Editorial Caballo de Troya. 190
páginas. 1ª edición de 2006.
Este libro es un regalo de la
editorial. El tema me interesa: el mercado laboral en España. Y es extraño,
sabiendo cómo es el mercado laboral en España, que no haya más libros que
traten sobre él, sobre su extrañeza, sobre las forzadas relaciones humanas que
se establecen en su entorno, sobre sus horarios desbocados.
Pelayo Cardelús (Madrid, 1974) trabajó en una empresa de marketing on-line
–llamada en la novela Nivel 5– unos 6 meses, en 2004; y el libro se abre con
una página titulada Aclaración
innecesaria, que comienza así: “Escribo esta obra para ejercitar mi
escritura. Con ella busco la frase única emanada del pensamiento claro. Conozco
de antemano el fracaso de mi propósito. Contra mi voluntad, soy escritor” (pág.
9), una declaración de intenciones que parece sacada de El discurso vacío de Mario Levrero.
Las primeras páginas de El
esqueleto de los guisantes parecen jugar a la metaliteratura, y
Cardelús nos explica algunas de las claves de la composición de su obra que,
por lógica, han tenido que ser añadidas a posteriori: cómo, por ejemplo, el
manuscrito es elogiado por el editor, quien sin embargo apunta que “la obra
mejoraría enfrentada de alguna manera a otro texto.” A la obra le falta esqueleto,
entiende el autor, y replica: “Por esta razón he escogido el título El esqueleto de los guisantes –intenté
defenderme–. Los guisantes no tienen esqueleto como la vida en una oficina no
tiene argumento” (pág. 15).
El texto principal de El esqueleto de los guisantes está
formado por 31 capítulos en forma de diario, titulados con las sencillas
anotaciones de Día 1, Día 2..., donde el narrador, llamado
igual que el escritor (en la página 14 se nos ha aclarado lo siguiente: “Todo
lo escrito es verdad, o sea no ficción”), describe cómo transcurre el quehacer
cotidiano en una pequeña empresa madrileña de marketing on-line.
Y entre los días de este texto se
entrelazan las entradas de un blog, escrito por el personaje de Arístides
Gamboa, recientemente despedido de la empresa; que ha sido el texto encontrado
por el autor (en el moderno zoco de internet) para cumplir con el mencionado
requerimiento de enfrentamiento hecho por el editor.
El nombre de Arístides Gamboa
aparece en la página 3 como colaborador de Pelayo Cardelús para la composición
de la novela.
He buscado el blog en internet, y
la página web existe, pero no encuentro el texto del blog que está reproducido
en la novela; lo que me hace pensar que todo es un juego metaficcional y que no
hay dos escritores en esta obra. Los capítulos del diario son más mesurados, de
una prosa limpia, con algún pequeño destello poético; las páginas
correspondientes al blog son de un estilo más desenfadado y coloquial, y en
ellas parece hacerse una apología a Internet como espacio de libertad.
El esqueleto de los guisantes es una novela que, desde lo concreto,
apenas la descripción de un puñado de días en una oficina, pretende trascender
hasta el discurso generacional. Las referencias son claras: “El consabido círculo
infernal en que arden las iras de mi generación: precariedad laboral, sueldos
bajos y desorbitado precio de la vivienda” (pág. 10).
“Pero vestir raro, hoy que todo
forma parte del mercado, es vestir a la moda. La excentricidad vende. Muchas
empresas de ropa obtienen cuantiosos beneficios a costa del afán de distinción
de los jóvenes (y en nuestros días la juventud parece incluir a los menores de
sesenta años)” (pág. 128).
Si en los años 90 del siglo XX
nos acostumbramos a leer sobre una juventud hastiada de todo, que se refugiaba
del mundo en la noche y sus excesos (la generación Kronen), en la primera década del siglo XXI (o al menos en más de
una de las novelas españolas de Caballo de Troya, estoy pensando en Fernando San Basilio, por ejemplo, al que
aún no he leído) la acción parece haberse trasladado a la oficina como nueva
ampliación del campo de batalla: una oficina donde la mayoría del personal es
joven (es decir, precario; es decir, prescindible) y además, y para hacer más
sangrante la situación, puede llegar a tener aspiraciones artísticas, como en
el caso del autor, en busca de un empleo que le permita una disyuntiva casi
inalcanzable: la de poder irse definitivamente de casa de sus padres y que le
deje tiempo libre para escribir. La cita de Friedrich Nietzsche que abre el libro resulta muy ilustrativa de
esta angustia vital: “Hoy, como siempre, los hombres se dividen en esclavos y
libres; quien no dispone para sí mismo de las dos terceras partes de la jornada
es un esclavo, ya sea estadista, comerciante, empleado, erudito, etc.”.
En Nivel 5 los jefes tienen unos
40 años y los empleados en torno a 25. Se suceden las conversaciones triviales,
los intentos de agradar al prójimo sentado a nuestro lado (del que no estamos
seguros que debamos fiarnos), el malestar que causa no poder ser naturales con
el jefe, las risas forzadas con su poso de tristeza…
Todo este mundo de un dramatismo
de baja intensidad, con momentos ligeramente cómicos y ligeramente amargos,
está plasmado en la novela, y , al haber nacido yo el mismo año que el autor (1974),
en muchos momentos me parecía estar asistiendo a una charla entre amigos.
Aunque habría de apuntar que en mi caso la distancia ha sido muchas veces
mayor: mis compañeros de carrera o de trabajo no tenían ninguna aspiración
artística. Y, como el narrador de esta historia, yo también he escrito sobre
mis trabajos, quizás buscando lo mismo que él: “Busco en este diario,
deshilvanado y sin estilo, algo parecido a la risa o la venganza” (pág. 131).
Y cuando leo, en muchas
ocasiones, busco lo distinto, lo que ocurre en otro continente, pero también, a
veces, me agrada la cercanía: y este es el mayor logro de este libro para un
lector español de mi generación: la gran empatía que he sentido con el
narrador, que me ha arrastrado con fuerza por las páginas de la novela y me ha
hecho desear haber podido seguir leyendo sobre esta vida de pequeños detalles,
pertinaz y cercana.
(Y una pequeña reflexión final:
Cardelús está hablando de 2004, de la época
de las vacas gordas; da miedo pensar que el mundo laboral español sólo ha
empeorado desde entonces).
Excelente reseña.
ResponderEliminarSaludos.
Hola David: Desde Una Habitación Propia hemos escogido tu magnífico blog para el premio Liebster a blogs favorito. Nosotras a su vez lo recibimos del blog de cine Después de 1984. En nuestra web lo podrás leer http://unahabitacinpropia.blogspot.com.es
ResponderEliminarSaludos
ResponderEliminarHola Pilar: gracias por tus palabras.
ResponderEliminarHabitación propia: gracias por vuestro interés hacia mi blog.
saludos
Su libro me parece un chisme horrendo, que pena para ser un masculino. Cumpla con su trabajo sin molestar a la sociedad, hoy día todo mundo vive de algo. Preocúpese de usted y viva su vida no la ajena, que le importe lo que usted pueda hacer como masculino, y no la vida de todo el mundo, el nuevo mercado arriba y eso es algo que no está en sus manos controlar, lo que usted no mire con sus ojos no lo sostenga con su boca, suena usted deprimido. Buenas tardes.
EliminarAnónimo.
Hola anónimo:
EliminarLos masculinos no dejan de inmiscuirse en las esferas (las propias y las ajenas); se perdieron en el inicio del mundo, nuevo mercado del arribista azulado.
Pelayo Cardelús y yo estamos en el borde de la depresión postapocalíptica manchega.
Vendrá la muerte y no tendrá tus ojos (confusión).
Buenas tardes
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ResponderEliminarAh, se me olvidaba:
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Hola Capitán:
ResponderEliminarGracias por su sesuda intervención.
Una opinión muy a tener en cuenta.
Discúlpamela digresión, he visto en este blog que sos un excelente lector de autores rioplatenses: Levrero,Fogwwil, etc. Y quiero dejarte una recomendación: Sergio Bizzio. Un excelente escritor argentino; de la mismo calibre de los que nombré. A lo mejor ya lo leíste.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Ana:
ResponderEliminarTu mensaje me ha hecho mucha gracia.
Mira que casualidad: menos de una hora antes de leer tu mensaje estaba hojeando y leyendo las dos primeras páginas de "Era el cielo" de Sergio Bizzio, en un intermedio de mi aburrido domingo de corrección de exámenes (soy profesor). Este libro me lo ha regalado un amigo escritor, y seguro que habrá reseña de Bizzio en "Desde la ciudad sin cines".
Por cierto, ahora mismo estoy con los "cuentos completos" de Onetti por seguir con autores rioplantenses. Y me parece un libro impresionante.
un saludo
Qué bueno David! Voy a estar atenta para leer esa reseña. Onetti es impresionante.
ResponderEliminarSaludos Argentinos, es un placer leer tu blog.
Pd: Quizá exageré un poco con Bizzio, pero sí,es bueno!
Hola Ana:
ResponderEliminarme encantan estas casualidades.
Pero ya no te puedes echar atrás: dijiste que Brizzio era excelente y no espero menos!!!
saludos
Bueno, yo espero que no te desilusiones, porque si, bueno, es excelente. Y aguardo expectante la reseña.
ResponderEliminarSaludos.
Hola Ana:
ResponderEliminarLo que he hojeado del libro tiene buena pinta. Eso sí, no sé aún cuándo lo leeré porque yo para elegir las lecturas voy muy a saltos y ahora tengo muchos libros acumulados.
saludos