Prólogos de Carlos Castán y de
Juan Bonilla.
Ya he hablado en el blog de Gonzalo Calcedo (Palencia, 1961); lo
hice hace tres años, cuando leí su última colección de cuentos, titulada El
prisionero de la avenida Lexington (2010). Y ya comenté entonces que me
pareció una colección de relatos muy conseguida, y que Calcedo está considerado
uno de los maestros del relato breve en España. En 2011 la editorial Tropo editó Siameses en una colección llamada 2º
asalto: en ella publicaba (he consultado la página web de la editorial,
y creo que desde 2011, imagino que por los imperativos de la supervivencia en tiempos
convulsos, esta colección está parada) libros que ya habían sido publicados,
pero que a juicio de los editores merecían una nueva oportunidad en el mercado
editorial.
Siameses está formado por
dos libros de relatos: Otras geografías (Premio NH, 1996) y
Liturgia
de los ahogados (Premio Alfonso Grosso, 1997). En el prólogo de este
segundo libro, Juan Bonilla apunta:
“A mediados de los 90 en España, publicar un primer libro de cuentos no era del
todo complicado, con un poco de suerte, siempre que ese primer libro,
convenientemente sancionado por unas cuantas reseñas encomiásticas, avisase la
inminente aparición de una novela. Por eso, publicar un segundo libro de
cuentos era casi imposible, si entre el primero y el segundo, no se había interpuesto
una novela” (pág. 109). Y como Gonzalo Calcedo lo que quería era escribir
cuentos, para seguir publicando (su primer libro de cuentos apareció en Tusquets) tuvo que presentarlos a
concursos, que, a pesar de la satisfacción de ser reconocido por el jurado y el
premio económico, posiblemente no llegaron a tantos lectores como podrían
haberlo hecho.
Este libro de Siameses me lo regaló Alberto Olmos hace ya dos años, y desde
entonces estaba pendiente en mi cada vez más inabarcable montaña de libros inleídos.
Después de dos años de apuntarme con su presencia inquietante desde lo más alto
de mis estanterías, he acabado su lectura en dos días. De hecho, me ha gustado
bastante, y menos mal que me queda la explicación de Mario Levrero en La novela luminosa sobre todas esas
cosas que nos van creando una angustia difusa y a las que podemos enfrentarnos
sin mayor esfuerzo pero preferimos, precisamente, sucumbir a la angustia
difusa.
Otras geografías está
formado por once relatos. La mayoría de ellos (igual que en los de Liturgia de los ahogados) están ubicados
en una ciudad imaginaria llamada Medana (aunque la wikipedia apunta que es un
pueblo de Eslovenia, esto no parece más que una coincidencia), cercana a la
región playera y turística de Las Pacíficas.
Los cuentos de El
prisionero de la avenida Lexington estaban situados en Nueva York y sus
alrededores; y esa ubicación (más imaginativa que real) era un homenaje a los
maestros de Calcedo: “Hemingway, Cheever, Ford y Wolff, entre otros, se pasean
indolentemente por sus páginas”, nos dice el autor en el prólogo que ha escrito
para la edición de Siameses. El
imaginario cuentístico de Calcedo es, por tanto, más norteamericano que
español; y en estos primeros libros prefiere jugar a la desubicación geográfica
antes que situar sus historias directamente en la Norteamérica que todos hemos
conocido a través de los libros y el cine. Los nombres de los personajes
ahondan en esta idea: los nombres y apellidos españoles se mezclan con otros
puramente extranjeros: Julia, Lucas, Hazel, Luisa Larsen, Los Fígaro (estos dos
últimos apellidos se repiten, a su vez, en más de un relato), Wanda, Los Korda,
Basil, Los Olsen, Elke, Víctor Lepke, Kósiev, Ventura...
Las profesiones de los personajes
de estos relatos suelen ser bastante anodinas: vendedor de productos de
limpieza o abonos de puerta en puerta, contable en una fábrica de rodamientos,
guía turístico, vendedor de coches usados, vendedor de puertas y ventanas de
aluminio... y casi todos pertenecen a la clase media, o están pasando por algún
apuro financiero. No encontrará el lector en estas páginas asesinos, soldados
en guerra, o sucesos extraordinarios o muy emocionantes. La emoción va a
asaltar al lector, pero de forma más sutil: lo extraordinario nos rodea, parece
decirnos Calcedo; en cualquier vida hay momentos de cambio o de extrañeza y su
mirada va a posarse sobre ellos para iluminar los momentos de transformación
del ser humano.
En los cuentos de Otras geografías nos encontramos con
muchas relaciones familiares: hijos que miran a sus padres y empiezan a
comprender algo de ellos que antes desconocían, gracias a un hecho ocurrido en
el tiempo del relato, y que va a cambiar el punto de vista de unos personajes
sobre otros. Es decir, Calcedo construye sus relatos siguiendo el modelo
epifánico de la narrativa breve norteamericana: gracias a algo que está
ocurriendo en el primer plano del relato, un personaje descubre algo más
profundo sobre otro o sobre sí mismo, y el escritor enfrenta al lector justo a
ese momento de cambio que sufre el personaje. No son los grandes sucesos los
que marcan la acción aquí, sino precisamente el valor simbólico de los
pequeños, y gracias a este efecto consigue crear momentos de gran belleza.
Así, en Proyecto de amor, una
hija va a conocer más a su madre, después de que entre las dos decidan alquilar
uno de los cuartos de su casa. En Adiós
otra vez, un hijo va a tener la oportunidad de reencontrarse con su padre
después de diez años sin verse, y el reencuentro tendrá alguna sorpresa. En Por
motivos sentimentales (uno de los mejores cuentos del primer libro) una
mujer joven que hace de guía turística va a descubrir algo desasosegante de una
de sus clientes, algo que puede que le dé alguna pista de lo que conlleva la
soledad a la que parece sentirse abocada. En Caballos salvajes (un
cuento que parece un claro homenaje al Raymond
Carver de Caballos en la niebla) se consigue un momento de gran belleza;
igual que en la siguiente composición, titulada Otras geografías, sobre
una mujer que enloquece.
Si bien Otras geografías se lee con agrado, y contiene unos cuantos relatos
notables, también podemos apuntar que en estas páginas se siente aún el titubeo
del escritor que está buscando su voz mientras asimila la de sus maestros. Los
ocho cuentos de Liturgia de los ahogados
me han parecido más redondos; más cercanos a la madurez que Gonzalo Calcedo ha
conseguido conquistar en un libro como El
prisionero de la avenida Lexington. En Liturgia
de los ahogados (como ocurre en el cuento que da título al libro y que es
uno de los mejores de Siameses; o en
otro titulado El rincón secreto) también nos encontramos con relaciones de
padres e hijos, pero diría que son más frecuentes en los conflictos planteados
las relaciones de pareja. Parejas que descubren alguna verdad incómoda sobre sí
mismas (“Llevábamos diez años casados y algunos comportamientos provocaban un
rencor recíproco al principio y luego, sin otra trascendencia, aburrimiento”,
leemos en la página 135), sobre todo al entrar en contacto con algunos desconocidos
que irrumpen en su casa; principalmente vendedores ambulantes, como ocurre en
los cuentos Toda esa sangre, El hombre que hablaba a las plantas
o en Parejas.
Ya dije hace tres años que El
prisionero de la avenida Lexington es un gran libro de relatos; y me ha
gustado reencontrarme de nuevo con Gonzalo Calcedo. Quizá no todos los cuentos
de Siameses estén a la altura de los
de El prisionero de la avenida Lexington,
porque están escritos más de una década antes, cuando el autor aún buscaba su
voz narrativa, pero desde luego hay ya cuentos aquí (Vado permanente, Caballos
salvajes, Otras geografías, Liturgia de los ahogados, El hombre que hablaba a las plantas o Parejas) muy maduros y de gran belleza,
que me confirman que Gonzalo Calcedo (dentro de lo que yo conozco) es uno de
los maestros de la narrativa breve actual en España.
Ufff... yo leí el de "El prisionero de la Avenida Lexington" y me pareció bastante malo. Si dices que "Calcedo está considerado uno de los maestros del relato breve en España"... mejor no leer relatos de autores españoles. Recuerdo que "Alguien te observa en secreto" de Martínez de Pisón me resultó interesante.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Condonumbilical:
EliminarLeí esa crítica tuvo del libro de Calcedo. De vez en cuando entro en tu blog, a partir del de Tongoy. Y he leído más críticas tuyas: lo cierto es que me llama la atención tu capacidad para cargar contra libros que a mí me parecen realmente incuestionables. En este sentido me llamó la atención tú crítica de "Los detectives salvajes", libro que leí con 25 años y cuya relectura a los 39 me ha impresionado más todavía; o de los relatos de Carver, para mí maestro indiscutible.
Y está bien arriesgar así con la crítica; siempre está bien leer otros puntos de vista de la lectura aunque no compartas criterios.
A mí el de El prisionero de la avenida Lexintong me gustó mucho la verdad. A Martínez de Pisón lo leí bastante durante una temporada. Y este libro que me recomiendas creo que lo leí; pero sí recuerdo que me gustó mucho uno que estaba formado por 3 relatos largos o novelas cortas, que se llamaba "El fin de los buenos tiempos". Muy recomendable.
Y espero que tengas mucha suerte con esa novela que estás mandando a las editoriales
Saludos
Dices "capacidad para cargar contra libros que a ti te parecen incuestionables". ¿Hay que tener capacidad para hacerlo? ¿Qué quieres decir? Creo que es una cuestión de gustos y opiniones.
Eliminar"Los detectives salvajes" no me parece un mal libro, pero está muy sobrevalorado.
Veo que se corre la voz por el ciberespacio. Ya veremos a ver. Gracias.
Un saludo
Hola Condonumbilical:
EliminarComo tú dices, es cierto que al final en esto de la literatura todo es cuestión de gustos y opiniones; y que nada es o debería ser "incuestionable", quizás me excedí al usar esa palabra (pero era un incuestionable personal, que no quería hacer universal).
Lo que quería decir es lo siguiente: imagínate que alguien abre un blog de reseñas literarias y empieza a comentar libros como Don Quijote, Hamlet, Crimen y castigo, etc y dice que todos le parecen libros muy malos, mal escritos, sin mensaje, sobrevalorados... ¿El lector medio de blogs literarios va a pensar que se encuentra ante un genio de la crítica literaria y que sólo él ha visto cosas que el resto de la humanidad no ha sabido ver? Lo más normal es que piense que esta persona es muy joven y que le sobra arrogancia.
Cuando uno empieza a escribir, mi opinión es que debería hacerlo desde la humildad, con la idea de que escribir una obra maestra es muy difícil y no cuestionando a las obras maestras existentes. Aunque también, pienso, que mi visión puede ser muy conservadora, y lo que habría que hacer sería cuestionar todo lo que hay antes de que tú llegaras, como pareces hacer tú. Pero, le doy otra vuelta, y me parece que no es bueno hacer equipos: eso de estos son mis autores (Delillo, Pynchon..., y ellos me apoyan, sin duda) y todos los demás no valen nada, ya que se puede aprender (y disfrutar) mucho de autores muy diversos. O quizás (nuevo cuestionamiento personal) yo tengo la suerte (o la falta de criterio) de disfrutar de autores muy diversos.
Recuerdo que me pasó leyendo "La caverna" de Saramago, que supuestamente era una obra maestra y a mí me pareció un bestseller bienintencionado, carente de genio literario.
Para mí el truco de "he encontrado una frase en este libro que todo el mundo alaba que suena mal y por tanto demuestro que todo el libro no vale nada" no me sirve como crítica. Todos los libros tienen frases que pueden resultar desafortunadas sacadas de contexto, y creo que eso fue lo que hiciste con el libro de Calcedo, quitándole los méritos de construcción de personajes y de capas al contar las historias que yo le veo.
Lo de tu novela lo leí en tu propio blog. De nuevo, te reitero mi deseo de que tengas mucha suerte: el mundo editorial está en horas bajas y es muy complicado no ya que alguien te publique sino tan sólo conseguir que el editor quiera leer tu manuscrito.
Saludos
Piensa lo que quieras. Descalifica mi punto de vista porque a veces no concuerda con el de la gran mayoría. Es lo normal, tampoco escribo para satisfacer a nadie. Di que escribo sin humildad porque "Los detectives salvajes" no me parece una gran obra. Eres libre.
EliminarEso de que "no debo empezar cuestionando las obras maestras existentes"... Ahí das por hecho que existen unas obras maestras comunes a todo ser humano (prejuicio) y al mismo tiempo me estás diciendo que no tenga pensamiento crítico, que acepte la valoración de otros como algo irrefutable.
Por supuesto que disfruto de autores diversos, ahí está mi blog para probarlo.
Ok, para ti no es suficiente que las frases estén mal construidas para descartar un libro y a mí no me vale como obra maestra algo que tiene frases mal construidas.
Hola Condonumbilical:
EliminarYo no descalifico tu punto de vista; sólo digo que me llama la atención. Como ves, al contestarte yo mismo estaba matizando mi punto de vista: digo que hay que respetar el canon, y en la subordinada siguiente apunto que tal vez me equivoque y lo mejor sea cuestionarlo todo.
Ayer por curiosidad volví a entrar en tu blog, y me encuentro con críticas que me llaman la atención. Leo por ejemplo la de “Blanco nocturno” de Ricardo Piglia. Leo esto:
"Tiene (Piglia) tantas ganas de crear una ficción verosímil que se hincha a dar nombres propios y números. Error. Cuando sobrecargas la hoja con elementos que sirven para que la ficción parezca más real, ésta resulta menos real, porque el esfuerzo del escritor en hacerla parecer real salta a la vista. Será una especie de tic que tiene el autor, un irrefrenable gesto del brazo que cada veinte palabras le obliga a enfatizar el realismo de lo escrito. Por educación y respeto uno intenta soportar el tic, pero es imposible, acaba imponiéndose y consigue que la lectura sea insostenible. Más allá del realismo que se quiera imprimir, si en cada página menciona a cinco o seis personajes es porque algo falla. La construcción narrativa es defectuosa, un texto nunca obliga a ser repetitivo, esa trampa se la tiende el propio autor a sí mismo, por lo que debería buscar otros caminos."
Entonces me sonrío, y es cuando pienso que eres joven y arrogante: el párrafo que tomo está escrito desde un punto de vista de superioridad: eres tú quien le da lección de cómo se escribe a Ricardo Piglia. El escritor de nada menos que Respiración artificial; y posiblemente el escritor en español más respetado de este momento.
Quizás es que yo soy más humilde, y no me atrevo a hacer algo así. ¿Pero de verdad lo que escribes tú es tan bueno como para en vez de tener que aprender de Piglia darle lecciones?
Leo otro comentario tuyo, esta vez sobre "El doble" de Dostoyevski, y escribes:
"El protagonista está loco y el narrador nos miente a lo largo del texto para ocultarlo, ya que éste último ve físicamente al doble aunque éste sea una alucinación. Si hubiera desarrollado una narración en primera persona todo hubiera sido más creíble."
Lo que hace aquí Dostoyevski es usar la técnica del llamado "estilo indirecto libre". La definición de la wikipedia nos puede servir: "El estilo indirecto libre (o discurso indirecto libre) es un estilo narrativo en el que se insertan en la voz del narrador enunciados propios de un personaje, que se reconocen mediante marcas que descartan la vinculación de ese registro del lenguaje o punto de vista con el narrador."
Así que tal vez antes de decir que "Fiodor" no sabe aún escribir en su segunda novela, habría que analizar un poco más qué está haciendo y aprender de él.
Ya te he dicho que a veces entro en tu blog y leo lo que escribes; y me llama la atención ese desparpajo para demoler el canon. Y, ojo, pienso que estás en tu derecho de decir lo que quieras, igual que yo estoy en mi derecho de decirte que no comparto tu punto de vista sobre Bolaño, Piglia o Dostoyevski; que para mí son escritores muy grandes con los que siento que a mis 40 años de aficionado a escribir puedo aprender mucho.
De todos modos, también te digo que yo no me dejo llevar por el estilo bronco de internet y que no me meto en discusiones del “tú me estás insultado, tú no me respetas… y tú más”; como suele ocurrir en los comentarios de otros blogs de reseñas. Yo soy un aficionado, tanto a la lectura como a la escritura, y considero que me puedo equivocar, y que puedo aprender de todo el mundo. Y leo y escribo sobre lo que leo porque me gusta, para pasármelo bien, para sonreírme leyendo.
Pero te reitero lo dicho: suerte con tu novela, y alargo mi deseo: suerte con esta novela, con las siguientes, y suerte con la selección de libros por leer, espero que encuentres muchos que te gusten. Y por supuesto, sigue escribiendo reseñas en tu blog como te parezca a ti más rompedor o más sincero.
Saludos
Antes de nada decir que para mí esto es una discusión sana. En ningún momento busco bronca o algo similar, simplemente debate, y si aprendemos algo, mejor.
EliminarCreo que pones en una posición de superioridad a Piglia respecto a ti y a mí, por eso crees que mi comentario es arrogante, porque inconscientemente piensas que un "don nadie" como tú o como yo no puede criticar o dar su opinión sobre un "maestro" como Piglia. Y con lo de Dostoyevski haces lo mismo, incluso me das lecciones de literatura a través de wikipedia.
Para defender a Piglia dices "El escritor de nada menos que Respiración artificial; y posiblemente el escritor en español más respetado de este momento". ¿No te das cuenta de todo el prejuicio que hay en esa frase?
Cuando reseño no estoy hablando de Piglia, hablo de una obra en concreto. No doy lecciones a Piglia, opino sobre su obra, simplemente. Y Piglia, o cualquier autor, sea Cervantes o Dostoyevski, no es mejor que tú ni que yo, es otro ser humano que ha puesto unas palabras en un papel. Y como su igual, nuestra opinión vale lo mismo que la suya.
¿Qué pasaría si de repente te dijera que yo soy el propio Piglia? ¿Seguiría siendo joven y arrogante, o entonces mi opinión tendría más valor para ti? Creo que hay que valorar las cosas por lo que son, no por la persona que las genera o por la opinión general.
Un saludo
Hola:
EliminarComo ya te he dicho, es cierto que yo parto de una posición humilde; y en algún caso me he encontrado con lo que considero críticas abultadas de libros que no son para tanto (esto me pasó, sobre todo, con José Saramago) y yo también me cuestiono, en cierta medida, el orden establecido. Es cierto, también, que a mí me cuesta mucho sacar defectos a los escritores consagrados. Aunque a veces sí que cuestiono algunos de sus planteamientos (puedes leer mi crítica de “La casa verde” de Vargas Llosa, por ejemplo). Blanco nocturno lo he leído, y la primera mitad me pareció que estaba muy bien escrita, la descripción del pueblo de la Pampa era muy viva; luego el planteamiento policial empieza a perder fuerza (no es un libro redondo). Te recomiendo de Piglia Respiración artificial, teniendo en cuenta lo que te gusta (Pyncho, Gaddis) creo que puede gustarte.
El doble lo leí hace tiempo y sin ser de las mejores obras de Dostoyevski también me gustó.
Te comento más cosas: sé que si escribes un blog de reseñas dando caña (Tongoy, Malherido) vas a tener más visitas y comentarios y eso es una tentación. Yo, como puedes ver, no tengo muchos comentarios (aunque de las visitas no me quejo), no busco mucha polémica.
Respecto a que Dostoyevski, Piglia, tú y yo somos iguales, hombre, podemos ser iguales ante la ley; si coincidiéramos en tiempo y espacio y asesinásemos a alguien lo esperable sería que nos juzgasen con las mismas leyes. Pero creo que hay que respetar a alguien que tiene una larga carrera, con muchos libros publicados, con reconocimiento de público y crítica; y has de pensar que gente que ha intentado lo mismo que Piglia o que Dostoyevski, en cada época y lugar, hay muchos y estos son los que quedan tras un largo proceso de depuración y de selección; fruto del trabajo, pero también del talento natural.
Quizás en el deporte se ve más claro: Usain Bolt es mejor que yo en los 100 m. seguro, y mejor que los demás que compiten con él. Si yo me pongo a hacer atletismo no puedo afirmar que porque corro los 100 m. soy para este deporte lo mismo que Bolt. Y con la literatura es lo mismo. Imagínate a unos cuantos aficionados al atletismo -que corren los 100 m. en 15 segundos-, criticando la técnica de Bolt, que si mueve los brazos demasiado, que si la zancada no es elegante… Aquí es difícil meter el subjetivismo que podemos pensar que se puede meter en la literatura: todo puede ser mejor o peor porque lo digo yo; y todo depende de mi propio gusto. No sé, yo esto no lo creo. Yo he leído las primeras páginas de libros autopublicados en amazon, de gente que tiene el discurso de “sólo publican a amigos, todo es injusto…” y eran páginas ilegibles, con una falta de trabajo y de conocimiento de la historia literaria brutales.
Otra cosa: si se publica tu libro, lo acabarás promocionando por tu blog, e imagino que sabes que más de uno, después de la caña que has dado tú a otros, se va a ver legitimado a darte unas cuantas tortas (espero que estés preparado para recibirlas).
Hola:
EliminarDisculpa la chapuza: decidí eliminar un comentario mío porque, de forma desafortunada, me excedía a la hora de hablar de terceros. Mejor mantengamos el debate entre tú y yo, si te parece.
En consecuencia (para corregir mi error), he "editado" tu respuesta, quitando una frase que hacía referencia a mi comentario eliminado (y desacertado), y que por tanto iba a quedar descontextualizada.
Condonumbilical contestó:
“La única diferencia entre lo deportivo y lo literario es que lo primero es mensurable, lo segundo no.
Es cierto que mi blog tiene un estilo un tanto irreverente, pero no es mi objetivo faltar al respeto a nadie, hay que tomárselo como un recurso bloguístico.
Ojalá me publiquen el libro y me dé tortas todo el mundo, así estaré seguro de que nadie miente a la hora de evaluarlo. En el fondo será mucho más útil para mejorar.
Gracias por seguir el debate. Algunos ataques te han sobrado, pero está bien, a veces hay que ponerle picante.
Un saludo"
Cuidado con una cosa: afirmas que lo deportivo es mensurable y lo literario no. ¿Entonces todo vale igual que todo? ¿El texto del colegio del alumno que entrega la tarea “escribe un cuento de Navidad” vale igual que las obras consagradas de la historia de la literatura? Yo creo que todos sabemos que no. Que puedes cuestionar que dentro del boom la figura de José Donoso no es tan importante como la de García Márquez; o al revés, me puedes decir que Donoso a ti te gusta más que Márquez y que por tanto es mejor. Pero ya creo que es más difícil creer que Donoso o Márquez están a la misma altura que el adolescente que leyó un libro de Bukowski y decide escribir su primer cuento (y que fuera así sería una casualidad realmente muy afortunada).
EliminarYo este tipo de discusiones las he tenido con gente que estaba empezando a escribir y no aguantaba que le señalase los errores típicos: demasiados adjetivos, información innecesaria, uso de chiclés, personalidades estereotipadas… Señalarlo era coartar su libertad creativa, porque se puede ser un genio desde el principio… Es decir, si hablamos de correr es mensurable, si hablamos de dibujar también: alguien hace un retrato al óleo y otro, que nunca cogió un pincel, hace un churro; si no sabes tocar un piano y te pones delante no te va a salir nada, por mucho que defiendas que lo de Mozart no vale nada; pero llegamos a la escritura y aquí todo el mundo sabe escribir desde el principio, y aquí todo es subjetivo, no hay historia de la literatura, no hay canon, porque esto no es mensurable (y porque se inventó internet, apunto).
La arrogancia de la juventud está bien, y puede ser valiosa. Pero pensar que lo que tú escribes desde el principio puede ser genial porque esto no es mensurable, porque depende sólo del que lo lea, me parece ingenuo. Según esta teoría de la subjetividad absoluta cualquier novela enviada a una editorial puede ser desechada o considerada genial, depende sólo de la mirada del editor. Claro, así, si creemos en esto las posibilidades de haber escrito una obra maestra se multiplican.
O una pregunta directa:
Eliminar¿Tú piensas que la novela que has escrito es mejor que Blanco nocturno de Piglia o mejor que El doble de Dostoyevski?
Mensurable porque hay datos objetivos. Si un corredor hace menos tiempo que otro, es mejor, nadie puede discutirlo. En cambio, que tú digas que "Los detectives salvajes" es una obra maestra, será tu juicio y el de algunos más, pero es discutible puesto que no existe ninguna posibilidad de medir objetivamente. Está claro que si hay grandes distancias entre obras, se nota la diferencia de calidad ("El código Da Vinci" vs "Los detectives salvajes"), pero con distancias reducidas ("Los detectives salvajes" vs "Cien años de soledad") es más difícil, de ahí que la influencia externa (marketing, sociedad, críticos, etc.) tenga mucho peso a la hora de desequilibrar las valoraciones.
Eliminar¿Qué quiero decir? Que muchas veces se juzga la obra por el autor, no por su calidad real. Esto aparece de forma muy interesante en "El mapa y el territorio" de Houellebecq.
No se trata de si mi novela es mejor o peor, ¿qué más da eso? Luego pones en mi boca teorías que yo no he enunciado. Creo en las diferencias entre novelas y que las hay mejores y peores, pero en distancias cortas interviene mucho el gusto y la opinión. Para mí una obra maestra es aquella que es capaz de reunir el mayor número de dimensiones (emocional, espiritual, intelectual, estética...) de manera armónica y con cierta profundidad.
Hola:
EliminarYo diría que estás cayendo en contradicción: dices “no existe ninguna posibilidad de medir objetivamente”, y en la frase siguiente apuntas que “Está claro que sí hay grandes distancias entre obras”. Estos dos enunciados son contradictorios: si no hay ninguna posibilidad de medir tampoco podría haber grandes distancias entre obras, porque esa “distancia” establece ya unos términos de ponderación.
Existen personas (fuera de internet, donde todo vale igual que todo) que estudian Filología hispánica, Literatura comparada, etc. y como en cualquier ciencia social establecen parámetros de importancia de una obra artística: influencia sobre una época, renovación ante las obras de épocas anteriores, significados sociales y políticos… En el siglo XIX ruso estarían Dostoyevski o Tolstoi igual que estarían muchos otros ahora olvidados; y vienes tú a decir que todos esos estudios críticos, las traducciones a otros idiomas… no valen frente a tu subjetividad lectora: ¿has pensado que tal vez lo que ocurra no es que El doble de Dostoyevski no esté mal escrito sino que tú no sabes apreciarlo?
Parecen proponer una literatura por niveles: “El código da Vinci” frente a “Los detectives salvajes” y luego en otro plano “Los detectives salvajes” frente a “Cien años de soledad”. Siguiendo con el símil deportivo: sugieres que es subjetivo medir entre los que hacen los 100 m entre 9-10 segundos, pero está claro que este grupo es mejor que los que hacen los 100 m en 15-20 segundos.
Te cambio la pregunta que no me has contestado: no me digas si Blanco nocturno o El doble son mejores o peores que tu novela: dime esto: ¿En qué franja de discusión (siguiendo tus propios parámetros de estableces niveles sí objetivos) consideras que está tu novela?
¿Tú novela es discuble v. Blanco Nocturno?
¿Tú novela v. Pychon?
¿Tú novela v. El código da Vinci?
¿En qué nivel está tu novela?
“No se trata de si mi novela es mejor o peor, ¿qué más da eso?” Se trata precisamente de esto, se trata de saber, después de permitirte en tu blog decir que Aldecoa, Piglia, el primer Dostoyevski no saben hacerlo, a qué nivel piensas tú que sabes hacerlo.
Porque en cuanto te rechacen las editoriales “gordas” a las que han mandado tu libro (que es lo más seguro que ocurra) sabes que vas a tomar el pensamiento del “sólo publican a amigos”, a “enchufados”, etc, como ya he visto que has insinuado en algún comentario dejado en la Patrulla de Salvación. Pero siguiendo con tu pensamiento: los editores que van a leer tu libro no deberían tener ningún criterio objetivo para publicar tu libro u otro; y si la historia de la literatura fuese una simple historia de amiguismo lo que encuentras en Anagrama sería al final lo mismo que encuentras en una editorial de autoedición, porque como no hay niveles de mejor/peor y no se trata de eso…
Repito la pregunta: ¿tú novela versus qué?
David, esto está dando para más de lo que debería :)
EliminarApoyo esa contradicción, no todo tiene que ser blanco o negro. Yo no he dicho que las traducciones y los estudios no valgan para nada, simplemente he dicho que el narrador de "El doble" está mal hecho, bajo mi punto de vista. Dostoyevski no es sólo esa obra, "Crimen y castigo" está bastante mejor. Nunca he dicho que mi subjetividad lectora esté por encima o rechace otros puntos de vista, simplemente es lo que es y tengo las impresiones que tengo, nada más. Estás saltando a conclusiones sin que éstas hayan salido de mis palabras.
En ningún caso creo que sea "no saber apreciarlo". Insisto, quieres remarcar que es defecto mío en vez de una opinión o un gusto.
"Parte de una historia" de Aldecoa me gustó. Que yo sepa escribir o no, no tiene nada que ver con mis opiniones. Es difícil que publiquen mi novela porque es algo compleja y está demasiado alejada de lo convencional/comercial. Y además no soy Piglia, ni tengo contactos ;)
Hola:
EliminarPuede que tengas razón, y me estoy pasando de dar argumentos. Esta es la vida de un profesor en vacaciones que (afortunadamente) este verano no le toca trabajar en casa y tiene demasiado tiempo libre por unas semanas.
No sé si lo que pones en tu blog es una broma, o si quieres provocar; pero lo cierto es que algunas opiniones que dan me parecen un poco irrespetuosas. Pero, esto es internet, y tienes derecho a hacerlas, claro.
De todos modos, sólo quería hacerte reflexionar sobre ese poder que parece dar el tener un blog "malote": que digas que la mitad de las grandes obras no valen nada no va a hacer que lo que tu escribes sea mejor (sobre este tema te recomiendo algunas páginas de "El talento de los demás" de Alberto Olmos: pág. 114 "confundir la luz con la electricidad")
De todos modos no dejes de corregir esa novela una y otra vez, y lánzate a escribir otra, sin esperar demasiado a que la anterior la publiquen. Si tiene que pasar pasará; lo de escribir bien y que te publiquen en la editorial que tu desees, y si pasa, lo normal es que sea casi igual que si no pasara (por lo que yo sé).
Siempre lo digo: lo importante es disfrutar leyendo y disfrutar escribiendo, y lo demás no importa demasiado.
Busca libros para disfrutar y no para destrozarlos en tu blog y entonces parecer que de algún modo lo tuyo es mejor que eso (consejo de profesor, disculpa, me sale sólo lo del tono pedagógico).
Buenas lecturas para el verano.
Nos vemos por la red.
Saludos
Bueno, no voy a discutir más tus opiniones porque si no estamos aquí hasta el final de los tiempos.
EliminarGracias por la discusión y los consejos.
Un saludo
Hola condon:
EliminarTienes razón: esto puede ser eterno, y al final nadie va a conseguir convencer al otro de nada.
Ya he visto en el blog que has encontrado otro libro con el que no disfrutar leyendo; y el breve comentario de eso genera comentarios, lectores, etc: enhorabuena por ese poder.
Yo estoy de nuevo leyendo a José Donoso, libros descatalogados de él, y lo estoy disfrutando mucho: esto no atraerá comentarios ni polémica; ni me dará ningún poder decir que Donoso me parece muy bueno y me da pena que parece que está casi olvidado.
¡Buen verano!
Saludos
Buenas recomendaciones y suerte con tu novela, David.
ResponderEliminarUn gusto haber descubierto tu espacio.
Besosss!!
Hola Sgroya P:
EliminarMuchas gracias por pasarte por aquí y por desearme suerte.
Besos
Gonzalo Calcedo es una auténtica bestia. Sin paliativos.
ResponderEliminarCelebro comprobar que te gusta, David.
Un saludo,
Ángel.
Hola Ángel:
EliminarMe alegro de que compartamos este gusto por Calcedo. Es una pena, la verdad, que a veces los escritores de relatos tengan tan pocos lectores, cuando es un género que podría divertir a mucha gente que sólo lee novelas.
Saludos
David