La
semana pasada estuve leyendo algunos poemas de una hoja fotocopiada; una hoja
que uno de los profesores de literatura del colegio donde trabajo había preparado
para sus alumnos. Alguno de aquellos poemas no los conocía y de otros era un
viejo amigo. Me volví a emocionar leyendo Insomnio de Dámaso Alonso (Madrid, 1898-1990), un poema que creo que descubrí
en algún libro de texto del instituto, y fue una de esas lectura iniciáticas
que me rompió la cabeza.
Me
apetece hoy traer a este espacio este potentísimo poema:
Insomnio
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo
en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros,
o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán,
ladrando como un perro enfurecido,
fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios,
preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad
de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo
en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros,
o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán,
ladrando como un perro enfurecido,
fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios,
preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad
de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?
Tuvo que ser el mismo libro de lengua y literatura.
ResponderEliminarTambién me dejó ensimismada. Ahora, mientras lo leía, las "azucenas letales de tus noches" saltaron antes de que llegara a ellas. Gracias
Hola Emma:
EliminarLo cierto es que ya no recuerdo qué libro de texto era ¿el de 2º de BUP de Santillana? Es posible.
Es un poema muy recordable.
Saludos
Es descomunalmente, torturadoramente desolador.
ResponderEliminarEnorme poema.
Uno de mis preferidos.
Saludos.
Hola Barbusse:
EliminarEs un poema además de enorme por el que no pasa el tiempo. Da igual que en Madrid vivan 1 millón de personas o 5, el poema sigue siendo el mismo.
Saludos
Es, como dices tú, David. Potentísimo. Acabo de verlo. No conozco ese autor. En realidad, de mí nunca se espera cantidad de lecturas suficientes y acordes como para sondar un comentario atinado y feliz. Soy un pobre lector, quizás un mal lector. Hay muchísimos autores ignorados en mis fueros, y siento culpa por dejarlos cerrados, nuevos, sentados en el mismo estante de siempre. Pido perdón como un reo. Yo sé que todo eso me espera y que seguirá esperando incluso después de mi muerte. Por esto, y para que veas lo importante que eres para muchos, te doy las gracias por hacerme visible este poema, por hacérmelo leer de golpe y suerte, por no dejármelo pasar. Gracias.
ResponderEliminarHola Javi:
EliminarMejor disfrutar de lo que leemos y no agobiarnos por lo que no leemos. Este poema es de esos que te dejan seco con 15 años cuando los ves en un libro de texto.
Saludos