Novelas completas, de Hebe Uhart
Editorial Adriana Hidalgo. 371 páginas. 1ª edición de 2018.
Desde hace unos años, cada vez me
estaba encontrando más con el nombre de Hebe
Uhart (Moreno, provincia de Buenos Aires, 1936-Buenos Aires, 2018) como una
de las figuras destacadas del cuento argentino. Cuando esta autora murió en
2018, la editorial Adriana Hidalgo
se propuso sacar sus obras completas en tres volúmenes: Novelas completas, Cuentos
completos y Ensayos completos.
El primero en llegar a España, donde
la editorial argentina tiene distribución, ha sido el de las Novelas completas. Lo compré en la Librería Juan Rulfo de Moncloa el día
en que presenté, junto a su autor, el volumen de cuentos Lejos del champán de Carlos Torrero.
Estas Novelas completas están formadas por las siguientes nouvelles: La elevación de Maruja
(1974), Algunos recuerdos (1983), Camilo asciende (1987), Memorias
de un pigmeo (1992), Mudanzas (1996) y Señorita
(1999). Suelen abarcar entre 40 y 70 páginas.
Los escenarios característicos son
las afueras de Buenos Aires o los pueblos de la provincia (sobre todo Moreno y
alrededores, que es de donde procede la escritora). Los personajes suelen
hablar de Buenos Aires como de una gran urbe que se rige por ritmos y
costumbres extrañas para ellos, que se sienten gente sencilla o apartada de la
modernidad.
En La elevación de Maruja, Uhart comienza presentándonos a Arturo: «En
un barrio de clase media acomodada sin pretensiones, vivía don Arturo,
industrial jubilado» (pág. 21). A don Arturo se le acaba de morir su mujer, y
unas cuantas páginas más tarde su soledad y rutina se verán asaltadas por la
llegada de su ahijada Maruja, una chica que huye de un hogar infeliz. «Cuando
cayó en la casa de don Arturo fue por dos motivos: se enteró de que se había
muerto su madrina, quería consolar a su padrino y quería vivir en la casa de él
un tiempo para seguir estudios de danza» (pág. 27).
Las costumbres y aspiraciones de
Maruja chocarán con la vida ordenada de don Arturo.
La novela está contada en tercera
persona, pero en momentos puntuales emerge la presencia de una narradora, que
se podría identificar con la propia escritora, y que parece contar la historia
que su personaje (Maruja) le contó a ella. En este sentido, la narración tiene
algo de decimonónica, pero tomando este recurso desde la ironía. En la novela
se habla también del pueblo de Navarro, y durante varias páginas Uhart describe
las peculiaridades de las gentes de ese pueblo. En gran medida, uno de los
temas principales de estas nouvelles
es la crítica de costumbres de la clase media o provinciana. Pero en ningún
caso se hace desde un punto de vista hiriente, ya que la narradora no se sitúa
por encima de sus personajes, sino que los comprende y los acompaña en sus
periplos entre la provincia y la capital. También se hace uso de un fino humor,
que en muchos casos pasa casi desapercibido, pero que adereza las narraciones
con un aire de broma continua. Además, las costumbres que Uhart critica aquí, o
con las que juega de modo burlesco, a menudo son tan extrañas o surrealistas
que, en ocasiones, parece que los postulados de sus novelas se acercan a los de
la «novela del absurdo». En algunas reseñas recientes he hablado de un género muy
practicado por los argentinos y que se ha bautizado como «neofantástico». En
apariencia, en la narración no se rompen las reglas de la realidad (no hay
fantasmas, nadie vuela, etc.), pero las acciones de los personajes ante una
realidad inusual parecen regirse por una lógica propia. Estoy pensando en
algunos de los cuentos de Federico Falco
o en algunas páginas de César Aira.
Así, por ejemplo, Maruja y su pareja tienen la oportunidad de viajar a París;
ésta es la descripción que hace Uhart de la impresión que esta ciudad causa en
Maruja: «Lo primero que llamó la atención de Maruja en París fue la cantidad de
gente con perros: una vez en la misma cuadra vio tres, dos hombres y una mujer.
Todos esos perros estaban haciendo pis casi al mismo tiempo, pero sus dueños no
atendían a esa función: cada dueño permanecía erguido y reservado, como sumido
en pensamientos muy privados e importantes» (pág. 41). En el párrafo anterior
se puede percibir la peculiar mirada de Hebe Uhart sobre el mundo que describe
y su fino sentido del humor.
Los personajes de Hebe Uhart quieren
«elevarse», como ya anuncia el título de esta primera nouvelle; es decir, pretenden trascender su entorno y su condición
social y tener opiniones y actitudes más sofisticadas sobre el mundo que les
rodea. Esto se verá de forma muy clara en Algunos
recuerdos, la segunda narración. Aquí parece que Uhart usa su memoria para
construir su propia historia de niña de provincia, y habla del mundo de las relaciones
familiares en la infancia. Pero en cualquier caso –como he leído en algunos análisis
sobre la obra de esta autora– no podemos hablar de obras autobiográficas,
porque Uhart retuerce y modifica sus recuerdos hasta convertirlos en ficción.
En Algunos recuerdos aparece, por
primera vez, la figura de «la tía loca», que llama poderosamente la atención de
la niña (esta nouvelle está contada
desde el punto de vista de una niña que observa el mundo de los adultos) por su
capacidad de romper las normas del mundo de los mayores. Este motivo de «la tía
loca» volverá a aparecer en alguna de las nouvelles
de este volumen: se trata de un personaje que está basado en un familiar real
de la autora. «¿Cómo puede ser que una chica tan grande, de dieciocho años,
quede tan fascinada delante de un frasco de caramelos?», se pregunta la niña
Luisa (protagonista de esta narración), al mirar a otra chica que ya tiene
citas con chicos, en la página 78, y este interrogante nos da, en gran medida,
el tono de la nouvelle. Cuando Luisa
crezca, la fascinación por la «tía loca» se transformará en cautela, porque se
da cuenta de que le avergonzaría presentársela a un chico con el que ha
empezado a salir. Y en este ocultamiento, en esta vergüenza, en este «guardar
las apariencias» reside en gran medida la clave del mundo adulto, y de la
crítica de costumbres que lleva a cabo Uhart en sus obras.
Después de las nouvelles anteriores, Camilo
asciende me ha parecido inferior a lo ya leído y, hasta cierto punto, he
tenido la sensación de que no me aportaba ideas nuevas con respecto a las de
las obras anteriores. Una familia del pequeño pueblo de Paso del Rey deseará
trasladarse a Moreno, un pueblo cercano más grande. Veremos aquí el contraste
entre los inmigrantes italianos recién llegados a América y los ya asentados.
De nuevo, el deseo de «elevarse» o aparentar será el motor de la historia. Los
personajes parecen situarse en el mundo a través de la mirada de los demás
sobre ellos, nos dice aquí Uhart, y esto es tan patético que no deja de ser
cómico.
El libro alza de nuevo el vuelo en Memorias de un pigmeo, que quizás sea la
narración más original del volumen. En un pueblo indeterminado, situado en
África, o bien en una África imaginaria y no realista, unos misioneros se dan
cuenta de que Udo es un niño con talento para el estudio y consiguen apartarle
de su tribu y llevarle a la ciudad para que pueda estudiar y formarse. El
choque cultural será fuerte para Udo. De nuevo, tenemos aquí el humor para
realizar la crítica de costumbres, pero en esta narración la evolución vital
del personaje eleva la nouvelle y la
hace más trascendente. Creo que Memorias
de un pigmeo es la narración que más me ha gustado de las seis recogidas
aquí.
Mudanzas es una
narración muy parecida a Camilo asciende,
que también contiene elementos de Algunos
recuerdos. Esta nouvelle no
despertó en mí el mismo interés, porque de nuevo tenía la sensación de repetición
de ideas narrativas. Aunque compruebo ahora que miro mis anotaciones que en
esta narración se emplea –más que en otras– el recurso de la frase hecha con
intención crítica y cómica.
En Señorita, sexta y última nouvelle,
parece que Hebe Uhart vuelve a usar sus recuerdos de infancia y adolescencia
para escribir. Si bien en Algunos
recuerdos el punto de vista era el de una niña, ahora parece ser el de una
persona adulta que recuerda su pasado. Vuelven a repetirse anécdotas, como la
lectura de los diarios de León Bloy. En Señorita
se le cuenta al lector, por primera vez, que la narradora ha empezado a
escribir cuentos: esto ha hecho que el texto cobrara más interés para mí.
Como conclusión diré que de las seis
nouvelles he disfrutado realmente con
tres: La elevación de Maruja, Algunos recuerdos y Memorias
de un pigmeo. En las otras tres (Camilo asciende, Mudanzas
y Señorita)
notaba que me hablaban de sucesos y temas narrativos que la autora ya me había
contado –de un modo mejor– en otras páginas. Tengo además la sensación de
haberme equivocado al acercarme a la obra de Hebe Uhart, una autora reconocida
sobre todo por sus cuentos. Debería haber empezado por sus Cuentos completos que, por lo que he leído, son la parte principal
de su obra y el espacio donde Uhart ofrece todo su talento narrativo. De hecho,
tengo la impresión de que el impulso narrativo de Uhart, su distancia natural,
es el cuento, y que estas nouvelles,
en gran medida, son cuentos que se le hicieron largos, que no estaban planificados
como novelas. No sé si será pronto, pero he decidido leer los Cuentos completos de Hebe Uhart. Ya
hablaré de ellos.
Bueno, David, es verdad que no siempre lo que uno lee satisface en su totalidad. También estoy contigo en que hay géneros que ciertos autores dominan más que otros. Eso es lo que parece le sucede a Hebe Uhart quien domina más el cuento que las nouvelles. Estaré atento a leer tu opinión sobre sus "Cuentos completos". A propósito estás hecho un auténtico especialista en los mismos; son más de una las reseñas que te he leído durante 2019 de colecciones de los mismos.
ResponderEliminarMuy feliz Año 2020. Deseo que los RRMM se porten como te mereces, o sea, bien, ¿no?
Un abrazo
Hola Juan Carlos:
EliminarA ver si me acerco a los cuente de Uhart, no sé si será en un plazo breve.
Dentro de poco voy a sacar la reseña de los Cuentos completos de Ryberio que es un libro impresionante.
Saludos