domingo, 28 de julio de 2013

Criaturas abisales, por Marina Perezagua

Editorial Los libros del lince. 140 páginas. 1ª edición de 2011.

He comentado hasta ahora en el blog dos libros de la editorial Los libros del lince, y, después de un simpático intercambio de correos electrónicos, el editor Enrique Murillo me envió a mi casa los dos libros de relatos de la joven escritora Marina Perezagua (Sevilla, 1978), dos obras que parecen entusiasmarle especialmente.
Los estoy leyendo de forma consecutiva y en orden cronológico (cuando empiezo a escribir esta entrada sobre Criaturas abisales, tengo Leche leído por la mitad).

Criaturas abisales está compuesto por catorce relatos, de corte fantástico, expresionista, extraño, onírico… en todo caso, alejados en mayor o menor medida de la narración realista.
Según me adentraba en el libro, tras haber leído más o menos la mitad de sus relatos, empecé a pensar que el nexo de unión de las piezas leídas era la imposibilidad de las relaciones de pareja, cómo la realidad conducía a que la pareja rompiera su unión, o cómo mantenerla hacía que la pareja tuviera que aislarse del mundo: en Fredo y la máquina, una joven en coma en un hospital nos habla de su relación imaginaria con su joven vecino de habitación de hospital, también en coma; en El rendido se encuentran dos depresivos, y ella, obsesionada con perderle a él, incluso porque él comenta suicidio, idea una estrategia para conducir a su pareja a la cárcel y así mantenerle aislado de todo; en Iluminaria, una joven está tan convencida de la fuerza del amor que comparte con su pareja que idea una máquina para que mediante sus movimientos amatorios se pueda generar la energía que su casa necesita; en Nuevo Reino una pareja acaba compartiendo su amor en un mundo submarino, mientras el resto de los habitantes del planeta ha desaparecido (este relato comparte otra característica con el titulado La loba y con Jana y Jano: la idea del mundo destruido, la supervivencia tras el apocalipsis); en Bodas de oro se habla de las reglas del extraño amor que parece mantener unidos a una pareja de ancianos; en El testamento también se habla del amor de una pareja, pero aquí se incluye una variante: la relación con el hijo, y con la madre de uno de ellos; en De la mar el tiburón, y de la tierra el varón una mujer con tendencias caníbales tiene la suerte de poder encontrar a un semejante.

El cuento que abre el conjunto, Lengua foránea, también podría incluirse en el apartado anterior: en el de las extrañas reglas que rigen las parejas, o la dependencia entre los humanos (con connotaciones sexuales); quizás este cuento sea el más puramente onírico y surrealista del conjunto: una lengua mayor que la de tamaño humano atraviesa la ventanilla de un avión y juega con Olga W. la protagonista; no sin esconder alguna sorpresa final.

La lectura de la mayoría de los cuentos de este libro sumerge al lector en el desconcierto, en el desasosiego de lo enfermizo de las relaciones entre los seres humanos, en contextos extraños e imaginativos. De hecho, la vocación por lo universal parece tan grande en Perezagua que rara vez sitúa a sus personajes en un entorno o época reconocible, o si lo hace esta contextualización parece estar tomada al azar gracias a la pura imaginación. Así, por ejemplo, el cuento El testamento transcurre en Tennesse igual que podría haberse situado su acción en cualquier otro lugar. Los nombres de los personajes, españoles o extranjeros, contribuyen también a esta idea de deslocalización narrativa.

El lenguaje que emplea Marina Perezagua en sus narraciones me ha parecido bastante maduro si tenemos en cuenta que éste es su primer libro, que sale al mercado en 2011, y que la autora ha nacido en 1978. Casi ningún titubeo lingüístico se percibe en estas páginas, escritas de un modo elegante, sin barroquismos pero tampoco haciendo uso del despojamiento formal.

El cuento Gabrielle es posiblemente el más realista del conjunto, pues todo en él podría explicarse mediante la locura de la madre de los hermanos protagonistas; una locura, de todos modos, extraña y desasosegante.

En los dos últimos cuentos del conjunto La Impenetrable y Jana y Jano he podido percibir, de una forma más clara que antes, una influencia sobre estos relatos que hasta ahora venía solamente sospechando, la de Franz Kafka. La Impenetrable nos habla de la incorporación a un circo de una joven con una extraña cualidad: su vagina no puede ser penetrada, y me parece que guarda filiación con relatos kafkianos como Un artista del hambre o Un artista del trapecio. En cambio Jana y Jano, una nueva distopía, donde se describe la extraña condena que somete esta nueva sociedad al culpable de asesinato, me ha recordado al Kafka de En la colonia penitenciaria. En todo caso, la pulsión sexual o erótica explícita es mayor que la de las narraciones de Kafka.

Quizás se podría decir de alguno de los relatos que hablan de parejas que, aunque Perezagua dibuja en ellos un mundo siempre diferente al anterior, está escrito bajo las mismas intenciones narrativas –o las mismas ideas- ya empleados previamente. Algo, por otro lado, bastante habitual en un libro de relatos, donde es muy difícil que todos los cuentos tengan el mismo nivel o no se repitan los temas tratados.

En todo caso, Criaturas abisales supone un debut narrativo notable, una apuesta muy sólida por una escritura imaginativa y desasosegante, con un destacable empleo del idioma.

Esta reseña podía acabar en el párrafo anterior, pero me apetece hacer una reflexión más, una reflexión que tiene más que ver con una postura estética que con una reseña formal. Me ha dado la impresión de que últimamente, desde el mundo del relato, existe una tendencia a despreciar al relato realista, como si se tratase de una vía muerta, y como si sólo el relato no realista pudiera tener sentido como medio de expresión de la modernidad; un “disparen a Carver”, en definitiva. Si usted es un aficionado al relato de los que reniega del realismo entonces Criaturas abisales va a ser su libro. Pero yo, que soy más practicante como escritor y más degustador como lector del relato realista me gustaría apuntar que he echado en falta en este libro una aproximación a personas más cercanas, a personas con miedos más cotidianos.
Voy a sostener la idea de que es más difícil escribir un relato realista solvente que un relato fantástico solvente, porque éste último puede partir de una idea sencilla (un hombre obsesionado con el agua, por ejemplo) y exagerando esta idea con un nivel de escritura correcto se puede hacer un relato no realista que funcione, pero para escribir un relato realista que funcione el autor ha de conocer más a los seres humanos y saber dibujar para sus personajes psicologías convincentes.
Es decir, leo los cuentos de Criaturas abisales, me parece que están bien escritos, me generan un cierto desasosiego, pero me cuesta emocionarme con sus personajes como puedo hacerlo con los de un relato de James Salter o de Alice Munro, por citar a dos de los autores de relatos realistas comentados en el blog. Por eso he sentido curiosidad por saber cómo se enfrentaría Perezagua a la escritura de un relato protagonizado por unos personajes preocupados por perder el trabajo o por la falta de dinero.

En todo caso, no quiero afear con este último comentario, a favor del realismo en el relato, la grata impresión que me deja éste, como he dicho, notable debut narrativo de la joven autora Marina Perezagua.

6 comentarios:

  1. Hola David,

    En líneas generales, estamos de acuerdo con respecto al libro. Quizás lo más sobresaliente sea la peculiar mirada de la autora.

    En cuanto a autores realistas actuales, creo que te podrían interesar Gonzalo Calcedo, Pepe Cervera o Carlos Castán.

    Saludos

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    1. Hola Carlos:

      Gracias por la recomendación. De Calcedo leí El prisionero de la avenida Lexintong que estaba muy bien; y de Cervera y Castán he leído algún cuento en antología, a ver si leo algún libro entero suyo.

      saludos

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  2. Pues me ha interesado lo que dices de esta autora, David. Ya que estás con sus dos libros, ¿cuál, aunque no hayas terminado el segundo, te ha gustado o te está gustando más? Saludos cordiales

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    1. Hola José:

      Esta autora es realmente interesante. Ya acabé su segundo libro, Leche, que es la entrada del domingo que viene. Me gustó más este segundo libro, muy maduro, original y bien acabado.

      saludos

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  3. Da gusto venir de vez en cuando a este rincón, David, tan tranquilo. Por cierto, feliz cumpleblog (acabo de enterarme).

    Un abrazo,

    Pocoyó

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    1. Hola Pocoyó:

      ¿Hemos coindidido en Tongoy, verdad?

      Pues muchas gracias por pasarte por aquí y las felicitaciones.

      Un abrazo

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