Pedro Mairal
(Buenos Aires, 1970) ganó el Premio
Clarín en 1998 con su primera novela, Una noche con Sabrina Love. En el jurado
del premio se encontraban escritores de la talla de Adolfo Bioy Casares, Augusto
Roa Bastos y Guillermo Cabrera
Infante. Otras de sus novelas son El año del desierto (2005), Salvatierra
(2008) y La uruguaya (2016). También ha publicado el libro de cuentos Hoy
temprano (2001) y los poemarios Tigre como los pájaros (1996), Consumidor
final (2003) y la trilogía Pornosonetos (2003, 2005 y 2008). En
2007 fue incluido en la lista de los 39 mejores escritores jóvenes de América
Latina por el Hay Festival de Bogotá.
Mairal trabaja como
guionista y escribe para distintos medios de comunicación.
Su novela La uruguaya ha sido publicada en España en
2017, en la editorial Libros del
Asteroide.
Si deseas leer la
reseña que escribí sobre La uruguaya
puedes hacerlo pinchando AQUÍ.
En
tus anteriores novelas (Una noche con
Sabrina Love, El año del desierto
o Salvatierra) el lector no sentía de
forma directa la posible conexión entre personaje y autor. En cambio, en La uruguaya, Lucas Pereyra –su
protagonista‒ es un escritor cuarentón, que en algún momento de su pasado ha
escrito una novela que se puede interpretar bajo «el prisma del eje
civilización y barbarie», datos que un lector conocedor de tu obra podría
relacionar contigo. ¿Hasta qué punto has querido jugar a la autoficción en La uruguaya? ¿Cuánto tiene Lucas Pereyra
de ti mismo?
El personaje de Lucas
tiene mucho de mí, pero también muchas cosas inventadas. Trabajo con mi
experiencia personal y con lo que llamo la periferia de la experiencia, es
decir, lo que casi me sucede, lo que me podría haber sucedido, lo que temía que
me sucediera, lo que deseaba que me sucediera... También tomé aspectos míos y
los radicalicé o los exageré. Por eso hay algunas cosas de Lucas que me caen un
poco mal, por ejemplo su diatriba contra la paternidad. Pero igual se cruzan
mucho personaje y autor. Cuando se publicó el libro, con mi mujer tuvimos que
hacer un asado de domingo con las familias para desmentir la novela. Y no sé si
nos creyeron.
En La uruguaya podemos leer: «La plata estaba en mi infancia, me
rodeaba, me recubría con buena ropa, cuadras de un barrio seguro en Capital,
alambrados de fin de semana, cercos de clubes, ligustros bien podados, barreras
que se levantaban a mi paso. Y yo después me había dado el lujo de hacerme el
descarriado, el artista sin empuje empresarial, el bohemio. Era un lujo más. El
hijo sensible de la alta burguesía, pero el precio de mi bohemia se empezaba a
pagar ahora. Era a largo plazo. Un resbalar gradual». ¿Alguna vez, como Lucas
Pereyra, has sentido que tu escritura era «un lujo más» del que poder arrepentirse
en la vida adulta?
No podría arrepentirme nunca de mi escritura. La literatura me salvó.
Me convirtió en lo que soy. Me ayudó a atar mis cabos sueltos, a vivir con mis
dudas, con mis contradicciones. Sin la literatura sería un tipo muy infeliz.
Escribir me hizo fuerte. Entrar en la palabra fue lo más importante que me
sucedió, después del nacimiento de mis hijos.
En La uruguaya podemos leer también una divertida diatriba contra los
médicos. Si no estoy mal informado, tú provienes de una familia de médicos,
empezaste estudios de medicina y los abandonaste. ¿Cómo fue recibido en tu
familia este abandono de la medicina? ¿Fue bien entendida tu vocación
literaria?
Les dio mucha incertidumbre a mis padres, me acuerdo. Tardé mucho en
confesar que había largado la carrera de Medicina, iba a la facultad, a la
cafetería, simulaba, me engañaba a mí mismo, o creía que lo hacía. Ahí empecé a
leer mucho, desesperado, en la soledad de la mentira. Después se descubrió mi
engaño en casa y hubo conflicto, duro, silencioso. Pero cuando me resolví a
estudiar Letras y a escribir les pedí a mis padres que fueran a ver la película
La sociedad de los poetas muertos,
donde un chico se suicida porque no lo dejan estudiar teatro. Funcionó.
Volvieron mis padres del cine convencidos de que era importante que yo
estudiara lo que quisiera.
La uruguaya es una novela corta. ¿Cuáles son tus novelas cortas
favoritas?
El viejo y el mar. La invención de Morel. El extranjero. El coronel no tiene quien le escriba. Distancia de rescate, de Schweblin. La vida privada de los árboles, de Zambra...
En la solapa de La uruguaya podemos leer: «Trabaja como
guionista y escribe para distintos medios de comunicación.» ¿Podrías hablarnos
de estos trabajos que realizas y que no son estrictamente literarios? ¿Cuál es
tu relación afectiva con ellos? ¿Desearías vivir sólo de la literatura?
En casa no había tradición de artistas. Las artes se dejaban de hobby
de fin de semana. Mi abuelo materno era pianista, mi abuelo paterno pintaba
bien, pero no hicieron de eso su vida. Yo tuve que inventarme a mí mismo una
forma de ser en la escritura, una forma de ganarme la vida. Di clases de
redacción para abogados, di talleres literarios, escribí para cine, para
periodismo. Un poco de todo. Y no me fue mal. En torno a la palabra hay mucho
trabajo, si uno escribe, si uno pone correctamente una frase tras otra, si uno
puede articular un texto, entonces puede trabajar en diversos lugares, porque
no todo el mundo puede hacer eso. Cada trabajo que hice me gustó y me enseñó
cosas. Me sirve salir de casa, salir del ombliguismo al que puede llevarte la
escritura a veces. El periodismo sobre todo me obligó a irme hacia temas que
nunca hubiera tocado por mi cuenta.
En 1998, con veintiocho años,
tu novela Una noche con Sabrina Love gana
el Premio Clarín. En el jurado se encontraban escritores de la talla de Adolfo
Bioy Casares, Augusto Roa Bastos y Guillermo Cabrera Infante. ¿Cómo fue poder
hablar con ellos, entrar de repente en el parnaso de la literatura? ¿Qué
expectativas te creo aquello?
Fue breve ese encuentro en la noche del premio, pero muy importante
para mí. Como un mundo al revés, donde Roa Bastos me cedía a mí la silla y Bioy
Casares me hablaba de mi novela. Yo tenía 28 años y no terminaba de entender
todo eso. Fue muy conmovedor. Necesité tiempo para procesarlo y para volver a
escribir. Hubo mucha exposición, se hizo una película con Cecilia Roth,
publiqué en una gran editorial... Necesité recuperar cierto silencio mental de
escritura para seguir adelante. Me enfrasqué en mis cuentos y mis poemas. Tardé
siete años en publicar otra novela. Y fue El
año del desierto.
Tus libros se han publicado
hasta ahora en editoriales diferentes. La
uruguaya aparece en Emecé de Argentina. En el programa de televisión Los siete locos declaras que Emecé
quiere reeditar tus libros anteriores. ¿Sabes ya el orden de reaparición que
van a tener esos libros en Argentina y el tiempo que pasará entre la salida de
uno y el siguiente?
Salió El año del desierto,
después La uruguaya, luego Salvatierra. Ahora se acaba de editar Maniobras de evasión. Van a salir Una noche con Sabrina Love en septiembre
de 2017, y el año que viene mis Pornosonetos
y Hoy temprano.
He leído cuatro de tus novelas.
Cada una de ellas ha aparecido en España en una editorial diferente. ¿Has
echado de menos una relación más estable con los editores españoles? ¿Hay algún
plan para que tus novelas antiguas (como ocurre en Argentina) se rescaten en
España y puedan llegar a ellas nuevos lectores? ¿Veremos algún día tus libros
de poesía o de relatos en España?
Entiendo que Libros del Asteroide va a recuperar
el fondo editorial y va a ir publicando mis libros anteriores. Es una editorial
que trabaja muy bien, cuida mucho los libros en su difusión y distribución, y
hace unos libros muy hermosos.
En 2007 fuiste seleccionado en
el Hay Festival de Bogotá como uno de los 39 escritores hispanoamericanos
menores de 39 años con más talento. En 2017, el Hay Festival ha vuelto a hacer
pública una nueva lista. ¿Hay algún nombre en ella que te gustaría destacar,
algún escritor o escritora joven al que hayas leído y nos quieras recomendar?
Por supuesto, Mauro Libertella, Samantha Schweblin, Zúñiga, Liliana
Colanzi.
Además de novelas, has escrito
cuentos y poesía. ¿Qué género prefieres como lector?
Depende del día. Para leer poesía necesito estar tranquilo, dispuesto
a entregarme a no entender del todo. Diría que la poesía es el género donde más
significados y ecos y fuerza verbal encuentro. Es la experiencia de lectura más
intensa.
¿Puedes hablarnos de tu
particular canon literario argentino?
Tengo un cruce de la gauchesca (Martín
Fierro, Don Segundo Sombra) con
la poesía (Giannuzzi, Francisco Madariaga, Enrique Molina) y Borges (que es un
género en sí mismo) y también los cronistas más crudos como Arlt. Y la gracia
verbal de Cortázar. Y la insistencia de Saer. La perspicacia de Hebe Uhart. La
libertad de Aira. Admiro a todos ellos.
¿Cuáles son tus escritores
favoritos, dejando fuera Argentina?
García Márquez, Neruda, César Vallejo, Quevedo, Guimãraes Rosa, Salinger,
Camus, Joyce, Shakespeare...
¿Estás escribiendo ahora algún nuevo libro? ¿Puedes hablarnos de
él?
Estoy con la versión en guión
de La uruguaya que va a hacer Diego
Peretti, y que va a musicalizar con una canción Jorge Drexler. En cuanto a lo
literario, si cuento lo que estoy escribiendo, se le va la fuerza. Tiene que
ser un secreto.
Muchas gracias, Pedro.
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