Paraíso, de Abdulrazak Gurnah
Editorial Salamandra. 300 páginas. 1ª edición de 1994.
Traducción de Sofía Noguera Mendía
Creo que fue una sorpresa para todos
(o casi todos o, al menos, en el mundo hispano) la concesión del premio Nobel
de Literatura en octubre de 2021 a Abdulrazak
Gurnah (Zanzíbar, Tanzania, 1948), autor de diez novelas, cuentos y varios
ensayos. En su fallo, la Academia Sueca destacó «su penetración intransigente y
compasiva de los efectos del colonialismo y del destino del refugiado en el
abismo entre culturas y continentes». De su obra se habían traducido al español
y publicado en España tres novelas: Paraíso (1994), Precario silencio (1996)
y En
la orilla (2001), que en 2021 se encontraban descatalogadas. En
noviembre de 2021, la editorial
Salamandra anunció la reedición de Paraíso
para el mes siguiente. Como sentía curiosidad por la obra de Gurnah se la solicité
para poder leerla y reseñarla.
«Empecemos por el niño» es la
primera frase del libro, que emplea un plural mayestático que no se va a
repetir. El niño se llama Yusuf y tiene doce años. Aunque la historia va a
avanzar desde aquí, se nos informa de que Yusuf está recordando su vida desde
algún punto indeterminado del futuro. En la primera página de la novela,
asistiremos al momento en el que Yusuf ve a dos personas blancas por primera
vez. Esperan el tren en el andén y el niño no puede apartar la mirada de ellas.
El padre de Yusuf regenta un hotel
en la pequeña ciudad de Kawa. Lo he buscado en internet y se encuentra en el
interior de la Tanzania continental. Cuatro años antes vivían más al sur. «Se
mudaron a Kawa porque esta ciudad prosperó gracias a que los alemanes la
utilizaban como depósito mientras construían la línea de ferrocarril que
llegaría a las tierras altas del interior. Pero este esplendor fue flor de un
día, y ahora los trenes sólo se detenían para recoger madera y agua.» (pág.
14).
En la contraportada de la novela, se
nos informa de que la acción está situada «en vísperas de la primera guerra
mundial», pero en realidad no aparece ninguna fecha concreta en el texto, así
como no, salvo el nombre de algunas ciudades, no aparece tampoco nunca el
nombre de «Tanzania», ni de ningún otro país africano. En realidad, a comienzos
del siglo XX no existía Tanzania como tal.
Sí sabremos que Yusuf es suajili. Yusuf
tendrá que moverse en un mundo de árabes, indios, griegos, alemanes, ingleses,
suajilis y otras tribus del interior de África, que van a ser denominadas
«salvajes».
Abdulrazak Gurnah creció en
Zanzibar, perteneciendo a una minoría árabe, ya que su padre había sido un
inmigrante de Yemen. Por motivos de persecuciones étnicas, huyó a Gran Bretaña
a los dieciocho años. El idioma materno de Gurnah es el suajili, pero adoptó el
inglés como lengua literaria. Ha sido profesor de literatura en la universidad
de Kent, y ahora mismo se encuentra jubilado. En Paraíso se muestran en letra bastardilla las palabras que en el
original aparecen en suajili, que no están traducida y aportan una nota de
color africano.
En realidad, cuando uno empieza a
leer Paraíso siente que se encuentra
ante una obra muy anglosajona, por la precisión del lenguaje y su belleza. Me
gustan las páginas en las que Gurnah describe la mirada infantil de Yusuf sobre
la pequeña ciudad de Kawa. La acción de la novela comenzará realmente cuando
los padres de Yusuf le comuniquen que se va a ir con su tío Aziz, un rico
comerciante de la costa, que periódicamente viaja al interior para hacer
negocios, intercambiando productos manufacturados, como azadas, por otros, como
oro o marfil. Paraíso es, en gran
medida, una novela de aprendizaje, pero también una novela de aventuras. Yusuf
empezará a trabajar en una tienda, propiedad de su tío Aziz, bajo las órdenes y
las enseñanzas del adolescente Khalil. Yusuf descubrirá pronto que, en
realidad, el comerciante Aziz no es su familiar, sino una persona a la que su
padre debía dinero, que le ha entregado a él como una forma de saldar su deuda.
Khalil se encuentra en una situación similar a su suya. Si bien, en un
principio parece que Khalil abusa de Yusuf pegándole para «que aprenda», pronto
surgirá la amistad entre los dos.
En el África que retrata Gurnah son
importantes las historias, que marcarán una diferencia entre las personas que
han viajado en el libro y las que no. El viaje será siempre una fuente de
misterios y magia.
Los años va ir pasando y cuando
Yusuf tenga ya diecisiete años, Aziz de lo va a llegar al interior, a uno de
sus viajes comerciales. Un viaje de conocimiento de la propia tierra que
también va a ser toda una aventura. En el imaginario colectivo occidental
aparecen los relatos y las películas en las que los occidentales exploran
África, pero en Paraíso serán los
propios africanos los que exploren África. Los habitantes de la costa verán a
las personas del interior como a «salvajes», con los que en muchos casos es
difícil comunicarse y conseguir que les dejen atravesar sus tierras. Los «sultanes»
de las tierras por las que atraviesan les irán haciendo pagar diezmos.
Paraíso es una obra
profundamente africana, porque muestra los enfrentamientos de los propios
africanos entre sí. La mirada de Gurnah sobre ellos no es nada complaciente,
unos se convierten en negreros de otros a los que venden como esclavos. Y de
fondo siempre aparece la ‒en principio‒ lejana presencia de los blancos. Los
alemanes son seres mitificados en la novela, capaces de comer metal, en un
contexto de narraciones orales que se asemejan mucho al «realismo mágico». En
las páginas 92-93 leemos: «Los comerciantes, atemorizados por la ferocidad y la
crueldad de los europeos, hablaban de ellos con asombro. Se apoderaban de la
mejor tierra sin pagar un solo abalorio, obligaban a la gente a trabajar para
ellos con engaños, comían lo que fuese, aunque estuviera duro o podrido. Como
si de una plaga de langostas se tratase, su voracidad no tenía límite ni
decencia. Imponían tributos para esto, tributos para aquello, prisión para el
infractor, y en ocasiones el látigo y la horca. Lo primero que construyen es un
almacén, luego una iglesia, a continuación un cobertizo para el mercado a fin
de poder controlar el comercio y gravarlo con un impuesto. Y todo esto aun
antes de construirse un lugar donde vivir. ¿Había alguien oído nada igual?
Llevan ropa hecha de metal, pero que no irrita sus cuerpos, y pueden pasarse
días sin dormir o beber. Su saliva es venenosa. Wallahi, os lo juro. Si te
salpica, te quema la carne. La única forma de matar a uno de ellos es
apuñalarlo bajo la axila izquierda; ningún otro sitio sirve, pero resulta casi
imposible hacerlo, porque llevan ese punto fuertemente protegido.»
En varios momentos de la novela,
Yusuf tiene la sensación de encontrarse en «el paraíso». Por ejemplo, en el
viaje hacia el interior, atraviesan una montaña y en ella hay una cascada que
fascina su mirada adolescente. «Nunca he visto nada tan bonito como aquello. Se
podía oír la respiración de Dios. Pero llegó un hombre y quiso echarnos de
allí.» Ese hombre es un africano siervo de un «señor» europeo. También Yusuf
disfrutará cada vez más del bello jardín de su falso «tío» Aziz, pero éste será
otro espacio que no le corresponda. Y esta simbología del paraíso inalcanzable,
del paraíso que pertenece a otros irá cobrando cada vez más fuerza en la
novela. Además, Yusuf ha sido bendecido o condenado a poseer el don de la
belleza, y lo que puede ser algo positivo acabará convirtiéndose en una nueva
amenaza sobre su futuro. No hay aquí belleza o paraíso sin su correspondiente
amenaza.
Cuando Gurnah ganó el premio Nobel,
se cuestionó, ‒en la mayoría de los casos sin haber leído sus libros‒ la valía
real de su obra. Parecía establecerse el siguiente silogismo: si no había
tenido éxito, esto significaba que no era realmente un gran escritor. Después de
leer Paraíso tengo esta sensación:
quizás las expectativas de descubrir a un nuevo y genial autor eran muy altas,
y deseaba quedarse deslumbrando ante la obra del nuevo Nobel, y esto no ha
ocurrido. Pero, por otro lado, sé que si hubiera llegado a Paraíso cuando se publicó en España por primera vez me hubiera
gustado. Considero que Paraíso, sin
ser un libro genial ni rompedor, es un gran libro. Nos muestra la época
colonial en África sin maniqueísmos ni falsas bondades, desde una perspectiva
nueva e insólita, al menos para mí. El giro que se produce en las tres últimas
páginas de la novela me ha parecido magistral, un giro que cubre de nuevo al
libro de más variadas lecturas. Paraíso
ha sido una gran lectura, a la que no hubiera llegado si el premio Nobel no me
hubiera descubierto al escritor Abdulrazak Gurnah.
Paso de puntillas por tu reseña porque tengo el libro sobre la mesa como quien dice. Volveré por aquí cuando lo acabe de leer.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy bien, ya me contarás. Espero que te guste.
EliminarUn abrazo.