jueves, 11 de julio de 2013

El último triple de Larry Bird, poema de El bar de Lee



Ya he comentado que El bar de Lee está formado por dos poemarios: Móstoles era una fiesta, de 1998, y El Calvo del Sonora, de 2008. Para este segundo poemario barajé otro nombre: El último triple de Larry Bird, que se corresponde con el título de su primer poema. Al final me decidí por El Calvo del Sonora, porque este último libro lo sentía unido a aquel de 1998, y El Calvo del Sonora tenía un sabor local de anécdota mostoleña que me gustaba.

La historia contada en El último triple de Larry Bird no conduzce (espero) a pensar en mi pura autocomplaciencia ante lo que escribo, más bien obedece a esa sensación de que has escrito –por fin- algo parecido a lo que has deseado escribir (o al menos se encuentra lo suficientemente cerca) y después de los años sigues pensando que ese algo que has escrito es para ti importante (contiene una clave personal), pero en realidad no le importa a nadie. 
Por supuesto, esto también guarda relación con la frustración que representa intentar publicar tus libros y que no le interesen a ninguna editorial, uno de los pivotes sobre los que se sostiene el discurso de El Calvo del Sonora.

En El último triple de Larry Bird describo el recuerdo de unas imágenes televisivas; como la tecnología lo permite, dejo debajo del poema el video de Youtube donde aparecen las imágenes de las que hablo.



EL ÚLTIMO TRIPLE DE LARRY BIRD

Pasa el tiempo y la imagen perdura:

NBA, concurso de triples, años 80.
Larry Bird, el Imbatido, ha fallado
algunos lanzamientos, necesita
la doble puntuación del último
para ganar, para revalidar su título,
para seguir siendo él mismo.
Faltan tres segundos. El tiro sale.
Y según abandona el balón
sus manos, Larry Bird alza el brazo
y el índice. Sabe que va a entrar,
sabe que es de nuevo el campeón.
El estadio guarda un silencio
clamoroso mientras el balón recorre
su certero arco de Robin Hood,
y un instante después estalla.

Sigue siendo mi imagen adolescente
de la seguridad propia, el sueño
de cualquier patoso: la adquisición
de una identidad neta, inamovible.
Siempre quise vivir un instante
como el de aquel último triple de Larry Bird.

Hoy, que han pasado los certeros
arcos de los años, a veces creo
haberlo conseguido, yo también encesté
mis últimos triples de Larry Bird.
Lo he sentido en el palpitar de los dedos
sobre la dura cancha del folio en blanco,

pero ha sido sin cámaras, sin focos,
en el silencio de un estadio vacío.






8 comentarios:

  1. Yo también era de Bird y como matador me encantaba Wilkins

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    1. Hola Fesaro:

      Wilkins era muy bueno, pero en los concursos de mates el pobre tuvo la mala suerte de coincidir en el tiempo con Jordan. Yo creo que cuando eras niño podías admirar a Wilkins, pero no podías no ir con Jordan en el concurso de mates.

      Saludos

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  2. Muy bueno el poema, ese año, el 88 fue el año de la NBA, del 88 al 92, luego la seguí mucho menos, claro que yo era de los Lakers, pero de los Lakers de Magic. De Bird tengo clavado el triple del poema y el robo a los Pistons, pero eso ya en diferido.

    https://www.youtube.com/watch?v=H_RJ5XN8TK8

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    1. Hola Francis:

      Acabo de ver las imágenes del robo de balón. Esas no las conocía o no tenía memoria de ellas. Sí me acuerdo, en cambio, de una canasta que mete Bird tirando el balón desde detrás del tablero, ya fuera del campo.

      Me acuerdo mucho de aquellas finales Lakers - Detroit. Creo que yo también iba con los Lakers, pero me encantaban también los chicos malos de Detroit.

      Ya he perdido la afición, pero aún me acuerdo de las alineaciones de aquellos equipos, cuando lo echaban en la 2. Luego Canal + compró los derechos, mis padres no estaban por la labor de pagar por ver tele y ya se acabó lo de la NBA; una pena, porque me encantaba.

      Gracias por lo del poema.
      Saludos

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  3. Como Francis Black, yo también era de los Lakers, lo que no resta para reconocer el gran jugador que fue Larry Bird. Ahora, creo que no es momento de hablar de baloncesto sino del excelente poema que nos dejas. No me cabe duda de que todo el que alguna vez se haya acercado con cierta asiduidad a la escritura habrá experimentado ese mismo pálpito que narras.

    Un saludo.

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    1. Hola Antonio:

      ¿Te acuerdas entonces del dúo Magic Jhonson - James Worthy? Me encantaba cómo jugaban.

      Gracias por lo del poema. Creo que lo escribí en un momento sensible con el tema de conseguir publicar o no; cuando una editorial de prestigio me había prometido la publicación de uno de mis libros y yo ya iba viendo que iba a incumplir su palabra (y su acuerdo contractual).

      Saludos

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  4. Está genial el poema socio. Aunque yo no me siento identificado. Entiendo lo que quieres expresar y lo haces de 10.

    Yo soy más un Larry Bell que levanta el dedo antes de hora y la puta pelota rebota en el aro, dejándome como un payaso.

    Saludos compañero y de nuevo te felicito por el poema y el libro.

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    1. Hola Jaime:

      Gracias por tus palabras hacia el poema. Por supuesto, lo de sentirte como Bird en ese momento es una fantasía; lo normal es que domine la sensación de que no tienes nada claro y las cosas no salen como tú quieres.

      De todos modos ¿qué hubiera pasado si Bird levanta su dedo y el balón no entra? Me fascina esa seguridad.

      saludos

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