sábado, 28 de abril de 2012

Lunes 23 de abril: La noche de los libros

Durante la semana pasada estuve analizando el programa de La noche de los libros para elegir los eventos a los que acercarme el lunes 23 de abril. En otras ocasiones he acudido al Círculo de Bellas Artes, donde el premio Cervantes de ese año es entrevistado por un escritor, y las preguntas proceden de alumnos de institutos (que acuden a la sala con su entusiasmo, a veces, y también con todos sus ruidos adolescentes). Y así he escuchando hablar a Juan Marsé o a José Emilio Pacheco, y al final he conseguido que me firmaran alguno de sus libros. Si Nicanor Parra hubiera acudido al Círculo de Bellas Artes no lo hubiera dudado, pero al no ser así las opciones se abrían.

Al final me decidí por caminar hasta el edificio de Correos de Sol y escuchar la charla de Ricardo Piglia sobre “el castellano en que se debería traducir y leer hoy” (según el programa), y quizás después acudiría a la librería Antonio Machado del Círculo de Bellas Artes, donde iba a tener lugar un encuentro de escritores de Anagrama, con la intención de que Vicente Molina Foix me firmara la primera edición de su novela La quincena soviética, premio Herralde de 1988 y que aún no he leído.

Pero los planes cambiaron después de salir de casa, atravesar el Retiro, bajar por Alcalá y llegar a la Casa de América. Entré para averiguar qué actividades tenían programadas, porque no lo recordaba, y me encontré con que eran unas exposiciones de Rodrigo Fresán, Edmundo Paz Soldán y Jorge Volpi sobre los olvidados del Boom: Jorge Ibargüengoitia, Clarice Lispector y Juan Carlos Onetti. Actividad que, al estudiar el programa, yo había entendido que se había realizado el día anterior, domingo. Vuelvo a hojear el programa ahora mismo y me sigue pareciendo que está mal expresado: en las páginas donde se habla de las actividades de los días previos hay una raya donde se remarca el título “sábado, 21 de abril”, después pasa a “Domingo, 22 de abril” y si sigo lo escrito ahí y paso de página no se anuncia que lo siguiente deja de estar bajo el epígrafe “Domingo, 22 abril”.




Este acto en la Casa de América empieza a las 7.30 p.m. y son las 7.10. Lo de Piglia es a las 8.15. Decido cambiar de planes: me había quedado con ganas el domingo de acudir a esta charla, y a Piglia ya le oí hablar hace un año y medio, cuando presento –precisamente en la Casa de América- su novela Blanco Nocturno.

Abren la sala más grande de la Casa de América, y tomo asiento en segunda fila, en la zona más próxima al micrófono donde van a hablar los ponentes.
Se apagan las luces, se enciende una pantalla que queda detrás y a la derecha del atril con el micrófono. Los 3 escritores han llegado y se han sentado en la primera fila. Comienzan las exposiciones por este orden:

Jorge Volpi: es el único escritor de los tres al que no había visto nunca en persona, y del que sólo he leído una novelita corta titulada Días de ira, que no me pareció muy afortunada (seguramente tampoco sea muy representativa dentro de su obra).
Volpi habla de su compatriota Jorge Ibargüengoitia empezando por el final: su trágica muerte en accidente de avión en 1983, en Mejorada del Campo, cuando, junto con otros escritores y críticos, acudía a la feria del libro de Bogotá. Y después retomó los comienzos, cómo Ibargüengoitia había crecido fascinado por los chismorreos que escuchaba en su casa, y cómo en la época del instituto coincidió con Carlos Fuentes (figura que eclipsaría a todos los escritores mexicanos de su generación). En esta época, cuenta Volpi, mientras Fuentes se dedicaba a ganar los concursos de relatos del colegio, Ibargüengoitia era boy scout.
Mientras, en la pantalla, aparecen fotos de este autor y portadas de algunos de sus libros.
Volpi tuvo una intervención simpática y desenfadada, que acabó con la lectura de un divertido artículo de Ibargüengoitia sobre el carácter de los mexicanos.




Edmundo Paz Soldán: habla de su época de estudiante de letras en California, donde un profesor le descubrió a Clarice Lispector, autora de la que no había libros traducidos al español en la notable biblioteca de libros hispanoamericanos de esa universidad. Así que tuvo que leer por primera vez a Lispector en inglés. Esta anécdota le sirve para reflexionar sobre la poca fluidez literaria que históricamente ha habido entre Hispanoamérica y Brasil. Paz Soldán habla del impacto que le causó la novela La pasión según G. H. de Lispector, y habla de la desmesurada recepción de su obra en Brasil, para acabar alabando el trabajo de la editorial Siruela, que ha editado ahora su obra en español, y dice que ahora que van a hacer una película sobre su vida (a raíz de una biografía publicada recientemente en Estados Unidos, y que ha llevado allí a reeditar su obra), y que quizás pasen a ser ahora Vargas Llosa o García Márquez los olvidados del Boom. Y con esta broma finaliza su intervención
Paz Soldán me pareció el ponente más tímido y más nervioso de los tres. Y esto le convirtió también en el más entrañable.
Le había escuchado ya hablar hace un año, precisamente aquí, en la Casa de América, cuando publicó Norte y lo presentó Rodrigo Fresán.





Rodrigo Fresán: Comienza con un cuento en el que 3 princesas anuncian al rey que se iban a casar con un escritor. La primera ante la alarma del padre le intenta tranquilizar diciéndole que le llaman Gabito, y que ha tenido cierto éxito. Y aquí Fresán se apoya en fotos que aparecen en la pantalla; por ejemplo, de García Márquez recibiendo el premio Nobel.
La segunda hija se iba a casar con otro escritor. El padre se vuelve a preocupar. A este escritor le llaman Marito, y aparece una foto de Vargas Llosa recibiendo el Nobel también, lo que tranquiliza al padre.
La tercera hija también anuncia que se va a casar con un escritor. Su nombre es Onetti. Y parece en la pantalla una foto de Onetti en la cama de un hospital, mirando turbiamente a la cámara, con un revólver en la mano. Esta foto, lógicamente, no puede más que alarmar al padre.
Y Fresán habla de la condición de solitario de Onetti, de su poética de la derrota, de los jóvenes que quieren ser como García Márquez o Vargas Llosa, pero no quieren ser como Onetti. Y habla también de José Donoso, y de su intento de acercarse al Boom, y de sus novelas, como El obsceno pájaro de la noche, que no eran realismo mágico sino gótico alucinado. Y de su novela La casa de al lado, donde Donoso asume su derrota ante los ganadores de la etiqueta del Boom. Y Fresán habla de esta novela y dice que ahora mismo no se puede encontrar en librerías españolas.
Fresán, al que ya había escuchado hablar en varias ocasiones, me parece el ponente más brillante de los 3. Pero también tengo que decir que hay truco: Fresán ha leído un texto y Volpi y Paz Soldán no leyeron.




 

Consecuencias de la charla del lunes

De Onetti precisamente me había comprado el día anterior sus Cuentos completos, en la edición de Alfaguara, y me han entrado aún más ganas de leerlos; y aunque he leído 5 novelas de él entre ellas no estaba La vida breve, que fue la que más elogió Fresán, y que acabaré leyendo.

De Ibargüengoitia, desde que lo volvió a publicar RBA hace un par de años, tenía pensado leer algo, Dos crímenes o Las muertas. Además mi amigo Federico Guzmán Rubio me ha insistido con él varias veces.
De Lispector también quería leer algo, y ya he hojeado varias veces en la biblioteca de Móstoles las ediciones de Siruela de sus libros.

El miércoles me pasé por la librería de segunda mano Ábaco (la que está más cerca de la glorieta de Quevedo) y acabé comprando la primera novela de Ibargüengoitia, Los relámpagos de agosto en una edición mexicana de los años 90, y cuya portada (que es la misma que la mostraban las imágenes que proyectaba Volpi) tiene una acuarela que, me informa Federico Guzmán, estaba pintada por la mujer del autor.
Y querido Fresán, aunque afirmarte que El jardín de al lado de José Donoso, no se podía comprar en librerías españolas lo compré también, porque sabía que estaba allí desde hace unos dos meses, cuando estuve en la librería, y después de este tiempo aún nadie había comprado la primera edición de Seix Barral de 1981.
Fue decir Fresán que no se podía encontrar este libro suficiente acicate para ir allí y comprarlo.

Y salí ese lunes de la Casa de América y me di un solitario paseo por un Madrid oscuro y casi sin nadie por la calle, pensando en todos los libros que tras estas breves ponencias me estaban apetecido leer.
Y esta fue mi noche de los libros de 2012.

9 comentarios:

  1. ¿Hará mucho que Fresán no viene a una librería de Bs. As? Porque desde hace un tiempo las novedades llegan con cuentagotas y los buenos libros agotados... parece que conservarán su status por los siglos de los siglos. Acá si que no hay mucho. Me gustaría leer lo que escribió Pilar Donoso sobre la relación con su padre, Correr el tupido velo. La vida breve la leí en la adolescencia pero algunas de sus imágenes me perturban hasta ahora. Me diste ganas de releerlo. Interesante tu noche del 23.Un abrazo. Analía.

    ResponderEliminar
  2. Hola Analía:

    ¿Con lo de Fresán te refieres a que no va en persona o que no llegan sus libros?
    A ver si leo yo algo más de él. Leí hace ya tiempo: "Historia argentina" y "Jardines de Kesintong" La verdad es que le he escuchado a Fresán hablar en persona 3 veces, y las 3 me ha encantado la pasión con la que habla de libros y su simpatía.

    De Donoso quiero leer antes de "El jardín de al lado" la novela "El lugar sin límites", y quizás "Historia personal del Boom".

    Y en breve espero ponerme con los "Cuentos completos" de Onetti. Precisamente esta mañana de fiesta en España, mientras corrijo exámenes, lo he estado hojeando.
    Y me tengo que leer también "La vida breve".

    ¡Se acumulan las lecturas!
    Un abrazo
    David

    ResponderEliminar
  3. Hola David, quise decir que si no se consigue algún libro (sea cual sea) allá, menos se conseguirá por acá. El gobierno está intentando trabar las exportaciones de libros y las imprentas argentinas naufragaron con la crisis...eterna. Quise comprar un inocente libro de Haddon y quedé en una lista de espera de 10 días!Y así todo. Tendré que aprender a tejer para dominar la ansiedad. Queja gratuita, porque mi pila de lecturas pendientes mas la de relecturas alcanzan y sobran para esta vida.
    Tus lecturas son tan variadas como interesantes. También hace crecer mi lista de "libros a buscar en cantidad de librerías hasta encontrarlos".
    Un abrazo.
    Analía.

    ResponderEliminar
  4. Hola,

    Sí la verdad es que al final siempre queremos leer ese libro que no encuentras y te apetece menos leer los que tienes a mano: el alma humana.

    A mí últimamente con el tema del e-book me está entrando la paranoía de que los libros van a desaparecer y no hago más que acaparar libros para esa época postapocalíptica. Y me estoy empezando a pasar con la de libros sin leer en las estanterías.

    saludos

    ResponderEliminar
  5. Siempre he creído que eso no ocurriría, que seguirían saliendo libros. Igualmente apostaba y apuesto por el ebook. Pero... el otro dí vi que Siruela había editado "Los hermanos Tanner" en ebook y por alguna razón pensé que quizá fuese hora ya de comprarlo en papel; parecía haber nacido la razón para no reeditarlo.

    Saludos,

    ResponderEliminar
  6. Hola Carlos:

    Espero que siga existiendo la edición en papel mucho tiempo. Imagino que el e-book tiene sus ventajas, las puedo imaginar, pero a mí no me apetece renunciar a lo que siempre he querido más: visitar librerías de primera o segunda mano, bibliotecas... y me gusta tener un libro en la mano. He tenido un e-book y me parece algo frío y funcional.

    Y me entra una depresión cada vez que oigo frases del tipo: "Me compro un e-book y ya no me vuelvo a comprar un libro en mi vida" "Me he bajado 11.000 libros de golpe"... y pienso que esto va a ser el fin de la edición: ¿quién va a traducir ahora? Y hay optimistas que me trasladan el modelo de las series americanas que se bajan en pirata: un equipo de altruistas se dividirá el libro y cada uno traducirá unas páginas... y claro, ya aquí, yo veo a los bárbaros a caballo entrando en una Roma arrasada...

    Saludos
    David

    ResponderEliminar
  7. Por cierto: a ver si me pongo yo también con Walser, que es un antiguo proyecto...

    saludos

    ResponderEliminar
  8. No me preocuparía. Si sigue habiendo lp´s y cd´s seguirá habiendo libros. Sin duda. Quizá sirva, todo esto, para depurar un poquito este mercado tan saturado que tenemos. Yo he decidido apostar por las editoriales menos populares, que serán las que ahora mismo están llevando a cabo los proyectos más interesantes. Tusques con su empeño en no pasarse al digital, Anagrama con ese giro italiano... bah, últimamente ya ni miro lo que sacan.

    Ánimo con Walser. Yo sólo leí un par de libros suyos y acabo de terminar una biografía pero Los Hermanos Tanner dicen que es una maravilla. Yo creo que este mes cae ese y mi personal cuanta pendiente que es Mann.

    Un saludo,

    ResponderEliminar
  9. Hola Carlos:

    Si, sé que por lógica al libro le queda una larga vida, pero es como si viera cómo se derrumba todo en lo que siempre he creído: las librerías, las bibliotecas..., aunque al final, para leer, todo seguiría igual, aunque un e-book me parece más feo que un libro me adaptaría si no me quedara más remedio.

    De Walser leí Jacob Von Gunten, que me pareció impresionante, y El paseo, muy sutil. Y sí, quisiera volver con él.
    De Mann leí La muerte en Venecia, que me gustó, y La montaña mágina, que me encantó y casi me apetece leerlo otra vez en la nueva traducción de Edhasa. Y me gustaría también, llevo tiempo pensándolo, Los Bundenblock.

    saludos

    ResponderEliminar