sábado, 8 de septiembre de 2018

NUEVA CARTA DE AMOR ABIERTA A MI QUERIDA BIBLIOTECA DE MÓSTOLES

QUERER ES PODER, ME DIJO MI QUERIDA BIBLIOTECA DE MÓSTOLES
Hoy me he pasado por la biblioteca de Móstoles, ya sabéis, esa que os conté que había expurgado (destruido) mi libro «Los insignes» porque lo había sacado poca gente, aunque sea un libro que habla de Móstoles y de la propia biblioteca, y esté escrito por un mostoleño que se ha formado gracias a visitarla. Se expurgan los libros que saca poca gente para dejar espacio a otros.
Bien, hoy me he percatado de que la biblioteca de Móstoles tiene una nueva sección que se llama «Libros de autoayuda». El espacio reservado para ella es bastante grande, como se aprecia en la fotografía de abajo. He tomado al azar un libro de esta sección y ha salido uno titulado «Querer es poder». Claro, he dicho. Yo ahora mismo quiero darme una vuelta, a lomos de un diplodocus, por los anillos de Saturno. Lo he querido y ya está, he podido. Ha sido como un anuncio de Nike real, «Just do it».



Querida Biblioteca de Móstoles, a ver si va a ser que los ciudadanos del municipio, aquejados de problemas de desempleo y salarios bajos, en vez de salir de su zona de confort y reciclarse, como diría Milton Friedman y los defensores de la sonrisa que evita la queja y la toxicidad, en vez de necesitar una sección tan grande de libros de autoayuda, lo que les viene bien son unos cuantos libros que los animen a formar comités de empresa en sus centros de trabajo y afiliarse a sindicatos.
Bueno, pues como lo del diplodocus y los anillos de Saturno no ha funcionado, inspirado por el libro «Querer es poder», he pensado en un segundo deseo, que ha sido: no quiero que mi querida Biblioteca de Móstoles destruya mis libros. Así que me he sacado mis dos libros de poesía, «Siempre nos quedará Casablanca» y «El bar de Lee», con la intención de pasearlos hasta mi casa y devolverlos en unas semanas. De este modo, constará en algún registro elevado que alguien saca mis libros y evitaré así que los bibliotecarios los destruyan.
Oye, que al final lo de los «Libros de autoayuda» no va a estar tal mal, que el libro «Querer es poder» ha contribuido a que alcance mis sueños. «Just do it».

3 comentarios:

  1. Hola David, leyendo tu escrito me vienen en mientes unas palabras de un escritor que admiro:

    “Se puede triunfar con el cine, la política, el fútbol o los negocios; con la literatura nunca, aunque uno se anquilose la diestra firmando ejemplares en El Corte Inglés. A lo más que se puede aspirar es a una forma elemental de decencia, pese a que acaso nos proporcione celebridad el espectáculo circense montado en torno a la literatura, los premios, las calles con tu nombre, los homenajes, los doctorados honoris causa, esa parafernalia que algunos autores cultivan tan bien y que nada tiene que ver con lo estrictamente literario”.

    En una librería (que forma parte de una cadena de librerías) próxima a mi casa, el espacio destinado a los libros de filosofía es claramente inferior al destinado a las obras de autoayuda y a las románticas. Una pena.

    Sería interesante saber qué críterios de compra siguen las bibliotecas a la hora de adquirir (y de expurgar) su títulos.

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    1. Hola Francisco:

      Lo que me está pareciendo una pena es ver cómo en una biblioteca pública a la que tanto quiero están desapareciendo los libros literarios y las estanterías se están llenando de bestsellers.

      Si los libros no los saca la gente se van al depósito o los destruyen, si los bestsellacos los saca las gente ocupan el espacio destinado a los libros.
      Quizás una de las funciones de una biblioteca sería la de educar, la de hacer perdurar la literatura, pero parece que no, que el juego es otro.

      Saludos

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  2. David, estoy de acuerdo, creo que es necesario un contrapoder al mercado, de tal manera que a las bibliotecas no lleguen sólo los libros más vendidos, los más publicitados, aquellos en los que las editoriales gastan su dinero para publicitarlos, sino ofrecer al ciudadano, al lector, otros libros a los que de otra manera tendría muy difícil acceso, porque si vamos a cualquier librería vemos qué tipo de literatura es la que consume casi todo el espacio de la tienda, esas novedades que se nos presentan como libros con forma de ladrillo (la mayoría lo son) haciendo columnas y lo que queda para editoriales minoritarias, cuya escasa y a menudo nula visibilidad conduce casi a su inexistencia para el lector, tal que éste solo deseará leer lo que ve a diario, lo que conoce, lo que tiene más a mano y lo que los grandes grupos editoriales nos meten por los ojos, queramos o no.

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