Invitación al viaje, de Julio Ramón Ribeyro
Editorial Alfaguara. 139 páginas; primera edición de 2024.
Prólogo de Santiago Gamboa, epílogo de Alonso Cueto
En 2020 leí tres libros, casi seguidos, de Julio Ramón Ribeyro (Lima, 1929-1994): La palabra del mudo, que reunía sus cuentos completos, La tentación de fracaso, su diario, y Prosas apátridas, con aforismos, pensamientos y poemas en prosa.
En La palabra del mudo estaban todos los cuentos de Ribeyro conocidos hasta ese momento, que sumaban 97. En la edición que leí yo de la editorial Seix Barral, que se publicó en 2019, ya había un cuento clasificado como «inédito», con otro apartado titulado Cuentos desconocidos y uno más Cuentos olvidados. Ahora se publica Invitación al viaje con cinco cuentos inéditos de Ribeyro, y he leído en algún periódico que entonces, así, el total de su obra cuentística sumaría las cien piezas. La cifra se redondea al considerar que La palabra del mudo contiene dos obras que en realidad no son cuentos, sino principios de novelas abandonadas.
Por lo que he leído en internet, el bibliógrafo de Ribeyro estuvo ordenando los papeles de la casa del escritor en París y aparecieron estos cinco cuentos inéditos, de los que la familia ha dado su visto bueno para la publicación. En un principio, podríamos pensar en un caso similar al de la publicación de En agosto nos vemos, la novela póstuma de Gabriel García Márquez, que él no quiso publicar en vida, y que han publicado sus hijos. Pero el caso no parece similar, porque los cuentos de Ribeyro no están escritos al final de su vida, cuando podría haber perdido facultades, sino en la década de 1970, cuando se encontraba en su mejor momento. Quizás Ribeyro no confiaba en la calidad de estos cuentos, o quizás, al ser alguno de corte fantástico, consideró que no pegaban con el volumen que estaba escribiendo por aquellos años.
El primer cuento se titula Invitación al viaje y, con sus cincuenta páginas, ocupa casi la mitad del libro. En cualquier caso, debería señalar que la caja de edición de este volumen de Alfaguara es muy estrecha y caben pocas palabras por página. Es decir, que este cuento, que en este libro ocupa unas cincuenta páginas, tendría la mitad en mi edición de La palabra del mudo. Este primer cuento nos presenta a dos preadolescentes –Lucho y Teodoro– que caminan en la noche; en principio, parece que buscando aventuras, pero luego sabremos que Lucho ha decidido abandonar su casa y ha pretendido que Teodoro le acompañe. Este pronto desistirá y dejará a Lucho solo en su camino hacia el fin de la noche. Lucho es huérfano y, hasta ahora, ha sentido que la noche es un lugar plagado de misterios en el que se adentran los adultos y él desea explorarlo y conocer sus secretos. De esto modo, asistirá a distintas escenas, más o menos peligrosas, o más o menos poco entendibles para él, como una pelea en un bar o la relación entre hombres y mujeres en la entrada de un prostíbulo, que confunde con un hotel. «Lucho se dijo que él no podría comprender jamás esas cosas, que de noche una locura súbita descendía sobre los hombres y que, por eso, quizá, las madres ponían candados en las puertas y enseñaban a ver demonios en las sombras.» (pág. 49)
Invitación al viaje es un cuento de descubrimiento y derrota, muy en la sintonía de los mejores cuentos de Ribeyro, y no desmerece para nada mi recuerdo de sus grandes narraciones. No sé por qué Ribeyro decidió dejarlo fuera de sus colecciones publicadas
de relatos, pero si tuvo dudas sobre su calidad, considero que se equivocó, porque me ha parecido un cuento muy destacado.
La celada –narrado en primera persona– trata sobre un hombre que, al regresar a Lima, empieza a quedar con una amiga que conoció en París. Este cuento me ha parecido muy en la línea de las narraciones fantásticas y juguetonas de Julio Cortázar. En él, un pequeño equívoco puede hacer que la mujer con la que queda el protagonista muestra un tipo de personalidad u otro. Este es un cuento que nos habla del misterio que representan las personas con las que nos encontramos.
Monerías trata de un empresario peruano que le escribe una carta al presidente del país. Se había embargado en el negocio de capturar monos en la selva para enviarlos a zoos de Estados Unidos, pero las trabas burocráticas le impidieron salir del puerto hacia el norte y acabará soltando a los monos por Lima. Es un cuento ligeramente cómico y fantástico, ya que los monos llegan incluso a aprender a hablar. A pesar de los intentos por devolverlos a su hábitat natural, estos volverán a la ciudad, y además llegarán muchos más. «Muchos otros monos, además, siguen llegando, desde sus lejanas comarcas, atraídos tal vez por la voz de la raza». (pág. 96). Monerías contiene una crítica social, ya que el lector comprenderá que al hablar de estos monos que emigran del campo a la ciudad, Ribeyro está hablando de los peruanos pobres que, desde la selva o la sierra, se trasladan a Lima. En este sentido, al ser un cuento crítico y humorístico, me ha recordado a cuentos de Augusto Monterroso, del estilo de los de Míster Taylor. Creo que Ribeyro quería también, en este cuento, denunciar el racismo de su país hacia los emigrados del campo a la ciudad, pero, quizás (aventuro) no lo quiso publicar porque al denunciar el racismo, y equiparar para ello (de un modo crítico) a los monos posiblemente con los indios peruanos, podría ser él mismo tomado por racista, aunque su idea fuera la contraria.
Las laceraciones de Pierluca, sin ser un mal cuento, me ha parecido el más flojo del conjunto. Habla de artistas latinoamericanos, en este caso pintores y escultores, que normalmente residen en París, pero que están pasando unas vacaciones o un retiro (porque siguen trabajando) en Cadaqués, en la costa catalana. El trasfondo del cuento serían las relaciones de dependencia económica entre los latinoamericanos y Estados Unidos. Es un cuento que narra una historia mínima y que trata de levantar vuelo mostrando una tragedia final, bastante fortuita, que es un recurso que nunca me ha convencido mucho.
Espíritus se sitúa en París. Allí, un grupo de amigos latinoamericanos, después de una cena, espoleados por uno de ellos, deciden hacer espiritismo. El amigo partidario del espiritismo entrará en trance y será poseído –quizás– por el espíritu de su abuelo. No es un mal cuento fantástico, pero se hace algo corto y el recurso de la sorpresa final tampoco lo convierte en demasiado original. El cuento está fechado en 1974 y es posible que por esas fechas Ribeyro estuviera escribiendo cuentos realistas y consideró que este no casaba con el conjunto que estaba armando.
Esta edición de Alfaguara, como ya ocurrió con sus publicaciones de las obras inéditas de Roberto Bolaño, finaliza mostrando algunas páginas de los mecanoscritos originales de los cuentos, con la versión a máquina corregida a mano por encima.
En resumen, este rescate editorial me ha parecido valioso y me ha hecho sentirme feliz al permitirme el reencuentro con uno de los grandes cuentistas latinoamericanos.
Como ya he apuntado desde el principio, me ha gustado este reencuentro, cuatro años después, con estos nuevos cuentos de Julio Ramón Ribeyro y me han dado ganas de volver a leer algunos de La palabra del mudo. Me habían comentado, en las redes sociales, que la edición que tengo yo de Seix Barral 2019 está descatalogada, pero me gustaría acabar esta reseña con una buena noticia: Alfaguara, además de publicar Invitación al fracaso, acaba de sacar una reedición de La palabra del mundo, bajo el título de Cuentos reunidos. Si alguien no conoce al Julio Ramón Ribeyro cuentista, le invito ahora a acercarse a él, porque, cada vez más, su nombre se está haciendo un hueco indiscutible, por derecho propio, entre los grandes escritores latinoamericanos del boom.
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