Marta Caparrós (Madrid, 1984) me escribió a través de Facebook en
octubre de 2015. Me hacía saber que era seguidora de mi blog, que iba a
publicar su primer libro en la editorial
Caballo de Troya y me preguntaba si me apetecía que me incluyese entre los
envíos de prensa del libro. Lo cierto es que últimamente recibo un buen número
de propuestas similares y no puedo atender a todas, porque si lo hiciera me
quedaría sin tiempo para seleccionar yo mismo mis lecturas y acabaría
convirtiendo mi pasatiempo en una obligación, o lo que es peor en un trabajo no
remunerado. Pero en este caso me apeteció decir que sí. Fui bastante seguidor
del trabajo de Caballo de Troya cuando el editor era Constántino Bértolo, y él mismo me habló de su jubilación a
principios de 2014, meses antes de que ocurriera. En aquel momento, Bértolo aún
no sabía si Caballo de Troya iba a continuar o qué pasaría con ella. Al final
el grupo Random House eligió una solución curiosa: la editorial con editor
invitado. Cada año un escritor (creo que vinculado al grupo) iba a hacer de
editor. En 2015 esta tarea le fue encargada a Elvira Navarro y lo cierto es me había fijado en los libros que
estuvo publicando, pero no había leído ninguno y cuando Marta me propuso leer
el suyo sentí curiosidad. El libro llegó a mi casa antes que a las librerías,
pero –como le dije a Marta- no lo iba a leer de forma inmediata porque por
entonces me había propuesto leer todas las novelas de Frank Bascombe, escritas
por Richard Ford.
Después de las casi 2.000 páginas
de Bascombe, le ha tocado el turno a Filtraciones de Marta Caparrós. Lo
cierto es que había estado leyendo comentarios sobre este libro y lo que me
llegaba hacía que me apeteciera acercarme a él.
Filtraciones está formado por cuatro novelas cortas, unidas por su
temática y por la franja de edad (los primeros años de la treintena) de los
personajes que retrata.
Vacaciones es la primera
novela corta, o relato largo (el lector puede elegir, tiene 30 páginas) y en
ella asistimos a los conflictos entre dos hermanas: Julia, redactora freelance
en un periódico, y su ordenada hermana pequeña Alicia. En contra de lo
habitual, Julia decide -en el verano del tiempo en el que transcurre el relato-
pasar unos días de vacaciones en Conil de la Frontera, donde acudían las
hermanas de niñas y adolescentes con sus padres, y donde Alicia ha vuelto cada
verano ya casada y madre de una niña. Para Julia, embarazada y con intención de
convertirse en madre soltera, volver al pueblo de su niñez va a ser todo un
choque.
Ya en Vacaciones encontramos algunos de los rasgos que van a caracterizar
estas historias: el telón de fondo va a ser siempre el de la precariedad
laboral en la España de la crisis, cómo la economía está afectando a los
jóvenes que estrenan su treintena es el escenario en el que se van a mover unos
personajes casi siempre desorientados, muy vivos, muy reales. “Lo cierto es que
Julia estaba mucho peor de dinero que Andrés. Después de largos años como redactora
autónoma en varios países del norte de África, había vuelto a Madrid, pero ya
no había conseguido el contrato indefinido del que sí gozaba antes.” (pág. 11)
Julia está mal de dinero, pero su precariedad, no impide que cuando se queda
embarazada de su compañero de oficio, Andrés, que no va a ser su pareja y que
además es muy probable que no le ayude con su hijo, decida tenerlo. No hay más
opciones para que se cumplan tus deseos, parece pensar Julia.
En realidad estas ficciones
intentas, y de diálogos muy realistas, me han recordado bastante a la narrativa
breve norteamericana, sobre todo a la de autores como Raymond Carver.
Otro rasgo que me ha recordado a
la narrativa breve norteamericana, y que en este caso es muy usado por Tobias Wolff, que fue amigo de Carver,
es el de connotar la climatología con los estados de ánimo de los personajes.
Así, por ejemplo, en Vacaciones la
crisis que va a sufrir Julia quedará vinculada al fenómeno meteorológico del
viento de Levante, que se cernirá sobre Conil justo en un momento crítico para
la protagonista.
La última novela corta del libro
es Los
mejores deseos (77 páginas) y en ella también se juega con el clima
como elemento simbólico: en Los mejores
deseos se nos habla del frío invierno en Berlín que sufren Marcos y Álex,
que llegaron a la capital de Alemania, desde Brighton, hace cinco años: “«Tengo
treinta y dos años, ¿dónde va alguien sin experiencia a los treinta y dos
años?». Compartían la misma desesperanza. Las posibilidades de que alguien les
diese una oportunidad frente a las nuevas hornadas de titulados universitarios
eran poquísimas. Sin embargo, en España, cuando se marcharon la situación era
aún peor.” (pág. 223). Los mejores deseos
nos habla de otra de las caras de la crisis para los jóvenes españoles: el
exilio económico.
Si bien, como estoy resaltando,
Marta Caparrós ha querido reflejar de forma clara algunos de los problemas a
los que se enfrentan las personas de su generación, no estamos aquí ante un
libro de tesis. En ningún caso, el escenario de fondo se acaba comiendo a la
historia o a los personajes. Tenemos en Filtraciones,
por el contrario, finos retratos de personajes, de parejas rotas, que se recomponen
sin saber si estaban mejor antes; de hermanas que, después de décadas, tienen
cuentas pendientes; o de amigos que están, tal vez, a punto de dejar de serlo.
La segunda novela corta es Atrevimiento
(94 páginas) y creo que se ha convertido en mi favorita del libro: en ella observamos
los cambios en la relación entre dos amigas que viven juntas, y leeremos sobre
la posible reconciliación de una de ellas con su antiguo novio, que le dejó
cuando ella estaba en paro y se encontraba cada día más alicaída. Ahora la
situación se ha dado la vuelta: es él quien está sin trabajo y ella empleada,
aunque su situación dista de ser estable: en su empresa corren rumores de que
va a haber despidos. Cómo la situación laboral de cada uno influye en sus
decisiones y en su forma de afrontar la vida me ha parecido que estaba narrado
aquí de una forma muy sutil.
En esta novela se habla
explícitamente del 15M, y se reflexiona sobre el sentido de las manifestaciones
(la mirada de la autora parece menos inocente que la de algunos de sus
personajes) y la politización de la vida pública española tras la crisis, así
como del sentido de los centros culturales ocupados o de los huertos urbanos,
que parecen funcionar como válvulas de escape para los personajes de la novela.
“Es lo de siempre, el miedo. Tengo cincuenta y tres años y llevo toda la vida
igual. Acojonada por salirme de la rueda y no conseguir volver a engancharme.
He perdido trabajos, claro que sí, pero luego he encontrado otros. Así ha sido.
Pero este puto miedo siempre a la espalda. Y yo no quiero esto para mis hijos,
que vivan agarrotados. Si me quedo en el paro, ya va a ser imposible encontrar
otro trabajo.” Dice una compañera de trabajo de una de las protagonistas de
esta historia, ampliando la edad de afectados por la crisis.
En Atrevimientos también me ha parecido encontrar otro elemento
simbólico que me recordaba al universo de Carver: se connota en el texto la
presencia de unas cajas, que recogen ropa y otros objetos que los protagonistas
no acaban de desembalar, y esto, por supuesto, me ha llevado a pensar en el
cuento Cajas, que aparece en Tres rosas amarillas de Carver.
La tercera historia es la que da
título al conjunto. Filtraciones tiene 53 páginas. Aquí se habla de otra realidad
patria: la de los hijos de los inmigrantes españoles del franquismo. En ella
Julen, nacido en Marsella, de padre español, vive ahora en Madrid. Julen ha
sido profesor de academia de idiomas, pero ahora está en el paro. Su pareja,
Ana, que trabaja en un colegio privado, en el que no le pagan durante los meses
de verano, está embarazada: “Había leído en el Yahoo Respuestas que un recién
nacido gastaba unos cincuenta y seis a la semana.” (pág. 152)
En la casa –que pertenece a la
familia de ella- se han producido filtraciones en el baño, algo más profundo
que unas simples goteras, algo que volverá a surgir por mucho que raspen y
pinten las paredes. Un nuevo elemento simbólico. Los problemas económicos de la
pareja pueden salir a la luz durante el fin de semana que, desde Marsella, va a
pasar en Madrid el esforzado padre de Julen, quien parece sentirse avergonzado
ante él de su actual situación económica.
Me ha gustado mucho cómo Marta
Caparrós juega con los detalles del libro; si habla de un huerto urbano parece
conocer perfectamente los detalles de su funcionamiento, así como parece
conocer las calles de Berlín por la que transitan los personajes de Los mejores deseos. Los diálogos son muy
naturales, y la prosa es rítmica y eficiente, sin dejar de lado algunos
momentos líricos, como la descripción que se hace de Madrid desde el parque del
Manzanares en Atrevimiento. El
trasfondo de las historias es social, y la autora quiere aquí levantar acta de
una época, pero sin dejar de lado la gran creación de personajes. En resumen, Filtraciones me ha parecido un debut editorial
de muy alta calidad. Mi enhorabuena para las dos, para la autora, Marta Caparrós,
y también para su editora, Elvira Navarro.
PINCHANDO AQUÍ se puede leer una entrevista que le he hecho a la escritora.
PINCHANDO AQUÍ se puede leer una entrevista que le he hecho a la escritora.
Pinta muy bien, David, más para alguien como yo que tiene la precariedad instalada en su vida desde siempre. (Fraga diría: "Yo soy la precariedad", je je je.) Gracias por la recomendación.
ResponderEliminarSaludos.
Hola Gonzalo:
EliminarLa verdad es que recordando cómo era tu última novela, este libro te puede gustar; está bastante en tu línea.
Y a ver si salimos ya de una vez de la precariedad, que este país se está haciendo poco habitable.
Saludos