Editorial Valdemar. 1.087
páginas. 1ª edición de 1853; esta de 2012.
Prólogo, traducción y notas de
José Rafael Hernández Arias.
Durante diciembre de 2012 estuve
leyendo David Copperfield porque al comenzar el año me había propuesto
leer más libros clásicos y extensos. Mi novia debió percatarse de mi entusiasmo
y para la fiesta de Reyes de 2013 me regaló esta otra obra de Charles Dickens (Portsmouth, Inglaterra, 1812 - Gads Hill
Place, 1870),
Casa
desolada, editada por Valdemar
en su sección de Clásicos. La verdad es que no conocía el título, pero la
contraportada y la introducción a cargo del traductor, José Rafael Hernández Arias, invitan a leerlo. En el prólogo
descubrimos que esta obra quizás es menos popular que otras del autor por la
escasez de adaptaciones cinematográficas de las que ha sido objeto (lo que
habla a favor de la complejidad de sus tramas y subtramas), y que pertenece a
la época de mayor esplendor creativo de Dickens. Para G. K. Chesterton Casa desolada
constituye “el punto más alto de la madurez intelectual de Dickens”. Geoffrey Tillotson ha designado a Casa desolada como la mejor pieza
literaria del siglo XIX en Inglaterra y Harold
Bloom la considera la mejor obra de Dickens.
En las páginas 20-21 del prólogo
nos encontramos otro párrafo que contiene palabras mayores: “Sobre la novela
gravitan insistentemente los motivos de la polución (la contaminación y lo
infeccioso), el gobierno (corrupción) y el derecho (sistema anónimo de
opresión). En cierto sentido, el protagonista de la novela, y aquí nos
encontramos con una pasmosa innovación, no es un personaje, sino un ‘sistema’
que se refugia en el anonimato del poder y ante el cual el individuo se hunde
en la frustración y en la impotencia. Estos son temas que atraerán a Dostoyevski, Kafka y Orwell, los tres
lectores empedernidos de Dickens, cuyas novelas Crimen y castigo, El
proceso o 1984 tanto deben a Casa desolada”.
Cuando leí las 1.022 páginas de David Copperfield lo hice en la edición
de bolsillo de Alba, y el libro, aunque grueso, resultaba manejable, no pesaba
mucho y se abría con facilidad; las 1.087 páginas de Casa desolada, en la
edición en cartoné y papel de alta calidad de Valdemar, quizás constituyan un
volumen excesivo. Lo coloqué en la báscula del baño: 1,7 kilos de libro. Se me
doblaban los dedos si lo leía de pie en el metro o en autobús y tenía que usar
una mano para agarrarme a una barra; en realidad no se puede leer sosteniéndolo
con una mano; incluso para las dos resulta desmesurado. Quizás Valdemar debería
plantearse publicar libros como este en dos volúmenes. “¿Y para qué te crees
que existe el e-book?”, me han llegado a decir los que no leen.
Dickens emplea para escribir Casa desolada dos voces narrativas: una
es la de Esther Summerson, una joven huérfana sobre la que parece recaer la
misión de defender los valores victorianos; que será acogida en Casa Desolada
por el que pasará a ser su tutor, Mr. Jarndyce, y vivirá allí en compañía de
dos primos de su edad, Ada y Richard; la segunda voz narrativa es la de un
narrador omnisciente, que parece asemejarse a la voz del propio Dickens. Los
capítulos en los que habla Esther y los que están escritos en tercera persona
se suceden sin un aparente orden lógico; a veces (lo digo de memoria) podía
leer 50 páginas de la novela relatadas por Esther, y 50 páginas de la voz del narrador,
y a veces eran 10 y 10; y a veces no había una proporción; es decir, podían ser
30 páginas de un narrador y 10 del otro.
Los cuatro personajes principales
de la novela, Esther, Mr. Jarndyce, Ada y Richard, se encuentran atrapados en
un proceso judicial llamado Jarndyce v. Jarndyce, que en la cancillería de
Londres se discute desde hace décadas, sin que parezca más cercano a resolverse
en el momento que empieza la novela que dos décadas antes.
Al hablar sobre David Copperfield hace unos meses apunté
que una de las lecturas que hice de ese libro fue la búsqueda de la influencia
de Dickens sobre la obra de Kafka, y que me pareció encontrar algunas
conexiones entre la forma de analizar el mundo de los adultos del Copperfield
niño y las interpretaciones que hacía el protagonista de Amerika (o El desaparecido)
del mundo de los norteamericanos. Pero ahora, tras leer Casa desolada, sé que la influencia de Dickens sobre la obra de
Kafka es abrumadora. Como se recoge en el prólogo de Casa desolada, Kafka llegó a escribir en una entrada de su diario
(8 de octubre de 1917) que él se consideraba a sí mismo un epígono de Dickens.
Podría afirmar incluso que no
existiría una novela como El proceso
si Kafka no hubiera leído Casa desolada.
Podemos leer en Casa desolada párrafos como los
siguientes: “En una tarde como esa, algunos miembros del cuerpo de abogados de
la Corte Suprema de la Cancillería deberían estar –como, en efecto, así lo
están ahora– enfrascados en una de las diez mil fases de una causa infinita,
desmintiéndose unos a otros con precedentes escurridizos” (págs. 36-37).
“Jarndyce vs. Jarndyce continúa
arrastrándose. Este espantapájaros de litigio se ha complicado tanto con el
paso del tiempo que ningún hombre vivo sabe de qué trata” (págs. 38-39).
“En este deplorable proceso, todo
lo que todo el mundo ya sabe, excepto un hombre, se remite a ese único hombre
que no lo sabe, para averiguarlo” (pág. 147).
También las vidas absurdas de
algunos de los personajes que aparecen en Casa
desolada pueden interpretarse desde un punto de vista puramente kafkiano;
aunque también es cierto que el absurdo dickensiano busca lo pintoresco de los
personajes, y transcurre bajo la perspectiva de una entrañable ironía, mientras
que el absurdo kafkiano reviste a sus personajes de pura angustia.
La desesperación de alguno de los
personajes de Casa desolada también
nos hace pensar en los personajes desesperados de Dostoyevski.
La voz narrativa de Esther, una
chica dulce y siempre con buenas intenciones, nos hablará del drama en que se
van a ver inmersos Mr. Jarndyce, Ada y Richard; pues este último, un joven entusiasta,
caerá en las garras absurdas del proceso que pende sobre su apellido (Ada y
Richard también son, de forma remota, Jarndyce) y, al no encontrar motivación
para dedicarse a nada más en la vida, dirigirá todos sus esfuerzos a intentar
conseguir un fin positivo de la causa Jarndyce vs. Jarndyce, que según sus
cálculos podría hacerle rico.
La voz narrativa omnisciente, que
parece semejarse a la de Dickens, relata las peripecias de un gran número de
personajes: abogados, jueces, soldados, mendigos, nobles, burgueses… y su
visión de lo contado será menos amable que la de Esther. La voz omnisciente
hará uso de la sátira, la ironía e incluso el sarcasmo para retratar a una
nobleza decadente y aburrida; y arremeterá contra las lacras de una
beneficencia mal entendida, con mujeres que desatienden a sus propios hijos
para dedicarse a labores más elevadas, como la organización de las colonias
africanas.
La mirada de Dickens alza ante
nosotros un Londres brumoso, caótico y lleno de contrastes; con él visitaremos
las espléndidas casas de los ricos y también las callejuelas infestas de los
pobres, que es mejor evitar porque las plagas han diezmado a sus habitantes. «El
humo es la hiedra de Londres», escribe el narrador omnisciente en la página
183, elevando ante nuestros ojos la esencia del mundo dickensiano.
Casa desolada es una novela romántica, ya que describe la búsqueda
del amor por parte de Esther, y en este sentido es profundamente victoriana; pero
también profundamente moderna, pues –como he citado del prólogo– el “sistema”
parece ser uno de los protagonistas del libro; y también es una historia de
detectives, pues en ella se comente un crimen.
Si no recuerdo mal un dato que
leí en el prólogo de La piedra lunar de Wilkie Collins, novela de 1868, el sargento Cuff que aparece en ella (un
antecedente claro de Sherlock Holmes)
era el primer detective literario británico; pero el caso es que Casa desolada se publica en 1853 y en
ella también hay un detective, Mr.
Bucket, que es quince años anterior al sargento Cuff (en algún momento
tendré que leer algún estudio sobre la historia de los detectives literarios).
Novela romántica, novela de
detectives, novela de crítica social… y, por supuesto, no debemos olvidar el
toque folletinesco de la obra de Dickens, pues también tenemos aquí una intriga
en torno a los padres biológicos de Esther.
He estado con Casa desolada más de cinco semanas y,
durante la segunda (a principios de junio), sufrí un severo ataque de alergia
al polen que me hacía tener la cabeza un tanto ida; el cansancio que provocan los
antihistamínicos tampoco es muy agradable ni benefactor; además, la tercera
semana de lectura coincidió con el viaje de fin de curso que hago con los
alumnos del colegio donde trabajo a Mallorca; y leer en la playa, buscando la
sombra, tras haber dormido unas escasas horas, tampoco constituía las
condiciones óptimas de lectura. Todo esto ha contribuido a que me perdiera algo
de las abundantes subtramas de esta novela, donde Dickens perfila a 57
personajes (como leo en el prólogo), y que no la haya disfrutado como se
merecía. Creo que la sensación que se le queda a uno de haber olvidado detalles
de una obra leída pasados unos meses la he tenido con Casa desolada antes de acabarla.
Al final sé que voy a tener un
recuerdo más grato y profundo de David
Copperfield que de Casa desolada,
aunque también he descubierto que Casa desolada
es un libro inmenso que abrió muchas de las vías por donde ha circulado la gran
literatura posterior, e invitaría a leerla con calma y si me apuran realizando
unos apuntes sobre el orden de aparición de los personajes, para disfrutar de
ella como se merece.
Seguiré leyendo al gran Charles
Dickens.
«El humo es la hiedra de Londres». Qué maravilla de frase. Aún no he leído esta novela, pero si gente como Bloom o Chesterton la consideran la mejor obra de Dickens me la sé como lectura obligatoria y seguiré tus pasos lectores.
ResponderEliminarHola Mike:
EliminarLo curioso de la frase es que cuando fue escrito el libro, en Londres pensaban que la niebla era un fenómeno natural; y no pura contaminación, como se supo después.
Dickens siempre merece la pena, y esta Casa Desolada es extrañamente un libro poco conocido en España.
saludos
“¿Y para qué te crees que existe el e-book?”, me han llegado a decir los que no leen.
ResponderEliminarCojonudo.
Un saludo.
Hola Ángel:
EliminarNo si te pasa a ti, que ahora la gente que normalmente no leía antes del e-book (y con todo el derecho del mundo, cada uno hace con su tiempo libro lo que quiere), parece que te mira raro por ser un lector de libros en papel y decidir no comprarte un e-book, cuando está claro que si ellos leyesen (son así de modernos) lo harían sin duda en e-book.
saludos
Pues sí; parece que a muchos la Literatura sólo les interesa cuando hay un gadget tecnológico de por medio (y en cualquier caso ese interés, generalmente coyuntural, responde más a "estar a la última" que a verdaderos hábitos lectores). En fin...
ResponderEliminarSaludos
Para mi, pese a los elogios de pesos pesados de la crítica y de la literatura, 'Casa desolada' no supera a 'David Copperfield'. Demasiadas tramas y demasiados personajes. La estructura, espectacular, porque las situaciones y los caracteres encajan como piezas de un puzle, pero en general, en conjunto no me da la impresión de obra perfectamente acabada.
ResponderEliminarY donde se pongan los personajes de David que se quiten los de la Casa.
Hola Barbusse:
EliminarYa digo en la entrada que me acabé perdiendo un poco con las subtramas de la novela (pero yo lo achacaba a no haberla podido leer en las mejores condiciones) y que David Copperfield iba a perdurar en mí con un recuerdo más grato.
Pero desde luego leer Casa Desolada en busca de los orígenes de Kafka es alucinante. Al final entre Dickens, Melville y Walser tenemos un porcentaje de Kafka altísimo.
Al final no creo que lo importante sea elegir entre una obra de Dickens u otra, mucho mejor parece disfrutar de él. La siguiente creo que va a ser Historia de dos ciudades o Grandes esperanzas.
saludos
Pues sí, llevas razón, disfrutar de Dickens es lo que importa. Es que me puede mi pasión por Copperfield.
EliminarEres un lector muy inteligente, no te lo he dicho nunca, pero lo pienso cada vez que te leo.
Ah, y cuidado con la traducción de Grandes esperanzas que eliges, ojo.
Un saludo.
Hola barbusse:
EliminarCreo que Grandes esperanzas lo tiene Alba, que me parece de lo más fiable. Iré por ahí.
Gracias por lo de mi inteligencia de lector. A veces lo pienso: si en vez de darme por leer y escribir me hubiese dado por ser un auténtico licenciado en ADE (como soy), y me hubiera dedicado a analizar combinaciones de posibilidades en bolsa, por ejemplo, quizás ahora tendría mucho más dinero del que tengo. y ¿qué haría con él?, pues creo que comprar tiempo para poder dedicarme leer y escribir.
saludos
Hola!
ResponderEliminarEstoy haciendo un trabajo para la Universidad y, precisamente, me hacen analizar los puntos de vista narrativos de este libro, según la clasificación de Friedman. Me atrevo a decir que las convenciones que utiliza el autor son dos, como bien has dicho. Una es omnisciente, pero, según Friedman puede haber diferentes tipos de omnisciencia. En este caso es editorial o neutral. Y, finalmente, en las partes que habla Esther, se trata de un narrador-testigo (en que los protagonistas serían Mr. Jarndyce, Ada y Richard y Esther es un mero observador) o de un narrador-protagonista (en que Esther es el protagonista único y explica sus vivencias y pensamientos)?
Muchas gracias de antemano!
Estimado amigo/a:
EliminarSi le soy sincero el vocabulario que usa se me escapa: "omnisciencia editorial o neutral" es la primera vez que lo oigo.
Yo estudié en la universidad Empresariales, y para mí Friedman es un economista neoliberal de la escuela de Chicago.
En realidad yo sólo soy un lector aficionado; pero también soy un profesor (en mi caso de economía), y le voy a dar el mismo consejo que le daría a alguno de mis alumnos: lea bien la teoría del tal Friedman, entiéndala y luego lea Casa desolada y descubra la verdad por sí mismo.
Y como me digo a mí mismo: el conocimiento del que se más se disfruta es el que uno descubre por sí mismo.
Siento no poder ayudarle.
Espero que le vaya bien.
Saludos
Las ediciones de esta editorial son a mi criterio muy buenas y el traductor es de los mejores, algo a tener en cuenta, las influencias de Kafka están más cerca de lo que propone Borges en su ensayo sobre este gran escritor, que luego de leer sus Obras Completas en Aguilar confirma lo que ya se sabe, un escritor único
ResponderEliminar¿Mikel Levi, de nuevo, no?
ResponderEliminarInfluencias sobre Kafka: ¿no podríamos hablar aquí de plagio y siguiendo su lógica implacable Onetti-Faulkner, decir que Kafka no vale nada? ¿O Kafka sí que puede?
Por cierto, escribió su comentario en una sola frase y, como en otras ocasiones, no se entiende muy bien. Cuide su lenguaje.