La dejo aquí:
Koundara es una ciudad
de Guinea Conakry, y es también el título del primer relato de este libro de
David Pérez Vega, el que le da título al conjunto. Cuando un autor de relatos
elige el título de uno de los cuentos incluidos en la colección como título del
libro en su conjunto, suele hacerlo pensando que es el que mejor ilustra el
espíritu común de la obra. Koundaraes el primer libro de relatos de David
Pérez Vega, después de dos poemarios y tres novelas. Es el primer libro del
autor que leo, aunque tengo referencias de su mundo literario porque sigo con
asiduidad su blog,http://desdelaciudadsincines.blogspot.com.es/.
Los lectores de su blog
habremos leído alguna vez que Pérez Vega empezó en la literatura escribiendo
relatos, aunque no esta clase de relatos sino relatos de género fantástico.
Creo que casi todos los narradores empiezan a probarse en el relato. Los que perseveran
en la escritura y van llegando al mundo de los autores publicados, siguen dos
caminos que no se tocan: los que continúan manteniendo un pie en el mundo del
relato, y los que lo ven como un camino juvenil, una especie de iniciación, al
que quizá no van a volver nunca.
Coincidí en la Fiesta
de la Editorial Baile del Sol (editorial con la que ambos hemos sacado libro
este año, Koundara en su caso, Mil dolores pequeños en el
mío) con David Pérez Vega y me dijo que pensaba que probablemente Koundara fuera
el mejor de sus libros. No creo que el propio autor sea un gran juez a la hora
de elegir su mejor libro. En general, para un escritor que se tome en serio su
trabajo y lo ponga todo en lo que hace, su mejor libro siempre será el último,
primero porque es un libro que habrá aprendido de los errores de los
anteriores, y sobre todo porque será el más cercano a su mundo narrativo
actual. Koundara, sea o no su mejor libro, que es algo que no puedo juzgar
pues es de momento el único que he leído, sí es, no cabe duda, un buen libro.
¿Qué hay en Koundara? Siete
relatos de corte realista repartidos en dos partes. Los relatos se van por
encima de las veinte páginas con frecuencia. He leído a quien destaca este
hecho pero no me parece demasiado relevante para saber si un relato será bueno
o malo. Hay buenos relatos de cinco páginas y buenos relatos de treinta. Pasa
lo mismo con los malos. Un relato que tienda a las treinta páginas permitirá
escapar un poco más de la necesidad de concentrarlo todo y permitirá perfilar
más detalles de los personajes y las situaciones. Es un tipo de relato,
seguimos hablando de su longitud, que no es demasiado frecuente en la mayoría
de libros de cuentos, no al menos como longitud más frecuente como sucede aquí,
y que a mí, como lector, me remite a autores como Alice Munro o Richard Ford,
autores que se mueven con maestría en ese número de páginas.
La primera parte del
libro se llama Los viajes, y como bien indica su nombre, las tres
historias se articulan alrededor de un viaje. Los viajes representan
circunstancias muy distintas en cada uno de ellos. Porque los viajes
representan momentos muy distintos en la vida de una persona dependiendo de las
circunstancias en las que llegamos a ellos. En Koundara nos
encontramos con una española que ha ido hasta allí a colaborar a través de una
ONG cristiana. Ella colabora en cuestiones sociales, y ha llegado a apuntarse a
este viaje y a esta manera de pasar el verano, empujada por una amiga. Eso hace
que no acabe de sentir el viaje como un proyecto propio, sino como algo a lo
que ha sido invitada, y en lo que participa con gusto pero que no se toma con
la seriedad de algo que hubiera surgido de ella misma. Lo que más me ha gustado
de la historia ha sido la capacidad descriptiva del mismo, que se despliega
desde el principio, y el juego que establece entre deseo, hipocresía y amistad.
Koundara es el
primer viaje, y es un viaje elegido. Acrópolis, el segundo relato, es un
viaje en la memoria. El personaje que protagoniza el relato recuerda con
nostalgia su viaje de novios a Grecia. Miramos atrás y vemos que los tiempos
pasados eran realmente buenos. Si no estrictamente buenos, eran mejores que los
que tenemos ahora. La eterna trampa de la nostalgia. El último relato de esta
primera parte, La balada de Upton Park, habla de viajes por obligación, de
jóvenes que ya no se sienten del todo jóvenes que se han visto obligados a
salir del país para ganarse la vida. Esto genera una sensación de incertidumbre
permanente, de no saber si se va o se viene, dónde se está y de dónde se sigue
siendo. Hoy en día creo que casi todos los que estamos entre los veinte y los
cuarenta años hemos vivido fuera un tiempo a la espera de oportunidades, o
tenemos amigos o familia viviendo fuera, o tenemos proyectos propios o a nuestro alrededor
de salir a buscarse la vida. El retrato que el autor realiza de esta
realidad me parece cercano sin caer en el sentimentalismo, realista y acertado.
¿Cómo es el estilo?
¿Cómo es la escritura?: El estilo de estos primeros relatos marca ya el de
todo el libro. Es un estilo sencillo, narrativo, eficaz en esa narración,
limpio, descriptivo. La prosa es funcional y ayuda a avanzar a la historia que
se está contando. Los narradores del libro son variados, son hombres y mujeres,
hay historias en primera y en tercera persona. Todos funcionan correctamente.
Son creíbles y coherentes en todo momento. Se nota que el autor tiene oficio y
maneja bien la caja de herramientas.
La segunda parte del
libro, Bajo determinadas circunstancias, deja de enseñarnos el mundo y nos
trae a ciudades que son Madrid o están en sus alrededores. Los protagonistas no
son diferentes a los de la primera parte. Siguen siendo jóvenes o cuasi –
jóvenes, y muchos siguen viviendo en la incertidumbre. Algunos de esos
personajes hace bastante que cumplieron los treinta años y quizá pensaban que
sus vidas estarían más asentadas al acercarse a los cuarenta. Pero no. Porque
tal vez no existe la vida sin incertidumbre, por más que nos gustara. Los
personajes van y vienen de unos trabajos a otros, tienen dudas, se plantean
algunas realidades de su vida y no saben si atreverse a hacer algo distinto.
Son esa clase media más o menos preparada académicamente que no ha sabido muy
bien cómo moverse con la crisis y dónde queda su lugar con el cambio que ha
supuesto. Las circunstancias a las que se enfrentan en las cuatro historias de
esta segunda parte del libro son conocidas por todos. El realismo del libro es
real. Y esto puede sonar a perogrullada, lo sé, pero no todo lo que se nos
ofrece como realismo suena verdadero. Aquí se consigue.
¿A qué se parecen las
historias del libro? Entre las dos grandes corrientes del relato, por
simplificar la fantástica que nade de Poe y la realista que entronca con
Chéjov, los relatos de David Pérez Vega apuntan claramente a Chéjov. Sus
referentes creo que están más en los finales del siglo XX y en Estados Unidos.
No es mi tipo de relato preferido como lector. Mis relatos preferidos no siguen
ni a Chéjov ni a Poe sino a Kafka. Y quizá la escuela que menos me interesa es
la del realismo puro. Lo cual no quita para que sepa reconocer una colección de
relatos realistas bien hechos, como es el caso. Todas las historias funcionan,
y si quizá me ha gustado más la primera parte del libro es porque allí los
personajes viven un poco más en el interior de sus cabezas, lo que dirige la
referencia de esos relatos más a John Cheever o a Tobias Wolff, autores a los
que seguro que el autor ha leído (Cazadores parece un homenaje a Cazadores
en la nieve, uno de los mejores relatos de Wolff). Los relatos de la segunda
parte son más objetivos, más descriptivos, más cercanos a Richard Ford, en
general menos interesantes para mí.Tetras de ojos rojos, el último del
conjunto, quizá es que más se me ha atragantado en su lectura. Cazadores,
que también está en esta segunda parte del libro, ha sido, sin embargo,
probablemente el relato que más me ha gustado a nivel individual.
Muchas gracias, Pablo.
La reseña original se puede leer pinchando AQUÍ.
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