jueves, 25 de septiembre de 2014

Antología de Gerardo Diego: Rubén Darío (1)

Ya he comentado alguna vez que tengo el libro Poesía española, antología (contemporánea), en su edición de 1934. La famosa antología realizada por Gerardo Diego y que se considera la que dejó marcados los límites de la Generación del 27. El libro que probablemente sea la joya de mi biblioteca.

He pensado para la sección del blog Poemas ajenos dejar en el blog algunos poemas de estos autores antologados por Gerardo Diego en la edición ampliada de su antología.

El primero de ellos es Rubén Dario.



VENUS
En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría.
En busca de quietud bajé al fresco y callado jardín.
En el oscuro cielo Venus bella temblando lucía,
como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.

A mi alma enamorada, una reina oriental parecía,
que esperaba a su amante, bajo el techo de su camarín,
o que, llevada en hombros, la profunda Extensión recorría,
triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquín.

"¡Oh reina rubia!—díjele—, mi alma quiere dejar su crisálida
y volar hacia ti, y tus labios de fuego besar;
y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,

y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar"
El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida.
Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar.

EL FAISAN
Dijo sus secretos el faisán de oro: -
En el gabinete mi blanco tesoro,
de sus claras risas el divino coro,

las bellas figuras de los gobelinos,
los cristales llenos de aromados vinos,
las rosas francesas en los vasos chinos.

(Las rosas francesas, porque fue allá en Francia
donde en el retiro de la dulce estancia
esas frescas rosas dieron su fragancia.)

La cena esperaba. Quitadas las vendas,
iban mil amores de flechas tremendas
en aquella noche de Carnestolendas.

La careta negra se quitó la niña,
y tras el preludio de una alegre riña
apuró mi boca vino de su viña.

Vino de la viña de la boca loca,
que hace arder el beso, que el mordisco invoca.
¡Oh los blancos dientes de la loca boca!

En su boca ardiente yo bebí los vinos,
y, pinzas rosadas, sus dedos divinos
me dieron las fresas y los langostinos.

Yo la vestimenta de Pierrot tenía,
y aunque me alegraba y aunque me reía,
moraba en mi alma la melancolía.

La carnavalesca noche luminosa
dio a mi triste espíritu la mujer hermosa,
sus ojos de fuego, sus labios de rosa.

Y en el gabinete del café galante
ella se encontraba con su nuevo amante,
peregrino pálido de un país distante.

Llegaban los ecos de vagos cantares
y se despedían de sus azahares
miles de purezas en los bulevares.

Y cuando el champaña me cantó su canto,
por una ventana vi que un negro manto
de nube, de Febo cubría el encanto.

Y dije a la amada un día: -¿No viste
de pronto ponerse la noche tan triste?
¿Acaso la Reina de luz ya no existe?

Ella me miraba. Y el faisán cubierto
de plumas de oro: -«¡Pierrot, ten por cierto
que tu fiel amada, que la Luna ha muerto!»


6 comentarios:

  1. La envidia que me dio ese libro cuando lo tuve en mis manos...

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    1. Hola detective: la joya de mi biblioteca.
      Un libro con historia.

      Saludos

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  2. Poco he leído de este gran poeta. Gracias por la entrada!
    Besotes!!!

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    1. Hola Margari:

      Lo cierto es que yo tengo un libro de Dario en casa, que me regalaron hace tiempo y aún no lo he leído.

      A ver si me pongo, aunque creo que no es exactamente el tipo de poesía que más me gusta.

      Besos

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  3. Sí que es una joya, una de las mías en Azul, comprada al peso en una librería de viejo.
    Abrazo,
    Sonia

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    1. Hola Sonia:

      Yo el libro que tengo en casa de Dario sin leer es "El canto errante."

      A ver si me pongo con él.
      Abrazo
      David

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