro que sé que Gandolfo admira.

Querida mamá es un cuento intimista, escrito de forma epistolar. Gandolfo escribe una carta a su madre, de más de noventa años y que vive en una residencia. Ya había leído algún poema dedicado a la madre (que se nombra aquí). Además Gandolfo tiene un famoso cuento dedicado a su padre, que fue impresor y poeta, el titulado Filial, uno de los mejores del autor.

En El lugar sin límites nos encontramos el primer cuento abiertamente fantástico del conjunto. Su evocación de unos grandiosos acantilados nos hace pensar en las propuestas de escenarios primigenios de H. P. Lovecraft. Unos seres, que no sabemos desde dónde nos hablan, nos contarán las conversaciones que captan de unos ángeles que conversan sobre Dios.

Silvia y el espacio es un cuento realista sobre la intimidad de una mujer, que acaba teniendo un curioso punto de fuga: el narrador dejará de hablarnos de Alina para hablarnos de su gato.

Muerte y resurrección de un padre ya lo había leído. Gandolfo me lo envió al correo en formato Word hace al menos un año, antes de que este libro fuera una realidad. Es mi favorito del conjunto. Es un cuento de ciencia ficción apocalíptico; en su realidad tan solo quedan 7.000 personas vivas en Montevideo, y una aprendiz de bruja ha de tratar de rescatar el cuerpo de su padre en el peligroso «Corredor». Me gusta la capacidad de Gandolfo para evocar en pocas líneas un mundo insinuado mucho más amplio que el  narrado. Y uno siempre desea que, con el material aquí expuesto, Gandolfo escribiera una novela de ciencia ficción.

El tiempo y Torres está conectado con Silvia y el espacio. De hecho, Torres es el hombre del que hablaba Silvia en ese cuento, el químico del que se divorció. Así Torres evoca la relación que tiene con sus dos hijos, ya jóvenes adultos, un día de lluvia. Su intimismo y sus reflexiones sobre el tiempo me han recordado a las propuestas de los cuentos de Juan José Saer.

Pegando la vuelta es un cuento ya publicado, pertenece al volumen Cada vez más cerca (2013). Imaginé que tal vez era una nueva versión del cuento, y tomé el otro libro y comparé los dos textos y me ha parecido que es el mismo cuento. Es un buen relato, una propuesta del estilo de Muerte y resurrección de un padre, con un mundo posapocalíptico de jóvenes que no entienden el mundo de celulares y televisión del que vienen sus mayores y se dedican a surfear en las grandes olas del río Paraná. Otro gran cuento.

Mirándola dormir es un cuento levemente erótico e intimista, donde Gandolfo reflexiona sobre algunos clichés literarios.

En Bailando brota el amor nos encontramos a un periodista que tiene que cubrir la crónica de una fiesta en la que va a tocar un cantante venezolano con cada vez más éxito en Argentina y, entre medias, evocará a su primer amor.

Ya he comentado más de una vez que lo más interesante de los cuentos de Gandolfo es que cuando uno los empieza no sabe hacia dónde van a ir. Gandolfo tiene cuentos realistas, de terror, de ciencia ficción, eróticos, intimistas, oníricos, real maravillosos, policiacos, etc.; y lo más curioso: con originales combinaciones entre estos géneros (ciencia ficción posapocalíptica y romántica, como ocurre en Llano de sol, por ejemplo, uno de mis cuentos favoritos de Gandolfo.)

Los cuentos que me han gustado más de Las diez puertas han sido Muerte y resurrección de un padre y El tiempo y Torres. También me gusta mucho Pegando la vuelta, pero considero que éste, en realidad, es un cuento que pertenece al volumen Cada vez más cerca. Las diez puertas me parece un buen conjunto de cuentos, pero creo que prefiero otros de Gandolfo como son Ferrocarriles argentinos (para mí un clásico moderno de los libros de relatos) y Cada vez más cerca. En estos libros la capacidad de sorprender al lector de Gandolfo me ha parecido mayor que la de los cuentos de Las diez puertas. En ellos, Gandolfo tenía más capacidad para desbordar la narración por caminos extraños que en Las diez puertas, que no desmerece en absoluto al conjunto su obra y que es un buen libro de relatos.

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