domingo, 26 de marzo de 2023

RESEÑA DE "EL HOMBRE AJENO" EN EL BLOG LAS RUINAS DEL CÁLAMO

 


RESEÑA DE MI SEGUNDA NOVELA, "EL HOMBRE AJENO" EN EL BLOG LAS RUINAS DEL CÁLAMO

Hay personas, sobre todo de Latinoamérica, que me preguntan por las versiones digitales de mis libros. Esta novela sí la tiene. Dejo aquí la reseña: "«Le interesaban las vidas rotas de escritores, sus trayectorias truncadas, las caídas en los pozos del alcoholismo y la desgracia, la incomprensión de su obra, su deslizamiento hacia trabajos inferiores y ajenos a su talento». Confieso que a veces siento mucha pereza de leer a autores actuales. No porque no crea que no existe calidad. Bien sé que el mundo editorial está patas arriba y que lo marginal y lo semidesconocido es lo que tiene más validez hoy a nivel creativo, sino porque acostumbro mucho a releer y eso no me deja mucho tiempo para, aparte de las novedades ineludibles de mis consagrados y favoritos, leer a autores vivos. A David Pérez Vega llevo siguiéndolo un tiempo. Leyendo sus reseñas literarias y viendo de vez en cuando sus aportaciones por su canal de YouTube. Por eso intuía de antemano, coincidimos en algunos gustos literarios, que no me iba a disgustar. Aprovechando un viaje tedioso me compré una versión digital de una de sus obras, “El hombre ajeno”, su segunda novela, editada por la editorial canaria Baile del Sol, y empecé a leerla sin tener de antemano casi ninguna referencia sobre la obra. Básicamente ninguna, salvo la sinopsis del propio libro. Me he llevado una grata sorpresa de descubrir a un apasionado narrador. Porque sí, pues igual que hay escritores para los que el lenguaje y el estilo lo son todo, también los hay con gusto y elegancia por narrar, por contar una historia, como se suele decir, y creo que sin sacar conclusiones (leer una sola obra de un autor es muy poca cosa) podría no estar muy mal desencaminado. David Pérez Vega es un narrador genuino y con algo que no suele ser muy común en la literatura actual en lengua castellana: con unas preocupaciones sociales visibles y latentes. De hecho, asistiremos a los devenires profesionales y sentimentales de jóvenes del extrarradio, lo que se suele conocer (sobre todo en Francia) como suburbios, y aquí aun siendo casi lo mismo o muy parecido pues se le suele nombrar con otros epítetos, quizá queriendo disfrazar y ocultar la realidad del asunto: barrios de obreros receptores de inmigración en los que se trabaja mucho y muy en precario, se cobra poco, y se tienen pocas o muy escasas expectativas en la vida. Carne de cañón para el capitalismo feroz e inmisericorde que nos asola. El autor no se anda con remilgos ni edulcoramientos y ya la primera parte de la novela se titula “El viento del suburbio”. Se refiere a todo ese entorno del sur de la comunidad de Madrid, eminentemente obrero; pero los hay similares en todas las grandes ciudades, por lo que son perfectamente reconocibles. Una de las cualidades de David Pérez Vega es que parece un autor que da la sensación “de que pisa el terreno”, que conoce bien esos barrios, por lo cual el marco geográfico está conseguido y es perfectamente reconocible. Sin duda para el realismo social y literario, que creo que el estilo al que podríamos asociar esta obra, eso es fundamental. Y es algo que consigue el autor de forma notable. Por otro lado, la prosa es clara y nítida, resultante de un trabajo previo de poda. Quizá por su condición de profesor, o quizá por sus veleidades y gustos literarios, los protagonistas suelen provenir del entorno universitario o han cursado estudios de filología o filosofía y se encuentran, a la vez que haciendo la tesis, en trabajos basura de carga y descarga o de teleoperadores. Esto le sirve a David Pérez Vega para hablar de literatura y establecer un puente de conexión entre el personaje principal, Juan, y los gustos literarios del propio autor. Esto es muy Bolaño, podríamos decir. Se citan autores muy conocidos como Mario Vargas Llosa, Rodrigo Rey Rosa, Juan Villoro, y otros más malditos y cercanos a la leyenda como Roque Dalton y Héctor Meier Peláez, este segundo (creo) ficticio, a la manera o parecido de ese personaje espléndido de Roberto Bolaño que fue Benno von Archimboldi (2666), en realidad el soldado prusiano Hans Reiter, o cualquiera de los poetas desaparecidos y errantes que pululan en “Los detectives salvajes” y en otras obras del escritor chileno. A través de la figura de Héctor Meier Peláez nos adentraremos en el corazón de la violencia salvadoreña, que es como decir en parte de la violencia de todo un continente. Este poeta-guerrillero, que tanto tiene que ver con la figura de Roque Dalton como con el universo de influencia literario de Bolaño, irá creciendo a lo largo del libro. Al hablar de poetas y escritores salvadoreños yo tenía muy presente al autor que más he leído de ese país, Horacio Castellanos Moya, uno de los pocos autores salvadoreños a los que suelo leer habitualmente y del que conozco y he leído, al menos que yo recuerde ahora, cinco libros. Destaco dos de ellos: la mordaz y espléndida “El asco. Thomas Bernhard en El Salvador” y “Con la congoja de la pasada tormenta”, que es una reunión de casi todos sus relatos, algunos espléndidos. De los demás autores salvadoreños tengo lagunas tremendas, salvo del poeta Roque Dalton, cuya leyenda y muerte por sus propios compañeros revolucionarios sigue siendo a día de hoy un escándalo. Dividida en tres partes creo que el ensamblaje de las mismas no resulta del todo muy conseguido, y me parece lo más deficitario en el libro, sin que eso desmerezca el conjunto, que se lee con agrado e interés. Me ha resultado mucho más interesantes las partes de la vida de Juan, con familia ochentera y currante y un hermano caído en la drogadicción, aparte de la relación del protagonista con su amigo Rafa y con una inmigrante ucraniana, Irina, que las partes digamos dedicadas a la tesis sobre el poeta salvadoreño, con la inclusión de su primo. De alguna manera las piezas no quedan del todo encajadas, o al menos esa sensación tuve durante la lectura. También es verdad que no es lo mismo leer un libro en versión digital que leerlo en el formato libro de toda la vida, y no sé si esto tiene que ver algo con mis sensaciones. No obstante, el libro se lee con interés y es recomendable para cualquier lector. Yo, al menos, la recomiendo con entusiasmo y me agrada descubrir a narradores que en vez de dejarse guiar por lo que a la industria editorial le interesa lo hacen por sus influencias y gustos y obsesiones. Ese es el camino para hacer buena literatura y no productos perecederos de consumo rápido. Ojalá todos los que escribimos tuviésemos esto tan claro como sí parece tenerlo este autor. La autenticidad es el único camino digno. Yo, al menos, así lo veo y lo considero."

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